SANTA SEDE

 

EL PAPA INVITA A LOS MÉDICOS CATÓLICOS A NO SER NUNCA CÓMPLICES DE CRÍMENES CONTRA LA VIDA

Propuesta una Carta de los derechos humanos en el campo sanitario

CIUDAD DEL VATICANO, 7 julio (ZENIT.org).- Solemne y compuesta la cita jubilar de los médicos católicos que esta mañana en número de seis mil se han aglomerado en la Basílica de San Pedro para la celebración eucarística celebrada por el cardenal Dionigi Tettamanzi. Le precedió una breve intervención del doctor Giorgio Filibeck, del Pontificio Consejo Justicia y paz, que en nombre de los colegas recordó cómo «el tema de los derechos humanos ha sido en estos años especialmente profundizado tanto por el magisterio de Juan Pablo II como por el creciente compromiso de la Iglesia».

Concluida la celebración, se ha dado lectura a la moción final, breve pero incisiva, del congreso, dedicada sobre todo a subrayar las posiciones en campo médico del pensamiento católico es decir: la asistencia sanitaria para todos; lucha al aborto y a la eutanasia; protección del embrión antes del límite arbitrario de los 14 días de vida; defensa de la familia fundada sobre el matrimonio.

Luego, Juan Pablo II ha bajado a la Basílica para saludar a los huéspedes. «En la activida que ejercéis --ha dicho el Pontífice-- cumplís cada día un noble servicio a la vida. Tocáis con la mano que en vuestra profesión no bastan los cuidados médicos y los servicios técnicos, aunque sean realizados con ejemplar profesionalidad. Es necesario estar en grado de ofrecer al enfermo también la medicina espiritual que está constituida por el calor de un auténtico contacto humano. Este es capaz de devolver al paciente amor por la vida, estimulándolo a luchar por ella, con un esfuerzo interior tal vez decisivo para la curación».

«El enfermo --ha añadido el Santo padre-- debe ser ayudado a reencontrar no sólo el bienestar físico sino también el psicológico y moral. Esto supone en el médico, junto a la competencia profesional, una postura de amorosa solicitud, inspirada en la imagen evangélica del buen samaritano. El médico católico está llamado junto a cada persona que sufre a ser testimonio de aquellos valores superiores que tienen en su fe su solidísimo fundamento».

Juan Pablo II ha afrontado luego temas más dolorosos: «Hoy, lamentablemente, vivimos en una sociedad en la que a menudo dominan tanto una cultura abortista, que lleva a la violación del derecho fundamental a la vida del concebido, como una concepción de la autonomía humana que se expresa en la reivindicación de la eutanasia como autoliberación de una situación que se ha hecho por algún motivo penosa. Sabéis que al católico no le es nunca lícito hacerse cómplice de un presunto derecho al aborto o a la eutanasia. La legislación favorable a símiles crímenes, siendo intrísecamente inmoral, no puede constituir un imperativo moral para el médico, el cual se valdrá con buen derecho del recurso a la objeción de conciencia. El gran progreso, registrado en estos años de las curas paliativas al dolor consiente responder de modo adecuado a las situaciones difíciles de los enfermos terminales»

El Santo Padre ha invitado luego a los médicos a un compromiso mayor hacia los países en vías de desarrollo: «Mientras entramos en el tercer milenio, en especial en los países más pobres, hombres y mujeres siguen por desgracia no teniendo acceso a servicios sanitarios y fármacos esenciales para curarse. Muchos hermanos y hermanas mueren cada día de malaria, lepra, sida, tal vez en la indiferencia general de quienes podrían o deberían prestarles ayuda. ¡Sea sensible vuestro corazón a estas llamadas silenciosas! Es vuestra tarea, queridos miembros de las asociaciones de médicos católicos, trabajar para que el derecho primario a cuanto es necesario para el cuidado de la salud y por tanto para una adecuada asistencia sanitaria, se haga efectivo para cada hombre, prescindiendo de su posición social y económica».


 

EL SANTO PADRE PIDE A LOS CAPUCHINOS FIDELIDAD AL CARISMA

Agradece su labor evangelizadora en todo el mundo

CIUDAD DEL VATICANO, 7 julio (ZENIT.org).- A las 11 de esta mañana, en la Capilla Clementina del palacio Apostólico, el Santo Padre ha recibido en audiencia a más de 200 frailes capuchinos que participan en el Capítulo General en representación de los más de 11.000 religiosos esparcidos por todos los continentes.

El Santo Padre ha recordado a los presentes que «una de las más autorizadas biografías de vuestro fundador cuenta que el Papa Inocencio III, mientras estaba valorando la petición de San Francisco de ser autorizado a fundar una "nueva" forma de vida consagrada, se sintió animado por un sueño a darle respuesta afirmativa: se le apareció la Basílica de Letrán en peligro de ruina, pero junto a ella había un hombre pobrecillo y pequeño que la sostenía con sus hombros para que no cayera». «Vuestra familia religiosa --ha añadido el Papa-- desde sus orígenes está marcada por el empeño, que le ha dejado San Francisco, de un gran amor a la Iglesia y de una filial obediencia y fidelidad a sus pastores».

