CAPÍTULO II

PROLEGÓMENOS A LA TEOLOGÍA FUNDAMENTAL

 

38.- NATURALEZA DE LA TEOLOGIA FUNDAMENTAL

La Teología es la ciencia de la fe, la Teología fundamental es la ciencia de los fundamentos de la fe, o aquella parte de la Teología que trata de los fundamentos de la fe.

La Teología -como dijimos-, tiene como principios desde los cuales argumenta, los principios de la fe, luego los principios de la fe en sentido objetivo, son los fundamentos sobre los cuales se construye el edificio teológico. Pero la fe a su vez, y la Teología fundada en la fe presuponen lógicamente y prerrequieren:

1) El conocimiento cierto del hecho de la revelación divina, y de otras cosas que muestran la racionabilidad de la fe y la obliga­ción de adherirse a ella y es decir, prerrequieren el conocimiento de la cre­dibilidad y de la credentidad de la fe. El conocimiento de todas estas cosas es también en sentido lógico (por mas que no convenga unívocamente con el fundamento expuesto mas arriba), el fundamento de la fe y el fundamento de la Teología fundada en la fe, porque mediante él se establecen como razona­bles y creíbles la fe y la Teología.

            2) Pero porque la fe, sobre la cual se funda la teología católica, es la fe católica (n. 3-5) y tiene como regla la doctrina del Ma­gisterio de la Iglesia (n.6), la racionabilidad y la obligación de adhesión­ a esta regla presuponen el conocimiento cierto de la existencia de este Magisterio infalible y auténtico como custodio de la palabra de Dios revelada. Así ya aparece claro fácilmente en qué partes mis importantes se divide en -primer lugar la Teología fundamental.

            3) Mas aún, para que la Teología dogmática proceda rectamente, se presume el conocimiento de las fuentes de donde toma sus verdades y el conocimiento de los lugares para argumentar.

Luego la ciencia, o mas bien aquella parte de la Teología que trata de los fundamentos lógicos de la fe y de la Teología, es la Teología fundamental.

39.- Como aparece claro, esta disciplina es como una introducción a la Teolo­gía dogmática y casi un puente entre la Filosofía y la Teología dogmática. Considera también todo el objeto revelado en cuanto atiende a las notas comunes y generales de él, el que sea creíble, credendo, deseable .... Por lo tanto, también se llama Teología general (H. Hurter),  Teología dogmática general (F. Egger, P. Minges), Teología dogmática fundamental (A. Tanquerey). Otros la llaman Apologética, como la parte mas importante que se considera en la Teolo­gía fundamental.

Pero el nombre da Teología fundamental designa el fin interno, primario y ciertamente positivo y más comprehensivo de esta disciplina, antes que el fin externo, defensivos secundario, de menos comprehensión y hasta cierto punto negativo que el que suena con el nombre de Apologética.

40.- La Teología fundamental comprende dos partes totalmente diversas por el modo de proceder en ellas: la Apologética y el Tratado sobre las fuentes que contienen la revelación. Luego será necesario exponer su­ naturaleza.

41.- EL OBJETO DE LA APOLOGÉTICA

Apologética, del verbo griego defender, significa (en materia religiosa) la defensa y la justificación de la religión.

Por su uso se distingue de la apología, porque esta pretende la defensa de un hecho o de una verdad particular, en cambio, la Apologética católica pretende la justificación científica y, por lo tanto, sistemática de toda la verdad religiosa o del hecho religioso católico. No por eso significa que quiera demostrar intrínsicamente todo el dogma católico (puesto que no lo puede hacer, si se trata de los misterios), ni tampoco porque pretenda una prueba extrínseca por autoridad de todos y cada uno de los dogmas (lo que hace la Teología dogmática, desde las fuentes de la revelación), sino porque justifica la religión católica porque demuestra el hecho fundamental de la revelación divina por Jesucristo, y también el cargo encomendado a la Iglesia católica, de custodiar y exponer esta revelación cristiana.

