DEMOCRACIA
VocTEO
 

Etimológicamente significa dominio, señorío, supremacía del pueblo, y entra en la distribución aristotélica de los tres poderes, que es clásica en la historia de las doctrinas políticas: monarquía, aristocracia y democracia.

Hoy el término "democracia» supone una forma de Estado y de gobierno basada en la distinción de los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) típica del «estado de derecho». en las elecciones libres (sin discriminaciones de sexo o de censo), a través de las cuales el pueblo escoge a sus representantes; en la pluralidad de partidos que permiten al pueblo participar activamente en las orientaciones de la política nacional.

Siendo, por consiguiente, un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, la democracia representa una forma de Estado y  de gobierno antitética a los regímenes absolutistas y despóticos, en los que la participación del pueblo en la vida pública se ve excluida o fuertemente reducida e insuficientemente garantizada.

La democracia moderna tuvo su origen en Europa gracias a la praxis parlamentaria inglesa y francesa, y encontró su alimento ideológico en él pensamiento de Locke y de Montesquieu.

Los historiadores de las doctrinas políticas advierten sin embargo que, sobre todo en los modelos continentales, la democracia, lejos de ser la soberanía popular que se proclamaba, resultó escasamente representativa del pueblo y de sus exigencias, debido a las inspiraciones individualistas del Estado liberal, Hoy los Estados modernos se proclaman todos democráticos. Pero siguen siendo distintas las acepciones de la democracia; en efecto, puede distinguirse fácilmente la democracia capitalista, basada en el reconocimiento del libre mercado y en la competencia, la democracia socialista (llamada también «progresiva») de planteamiento económico colectivista: la democracia, formal y la democracia substancial; la democracia política y la democracia social: la democracia directa y la democracia indirecta; la democracia parlamentaria y la democracia presidencial, etc.

Por lo que se refiere a la actitud de  la Iglesia y a la reflexión teológico-moral en cuestión de democracia, se advierte que, después de una larga etapa en que prevaleció el principio de la indiferencia frente a las diversas formas de gobierno (en lo que se refiere a sus aspectos técnico-formales), aunque en línea con las finalidades de la comunidad política (servicio del bien común y respeto a los derechos fundamentales de las personas y de los grupos), se ha venido configurando un aprecio cada vez más claro del régimen democrático. A pesar de la proclamada indiferencia de la Iglesia frente a las diversas formas de régimen político, Pío XI y Pío XII suscitaron fuertes críticas contra las involuciones totalitarias de los Estados nazistas, fascistas y comunistas. Pío XII, en su mensaje de Navidad de 1944, expresaba, aunque con cierta cautela, una valoración positiva de la democracia y de la participación popular que ésta consiente y garantiza. Esta valoración se ha visto remachada en sucesivos documentos, hasta la Centesimus annus de Juan Pablo II. El Pontífice, mientras que muestra su aprobación del régimen democrático, que asegura a los ciudadanos la posibilidad de elegir, controlar y sustituir de modo pacífico, cuando resulte oportuno, a sus propios gobiernos, proclama al mismo tiempo la exigencia de que la democracia, para ser auténtica, se base en el estado de derecho y en una concepción recta de la persona humana.

G. Mattai

 

 Bibl.: P. J Lasanta, Las enseñanzas sociales  de Juan Pablo 11 EDICEP Valencia 1991; J.de Latorre, Cristianos en ia sociedad política, Narcea, Madrid 1982; A. Utz y B. von Galen, Concepción cristiana de la democracia pluralista, Herder, Barcelona 1978.