EUTANASIA
VocTEO
 

Es una intervención dirigida a procurar la muerte frente a un proceso patológico de pronóstico mortal y acompañado de sufrimientos intolerables. La eutanasia es absolutamente ilícita desde el punto de vista moral. Aunque el enfermo pida expresamente que le ayuden a morir, no debe ser acogida esa petición. ya que hay siempre un notable margen de incertidumbre, mientras que, por otra parte, el resultado de la enfermedad no puede considerarse nunca inequívocamente cierto.

No obstante, «en muchos casos la complejidad de las situaciones puede ser tan grande que se planteen dudas sobre el modo de aplicar los principios de la moral. El tomar ciertas decisiones le corresponderá en último análisis a la conciencia del enfermo o de las personas cualificadas para hablar en su nombre, o bien a la conciencia del médico, a la luz de las obligaciones morales y de los diversos aspectos del caso. Todos tienen la obligación de cuidarse y de hacerse cuidar. Los que cuidan de los enfermos tienen que prestar sus servicios con toda diligencia y suministrarles los remedios que se crean necesarios o útiles. Pero, ¿habrá que recurrir en todas las circunstancias a todos los remedios posibles? Hasta ahora los moralistas han respondido que nunca había obligación de utilizar medios "extraordinarios". Pero hoy esta respuesta, siempre válida en línea de principio, puede resultar menos clara, bien por la imprecisión del término como por los rápidos progresos de la terapia. Por eso algunos prefieren hablar de medios "proporcionados" o "desproporcionados", En todo caso, se podrán valorar bien los medios confrontando el tipo de terapia, el grado de dificultad y de riesgo que lleva consigo, los gastos necesarios y las posibilidades de aplicación con el resultado que se puede esperar, teniendo en cuenta las condiciones del enfermo y sus fuerzas físicas Y morales. Para facilitar la aplicación de estos principios generales se pueden añadir las siguientes indicaciones: a falta de otros remedios, es lícito recurrir, con el consentimiento del enfermo, a los medios que ponga a disposición la medicina más avanzada, aunque estén aún en la etapa experimenta l y no estén exentos de cierto riesgo (aceptándolos, el enfermo podrá también dar ejemplo de generosidad por el bien de la humanidad); también es lícito interrumpir la aplicación de tales medios cuando los resultados defraudan las expectativas puestas en ellos; siempre es lícito contentarse con los medios normales que puede ofrecer la medicina; en la inminencia de una muerte inevitable, a pesar de los medios empleados, es lícito en conciencia tomar la decisión de renunciar a tratamientos que no hicieran más que prolongar precaria y penosamente la vida, aunque sin interrumpir los cuidados normales que se deben al enfermo en casos semejantes. Por eso el médico no tiene por qué angustiarse, como si no hubiera prestado asistencia a una persona en peligro » (Declaración sobre la eutanasia, 5-5-1980).

Además, en el terreno jurídico han que distinguir entre eutanasia en sentido propio y eutanasia en sentido impropio. La primera corre el riesgo de encontrar autojustificación en la sociedad de nuestros días, dominada por la ideología de la subjetividad, para la que el sujeto tiene un derecho absoluto a disponer de sí mismo. Esto no quita que la eutanasia siga siendo jurídicamente aberrante. Tampoco se puede afirmar una pura analogía con el suicidio, como querrían algunos. La diferencia es radical: el suicidio es totalmente solitario, mientras que la eutanasia nunca es solitaria; además, es muy difícil establecer cuál es en ese momento la voluntad del paciente, ya que siempre oscila entre el deseo de Sobrevivir y la aspiración a la muerte. Así pues, desde el momento en que han que «tipificar» siempre la situación, O el médico domina al paciente o el paciente domina al médico, que se vería obligado a practicar la eutanasia. Por tanto, no puede proponerse una legislación sobre la eutanasia propiamente hablando.

 

Sobre las formas impropias de eutanasia, el juicio es más complejo. De todos modos, se trata de evitar siempre la obstinación terapéutica y al mismo tiempo de hacer lo posible por aliviar el dolor.

B. Marra

 

Bibl.: Congregación para la doctrina de la fe, Declaración sobre la eutanasia (5-51980), en AAS 72 (1980) 542-552; J R Flecha y J, M, Múgica, La pregunta ante la eutanasia, Universidad Pontificia, Salamanca 1985; J. Gafo, La eutanasia y el derecho a una muerte humana, Temas de hoy Madrid 1989; Íd" Eutanasia, en 10 Palabras clave en Bioética, Verbo Divino, Estella 21994, 91135; AA. VV , La eutanasia y el arte de morir, U. P. Comillas, Madrid 1,390; F, J. Elizari, Eutanasia, en NDTM, 729-745.