42.- Según el concepto que cada uno tenga de la fe y de la religión, así concebirá una apologética de la fe y de la religión. Así hay algunos que entienden la fe y la religión como un vago y oscuro sentimiento de Dios o un culto puramente natural de Dios, sin pensar en dogmas ú obligaciones positivas... Pero nosotros entendemos la fe religiosa como la entiende la Iglesia católica, es decir, la fe es un asentimiento intelectual (no un sentimiento) a las verdades reveladas por Dios, por la autoridad (ciencia y veracidad) de Dice que revela. (D.1789).

Como en la fe humana creemos no por la evidencia intrínseca de la cosa, sino por el testimonio extrínseco del hombre que conoce la cosa, es decir, por la conocida autoridad doctrinal del que tiene ciencia y veracidad sobre esa cosa, así, en la fe divina no creemos por la intrínseca evidencia de la verdad, sino por el testimonio extrínseco de Dios sobre ella, el cual manifestó esa cosa, es decir, creemos "por la autoridad del mismo Dios que revela, que ni se engaña ni puede engañar".

Entendemos la fe divina y católica como un asentimiento a las verdades reveladas por Dios y propuestas por la Iglesia como tales (D.1792).

Frecuente y generalmente sabemos que Dios ha hablado por la proposición de la Iglesia, que así lo afirma. De donde, para que la fe sea razonable, no sólo requiere la certeza del hecho de la revelación, adquirida, ya vulgar, ya científicamente, sino también la demostración del derecho de la Iglesia católica a proponer y enseñar la doctrina de la revelación divina.

43.- El objeto de la Apologética es también la demostración de la credenticidad u obligación de creer.

Porque si sólo demuestra la credibilidad de la fe, demuestra sólo la posibilidad de la fe, pero no la obligación de abrazarla y de someterse al Magisterio eclesiástico. Es así que se cultiva la apologética para que, demostrando esta obligación, conduzca al infiel a la Iglesia y el teólogo sea casi un puente entre la Teodicea y la Teología. Luego la Apologética no cumpliría su deber, si no atendiese a la demostración de la credentidad.

44.- De lo dicho, consta que el objeto de la Apologética no es tratar de cualquier cosa biológica, o cosmológica, astronómica, o histórica, ... de donde la religión sea atacada sino tratar de la credibilidad racional y de la credentidad de la religión cristiano-católica.

Por lo cual, el objeto de la Apologética es demostrar el hecho de la revelación divina y la autoridad magisterial de la Iglesia, y otras verdades que están en próxima conexión con éstas.

Decimos próximamente, porque de otras verdades que se relacionan remotamente, no es propio tratar de ellas en la Apologética científica, porque no deben ser demostradas de nuevo, sino recibidas todas las conclusiones de otras ciencias.

45.- VERDADES QUE SE DEBEN PRESUPONER-

No corresponde en la Apologética científica probar los principios que se toman de otras ciencias, porque en ellas deben ser probados. Pero en la Apologética práctica frecuentemente, deben ser reforzados y demostrados desde el principio, pues “a muchos no les falta tanto la religión, como la razón". (Fénelon).

Las verdades que en Apologética se presuponen lógicamente para la validez de su proceso y para la eficacia de sus demostraciones, son fundamento de la Apologética, y por esto, son fundamentos remotos o “preambula fidei” (preámbulos de la fe).

Así, de la Criteriología debe ser conservado, el valor objetivo del conocimiento humano y de nuestras facultades y la existencia de la verdad absoluta, no meramente relativa, de la Sicología, la espiritualidad y la libertad del alma humana, de la Teodicea la existencia del Dios personal y sus principales atributos, omnipotencia, omniscencia, veracidad, misericordia, providencia,... de la Ética la obligación que nace para el hombre de tender hacía Dios y de rendirle culto privado y público ....

Con respecto a esto, San Agustín: “Si no creemos que Dios existe y que ayuda a las mentes humanas, ni siquiera debemos buscar la verdadera religión”, y también: "Porque si la providencia de Dios no preside las cosas humanas, no debemos ni preocuparnos de la religión”.

