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ESTADOS UNIDOS: «HEMOS REZADO JUNTOS HASTA EL ULTIMO INSTANTE»

Habla el sacerdote que ha asistido a Rocco Barnabei antes de la ejecución

NUEVA YORK, 15 sep (ZENIT.org-AVVENIRE).- 21:05 del 14 de septiembre, hora local en Virigina: una inyección paraliza para siempre el corazón de Derek Rocco Barnabei. Los tres llamamientos de Juan Pablo II pidiendo clemencia, la oración de muchas personas, los recursos de sus abogados y la polémica suscitada por los medios de comunicación no han podido salvar su vida. Minutos antes había recitado un versículo de la Biblia, había dicho adiós a sus familiares, y había proclamado una vez más su inocencia.

James Gallagher es el sacerdote que ha acompañado a Barnabei, de 33 años, condenado por el asesinato de su novia en 1993, durante su estancia en la cárcel y también en sus últimos momentos antes de morir.

--¿Con qué estado de ánimo se ha acercado Barnabei en el momento de la ejecución?

--Diría que con gran valentía. Rocco es una persona con profundos intereses espirituales, que ha cultivado durante los años que ha pasado en la cárcel. Ayer por la mañana fui pronto a la cárcel para estar a su disposición todo el día. Hemos rezado y hacia las cuatro de la tarde se esperaba también al obispo de Richmond, Walter Sullivan obispo, para darle los sacramentos. En las últimas horas, Rocco se ha preocupado sobre todo de los demás. Ha tratado de preparar a su madre y a su hermano para el drama emotivo de la separación. Al mismo tiempo, sin embargo, ha seguido viendo su muerte como algo más grande que él mismo: una denuncia contra la inmoralidad de la pena de muerte que ya puede alcanzar a todos.

--¿Cómo ha tratado de prepararlo?

--Le he dicho que también Jesús, en el patíbulo, tuvo un momento de miedo cuando invocó al Padre. Le he explicado que no había nada de extraño en tener miedo y que si quería podía hablar de sus temores. Le he ofrecido un hombro en el que apoyarse hasta el último momento, tratando de convencerlo de que ninguna muerte sucede en vano en los planes de Dios. Y le he dicho que veces nuestras debilidades son también nuestra fuerza, si tenemos el coraje de seguir el ejemplo de Jesús.

--Como imputado, Barnabei podía elegir la defensa que quería, profesando su inocencia. Pero como creyente, ante la muerte, estaba llamado a confesar la verdad.

--Naturalmente no violaré jamás el secreto de confesión. Puedo decir que estoy convencido de su honestidad.

--¿Qué piensa, en general, de su caso?

--Hay muchas dudas. Incluso quien es favorable a la pena de muerte, no debería ajusticiar a un hombre en estas condiciones. El test del ADN no ha encontrado sangre de Rocco bajo las uñas de Sarah, y faltan muchas otras piezas, como el reloj desaparecido de la chica, que podía aclarar los tiempos del delito o los exámenes nunca realizados sobre una toalla ensangrentada y sobre los tampones.

--Rocco ha acusado a tres compañeros de universidad que las autoridades de Virginia querrían encubrir.

--Sobre esto no puedo pronunciarme. Pero creo que el gobernador y todos los que apoyan la pena de muerte querían ajusticiarlo a toda costa porque temen al movimiento a favor de la moratoria. Un movimiento que está adquiriendo fuerza, y la admisión de un error judicial semejante habría obligado a Gilmore a escucharlo. Hace poco tiempo, a otro condenado a muerte en Virginia, Earl Washington, le fue conmutada la pena por cadena perpetua debido a la incertidumbre de las pruebas. Y sin embargo el gobernador ha frenado el test del DNA que podría absolverlo completamente para no tener que admitir un error clamoroso.

--¿Por tanto Gilmore autorizó sólo el examen de las uñas de Sarah porque ya sabía que no habría confirmado la existencia de otro agresor?

--No lo sé pero seguramente teme la moratoria.

--¿Qué sentimientos experimenta como sacerdote que acompaña a otro hombre a morir?

