INICIACIÓN
VocTEO
 

Se trata de una ritualidad, de diferente extensión y articulación, presente en todas las religiones, a la que subyace una antropología de fondo social y cósmico, que se configura también como búsqueda de aquellos vínculos del hombre con el hombre y del hombre con la divinidad que, en las religiones naturalistas, asume horizontes cósmicos. Aunque con frecuencia la iniciación se celebra y va acompañada de elementos folclóricos, siempre se configura como "nuevo nacimiento», expresado en la asunción de nuevas funciones jurídicas, más decisivas que comprenden puestos y responsabilidades que cualifican al individuo dentro del grupo. Los detalles gestuales de los diversos ritos iniciáticos, aunque son diversos en cada grupo, en cada religión, convergen entre sí en la semántica lingüístico-visual o al menos en los núcleos esenciales de la expresión alusiva.

Sin negar una relación genérica entre la iniciación cristiana y la iniciación de las religiones naturalistas, hay que afirmar que los gestos y la semántica ritual de aquella se inserta ante todo en el contexto histórico de la tradición judía. La especificidad del rito cristiano consiste en el hecho de que celebra una iniciativa divina y no una operación humana: el iniciado es un contextualizado por obra de Dios mismo. Además, la iniciación cristiana no se basa en la raza ni en los usos-costumbres que caracterizan a un grupo o a una estructura, sino que es introducción en una comunidad de fe de dimensiones universales, con unas expresiones históricamente situadas y destinadas como son los sacramentos, dentro de una concepción de la historia en donde Dios y el hombre son coprotagonistas: una historia nueva en donde hay que situar ante todo la estrecha relación existente entre la resurrección de Cristo y la iniciación cristiana. El anuncio kerigmático que de allí surge encuentra en la iniciación los gestos concretos que lo transforman, haciendo de él no va una simple invitación a la nueva historia inaugurada por Cristo, sino una vivencia real, capaz de prolongarse y dilatarse en el tiempo. Cristo resucitado (Hch 2,32; 3,15; 4,10), Cristo salvador (Hch 3,12; 5,3032; 10 43), Cristo Señor y cabeza (Hch 2,33-3~): cada una de estas tres afirmaciones kerigmáticas constituye la realidad en la que son iniciados los cristianos, con una celebración sacramental. que tiene su propia historia Y su propia teología, perfectamente visible en la evolución misma de los sacramentos del bautismo y de la confirmación. Esta misma evolución atestigua que la iniciación cristiana no tiene parangón y no puede identificarse con la ritualidad meramente naturalista; tiene que ver con una expresión antropológica general, se precisa con el contexto histórico judío y se realiza con modalidades, reflexiones y significados siempre nuevos, ya que se refieren a la vida nueva que obtiene el cristiano mediante la resurrección de Jesús.

G. Bove

Bibl.: o. Cullmann, La fe y el culto en la Iglesia primitiva, studium. Madrid 1971; J Danielou, Sacramentos y culto según los santos Padres, Cristiandad, Madrid 1965; E, Ruffini, Iniciación cristiana, en NDT 1, 757786; U, Gianetto, Iniciación cristiana, en DC, 464-466.