DISPOSICIÓN
VocTEO
 

Según la fe católica, a pesar de que la justificación es un don, supone en el adulto una disposición voluntaria, es decir, una libre cooperación con la gracia, que se expresa ante todo en un asentimiento a lo que Dios revela, unido al temor, a la esperanza, a un comienzo de amor y al prop6sito de recibir los sacramentos y de observar los mandamientos. Esta convicción se hizo más profunda sobre todo en la teología católica posterior al concilio de Trento, donde se rechazó tanto la tesis protestante de la justificación por la sola fe como la convicción luterana de la imposibilidad absoluta para el pecador de disponerse autónomamente a la salvación. El hombre, según los reformadores, no puede realizar actos que lo acerquen a Dios; puede vivir solamente la llamada fe fiducial, es decir, el abandono total y confiado y la espera de la misericordia de Dios. La fe fiducial es don de Dios, gracias al cual el hombre hace suya la justicia de Cristo; después del pecado original, las obras  del hombre son pecaminosas; por eso no tienen valor con fines a la justificación.

En el concilio de Trento se denuncian como erróneas las siguientes afirmaciones: a} en la justificación, el hombre es puramente pasivo y no coopera en ella para nada; b} el hombre es justificado por la sola fe, con la que cree y confía que, por la justicia de Cristo que se le imputa, se le perdonan los pecados; c} antes de la justificación, el hombre no es capaz ni de desear la gracia ni de realizar actos que lo dispongan a ella. En contra de estas afirmaciones, los Padres tridentinos definen que, después del pecado original, no se extingue el libre albedrío ni es solamente capaz de pecar; de aquí se deduce la posibilidad de cooperar con la gracia, disponiéndose así a la justificación. Al tratar luego de la preparación a la justificación, el concilio de Trento recuerda ante todo la iniciativa y la prioridad de Dios, para afirmar luego la necesidad de la cooperación del hombre. Después de rechazar como falsa la opinión según la cual todo lo que hace el hombre antes de la justificación es pecado, los Padres tridentinos señalan los actos que preparan para la justificación, que puede poner al hombre bajo la influencia de la gracia (cf. DS 1526): a} la fe entendida como respuesta a Dios que se revela, con la que libremente nos orientamos hacia Dios, aceptando que es verdad todo lo que él ha revelado y prometido, y sobre todo que él nos salva por medio de Jesucristo; b} el impulso que nace de la conciencia de la propia condición de pecado y del temor a la justicia  divina; c} la esperanza de que Dios se mostrará propicio, por causa de Cristo; d} un comienzo de amor, con el que se ama a Dios como fuente de toda justicia y se rechaza el pecado como realidad odiosa; e) el propósito de recibir el bautismo, de comenzar una nueva vida y de observar los mandamientos divinos. Estos actos no tienen por qué verificarse necesariamente todos juntos ni según el orden indicado; pero algunos de ellos están siempre presentes, al menos implícitamente, en el hombre que alcanza la justificación. El concilio de Trento añade que los actos dispositivos tienen además una incidencia positiva en relación con la riqueza de la justificación, que se da a los individuos « según la medida que el Espíritu Santo concede a cada uno como él quiere y según la disposición y la cooperación del mismo" (DS 1529).

 G. M. Salvati

 

 Bibl.: J L. Segundo, Gracia y condición humana, Buenos Aires 1969; P. Fransen, Desarrollo histórico de la doctrina de la gracia, en MS, IV12, 6511-730; M. Flick - Z. Alszeghv El evangelio de la gracia, Sígueme, Salamanca 1967 209-258; J Auer, El evangelio de la gracia, Herder, Barcelona 1975, 252278.