MEDIADOR
VocTEO
 

Del término latino mediator, que tiene el correspondiente griego en la palabra mesítes. Se trata de un concepto utilizado en el ámbito civil, político y religioso de la sociedad y de la cultura helenista, así como de la tradición religiosa israelita (Moisés, mediador de la alianza), sacado de las fuentes neotestamentarias para expresar la función y misión de Jesucristo de reconciliar al mundo con Dios (cf. 2 Cor 5,18-21) y de apaciguar el cielo y la tierra (Col 1,19-20). El Nuevo TeStamento aplica expresamente esta categoría/título (mesítes) a Jesús en tres ocasiones: en Heb 8,6: «Él es mediador de una alianza mejor'; en Heb 9,15: él es mediador de una nueva alianza'; en 1 Tim 2,5-6, donde se dice: "Porque Dios es único, como único es también el mediador entre Dios y los hombres: un hombre, Jesucristo, que se entregó a sí mismo para redimir a todos",. Sin embargo, la función y la misión que contiene e implica este título se expresan en perspectivas y maneras distintas. La fe pospascual confiesa que Jesucristo es mediador ya en el momento y en el plano de la creación: Dios Padre ha creado y lleva a su cumplimiento al mundo por medio de él (a&), en él y con vistas a él (cf 1 Cor 8,6; Col 1,1-17; Heb 1,1-3; Jn 1,3). Por otra parte, lo proclama también como mediador de la ofrenda de reconciliación (cf. 2 Cor 5,18-21), de la gracia como sentencia y ofrecimiento de perdón por parte de Dios a la humanidad (es toda la temática paulina de la justificación sobre la base de la gracia y por la fe en Jesucristo, justicia de Dios, su eje, su forma y también su causa instrumental, corno se deduce de Rom 3,21-26; 5,1-2. 12-21. Gál 2,16; etc.); del nuevo pacto con alcance universal que Dios establece con la humanidad pecadora en su sangre: este pensamiento está claramente presente en los textos evangélicos de la última cena y de manera especial en la Carta a los Hebreos, donde se presenta a Jesús como el "sumo sacerdote' de los últimos tiempos, que ha reconducido a la humanidad a Dios con su sacrificio, ofrecido en la cruz una vez para siempre y de valor perenne, y que continúa ejérciendo eternamente su función de intercesor y de mediador para toda la humanidad (cf. Heb 10).

En las fuentes neotestamentarias la función mediadora de Jesucristo se expresa de otras muchas maneras. Recordemos dos. En varios pasajes, sobre todo paulinos, aparece el tema del intercambio entre Dios y los hombres.

Así en 2 Cor 8,9 se dice: Pues ya conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico. se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza' (cf. además 2 Cor 13,4; Ef 3,19). Esta misma idea se expresa con afirmaciones de este tenor: ",A quien no conoció pecado, Dios lo trató por nosotros como al propio pecado, para que, por medio de él, nosotros sintamos la fuerza salvadora de Dios, (2 Cor 5,21); Cristo nos ha rescatado de la maldición de la ley haciéndose a sí mismo maldición por nosotros (Gál 3,13; Rom 8,2-4).

La tradición de Juan se distingue por sus propios acentos: Jesús es el camino por el cual se va al Padre (cf Jn 14,6); es la puerta que introduce en la comunión con Dios (cf. Jn 10,9); la verdadera vid que nos da savia vital (cf. Jn 15,1 ss); la luz que conduce al hombre de las tinieblas al resplandor de Dios (cf Jn 1,4; 8,12); el pan que da la vida del Espíritu divino al hombre (Jn 6,22s). Con estas imágenes tan sencillas y elementales se expresa la función mediadora de Jesucristo de la manera más eficaz y profunda, Todas ellas pueden considerarse como explicitaciones de la afirmación fundamental de Jn 1,17-18: "La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por Cristo Jesús. A Dios nadie lo vio jamás; el Hijo único, que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer".

