OPCIÓN FUNDAMENTAL
VocTEO


Es la orientación ética global y básica de la libertad de una persona, Libertad es ante todo opción: posibilidad de decidirse y decisión de hecho. En esta opción no se trata sólo de bienes particulares y temáticos por los que decidirse en las diversas ocasiones; se trata también y sobre todo del bien en cuanto tal, que realiza y verifica a la persona, expresión de su proyecto de vida. Por eso la opción cualifica a la libertad moral de la persona: opción fundamental.

Se trata de un concepto relativamente nuevo en moral. Han sido la filosofía y la teología trascendental, el existencialismo y el personalismo filosófico y teológico, los que lo han introducido con la aportación y las exigencias de las ciencias antropológicas, en el contexto de esa atención particular al sujeto, a la globalidad unificada a la historicidad de su obrar, que muestra el pensamiento contemporáneo.

Este giro antropológico ha polarizado en la ética la atención sobre el sujeto moral, sobre la libertad constitutiva de la persona. Más que un productor de actos, el hombre es una persona en acto: un ser que se expresa a sí mismo en el obrar. Se intenta ir más allá de una consideración atomista, cosificada y mecanicista de los actos morales. Sin quitarle nada a la moralidad objetiva del acto, expresada por la norma, se mira al mismo tiempo al agente, a su libertad moral: a la opción de vida por la que los actos son motivados, intencionados, unificados. Detrás de cada decisión particular hay una pre-decisión global que mueve absolutamente el querer y el obrar. De manera consciente o inconsciente, todo hombre vive de su opción fundamental, que se constituye con la capacidad de entender y de querer del sujeto. Libertad para la verdad de la vida, para el bien-valor absoluto y por tanto para Dios, positivamente es una opción que abre al don y a la acogida; negativamente es un encerramiento egocéntrico imperado por el provecho y el placer. Para el cristiano coincide con la opción de fe y juntamente de caridad y de esperanza de la vida en Cristo, que significa de una forma irreductiblemente nueva todo su ser y todo su obrar.

Se percibe entonces la prioridad de la formación humana y cristiana de la libertad y de las actitudes (hábitos) que la estructuran éticamente. En una socio-cultura dominada por el hedonismo y por el utilitarismo, la pedagogía moral, antes aún que sobre los actos, tiene que incidir sobre las opciones antropológicas, sobre las predecisiones de significado que las determinan.

Así pues, la opción fundamental mueve a las opciones particulares; éstas se despliegan positivamente como su actuación situacional y su fidelidad operativa. Siempre es posible la infidelidad categorial (el pecado venial), en cuyo caso la opción fundamental mueve a la conversión y a la reintegración en el bien. Por otra parte, las opciones particulares estructuran e intensifican la opción fundamental: ésta no es el resultado de unas declaraciones de principio abstractas, sino de unas opciones situacionales efectivas por el bien.

Esto supone que una infidelidad operativa habitual y difusa debilita y menoscaba la opción fundamental positiva, hasta llegar a cambiarla o invertirla. Esto es posible incluso con un solo acto de infidelidad en el que esté en juego un bien muy grande, como ocurre con el pecado mortal. Lo mismo hay que decir, en sentido opuesto, de toda opción fundamental negativa, que expresa la libertad del malvado, conformada y consolidada por los pecados situacionales. También él es capaz de realizar el bien, pero por una afortunada incoherencia o una causal coincidencia de su propio interés con la norma moral. Esto no quita que también la opción fundamental del malvado sea capaz de debilitarse, esto es, de verse positivamente desmentida y convertida poco a poco por una vida categorial que vaya actuando cada vez más el bien.

M. Cozzoli

 

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