EÓN
VocTEO
 

Del griego aion, que traduce el hebreo 'olam. Este último indica en el Antiguo Testamento un tiempo del que no se conoce ni el principio ni el fin: por eso puede significar bien un tiempo muy lejano en el pasado o bien un tiempo que todavía está por llegar; en ambos casos se refiere a un tiempo muy largo, pero ciertamente limitado.

Sólo en épocas más recientes el 'olam empezó a usarse para indicar un tiempo ilimitado, es decir, la eternidad. En el Nuevo Testamento se recoge este término con el doble significado tradicional: a} tiempo remoto o futuro, pero limitado: b} tiempo ilimitado, eternidad. Hay que advertir que en la Biblia la eternidad no se concibe como atemporalidad, como en el pensamiento griego, sino como duración ilimitada, como tiempo sin fin. Precisamente en este sentido los autores bíblicos atribuyen en varias ocasiones a Dios la característica de la eternidad y destacan la diferencia entre el eón de Dios y el eón del mundo: el de Dios es un eón superior, cualitativa y cuantitativamente, al eón del mundo. « Por consiguiente, el eón de Dios no dura simplemente más tiempo que el eón del mundo; Dios está presente a él y lo supera como soberano' (A. Vogtle). Por eso el Nuevo Testamento piensa que la eternidad " es también una peculiaridad del mundo auténtico de la salvación, de los bienes escatológicos y de la condenación escatológica' (A. Darlap).

De la distinción entre eón de Dios y eón del mundo que hizo la apocalíptica judía a partir del siglo 1 a.C. nace la doctrina de los dos eones, que contrapone el eón presente, caracterizado por la injusticia y por el pecado y sometido a la influencia del maligno, al eón futuro, caracterizado por el contrario por la justicia, el bien, la felicidad, la vida: este último eón está bajo la influencia exclusiva benéfica de Dios. Es evidente que este eón futuro constituye el éschaton absoluto, que Dios mismo ha hecho posible y ha actualizado. La contraposición entre los dos eones está muy acentuada en la comunidad de Qumran. También el Nuevo Testamento se refiere en varias ocasiones a esta diferencia entre los dos eones, el presente y el futuro: a veces atribuye su uso al mismo Jesús (por ejemplo, Mt 12,32: Lc 16,8): en todo caso, debe presuponerse para poder comprender el anuncio del Nazareno: ciertamente sus oyentes comprendieron el "Reino' qué proclamaba como el eón futuro, donde la soberanía de Dios sería perfectamente reconocida por todos y produciría buenos frutos para todos los hombres, especialmente para los más pobres, La gran novedad del anuncio cristiano sobre el eón futuro se refiere a su presencia en la historia gracias a la persona misma de Jesús; «A través de él, el eón futuro se extiende ya en este eón, ya que en su persona, en sus palabras y en sus obras (...) se hizo palpable la voluntad de Dios como ofrecimiento defínitivo, ya que así es como comenzó el Reino escatológico, (A, Vogtle).

G. M. Salvati

 

Bibl.: o, Cullmann, Cristo y el tiempo, Estela, Barcelona ] 968; A, Darlap, Tiempo, en CFT 11, 779-785; A. Marangon. Tiempo, en NDTB, 1850-1866,