IDOLATRÍA
VocTEO
 

En sentido propio y clásico, idolatría es la adoración o el culto que se tributa a entidades, objetos, imágenes o elementos naturales que se consideran dotados de poder divino, o también a divinidades falsas, "vanas apariencias» (la palabra «ídolo» proviene del griego eidolon imagen). Es evidente que en este sentido se trata de un término contextual, que tiene significado sólo dentro de una religión reconocida; y puede ser considerado como idolatría dentro de una religión lo que no lo sería en otra o también en un nivel distinto de evolución de la misma. En general, todas las religiones tienden a tachar como idolatría el culto que las otras religiones reservan a las divinidades en que creen; pero, en particular, esta tendencia se encuentra en las grandes religiones monoteístas respecto a las politeístas o primitivas.

Además de este significado general histórico-religioso, el progreso de los estudios bíblicos y su difusión no ha dejado de tener consecuencias en el plano homilético-pastoral; por eso se ha conseguido una conciencia más precisa de lo que el término «idolatría» implica en la Biblia, incluso en sentido espiritual: por eso este término se usa hoy con frecuencia en sentido metafórico para indicar cualquier forma exasperada de admiración, devoción, entrega, que presente caracteres impropios de absolutismo o de fanatismo, así como aquella absolutización indebida o «sacralización» por la que unas realidades secundarias o instrumentales, que deberían estar al servicio del hombre, se convierten en un absoluto y tienden a dominar la existencia y las aspiraciones humanas. Así se puede hablar de idolatría a propósito de la búsqueda excesiva de dinero, de poder, etc., y a propósito del «culto» consiguiente a estas realidades por parte de sus «devotos", así se puede afirmar que todo pecado tiene en sí mismo un elemento de idolatría, en el sentido de que implica siempre en su profundidad un "no fiarse de Dios» y buscar en realidades secundarias la propia salvación y el propio objetivo; así se ha adquirido la conciencia del hecho de que incluso una religión superior, incluso la propia religión, puede hacerse íntimamente idolátrica, si la persistencia de las estructuras exteriores llega a convertirse en su única y predominante razón de ser, o si los signos exteriores, las imágenes y los símbolos llegan a absolutizarse y a confundirse con la realidad a la que tendrían que servir.

L. Sebastiani

Bibl.: E. Fromm, Y seréis como dioses. Paidós, Buenos Aires 1967, G. Hierzenberger, Lo «mágico» en nuestra iglesia. Una aportación a la desmagización del cristianismo, Bilbao 1971.