--Debo admitir que siento rabia porque la pena capital es el máximo abuso que se puede imponer. Pero experimento también una profunda tristeza por Rocco, por su madre que se ha convertido en una víctima y por nosotros los que todavía creemos resolver nuestros problemas descargando toda la culpa sobre un chivo expiatorio. Por tanto quiero agradecer a Juan Pablo II porque con su apoyo en favor de la vida, sin componendas, ha dado credibilidad a todos los que tratamos de parar esta máquina. 


EE.UU: «TRABAJAR EN EL "BRAZO DE LA MUERTE" HA CAMBIADO MI VIDA»

Un diácono cuenta su experiencia entre los condenados a la pena capital

HUNTSVILLE, 14 sep (ZENIT.org).- El diácono Joe Vitella es el capellán católico de la Prisión Unidad Ellis I en Huntsville (Texas) y se ocupa en especial de atender a los condenados a la pena capital en el llamado «brazo de la muerte». Joe Vitella ha explicado a Zenit en qué consiste su labor pastoral.

«Mi trabajo --explica-- se desarrolla con la población general (más de 2.400 prisioneros) y con los internos del "brazo de la muerte". Los internos del "brazo de la muerte" son mantenidos en la prisión durante muchos años hasta que recientemente, cuando uno escapó, han sido trasladados a la Unidad Terrell en Livingston (Texas). Se trata de una instalación de máxima seguridad que está a solamente 40 millas de aquí».

«Mi trabajo --añade-- también consiste en visitar el "brazo de la muerte", ofreciéndoles dirección espiritual, proporcionándoles los sacramentos y preparándoles para la muerte. Atiendo en especial a los que no pueden hablar o entender inglés (yo soy hispano) y ellos prefieren que me ocupe de los católicos, aunque trabajo con todos. Soy lo que se llama una "relación de apoyo presencial". Somos doce los capellanes que trabajamos en este ministerio especial. Soy el único católico e hispano».

El diácono Joe Vitella explica cómo debe afrontar la dura experiencia de acompañar a estas personas hasta el final: «Debo presenciar la ejecución y estar con las familias de los internos durante ese día, desde el mediodía hasta la ejecución. Rezo por ellos, les escucho, les explico lo que va a suceder, ayudo en los preparativos del funeral y llevo a los familiares que quieren ser testigos al lugar donde tiene lugar la ejecución».

Esta fuerte experiencia, sin embargo, ha enseñado muchas cosas a Joe Vitella: «Trabajar con estos hombres --explica-- me ha ayudado a crecer espiritualmente. Oír sus historias, sentimientos, ver su amor por Jesús y su espiritualidad, me han enseñado muchas cosas acerca de la vida, el amor, la solidaridad que han cambiado mi vida. Voy a ofrecerles un servicio y soy yo el único que recibe un servicio».

«En una de mis visitas, Jeffrey Dillingham, católico, al que apoyaré con mi presencia el día 1 de noviembre de 2000, fecha de su ejecución, me comunicó cómo el Espíritu Santo lo despertó durante la noche, para que escribiera una carta al pueblo de Estados Unidos», relata.

En la carta de Jeffrey, que nos ha hecho llegar el diácono Vitella, dice lo siguiente: «Dios me ha inspirado mucho en mi vida y en las vidas de quienes están a mi alrededor en los últimos diez meses. Me ha inspirado rezar y ayunar con dos grandes fines: la abolición de la pena de muerte y el renacimiento de América. Por renacimiento entiendo un despertar de proporciones bíblicas. Significa una nueva conciencia de la importancia de la obediencia a Dios y un celo por hacer de la palabra de Dios y sus caminos el objeto de nuestras vidas. Dios ha puesto en mi corazón el deseo de ayunar y orar por estos objetivos y yo me he dedicado a hacerlo».

Jeffrey Dillingham pide que se dedique el próximo día 1 de octubre a una jornada de ayuno y oración por la abolición de la pena de muerte en Estados Unidos y hace una petición a las diversas Iglesias para que se unan a su llamamiento.


EL PAPA PIDE CLEMENCIA PARA BARNABEI, CONDENADO A MUERTE EN EE. UU.

