INQUIETUD
VocTEO
 

Perturbación profunda que se manifiesta a través de unos fenómenos somáticos (calor, sudor frío, temblor...) y psíquicos (intranquilidad, opresión, sentimiento de angustia). Motivada o inmotivada, conocida o desconocida su etiología, la inquietud suele considerarse como un momento psicosomático de estratigrafía no siempre fácil de identificar. Las expresiones o análisis filosóficos, especialmente los del existencialismo nihilista, alcanzan notables profundidades semánticas, pero no consiguen explicar la angustia-inquietud como algo inherente al ser, ya que se experimenta continuamente, aunque en niveles distintos de profundidad de inteligencia y de percepción.

En el cristianismo Pablo nos ofrece altísimos ejemplos de esta fenomenología (Rom 8,19-23); san Agustín, en las Confesiones (1, 1,1) lanza un grito de rendición: "Fecisti nos, Domine, ad te, et inquietum est cor nostrum donec requiescat in te"; Teresa de Avila, en una célebre poesía exclama el "muero porque no muero", como testimonio de la angustia-inquietud incluso en las más altas capas de la experiencia mística. La inquietud, en el contexto cristiano, tiene notables contactos y semejanzas con la de una difusa literatura, tanto antigua como moderna. Pablo, por ejemplo, habla de una angustia-inquietud cósmica permanente, hasta el cumplimiento de la salvación o de la resurrección final, que será el día del cumplimiento total. Del mismo modo el grito de Teresa representa la inquietud como situación o tensión consciente del espíritu atormentado por sus propios límites, que exclama anhelo y necesidad de liberación. En este sentido, la inquietud manifiesta una necesidad de libertad, un ansia de salvación.

En la vida espiritual, y por tanto en la acepción teológica, nos encontramos ante dos expresiones y dos motivaciones: angustia e inquietud; una relación que asume diversos niveles vinculados a las visiones que subyacen en cada una de ellas. Puesto que, mientras que la inquietud del existencialista ateo desemboca en la desesperación o en la nada afanosa, la del cristiano cultiva dentro de sí la esperanza, una esperanza sin embargo que no oculta la tragedia y el dolor, pero que abre los límites estrechos con su orientación hacia lo trascendente.

G. Bove

Bibl: S. Kierkegaard, Temor y temblor, Buenos Aires 1958; P. Ricoeur, finitud y culpabilidad, Taurus, Madrid 1969. Y Frankl. El hombre en busca de sentido, Herder, Barcelona 1980; H. U von Balthasar, El cristianismo y la angustia, Guadarrama, Madrid 1964; M. de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida ( 1913}, Espasa-Calpe, Madrid 1980; Íd., Agonía del cristianismo ( 1925}, Plenitud, Madrid 1967.