EPISTEMOLOGÍA MORAL
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 La epistemología moral investiga la  estructura lógica del discurso moral, sometiendo tanto los principios como los sistemas a un detenido análisis. En efecto, la condición indispensable de la existencia de una ciencia es el carácter específico de su estatuto epistémico. Para que una ciencia pueda incluirse en la lista de las ciencias se requiere que haya dado a su propio discurso una estructura lógica total o parcialmente suya y, por tanto, total o parcialmente distinta de la estructura de las otras ciencias.

La estructura de la reflexión ética es  polivalente, poliédrica, compuesta. A menudo se coloca, y en sí misma puede colocarse, dentro del contexto de las ciencias empíricas y de las axiológicas, de las filosóficas y de las teológicas. En el ámbito filosófico, como en el teológico, se la considera como una ciencia no sólo teórica, sino también práctica. En este contexto habrá que preguntarse qué es lo que significa para la ciencia moral ser filosofía práctica, y no teórica, si de verdad es solamente práctica y en qué sentido tiene que considerarse también como filosofía teórica. En efecto, la ética no se interesa solamente por los problemas relativos a la investigación sobre la vida moral, sino por otros muchos problemas teóricos que no tienen ninguna repercusión inmediata o directa en la vida práctica. Reconocer estos problemas conduce a señalar cuatro niveles del discurso moral: ética descriptiva, normativa, parenética y metaética, cada uno de los cuales tiene sus propias características lógicas específicas y remite a otros tantos criterios específicos para la solución de los problemas con los que cada uno de ellos se las tiene que ver. Reconocer las diversas modalidades de la estructura lógica de la ética significa entonces señalar los principios epistémicos de la estructura lógica de cada discurso moral.

Pero estudiar la epistemología moral puede significar también la búsqueda fenoménica de los principios lógico-estructurales sobre los cuales se basan las diversas teorías que se han presentado en la historia de esta ciencia.

Por principio lógico-estructural se  entiende aquella idea central a partir de la cual o en torno a la cual se desarrolla una teoría ética que goza de los requisitos necesarios para transformarse en sistema o en visión global del fenómeno moral.

Son muchos los intentos que se han  hecho para clasificar, a partir de algunos principios lógico-estructurales, los diversos sistemas éticos aparecidos a lo largo del tiempo. Entre las clasificaciones más significativas, podemos remontarnos incluso a la que hizo el mismo Aristóteles en su Ética a Nicómaco o, en un tiempo mucho más cercano a nosotros, al Tratado de ética general de Le Senne. Al señalar los diversos principios, no hemos de olvidarnos nunca de señalar exactamente en qué plano del discurso moral merece ser colocado cada uno de ellos. En efecto, toda teoría puede identificarse con otra en el plano metaético y diferenciarse de ella en el plano normativo, y viceversa,  o referirse sólo a la perspectiva parenética, etc.

En el planteamiento de esta problemática hay que tener presente además que la individuación de las diversas estructuras lógicas del discurso ético no prejuzga en lo más mínimo la dimensión teológica de la ética. Más aún, esas estructuras pueden individuarse con claridad también en el discurso de la teología moral y, una vez explicitadas, permiten arrostrar con menor dificultad el problema de la misma especificidad teológica o, al menos, localizarlo.

La epistemología moral tiene además la función de señalar las modalidades introspectivas de su proceder epistémico. El fenómeno moral puede observarse claramente y describirse con minuciosidad en todos sus detalles más característicos; puede definirse en toda su continuidad sincrónico-temporal y diacrónico-geográfica, así como en toda su discontinuidad sincrónica y diacrónica. Se muestra por otro lado como un hecho idéntico en ciertos aspectos siempre y en todas partes, y diverso en otros aspectos siempre y en todas partes. La identidad y la diversidad aparecen estratificadas de varias maneras en una serie de círculos concéntricos y discéntricos, donde el denominador común resulta siempre idéntico y siempre diverso en su identidad.

Tanto en el origen de este fenómeno como también en el momento de su verificabilidad, está la dimensión introspectiva del hombre. Desde los mismos orígenes de su historia personal y social, el hombre ha advertido y advierte , continuamente el reclamo de ese bien que habita dentro de él: se ha confrontado y se sigue confrontando con él, percibiéndolo por otro lado en todo su carácter ineluctable.

 En términos bíblico-teológicos podemos decir que Dios ha plantado el árbol del bien y del mal en el corazón del hombre. El lenguaje del relato bíblico pone de relieve la creación por parte de Dios de un ser capaz de conocer el bien y el mal, bien como tensión intelectual o bien como tensión volitiva.

Finalmente, reflexionar en la epistemología moral desde el punto de vista teológico significa preguntarse si, por qué, cuándo y de qué manera debe recurrir el teólogo moralista a unas Fontes theologiae moralis, distintas de las Fontes moralitatis.

Mientras que con "fuentes de la moralidad» entendemos la sedimentación de la bondad dentro del sujeto moral. lo que hace que se haga buena la persona desde el punto de vista moral o aquello con lo que se identifica su bondad moral, con la expresión "fuentes de la teología moral» nos referimos al lugar a donde el moralista, como teólogo, tendrá que ir a buscar las bases fundamentales de su reflexión, el fundamento y la garantía de veracidad para cada una de sus afirmaciones.

Se suele distinguir entre fuentes primarias (Sagrada Escritura, Tradición, Magisterio) y fuentes secundarias (razón natural, ciencias humanas, antropología, sociología, psicología, etc., filosofía, historia, ética, etc.). El Vaticano II, en el prólogo a la segunda parte de la Gaudium et spes (n. 46), se limita a afirmar la necesidad de recurrir a la luz del Evangelio y de la experiencia humana.

S. Privitera

 

 Bibl.: S. Privitera, Epistemología moral, en  NDTM, 551-578; R. Le Senne, Tratado de moral general, Gredos, Madrid 1973; F. Ferrero, Ciencias morales (metodologias), en DETM, 1261-1277. y Camps, Historia de la ética crítica, 3 vols., Barcelona, 1988-1991,