OBRAS DE LA FE
VocTEO
 

Esta expresión en teología va íntimamente unida a los temas de la justificación, de la gracia y de la fe. La justificación se realiza, sin duda, como recuerda san Pablo, en virtud de la fe y no ya como recompensa a una prestación humana. Justifica independientemente de las obras; sin embargo, el hombre justificado da " frutos para Dios» (Rom 7,41. En el que está en Jesucristo la fe actúa por medio de la caridad (cf. Gál 5,61. Todo esto en contraposición a las «obras de la ley», expresión con la que Pablo critica el legalismo farisaico. La relación fe-obras aparece también en Sant 2,14-26: «Con mis obras te mostraré mi fe; la fe sin obras no tiene valor, está muerta». También en Juan la fe verdadera va ligada connaturalmente a las obras y por eso todos los que obraron bien tendrán una resurrección de vida (cf. Jn 5,29). En la historia del dogma el tema de las «obras» surgió con ocasión de la polémica pelagiana. San Agustín se aprovechará de ella para afirmar con energía que las obras buenas del cristiano no se derivan de su actividad autónoma, sino de la gracia de Dios. En la Escolástica se repetirá la fórmula de que la fe que salva es la fides caritate formata, es decir la fe que se expresa en obras de caridad. La polémica contra las «obras» se expresará con fuerza en el ámbito de la Reforma protestante. Una vez afirmada la corrupción total del hombre caído, resulta imposible atribuir ningún valor a las obras que se hacen, incluso después de la justificación (que Lutero entiende como justicia puramente imputada). Los principios luteranos de la sola gratia y de la sola fide hacen prácticamente superfluas las obras en orden a la justificación. No podrán faltar, desde luego, partiendo de la premisa de una fe sincera, como tampoco podrán faltar los frutos buenos en el árbol bueno. Pero no tienen ningún carácter meritorio, ya que significan simplemente la acción de gracias y la alabanza por los beneficios de Dios. Por lo demás, siguen estando corrompidas y, por tanto, es necesario que Dios con su misericordia no impute al justo estas obras, que en sí mismas serían dignas de condenación. El concilio de Trento, por el contrario, enseñará que para la salvación no basta la fe sola, y cita a 2 Pe 1,1 0 según este texto: «Procurad hacer cada vez más segura vuestra vocación y elección por medio de vuestras obras buenas" (cf. DS 15381. Es lícito obrar bien con vistas a la vida eterna, con tal que no se excluya la tendencia radical que tiene toda obra buena hacia la gloria de Dios, fin último de toda la realidad creada.

Las obras del cristiano son positivamente salvíficas y meritorias cuando se realizan como aceptación de la autocomunicación de Dios, que perdona y santifica, es decir, como fe que se hace operante en el amor a Dios y al prójimo. El don de la justificación mediante la fe se manifiesta y es atestiguado por las obras de la fe. La teología protestante subraya hoy también el vínculo entre la vida de fe y el obrar moral.

M. Semeraro

Bibl.: L. Serentha, Justificación, en NDT 111, 238-251: H, KUng, La justificación, Herder Barcelona 1967: M. Flick - Z, Alszeghy Antropología teológica, Sígueme, Salamanca 1970; J L. Ruiz de la Peña, El don de Dios, Sal Terrae, Santander 1991.