Juan Pablo II ha subrayado que «deberéis tener en especial siempre presentes dos aspectos: en primer lugar, la prioridad y centralidad, como ha querido San Francisco, de la fraternidad evangélica, que os caracteriza como hermanos y hace de vosotros una orden de hermanos. En esta perspectiva, será vuestro empeño acomodar cada aspecto de vuestra vida a lo que es típico del carisma franciscano-capuchino: el espíritu de oración, la minoridad y sencillez, la pobreza y austeridad, el contacto con el pueblo, la cercanía a los necesitados, el celo por la evangelización, la alegría y la esperanza cristiana».

En segundo lugar, advertis la oportunidad de subrayar el comportamiento coherente, práctico y concreto de San Francisco. Es necesario pasar a los hechos, a los valores vividos, al método del testimonio directo. De vosotros todos, en efecto, es bien conocido el criterio al que amaba hacer referencia vuestro Fundador: plus exemplo quam verbo, con el ejemplo más que con las palabras».

El Santo Padre ha concluido diciendo: «Os ruego que os hagáis intérpretes ante vuestros hermanos de todo el mundo de mi estima y gratitud por su testimonio y su servicio en la misión universal de la Iglesia». 


 

EL PAPA EXPRESA SU DOLOR POR LA MUERTE DE 27 JOVENES EN ESPAÑA

Ha enviado un telegrama de pésame a las familias y organizadores de la actividad

CIUDAD DEL VATICANO, 7 julio (ZENIT.org).- Conocida la noticia del accidente de carretera, que tuvo lugar ayer por la tarde, cerca de Golmayo, en España, en el que han perdido la vida 27 jóvenes alumnos de dos institutos religiosos de Ripollet y Villadecamps, el Santo Padre ha enviado, a través del cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, el telegrama de pésame que reproducimos:

«El Santo Padre, vivamente apenado al conocer dolorosa noticia del accidente de circulación ocurrido en las inmediaciones de Soria, que ha ocasionado la muerte de 27 personas y numerosos heridos, la mayor parte de ellos jóvenes alumnos y alumnas de los colegios San Esteve y Modollel, de Ripollet y Villadecamps respectivamente, y varios educadores y acompañantes, que se dirigían a un campamento veraniego, organizado por los hermanos de la instrucción cristiana de San Gabriel, ofrece sufragios por el eterno descanso de los fallecidos. Asimismo, el Santo Padre expresa su profundo pesar a los familiares de las víctimas y los organizadores de esa actividad formativa, junto con sus sentidas expresiones de cercanía y consuelo, de viva solicitud y deseo de pronto restablecimiento de los heridos, mientras, en estos momentos de dolor, les imparte de corazón la confortadora bendición apostólica como prenda de esperanza en Cristo resucitado». 


 

PÍO XII REHABILITADO POR UN HISTORIADOR JUDÍO

Nuevos documentos prueban que los nazis desconfiaban de él por ayudar a los judíos

ROMA, 7 julio (ZENIT.org).- «Hitler desconfiaba de la Santa Sede porque escondía a los judíos». El historiador Richard Breitman, autor de cinco libros, de los que uno es sobre el holocausto y otro sobre el nazismo, confirma el papel desempeñado por Pío XII en la defensa y salvaguarda de los perseguidos durante la persecución nazi.

Breitman, que enseña en la Universidad Americana de Washington, es el consultor del Grupo de trabajo para la restitución de los bienes a los judíos, grupo que ha obtenido la desclasificación de los dossieres del OSS. En una entrevista al «Corriere della Sera», del 29 de junio, Breitman que es hasta ahora el único autorizado a ver los documentos del OSS (el espionaje estadounidense en la segunda guerra mundial), ha explicado que «los documentos son solo la punta del iceberg. Otros millones de páginas deberán ser hechos públicos en los próximos tres años. Pero que por lo que respecta a Italia, lo que más le ha impresionado ha sido la hostilidad alemana hacia el Papa y el plan de germanización del país de septiembre de 1943. Breitman ha encontrado también «sorprendente el silencio aliado sobre el holocausto, cuyos primeros testimonios eran de finales de 1942, y el lanzamiento en 1945 del proyecto de una Gladio nazi en Europa de Otto Skorzeni, el liberador de Mussolini».

A la pregunta de cuales fueron las relaciones entre Pío XII y los alemanes, Breitman ha respondido: «En general, los alemanes consideraron al Papa un enemigo. Alguno sugirió en un telegrama jugar sobre su antiguo anticomunismo para inducirlo a la "comprensión" del nazismo y trasladarlo de Roma al norte: el Vaticano y Alemania habrían formado un frente común contra la URSS, y la Santa Sede caería bajo el control de Berlín. Pero la propuesta fue rechazada porque la mayoría sabía que Pío XII no habría dejado nunca Roma y que el Vaticano estaba de parte de los aliados».