Mañana, a las 21:00 hora de Virginia, debería ser ejecutado

CIUDAD DEL VATICANO, 13 sep (ZENIT.org).- Juan Pablo II lanzó esta mañana un conmovido llamamiento a favor de Derek Rocco Barnabei, de 33 años, cuya ejecución debería tener lugar mañana, jueves, en el Estado de Virginia.

El caso de este estadounidense de origen italiano le dio la oportunidad al pontífice, al final de la audiencia general de este miércoles en la que se encontró con unos 35 mil peregrinos de todos los continentes, para pronunciarse más en general contra la pena de muerte.

El Santo Padre no quiso meterse en las cuestiones judiciales del caso. «En el espíritu de clemencia que es propio del año jubilar --explicó--, sumo una vez más mi voz a la de todos aquellos que piden que no se quite la vida al joven Derek Rocco Barnabei. Deseo, además, en general, que se llegue a renunciar al recurso a la pena capital, pues el Estado dispone hoy día de otros medios para reprimir eficazmente el crimen, sin quitar definitivamente al condenado la posibilidad de redimirse».

Juan Pablo II ya había pedido clemencia para Barnabei en otras dos ocasiones. El 2 de diciembre del año pasado y el 25 de julio de este año, encomendó al nuncio apostólico en Estados Unidos que presentara su petición al gobernador de Virginia, James Gilmore. El Papa nunca mencionó la culpabilidad o inocencia del muchacho: su solicitud, siempre se ha debido a los motivos de fondo que han llevado a la Iglesia a condenar el recurso al verdugo.

Barnabei fue condenado a la pena capital en 1994 por la violación y el asesinato, en 1993, de su novia, Sarah Wisnosky, una estudiante de 17 años, en Norfolk (Virginia). Gilmore anunció ayer su oposición a aplazar la muerte de Barnabei por inyección letal a las 21:00 hora de Virginia del jueves, en el Centro Correccional de Greensville, en Jarratt, en el sureste de Virginia. El gobernador confirmó su decisión después de recibir nuevas pruebas de ADN analizadas en las uñas de Sarah que inculpan al acusado.

El obispo de Richmond (Virginia), aunque reconoce que en este caso se han verificado errores graves en las investigaciones, insiste en que la Iglesia se opone a la pena de muerte en virtud del carácter sagrado de la vida humana, y no sólo a causa de la presunta inocencia del condenado. 


ESTADOS UNIDOS: «ES ABSURDO MATAR PARA ENSEÑAR A NO MATAR»

El obispo de Richmond comenta el caso de Rocco Barnabei, condenado a muerte

NUEVA YORK, 13 sep (ZENIT.org-AVVENIRE).- «Mandan a la gente a la muerte porque es como un trofeo a exhibir: cuantas más ajusticias, mejor es. En los Estados Unidos se ganan las elecciones así». Monseñor Walter Sullivan obispo de Richmond, capital de Virginia, en donde dentro de unas horas podría morir Derek Rocco Barnabei, es muy duro en relación al uso político que se hace de la pena de muerte en su país. «Tenemos el triste privilegio --indica-- de vivir en el Estado que tiene la primacía nacional en cuanto ejecuciones, después de Texas».

Monseñor Sullivan comenta de este modo el caso de Barnabei, de 33 años, acusado de haber asesinado a una estudiante de 17 años en 1993.

--¿Se ha movilizado en el caso de Rocco Barnabei?

--Ciertamente, como en todos los otros casos. El Papa ha pedido un acto de clemencia y también la diócesis ha contactado al gobernador de Virginia, Jim Gilmore. Un sacerdote ha seguido a Rocco durante todo este asunto, llevándole los sacramentos y el consuelo de la fe.

--El examen del ADN, sin embargo, ha confirmado la culpabilidad de Barnabei.

--Hemos rezado mucho por un resultado diverso, que no ha llegado. Con toda honestidad, sin embargo, parece que el Estado haya hecho un esfuerzo predeterminado para esconder las pruebas y quizá contaminarlas. Este asunto de las muestras misteriosamente desaparecidas y aparecidas de nuevo es cuando menos sospechoso. Aunque no queramos poner en discusión la honestidad de quien ha realizado la prueba. Está claro que no se puede actuar de este modo, sobre todo en casos en los que está en juego la vida de una persona.

--La campaña para salvar a Barnabei se ha basado en la presunta inocencia y cuando ha llegado el resultado negativo, Gilmore ha emitido un comunicado con el que pretendía dar una «lección de civilidad» al mundo. Siguiendo esta línea, ¿no se corre el riesgo de dar un mensaje implícito, según el cual la pena capital es justificable para los culpables?

--Aquí hay que hacer una distinción muy delicada. Es claro que el riesgo de matar a un inocente representa un elemento disuasivo muy importante para quien se opone a las ejecuciones. La opinión pública responde a dramas de este tipo que reciben mucha atención por parte de los medios y por tanto son utilizados para espolear la reflexión. Al mismo tiempo, sin embargo, debe ser muy claro que la oposición a la pena de muerte se basa sobre un principio general, que comprende incluso a los culpables. Si no, acabamos por hacer distinciones que ayudan sólo a quien quiere continuar las ejecuciones.

--¿Por qué los estadounidenses, y en especial los habitantes de Virginia siguen siendo tan favorables a la pena capital?

--Por un problema cultural y un malentendido sentido de justicia. En la historia de Estados Unidos la ley ha sido a menudo administrada de modo un poco sumario, también a causa de lecturas distorsionadas de la tradición religiosa. Estos son errores que requieren tiempo para ser corregidos.

--¿Y cuáles son los argumentos a usar para apoyar la campaña general contra las ejecuciones?

--Ante todo, quien cree en Dios, debe creer también en el carácter sagrado de la vida y, por tanto, en el hecho de que no corresponde a los hombres darla o tomarla. A nivel civil, en cambio, hay que subrayar la contradicción del Estado que mata para enseñar a los ciudadanos que no hay que matar. De este modo, la justicia se transforma en la administración de la venganza colectiva. A nivel práctico, por último, hay que subrayar la total inutilidad de la pena de muerte. La gente cree que las ejecuciones sirven para combatir la criminalidad, pero todos los estudios sociológicos prueban exactamente lo contrario: los homicidios, en general, son más numerosos en los estados en los que está en vigor la pena de muerte. La mayor parte de los condenados son pobres o miembros de las minorías, porque quien puede pagar un buen abogado casi siempre se libra. Además, paradójicamente, ajusticiar a un detenido cuesta mucho más que tenerlo en prisión durante el resto de la vida.

--¿Cuanto tiempo hará falta antes de que una estrategia de este tipo logre hacer mella en la sociedad norteamericana para que se oponga a la pena de muerte?

--Hacer previsiones de este tipo es imposible. Pero en Estados Unidos el movimiento contra las ejecuciones está tomando fuerza. Es un crecimiento todavía muy lento pero se está dando. En Virginia, por ejemplo, hemos constituido un grupo ecuménico contra la pena de muerte y justamente por las tradiciones culturales norteamericanas es importante que todas las confesiones religiosas se unan en este sentido. El objetivo por el momento es aprovechar todos los defectos del sistema para apuntar a una moratoria general.


UN BALANCE DEL MAYOR ENCUENTRO ACADEMICO DE LA HISTORIA

El desafío del Jubileo de la Universidad: un nuevo humanismo

CIUDAD DEL VATICANO, 14 sep (ZENIT.org).- El semanario español «Alfa y Omega» lo constata hoy en su última edición: el Jubileo de la Universidad, que se celebró del 3 al 19 de septiembre, constituye el acto académico más grande de la historia.

Los números lo confirman: diez mil profesores, nueve Premios Nobel, trescientos rectores de universidades de todo el mundo, cincuenta y nueve congresos internacionales, mil quinientos conferenciantes. Un acontecimiento de estas magnitudes, cuya primera fase se celebró en Oriente Medio (Israel y Líbano) e Italia, tendrá necesariamente una influencia decisiva en las relaciones entre la Iglesia y la investigación científica y universitaria, que no siempre han experimentado una «boda de miel».

Todos los congresos, simposios, conciertos y encuentros tenían un mismo objetivo: delinear las pistas del nuevo humanismo del tercer milenio a la luz de la experiencia cristiana.

Esta meta quedó ilustrada en detalle en un magistral discurso pronunciado por el pontífice en su encuentro con los profesores, alumnos, capellanes y personal universitario, que tuvo lugar en la sala de audiencias generales del Vaticano el sábado 9 de septiembre por la mañana. Se trata de una intervención del Papa que sin duda será recordada.

Después de haber escuchado las conclusiones de los casi sesenta congresos que se han celebrado con motivo del Jubileo de la universidad, Juan Pablo II constató: «Habéis querido afirmar la exigencia de una cultura universitaria realmente "humanista", ante todo en el sentido de que la cultura debe ser a medida de la persona, superando la tentación de un saber que se doblega al pragmatismo».

Un riesgo para la libertad «Por eso habéis recalcado que no hay contradicción, sino más bien un nexo lógico, entre libertad de investigación y reconocimiento de la verdad. Es una faceta que merece ser subrayada, para no ceder al clima de relativismo que amenaza a buena parte de la cultura actual». Pues como el mismo pontífice consideró: «Una cultura sin verdad no es una garantía sino un riesgo para la libertad».

El Santo Padre agregó que «el humanismo cristiano implica en primer lugar la apertura a lo trascendental. Aquí radica la verdad y la grandeza del ser humano». Y subrayó que hay que estar alerta ante «una cultura que ponga en duda la capacidad de la razón para alcanzar la verdad. Siguiendo esta senda se corre el peligro de caer en el equívoco de una fe reducida al sentimiento, a la emoción, al arte, de una fe, en resumen, desnuda de cualquier fundamento crítico». Y con una fórmula plástica, afirmó: «¡La fe no germina sobre las cenizas de la razón!».

El gran desafío que planteó el Papa a los diez mil participantes en el encuentro fue claro: «las ciencias del ser humano y las de la naturaleza tienen que volver encontrarse», pues «el progreso científico y tecnológico pone hoy en manos del ser humano posibilidades que al mismo tiempo son magníficas y terribles».

Para ello, Juan Pablo II invitó a cuantos se dedican a la investigación científica a «transformar las universidades en "laboratorios culturales" en los que se establezca un diálogo constructivo entre teología, filosofía, ciencias del ser humano y ciencias de la naturaleza, considerando la norma moral como una exigencia intrínseca de la investigación».

De este modo, el discurso del obispo de Roma culminó describiendo los rasgos del nuevo humanismo que la Iglesia propone a la Universidad en este año 2000: «una visión de la sociedad centrada en el ser humano y en sus derechos inalienables, en los valores de la justicia y de la paz, en una relación adecuada entre individuos, sociedad y Estado, en la lógica de la solidaridad y de la subsidiariedad».

Al día siguiente, al final del Jubileo de los universitarios, Juan Pablo II ofreció un regalo muy particular a los profesores y alumnos universitarios de todo el mundo: un icono de la Virgen, «Trono de sabiduría», que en esta semana se encuentra en la Universidad de Atenas y que ya en los próximos días llegará a Moscú. María recorrerá «en peregrinación», centros universitarios de todo el mundo. Esa mujer ha sido motivo único de inspiración para artistas, literatos, músicos, científicos, académicos en los últimos veinte siglos. De este modo, el Papa quiso dejar claro que este nuevo humanismo tiene que dejar espacio a ese «genio femenino» que muy poco tiene que ver con el humanismo materialista y consumista imperante. 


ASÍ SERÁ EL «NUEVO HUMANISMO», CONCLUSIONES DEL JUBILEO DE LA UNIVERSIDAD

Cuatro catedráticos resumen las propuestas de 59 congresos internacionales

CIUDAD DEL VATICANO, 14 sep (ZENIT.org).- Mil quinientos profesores de 96 países del mundo intervinieron del 3 al 9 de septiembre en los 59 congresos que se organizaron para preparar del Jubileo de la Universidad. Como es fácil de comprender, hacer un balance definitivo de esta cascada de intervenciones es prácticamente imposible. De todos modos, el 9 de septiembre por la mañana, al encontrarse con Juan Pablo II, los catedráticos hicieron una síntesis de las conclusiones de esas jornadas de trabajo. Ofrecen buenas pistas para comprender hacia dónde apunta ese «nuevo humanismo» de orientación cristiana que quería impulsar el encuentro jubilar.

El desafío moral más grande de la historia

La profesora Margaret Melady, de la American University de Roma, habló de la «persona humana» (genealogía, biología y biografía), explicando que los avances que se están experimentando en el campo biológico, en particular en el estudio y comprensión del genoma humano, son impresionantes, por ello, «es crucial determinar los principios morales y las reglas que determinan la revolución genética».

«Muchos relatores --reveló la profesora Melady-- han afirmado que se trata del desafío moral más grande que ha afrontado la humanidad hasta ahora».

En concreto, Melady explicó que causa preocupación «el silencio de la antropología contemporánea» ante estos cambios. Por este motivo, existen razones fundadas para creer «que al inicio del tercer milenio se desarrollará un fecundo diálogo entre la fe y el mundo».

«La biología y la investigación jurídica --dijo la catedrática-- podrán beneficiarse de los estudios filosóficos y teológicos, del mismo modo que filósofos y teólogos no podrán hablar con competencia de la persona humana sin considerar los nuevos descubrimientos en el campo de las ciencias biológicas».

La profesora estadounidense concluyó comentando que «en el momento en que se vuelve a discutir sobre los aspectos sociales y jurídicos de la persona humana que vive en comunidad, volvemos a comprender el significado profundo de nuestra humanidad. La persona humana es la única criatura en la tierra a la que Dios quiere para sí».

Una «economía humana»

El profesor Jean-Dominique Durand, de la Universidad de Lyón (Francia), intervino sobre el tema «La ciudad del hombre» (sociedad, ambiente, economía), precisando que en estos encuentros jubilares «los profesores han querido buscar respuestas a los grandes problemas de nuestro tiempo según los principios evangélicos. Basándose en un planteamiento interdisciplinar, en un diálogo profundo entre los campos del saber científico y de las ciencias sociales, han querido tomar en cuenta al hombre en todas sus dimensiones: socioeconómicas, ecológicas, políticas, morales, espirituales y religiosas».

«Los profesores --continuó explicando el profesor Durand-- han querido proponer este tipo de planteamiento para un mundo que está lleno de ambivalencias. Con ello, se busca que el diálogo se convierta en un hábito para el pensamiento y que la Universidad llegue a ser un lugar de formación integral de la persona humana y prepare un diálogo universal para volver a agrupar los hombres sin uniformarles, para desarrollar una cultura de las relaciones».

El objetivo de estos encuentros, concluyó el catedrático francés, ha sido el de «proponer una paz verdaderamente humana, una auténtica reconciliación de perdón y de justicia, fundamento de una economía humana en la que se supere el ansia por lo superfluo, permitiendo que todos podamos acceder a lo esencial, como sugiere la "Populorum progressio", con el objetivo de desarrollar una concepción cristiana de la vida del hombre».

Superar la fragmentación del saber 

La profesora Marijan Sunjic, de la Universidad de Zagreb, analizó la «visión de las ciencias» (descubrimientos, tecnologías y aplicaciones), precisando que «la evolución de las ciencias está acompañada por el crecimiento de la diversificación y especialización, con frecuencia útiles, pero que llevan hacia una fragmentación negativa del saber. La separación entre enseñanza e investigación, entre educación y especialización, entre ciencias naturales y humanistas, contribuye a la deshumanización de las ciencias. Científicos y estudiantes se ven poco a poco absorbidos por los detalles de sus investigaciones, perdiendo una visión global y una perspectiva más amplia, eludiendo los aspectos morales y éticos de su trabajo».

«Por estos motivos --explicó la profesora Sunjic--, se han dado muchas discusiones y mesas redondas en los que los profesores de todas las confesiones religiosas, y algunos no creyentes, han acogido con entusiasmo la idea de ofrecer una base filosófica y teológica a las ciencias meramente técnicas».

Sunjic concluyó explicando que «el Jubileo de la Universidad ha demostrado que la Santa Sede sigue siendo la única institución comprometida coherentemente en favorecer el diálogo fecundo entre la comunidad académica mundial y la sociedad, un diálogo en el que la cristiandad continúa ofreciendo estabilidad para nuestra civilización e inspiración para el futuro».

El arte estimulado por la fe

El profesor Krzystof Zaboklicki de la Universidad de Varsovia profundizó en el tema «Creatividad y memoria» (artes plásticas, literatura, música, teatro), explicando que «el arte en sus diferentes manifestaciones acompaña el cristianismo a través de toda su historia, expresando el profundo sentimiento religioso y la espiritualidad de las diferentes épocas»

En Occidente, por ejemplo, «los diferentes estilos de la arquitectura, el paleocristiano, el románico, el gótico, el renacentista, el barroco... están representados principalmente por obras de carácter religioso y cada uno de ellos refleja de manera particular un momento de la historia de la fe».

«Desde este punto de vista, la vocación artística al servicio de la belleza es una espiritualidad que, a su manera, contribuye con la vida y el renacimiento de un pueblo», concluyó el profesor Zaboklicki. «En ese cruce entre experiencia y fe, tradición bíblica y expresión artística, la memoria creativa aparece, en su realidad sencilla y profunda, como un don de amor y de esperanza que nos hace capaces de asumir y de vivir la vida como un don, y de este modo, con amor y esperanza».


LAS CAUSAS DE LA CRISIS ACTUAL DE LA UNIVERSIDAD

Habla monseñor Baldanza, de la Congregación para la Educación Católica

ROMA, 14 sep (ZENIT.org).- Hoy día la Universidad se especializa en los detalles más especializados del saber, pero con mucha frecuencia olvida por qué lo hace. Es la constatación que hizo monseñor Giuseppe Baldanza, subsecretario de la Congregación vaticana para la Educación Católica, al intervenir el 7 de septiembre, en el ámbito del Jubileo de la Universidad, en un Congreso internacional sobre el tema «Universidad y sociedad global», organizado por el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum».

Al inaugurar el encuentro, monseñor Baldanza explicó que «La investigación de la verdad es el fin esencial de la Universidad. Esta investigación no excluye otras tareas, que son importantes, como la de alcanzar objetivos profesionales, pero no puede despreocuparse totalmente de la formación en los valores».

Citando palabras del filósofo católico Romano Guardini, Baldanza recordó que «el problema de la verdad era el corazón de la Universidad antigua, más allá de toda crítica, constituía el núcleo íntimo, su motivación y justificación última». Así nació la Universidad y esta es precisamente la causa de la crisis actual.

Al analizar las causas de esta situación, Baldanza indicó «la disminución de la atención por la filosofía, y en particular por la metafísica, que no es considerada como necesaria ni para el pensamiento ni para la vida del hombre; es más, está siendo atacada progresivamente».

El subsecretario de la Congregación para la Educación Católica puso de manifiesto la consecuencia inmediata de esta mentalidad: el pragmatismo, que ha llevado a eliminar la búsqueda de sentido en la educación superior. «Por este motivo, las disciplinas humanísticas han dejado de suscitar el interés que provocaban en el pasado».

Monseñor Baldanza continuó constatando que «crecen las especializaciones que, por una parte, facilitan los conocimientos más detallados del saber, pero por otro lado llevan consigo la pérdida de vista de lo esencial, de la unidad, de la integridad del sentido mismo del saber, algo que afecta también a la concepción misma de la persona humana».

«En definitiva --denunció--, se está abandonando la reflexión sobre las conquistas del saber, la investigación ha dejado de distinguir entre lo que es realmente bueno y lo que es malo para el hombre y para la sociedad. La ciencia se convierte en tecnología y ésta ha dejado de reflexionar en sus resultados, en sus conquistas y en sus relativas consecuencias. En la sociedad pluralista, cada vez es más difícil hablar de valores absolutos. Este eclipse de valores está ligado a la devaluación de la ley natural y de la trascendencia de la persona humana».

