HUMANISMO
VocTEO
 

En sentido genérico, se designa como « humanismo» a toda orientación de pensamiento que intenta valorar al hombre en sus genuinas prerrogativas. En sentido histórico, el «humanismo» es aquel complejo movimiento cultural que precedió y determinó el Renacimiento. El ideal de una cultura formada por las ciencias del espíritu, establecido entonces y entregado a las futuras generaciones, ha durado hasta tiempos recientes, cuando tuvo que ceder el paso a la invasión de la técnica, aunque planteando por eso mismo la instancia de la creación de un nuevo humanismo cultural, ya que se trata de un valor irrenunciable.

Un aspecto esencial del humanismo es la apelación y el estudio de los autores antiguos. Si es verdad que es un nuevo espíritu el que preside la recuperación de los clásicos, la continuidad que se mantiene en el devenir histórico se respeta encontrando en el humanismo el filón cristiano medieval fundamental. Los humanistas no son unos rebeldes en la intimidad de su espíritu cristiano; intentan más bien evadirse de las formas de vida y de pensamiento medievales en nombre de un pasado más remoto y más libre y auténticamente humano; de esta manera su cristianismo se encuentra con los clásicos, los repiensa y los reaviva.

Los humanistas del Renacimiento no solían ser teólogos de profesión: sin embargo, de varias maneras, los studia humanitatis interfirieron con el ámbito de los studia divinitatis y les dieron una aportación esencial. Es conocida la renovación de los estudios bíblicos por obra de los humanistas, así como la previsible antipatía de los escolásticos contra su método y sus descubrimientos. Pero hasta hace no mucho tiempo su aportación al pensamiento teológico y religioso de la época había recibido menos atención, al estar ("oculto» bajo la masa informal y altamente retórica de los escritos bumanistas. Conscientes de que la persona humana es un sujeto vivo y sensible, evitaron el "puño cerrado» del método dialéctico escolástico para sustituirlo por las "(manos abiertas» de la disertación retórica. La correlación entre la retórica u oratoria clásica y la predicación cristiana estaba muy clara para los humanistas. El orador o el predicador eficaz tiene que estar, por definición, en comunicación con los sentimientos de su auditorio y saber responderles. Los humanistas fueron muy conscientes de que una renovación dé los estudios bíblicos se habría quedado en un ejercicio estéril si no se tradujera en un ministerio eficaz de la palabra, que moviera al pueblo hacia una vida cristiana más profunda.

La mayor parte de los escritores humanistas tuvo la visión de la naturaleza unitaria de la verdad en la diversidad de la experiencia religiosa. Así, por ejemplo, el estudio del hebreo que hizo Manetti con un maestro judío lo hizo muy sensible al mundo de pensamiento de donde había nacido el cristianismo.

Él fue también uno de los primeros en ver que la Tradición cristiana occidental estaba alimentada tanto del helenismo como del hebraísmo. Sin embargo, el Contra Iudaeos et Gentes (1454) es una crítica del judaísmo y del paganismo. Tomás Moro (1478-1535) en su Utopía (1516) presenta una comunidad de seres humanos a los que no había llegado ni la civilización clásica ni el cristianismo: sin embargo, usando de su inteligencia, no sólo llegaron a un alto grado de civilización, sino también a una fe altamente desarrollada en Dios, en la providencia, en la moralidad, en la inmortalidad del alma. Tomás Moro estaba seguro de que la evangelización no se identificaba con la civilización o la cultura, pero que las dos podían desarrollarse recíprocamente.

Erasmo (1467-15361) es el «príncipe de los humanistas ». Su Antibárbaros ( 1489) ilustra claramente el ataque humanista a las formas de fideísmo de la época. Aunque en el Elogio de la locura ( 1511) ataca duramente a sus adversarios escolásticos, éstos son sus aliados naturales -aunque difíciles- en la lucha contra los elementos antirracionales en la Iglesia. Los antirracionalistas atacados por Erasmo son los fideístas.

La teología retórica de los humanistas, aunque con sus evidentes limitaciones, fue una de las articulaciones más positivas y creativas de teología producidas por los laicos en toda la tradición cristiana. Hecho curioso: en la lista de seiscientos escritores, artistas y humanistas del Renacimiento italiano sólo había tres mujeres: Victoria Colonna, Verónica Gambarra y Tulia de Aragón. Así pues, el exclusivismo sexista no fue solamente clerical, sino también laical.

F. Raurell

Bibl.: s, Spera - A. Murphv - B. Groth, Humanismo, en DTF 583-607, J. Gómez Caffarena, La entraña humanista del cristianismo, Verbo Divino, Estella 21987. F. Hermans, Historia doctrinal del humanismo cristiano, 2 vols., Fomento de Cultura, Valencia 1962; J. Burkhardt, La cultura del Renacimiento en Italia, Barcelona 1968.