IGLESIAS ORIENTALES PRECALCEDONENSES
VocTEO
 

El origen de las llamadas "Antiguas Iglesias orientales precalcedonenses », conocidas también como "Iglesias monofisitas' se remonta al concilio ecuménico de Calcedonia (451) y al dogma cristológico que allí se definió: « Uno es el mismo Cristo, Hijo, Señor Unigénito, que se conoce en dos naturalezas sin confusión, ni alteración, ni división, ni separación ». Muy pronto se crearon reacciones opuestas a la definición del concilio de Calcedonia , aparecieron tendencias separatistas entre el pueblo cristiano del Imperio bizantino, sobre todo en Palestina, en Siria y en Egipto, en donde había va una gran parte de la población que se inclinaba al monofisismo. Las causas que influyeron en estas oposiciones y reacciones, además de las teológicó-dogmáticas, fueron también políticas, étnicas, nacionalistas, sociales, culturales, etc. No cabe duda de que en la confusión teológica tuvo una gran parte la falta de términos correspondientes en el lenguaje de estos pueblos a los términos del lenguaje teológico de la Iglesia oficial, como naturaleza, substancia, persona, hipóstasis, unión hipostática, etc.; o sea, se trataba de diferencias más bien en la terminología y en la formulación del dogma cristológico y de la lengua teológica que en la substancia de dicho dogma De esta manera, los que no aceptaron la definición dogmática de la Iglesia, es decir, la unión hipostática de dos «naturalezas en Cristo», se fueron separando gradualmente del cuerpo de la única Iglesia de Cristo, caracterizándose en la historia eclesiástica como «monofisitas» o «precalcedonenses».

Esta separación fue la causa del primer cisma grave de la antigua Iglesia indivisa. Los precalcedonenses, como base de su enseñanza, tienen la conocida fórmula cristológica del obispo de Alejandría, san Cirilo (412-444): «Una naturaleza del Verbo de Dios encarnada», creada para combatir el nestorianismo; pero ellos no la interpretan en el sentido claro y sano como la entendía san Cirilo. Además, aunque los precalcedonenses no aceptan y condenan a Eutiques, aceptan con todo la "única naturaleza en Cristo" es decir, la que existe después de la unión divina, dejando así en la sombra la naturaleza humana, que no niegan sin embargo por completo, como lo hacía Eutiques.

Estuvieron entre los más duros opositores del nestorianismo. Los que no aceptaron la "definición' del concilio de Calcedonia y se separaron de la antigua Iglesia unida, formando sus propias Iglesias, se dividen en tres grupos principales: el armenio-georgiano (la Iglesia armenia, con dos centros principales, el catolicado de Ezmiazin y el de Cilicia, y dos patriarcados, el de Constantinopla y el de Jerusalén, con unos 6 millones de fieles); el copto (la Iglesia copta de Egipto con su centro principal en el Cairo y unos 7 u 8 millones de fieles; y la Iglesia de Etiopía con su centro patriarcal en Addis Abeba y unos 16 millones de fieles) y el jacobita (la Iglesia siro-jacobita con su centro patriarcal en Damasco y unos 300.000 fieles, y la Iglesia llamada de Malabar o de los " cristianos de santo Tomás" en el sur de la India, con el catolicado de Kattavam, en Kerala, y un millón de fieles).

Estas Iglesias, con la tradición y la espiritualidad del cristianismo primitivo, aceptan los tres primeros concilios ecuménicos y afirman que no se han apartado de la ortodoxia. Pero no pudieron seguir las definiciones dogmáticas de los cuatro siguientes concilios ecuménicos. A finales del siglo y, el monofisismo se extendió por Armenia. Los armenios, cuya Iglesia había sido fundada por san Gregorio el Iluminador (25012-325), debido a la invasión y a las incursiones de los persas, no habían participado en el IV concilio ecuménico de Calcedonia. Hubo además motivos políticos que contribuyeron a su alejamiento de la influencia bizantina. Así, en el sínodo de Vagarsapat, del año 491, gran parte de los armenios se adhirieron al monofisismo. El animador del monofisismo siríaco fue el monje Santiago Baradeo, obispo de Edesa desde el 543. Los jacobitas de Siria son indígenas que se incorporaron al monofisismo de Severo de Antioquía (512-518); usan en su culto la lengua siríaca. Al contrario, la lengua copta es la que usa la población monofisita de Egipto, que considera como su cabeza principal a Dióscoro de Alejandría.