De donde debe ser rechazad aquella filosofía que no determine verdades racionales acerca de Dios y de las obligaciones prerrequeridas para la fe, también, como veremos, lo que impugno la posibilidad de la revelación y el hecho de la locución divina, también lo que ataque el objetivo y suficiente valor de los motivos de credibilidad, y en especial los externos, como son los milagros y las profecías.

Pero no todo error filosófico, aunque craso, destruye necesariamente la Apologética válida, ni choca contra los motivos de credibilidad, mas aun, aun los errores que aparecen en un infiel en el curso de la demostración apologética, o las dificultades que suscite en si contra la demostración, no por eso destruyen el sentido común y el uso de la razón en el, y ayudado por ellos, podrá dejar en parte y gradualmente la falsa filosofía y conformarse insensiblemente a la verdad religiosa, que se le proponga de tal modo que sea conquistado su corazón y su mente.

46.- ESTADO INICIAL DE LA MENTE

El teólogo no empieza la inquisición apologética con una duda real y objetiva, como  querían Hermes y sus seguidores, sobre las cosas que enseñan la fe y la Iglesia, ni prescindiendo totalmente de aquellas cosas que la fe declara -ni siquiera por algún tiempo-, porque el teólogo apologeta durante su inquisición no deja de ser católico y está cierto del carisma de la verdad, y tiene ya una obligación anterior de no desertar de la fe probada para sí (aunque quizá vulgarmente).

Porque aquellos que recibieron la fe bajo el Magisterio de la Iglesia, no pueden tener nunca ninguna causa justa de mudar o de poner en duda la misma fe” (D.1794) Cfr. Tratado II nº 43.

Además, en ninguna investigación científica es lícito prescindir de alguna fuente de información, aunque parezca sospechosa, y es mucho menos lícito rechazar una fuente ya antes admitida como cierta, con tal que no influya viciosamente en la misma pruebe objetiva de la nueva verdad. Porque la luz se busca con la luz, ni en la misma Filosofía tiene eficacia empezar con una duda real de todas las cosas.

Ni tampoco existe un peligro psicológico, por una coacción extrínseca del Magisterio de la Iglesia, que admitiese cosas mal probadas, porque propiamente se puede precaver tal peligro, como también por otra parte cualquier teólogo prudente debe precaverse de la autoridad y de los dichos de los incrédulos. Sin embargo, deberá preocuparse con razón de que en la misma demostración intrínseca de las verdades apologéticas, no se admita o introduzca algo que presuponga lo que debe ser probado, es decir, la autoridad del Magisterio de la Iglesia.

47.- CERTEZA QUE SE DEBE OBTENER

No es la matemática, porque no se trata de ninguna cuestión matemática. Ni será siempre metafísica, porque no siempre se trata de verdades de orden metafísico. La cuestión se trata en el terreno histórico-filosófico, y por tanto, la certeza que se deberá obtener será del orden moral, aunque, no raramente podrá reducirse a la certeza metafísica. Sin embargo, esta certeza apologética no necesita (fuerza o coacciona necesariamente) al entendimiento de tal modo que ni imprudentemente se dé lugar a la duda, pero se trata de una certeza libre, lo que ocurre convenientemente en materia religiosa.

Se añaden, además, las pasiones y las concupiscencias del hombre que perturban la serenidad de su mente en la verdad religiosa. Porque si los teoremas geométricos influyen en el orden moral y psicológico, fácilmente los tendríamos también como fantasías. (Leibnitz).

“...la mente humana puede padecer a ves, dificultades también al formar un juicio cierto de "credibilidad" acerca de la fe católica, por más que haya tantos y tan admirables signos externos dispuestos por Dios por los que aún sólo con la luz de la razón natural, se pueda probar con certeza el origen divino de la religión cristiana. Porque el hombre, sea porqué es conducido por opiniones prejuzgadas, sea porque es instigado por las concupiscencias y la mala voluntad, puede negar y resistir, no solo la evidencia de los signos externos que están patentes, sino también las supremas inspiraciones que Dios infunde en nuestros ánimos”. (Enc. Humani Generis 02305).