Para superar esta crisis, monseñor Baldanza exhortó a hacer todo lo posible para que emerjan los valores que fundamentan toda disciplina académica: «No se pueden afrontar los problemas bioéticos, ecológicos, económicos, sociales y de comunicación de paz y solidaridad sin un fundamento metafísico».

Monseñor Baldanza concluyó haciendo un llamamiento para descubrir y ser fieles «al magisterio de la Iglesia que tiene un patrimonio de valores expresados particularmente en su doctrina antropológica, moral y social».


CONMOVEDOR AGRADECIMIENTO DE LEVINAS POR LA AYUDA DE LA IGLESIA A LOS JUDIOS

Texto inédito del filósofo hebreo perseguido por la persecución nazi

ROMA, 11 sep (ZENIT.org).- «Querría en modo sencillo relatar cómo, en el curso de los años, mi actitud personal hacia el cristianismo ha sufrido un cierto cambio, precisamente gracias a la lectura de Franz Rosenzweig». Así se expresa Emmanuel Lévinas, el gran filósofo lituano, muerto en 1995, en un texto escrito en 1987 sobre el cristianismo publicado ahora por Jaca Book en italiano con el título «Judaísmo "y" cristianismo».

El filósofo hace un detallado recorrido sobre su evolución personal respecto al cristianismo hasta llegar al tema de la «Shoah», el holocausto. «Aquí --dice Lévinas-- surgieron dos evidencias. Sobre todo el hecho de que todos aquellos que participaron en la Shoah habían recibido en su infancia el bautismo católico o protestante: ¡No encontraron en ello ningún obstáculo! Segunda cosa, muy importante: fue en este tiempo cuando se me mostró claramente lo que vosotros llamáis caridad y misericordia. En cualquier lugar donde aparecía una sotana negra había refugio».

«Pienso también que soy deudor de tal caridad --reconoce el filósofo judío--. Debo la vida de mi pequeña familia a un monasterio en el que mi mujer y mi hija se salvaron. Su madre había sido deportada, pero mi mujer y mi hija encontraron refugio y protección en las hermanas de San Vicente de Paul. Lo que les debo sobrepasa la gratitud y el reconocimiento va mucho más lejos».

«Ya antes de la guerra, leyendo a Rosenzweig --relata Lévinas--, he conocido su tesis sobre la posibilidad filosófica de pensar la verdad como apertura hacia dos formas: la judía y la cristiana. Posición extraordinaria: el pensamiento no procede hacia su cumplimiento a través de una sola vía. La verdad metafísica sería posible esencialmente a través de dos expresiones. No siempre estoy de acuerdo con todas las articulaciones del sistema Rosenzweig. No creo que las articulaciones, así como las desarrolla, sean válidas definitivamente. Pero la misma posibilidad de pensar sin compromisos ni traiciones bajo las dos formas, la judía y la cristiana, la de la misericordia cristiana y la de la Torah judía, me ha permitido comprender la relación entre judaísmo y cristianismo en su "positividad". Puedo decirlo en otros términos: en su posibilidad de diálogo y de simbiosis».

«He acogido --concluye Lévinas-- muy positivamente la declaración del Concilio Vaticano II "Nostra Aetate". He comprendido el cristianismo en su "vivir y morir por todos los hombres". Los cristianos atribuyen mucha importancia a lo que llaman fe, misterio, sacramento. A este respecto, os cuento una pequeña historia: Hannan Arendt, algún tiempo antes de su muerte, contaba a la radio francesa que cuando era niña, en su ciudad natal Könisgberg, un día dijo al rabino que le enseñara religión: "He perdido la fe". Y el rabino le respondió: "¿Quién te la pide?". La respuesta es característica. Lo que importa no es la fe sino el "hacer". Hacer significa sin duda un comportamiento moral, pero también el rito. Del resto, ¿creer y hacer son diferentes? ¿Qué significa creer? ¿De qué está hecha la fe? ¿De palabras? ¿De ideas? ¿De convicciones? ¿Con qué creemos? ¡Con todo el cuerpo! ¡Con todos mis huesos (Salmo 35,10)! El rabino quería decir: "Actuar bien es creer". Esta es mi conclusión».