Después del cisma entre la Iglesia ortodoxa y la Iglesia católica de 1054, cada una por su cuenta se pusieron en contacto con las Iglesias orientales precalcedonenses, buscando la unidad. Al terminar el sínodo de Ferrara-Florencia se consiguió una unión parcial entre la Iglesia romana y los armenios con la promulgación por parte del papa Eugenio IV de la bula Exultate Deo, del 22 de noviembre de 1439.

Además, con la bula Cantate Domino, del 4 de febrero de 1442, se logró una unión parcial con la Iglesia copta de Egipto, mientras que con la bula Multa et admirabilia, del 30 de septiembre de 1444, se sancionó la unión parcial con los sirios. Uniones con la Iglesia romana por parte de algunos prelados y fieles de dichas Iglesias tuvieron lugar igualmente en los siglos posteriores al concilio de Florencia, sobre todo entre los siglos XVl y XIX, como consecuencia del trabajo de los misioneros latinos en aquellos lugares. Los que se unieron a Roma formaron las Iglesias católicas orientales precalcedonenses. Pero la mayor parte de las antiguas Iglesias orientales no aceptaron estas uniones parciales con la Iglesia católica y conservan rigurosamente su propia fe y su identidad, a pesar de las enormes dificultades surgidas por motivos político-sociales y religiosos.

Por otra parte, la Iglesia ortodoxa presidida por el patriarcado ecuménico de Constantinopla continuó, incluso después de la caída de Constantinopla en manos de los turcos el año 1453, manteniendo buenas relaciones con dichas Iglesias precalcedonenses con vistas a promover la unión (véase sobre este tema las decisiones del sínodo local de Jerusalén de 1672 y la actitud amigable del patriarcado ecuménico con los armenios en 1881). La Iglesia ortodoxa ha considerado muy cercanas a ella a las Iglesias precalcedonenses, que pertenecen al cuerpo orgánico de las Iglesias orientales y se derivan de la misma tradición. .

En el siglo xx, considerado en los ambientes eclesiales como el siglo del movimiento ecuménico, tanto la Iglesia ortodoxa por iniciativa del patriarcado ecuménico de Constantinopla (véanse sus encíclicas de 1902 y 1920), como la católica, han intensificado sus contactos con las Iglesias precalcedonenses, inaugurando diálogos bilaterales o generales en busca de la unión. Así, después de un período de encuentros no oficiales o semioficiales entre la Iglesia ortodoxa y las Iglesias orientales precalcedonenses, que comenzaron en Aarhus (Dinamarca) en 1964, se inauguró el diálogo, oficial entre el 10 y el 15 de diciembre de 1985 en el Centro del patriarcado ecuménico de Chambesy, en Ginebra. En el centro de este diálogo se encuentra el dogma cristológico, como se percibe por la misma apelación de dichas Iglesias como «Iglesias orientales ortodoxas no calcedonenses » Después de muchas reuniones, el diálogo ha terminado recientemente con un primer acuerdo de la « Comisión mixta del diálogo teológico» entre la Iglesia ortodoxa y las no calcedonenses, que tuvo lugar en Chambesy entre el 23 y el 28 de septiembre de 1990. Este acuerdo será examinado luego por las Iglesias interesadas para expresar su posición oficial, tomando ciertamente en consideración otros puntos que están aún por aclarar. Entre la Iglesia católica y la precalcedonense se celebran encuentros para llegar a la plena comunión, sobre todo después del Vaticano II, tanto a nivel general como bilateral, Estos encuentros teológicos no oficiales empezaron en Viena en 1971 por iniciativa de la Fundación «Pro Oriente». Además, se sigue reuniendo una Comisión mixta entre representantes de la Iglesia católica y de la Iglesia copta, creada en 1974, buscando el acuerdo con vistas a la unión. Las antiguas Iglesias orientales precalcedonenses mantienen además contactos, relaciones y encuentros bilaterales con la Iglesia anglicana y con el Consejo mundial de las Iglesias, del que son miembros.

S. L. Vamalidis

 

Bibl.: J. Gründler, Iglesias y sectas de Oriente, en SM, 111, 775-783; A. Santos Hernández, Iglesias de Oriente, 11. Repertorio Bibliográfico, Sal Terrae, Santander 1963; N. Zernov Cristianismo oriental, Guadarrama, Madrid 1962; J. Sánchez Vaquero. El Oriente próximo y la unidad cristiana, Barcelona 1 962.