La función mediadora de Cristo en el Nuevo Testamento se le atribuye al hombre Jesús, como se dice claramente en 1 Tim 2,5-6, concretamente a su ofrecimiento por los hombres. Sin embargo, se dice expresamente de él que esta función la ha recibido de Dios, del Padre (cf 2 Cor 5,18-21 : es Dios/Padre el que ha enviado a Jesucristo para reconciliar consigo al mundo); por obra de Dios/Padre (apo tou Theon), él se ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención ( 1 Cor 1,30). Ejerce luego esta función de alcance universal porque en su humanidad es el Hijo mismo de Dios, que cumplió la ley y hace a los hombres capaces de cumplirla (cf. Rom 8,3); es el Hijo, y por consiguiente es muy superior a Moisés, el mediador de la primera alianza (cf. Heb 3,3-6; también 1,2ss).

En estos pasajes el Nuevo Testamento señala la raíz última de la mediación de Jesucristo de manera bastante explícita; en otros se refiere a ella de manera más bien implícita, pero siempre de una forma más que suficiente para ofrecer un fundamento sólido a la explicitación que irán haciendo progresivamente la reflexión de los padres y toda la tradición teológica hasta nuestros días.

El tema de la mediación de Jesucristo tuvo gran importancia en la época patrística. Estuvo relacionada en gran parte con la reflexión sobre la función mediadora del Logos respecto a la creación, que algunos teólogos prenicenos no siempre distinguían con claridad de la mediación cosmológica del Logos del medio-platonismo, en el que éste era considerado como un ser intermedio entre Dios y el mundo. Sin embargo, desde que el concilio de Nicea (325) definió con claridad la pertenencia de Cristo como Logos a la esfera divina, y el concilio de Calcedonia (451), confirmando a Nicea, añadió por su parte que Jesucristo es también "consubstancial a nosotros", (omooúsios emín) (cf. DS 301), se alzaron a la reflexión sobre su mediación unos cauces en los cuales tenía que moverse y de hecho se movió. Así, la mayor parte de los Padres profundizó en el tema del intercambio entre lo divino y lo humano que se verificó en Jesucristo y que hace posible su función mediadora. Sin embargo, los Padres, especialmente los griegos, meditando sobre ella, se detuvieron sobre todo en su arraigo en la encarnación del Logos/Hijo y en el sacrificio de la cruz, y no tanto en la función mediadora del Cristo resucitado y del Jesús de la historia. En la tradición teológica latina, que hunde sus raíces en Tertuliano, Cipriano y Agustín, la función mediadora de Cristo se puso prevalentemente en la muerte reparadora de Jesús en la cruz, que recibe una validez universal gracias a la encarnación como acontecimiento constitutivo del Dios-hombre, capaz de ejercer la función mediadora entre la humanidad pecadora y el Dios infinitamente ofendido por él pecado, pero misericordioso y dispuesto al perdón. Este planteamiento, característico de la obra de san Anselmo de Aosta (siglos XI-Xll), Cur Deus homo?, constituye el marco dentro del cual los grandes teólogos Tomás, Buenaventura y otros muchos, hasta los últimos decenios, han elaborado substancialmente su reflexión sobre Jesucristo mediador. La teología de la Reforma exaltó la unicidad de la mediación de Cristo (solus Christus), excluyendo cualquier otra forma de mediación (de María, de los santos), que consideran ofensiva y perjudicial para la mediación de Cristo.

La teología contemporánea, tanto católica como protestante, ha concedido gran importancia al tema del Cristo mediador, bien sea porque constituye el artículo fundamental de la fe cristiana, bien por el hecho de que se trata de un punto en el que convergen plenamente las dos confesiones cristianas.

No obstante, en esta atención se dan ciertas acentuaciones que distinguen con bastante claridad a la teología reciente de la teología patrística y de la posterior hasta hoy En particular, la función mediadora de Cristo se extiende con decisión a todo el acontecimiento Jesús de Nazaret, el Cristo, íntegramente, profundizando en su sentido y en el modo en que ha actuado y sigue actuando en la historia humana, y en particular en las experiencias religiosas de la humanidad (presencia de Cristo salvador en las religiones del mundo, cristianismo anónimo, etc.).

G. Iammarrone

 

Bibl.: pío XII, Mediator Dei, en MPC, 1, 630 680: J Moller Mediación. en CFT 11, 614619' F J Schierse, Mediador en CFT 11, 620:623; W Pannenberg, Fundamentos de cristología, Sígueme. Salamanca 1974: B. Sesboué, Jesucristo, el único mediador, Secretariado Trinitario, 2 vols., Salamanca 1990-1993,