¿Cómo lo sabían? «Los nazis tenían espías en la Santa Sede. Entre sus despachos descifrados por nuestro espionaje, uno hablaba de un plan de desembarco aliado en Cerdeña, otro de la salida de un tren diplomático de Roma a España con judíos a bordo: sólo el Vaticano estaba al corriente, los "topos" nazis lo dijeron al general Karl Wolff, jefe de las SS en Italia. Berlín desconfiaba del Papa y de la Santa Sede porque sabía que escondían a los judíos».

Las declaraciones de Breitman desmienten en parte las tesis de quienes hablan hoy de Pío XII como el «Papa de Hitler» y al mismo tiempo confirman las hipótesis, otras veces realizadas por los historiadores e investigadores católicos, según las cuales de los documentos del OSS y de los correspondientes servicios secretos británicos, resultaría evidente cuán grande y meritoria fue la acción realizada por la Santa Sede en favor de los perseguidos. Lamentablemente las respectivos despachos estadounidenses y británicos han negado hasta ahora el permiso a los historiadores católicos de ver tales documentos, pero la verdad antes o después acaba siendo de público dominio. 


 

AUMENTAN LOS PEREGRINOS DEL JUBILEO

Por el contrario, bajan los participantes en la manifestación del Orgullo Gay

CIUDAD DEL VATICANO, 7 julio (ZENIT.org).- A pesar de las muchas críticas de los ambientes anticlericales que han hecho de todo para convencer a los peregrinos de que no vinieran a Roma, tras los primeros seis meses estamos ya en un Jubileo de récord.

Desde enero a junio de 2000 ha habido 34,6 millones de presencias de las que 13 millones han sido italianos y 21,6 millones extranjeros. El incremento del número de peregrinos ha sido del 36%, dividido entre el 43% más de italianos y el 27% más de extranjeros.

Tales cifras superan con mucho las más optimistas previsiones hechas por la Agencia del Jubileo que había calculado para los primeros seis meses 29,8 millones de presencias. La punta de las llegadas de visitantes se tuvo durante la Semana Santa, con 2,8 millones de presencias.

El valor expresamente espiritual de estas visitas es confirmado por el número de celebraciones religiosas. Del 24 de diciembre de 1999 al 30 de junio de 2000, se han desarrollado 783 celebraciones religiosas de las que 78 estaban ligadas al calendario litúrgico ordinario y 705 al Año Santo.

Por el contrario, el Día del Orgullo Gay, al que la prensa internacional está dando tanto espacio, sigue perdiendo participantes. Las primeras cifras hablaban de 300.000 personas, la estima descendió a 250.000 y se habla ya de 200.000. Los ferrocarriles italianos habían puesto a disposición un tren con el nombre de «la flecha lesbiana» pero ha sido cancelado por falta de reservas y el «Pride Village» está siendo frecuentado por pocas personas, en su mayoría curiosos.


 

EL PAPA DEPLORA LA PROVOCACION DEL ORGULLO HOMOSEXUAL EN ROMA

La Iglesia no puede callar la verdad y pide respeto para los homosexuales

CIUDAD DEL VATICANO, 9 julio (ZENIT.org).- Los cristianos deben acoger con respeto y delicadeza a los homosexuales; ahora bien, el «Gay Pride», la manifestación del orgullo homosexual que desfiló ayer por las calles de Roma, no era más que una «afrenta» contra el Jubileo. Lo afirmó hoy Juan Pablo II al encontrarse con unos 30 mil peregrinos que se reunieron a mediodía para participar en el tradicional encuentro dominical en la plaza de San Pedro.

Ayer por la tarde concluyó la semana de celebraciones organizadas en la Ciudad Eterna por grupos homosexuales, con la intervención de los oradores en el Circo Máximo. En esa tarde caliente, desfilaron por las calles de Roma 70 mil personas según los datos oficiales ofrecidos por la policía (se había anunciado la participación de 200 mil). Fue una manifestación sustancialmente pacífica, caracterizada más bien por aspectos carnavalescos --transexuales vestidos de novia o personas con tiara de obispos-- y en ocasiones algo vulgares u obscenos, como suele suceder en este tipo de encuentros.

La manifestación no contó con el patrocinio económico del Ayuntamiento de Roma, pues los organizadores no quisieron comunicar en las vísperas el detalle de las actividades que habían organizado. Contó con el apoyo de políticos de partidos de izquierda (en su mayoría comunistas o ex comunistas) y con la oposición de los partidos católicos (de izquierdas, de centro y de derechas), así como de los demás grupos del centro-derecha. En general, todos coincidían en afirmar que el encuentro, en Roma, en pleno Jubileo, no buscaba luchar contra la discriminación, sino más bien ser un motivo de provocación.

«En nombre de la Iglesia de Roma no puedo dejar de expresar amargura por la afrenta que se ha hecho contra el gran Jubileo del año 2000 y por la ofensa a los valores cristianos de una ciudad tan querida por los católicos de todo el mundo --afirmó el Papa--. La Iglesia no puede callar la verdad, pues desfallecería en su fidelidad hacia Dios Creador y no ayudaría a discernir lo que está bien y lo que está mal».

De este modo, el Papa se limitó a leer lo que dice el número 2358 del Catecismo de la Iglesia Católica, donde después de constatar que los actos homosexuales van contra la ley natural, se añade: «Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición».