CELEBRACIÓN Y FIESTA
VocTEO
 

El término celebración (latín celebratio) puede significar: gentío, afluencia numerosa de personas, celebración, solemnidad, estima, aprecio, favor. En el lenguaje cristiano el término celebración se usa en el contexto litúrgico (en estrecha relación con la noción de fiesta) para indicar el cumplimiento ritual del sacrificio eucarístico, o bien la celebración solemne de uno de los misterios de la salvación (o del dies natalis de un santo o de un mártir) mediante la eucaristía, que es el rito eclesial por excelencia.

Celebrar es siempre realizar una «acción pública" ligada a una comunidad y hecha con cierta solemnidad: la celebración litúrgica es la actio por excelencia que la Iglesia lleva a cabo hasta la parusía, en el anuncio y la actuación del misterio, y que hace al hombre de todos los tiempos partícipe de la salvación que Dios le ha concedido.

El objeto de la fiesta de la Iglesia es, desde el principio, el acontecimiento Cristo; y de la celebración de su memorial nacen y se desarrollan las fiestas cristianas. También los actos particulares de culto de los cristianos son modos de celebrar la vida en Cristo, su paso hacia nosotros y nuestro paso hacia él. De los ritos catecúmenales a los sacramentos de iniciación, nuestra historia personal es asumida en Cristo en la Iglesia según las etapas ligadas al crecimiento de la persona. La celebración sacramental del perdón de Dios capta luego al hombre en los momentos de pecado y conversión, así como el sacramento de la unción lo capta en los momentos de sufrimiento, de enfermedad y de vejez. Otros ritos constituyen y marcan ulteriores pasos a situaciones nuevas en el ámbito de la comunidad cristiana: la ordenación para un ministerio, el comienzo de la vida matrimonial, la consagración religiosa.

Pero la celebración, aunque marca en profundidad la vida de la persona, es esencialmente eclesial y comunitaria. Celebrar es realizar una acción en común. Recuerda el concilio Vaticano II que cada vez que los ritos suponen una celebración comunitaria, caracterizada por la presencia y por la participación activa de los fieles, ésta debe preferirse a la celebración individual y casi privada. Esto vale sobre todo para la misa y para los sacramentos (5C 27). Por lo demás, ninguna misa y ninguna acción litúrgica es una acción puramente privada, sino celebración de la Iglesia, en cuanto sociedad constituida en diversos órdenes Y funciones, en la que los individuos actúan según su grado y sus propias tareas. La reunión de los fieles para constituirse en asamblea litúrgica los convierte también en sujetos de la fiesta, y al mismo tiempo los convierte en protagonistas activos de su desarrollo. Pero la fiesta cristiana, que tiene su objeto primero Y esencial en la eucaristía, va más allá -del cuadro de la asamblea litúrgica (de la propia y verdadera celebración) y se expresa además en otras formas extra-litúrgicas, en procesiones, en festejos civiles o familiares. La celebración del matrimonio cristiano, por ejemplo, no se limita a la eucaristía y al rito nupcial en la Iglesia, sino que se convierte en «la fiesta de la boda», sobre todo con el banquete, los bailes y danzas que la acompañan.

Además, toda celebración cristiana puede (y debe) ser alegre, pero no toda fiesta es necesariamente una celebración litúrgica. A menudo se superan en la fiesta los límites del culto, el sentido profundo de la celebración tiende a pasar a segundo plano y se imponen sobre todo la diversión y el recreo.

Las fiestas «cristianas» tienen de todas formas sus características particulares en lo que se refiere a su verdadero y profundo significado. Éstas siguen los ritmos del tiempo (cronos), pero no se quedan encerradas dentro de un orden puramente cósmico. El ciclo del año litúrgico no es un volver mecánico siempre sobre sí mismo, sino un avance hacia el Reino, de manera que toda fiesta es nueva, aunque se celebre algo ya celebrado. El objeto de las fiestas es substancialmente siempre el mismo: el misterio pascual del Señor, celebrado cada domingo y cada Pascua. Las diversas especificaciones (solemnidades, fiestas, memorias, conmemoraciones del año litúrgico) no son más que un despliegue del misterio del Señor en todos sus elementos y una celebración de la Pascua de Cristo en aquellos (los santos) que lo acogieron y siguieron más de cerca y más profundamente. Segun el año litúrgico, tiempo estructura asi de salvación (kairós} para quienes participan en él por la fe.

R. Gerardi

 

Bibl.: E, Costa, Celebración, en DTI, 11, 2538; L. Coenen, Fiesta, en DTNT 11, 187-195;

M. Sodi, Celebración, en NDL, 333-353; 5, Maggiani, Fiesta/fiestas, en NDL, 854-882;

AA. VV , La celebración en la Iglesia, sígueme, Salamanca 1985.