HOMINIZACIÓN
VocTEO
 

En biología este término indica el proceso a través del cual se fue formando el hombre a partir de la etapa de los "primates». es el paso de la etapa pre-humana (prehomínidos) a la propiamente humana. Esta última se caracteriza por la posición erecta, por el volumen del cráneo y de la masa cerebral y por la capacidad de hablar, de decidir, de transformar el ambiente.

En una perspectiva evolucionista este proceso, aunque no puede describirse en términos precisos, resulta evidente: su resultado, el ser humano, se diferencia sin duda cualitativamente de sus « parientes próximos » (los primates), pero conserva siempre muchos elementos en común con ellos, que sirven para atestiguar permanentemente 'una relación de derivación del hombre a partir de los primates.

Esta perspectiva no parece conciliarse fácilmente con la fe en Dios creador, bien sea en relación con el testimonio bíblico, bien en relación con la enseñanza del Magisterio eclesial. La Biblia se refiere en sus relatos de creación a una intervención especial de Dios en el nacimiento del hombre; éste es plasmado de la tierra (Gn 2,7), o bien inmediatamente después de los animales (Gn 1,25-27); de todas formas, aparece con claridad la acción personal y expresa del Creador para dar origen a la identidad singular de la criatura humana. Todo lo más se debe admitir que la Biblia «permite pensar en una combinación entre la acción creadora de Dios y los procesos naturales» (A. Ganoczy).

El Magisterio, en el pasado, afirmó en varias ocasiones que se da una creación directa del alma individual por parte de Dios (DS 360ss; 1007. 2135). En tiempos recientes, pío XII, en la encíclica Humani generis ( 1950) , afirmó que, aunque no está prohibido explicar «el origen del cuerpo humano de una materia ya viva y existente » (DS 3896) utilizando la hipótesis del evolucionismo, hay . que mantener por fe que el alma ha sido creada directamente por Dios. Afirmaciones semejantes aparecen también en las enseñanzas de Juan Pablo II.

La teología contemporánea tiende a superar la clara división entre la hominización filogenética (relativa al origen de la especie humana) y la hominización ontogenética (relativa al origen del alma individual), insistiendo en la unidad del ser humano y en su peculiaridad respecto a los demás seres creados; estos dos aspectos del hombre se consideran por un lado como el resultado de un proceso regulado por leyes naturales autónomas establecidas por Dios mismo, y por otro lado como efecto de una especial presencia y . acción de Dios, que no sólo sostiene el proceso evolutivo desde dentro, sino que es el autor del «salto cualitativo del ser animado prehumano al hombre » (A. Ganoczy). Todo lo que el hombre es y cuanto tiene como ser singular entre los otros seres, como criatura llamada a la comunión con Dios, destinada gratuitamente a la visión de Dios, es puro don «que viene de arriba, de Dios» y no sólo fruto de «la tierra" o de «la carne y la sangre».

G. M Salvati

Bibl.: K. Rahner - P Overhage, El problema de la hominización, Cristiandad, Madrid 1973; íd., Hominización, en SM, 111, 534546; A. Haas, Origen de la vida del hombre, Ed. Católica, Madrid 1963; H, Haag, S, Haas, A, Hurzeler, Evolución y Biblia, Herder Barcelona 1965; J L, Ruiz de la Peña, Imagen de Dios, Sal Terrae, Santander 1988, 249-280,