Y de nuevo la Encíclica “Humani Generis", acerca del influjo de la voluntad para conocer la verdad especulativa:

Porque nunca negó la filosofía cristiana la utilidad y la eficacia de las buenas disposiciones del alma entera para conocer y abrazar plenamente las verdades religiosas, y morales, más bien, siempre enseñó que la falta de tales disposiciones puede ser la causa por la que el entendimiento, afectado por las concupiscencias y la mala voluntad, se oscurezca de tal manera que no vea rectamante. Más aún, el Doctor Común piensa que el entendimiento puede de algún modo percibir los bienes más altos que pertenecen al orden moral, tanto natural como sobrenatural, en cuanto experimenta en el alma cierta “connaturalidad” afectiva, con los mismos bienes, ya natural, ya añadida por don de la gracia. (2,2.q.1º.4 ad3). (q4.a.2.c) y es evidente de cuan grande auxilio puede ser aún este semioscuro conocimiento para las investigaciones de la razón. Sin embargo, una cosa es reconocer su fuerza la disposición afectiva de la voluntad para ayudar a la razón a alcanzar un conocimiento más cierto y firme de las verdades morales y otra lo que pretenden estos innovadores, a saber, atribuir a las facultades volativa y afectiva cierta fuerza de intuición y que el hombre, cuando por el discurso de la razón no pueda determinar con certeza que es lo que debe abrazar como verdadero, que se incline a la voluntad, por la que decidiendo libremente, elija entre opiniones opuestas, en una confusa muestra de conocimiento y acto de voluntad”. (D.2324).

En algunos se da el “hipercriticismo” que como defecto intelectual (al modo de escrúpulos y las indecisiones y nimias perplejidades en la vida práctica) puede impedir el equilibrio y que la mente permanezca serena en la verdad.

48.- APOLOGÉTICA PRÁCTICA

La apologética puede ser teórica y práctica. La Apologética teórica atiende a la teórica exposición y a la sistematización científica de todos los motivos y pruebas que demuestran que la religión cristiana, en especial la católica, es creíble y credenda.

Pero la Apología práctica o pastoral atiende al uso práctico de estos argumentos y aprobaciones, según la experiencia pastoral y el sentido de acomodación muestran que se debe aplicar.

Entonces ciertamente valdrá mucho la sicología de la conversión y atender ante todo, a la benignidad y mansedumbre del Divino Redentor, y no será necesario procurar, tanto el orden puramente dialéctico y abstracto, como el psicológico, concreto, moral,... también ayudará a no invocar tanto los principios de alguna determinada escuela filosófica, como la Filosofía verdaderamente perenne.

Por otra parte, el que posee la Apologética teórica y conoce bien la fuerza de los diversos argumentos, se acomodará más fácilmente a las circunstancias concretas y a las necesidades de las lamas, para proponer un argumentos mejor que otro, o emprender un camino mejor que otro.

Porque en la práctica de la apologética, proviene una gran dificultad de la débil instrucción religiosa de los hombres o de su ignorancia crasa. Porque la instrucción religiosa es frecuentemente casi de niños, en comparación a su instrucción profana, por lo cual sucede que se desvanecen muchas dificultades a la sola luz de la exposición positiva y clara del sistema católico sobre la racionalidad de la fe.

49.- Para conducir prácticamente a la fe, conviene tener presenté estas cosas:  1º) la fe es un acto razonable del entendimiento que presupone el conocimiento cierto del hecho de la revelación divina; 2º) que este acto de fe es imperado libremente por la voluntad; 3º) tanto el acto de fe y el juicio precedente de credibilidad como el imperio de la voluntad y el precedente juicio de credentidad son actos de hechos sobrenaturales (Cfr. D.1638; 2305).

De aquí, el apologeta práctico debe esforzarse: 1º) en demostrar con toda la claridad y solidez posibles, el mismo hecho de la revelación divina confiado a la Iglesia; 2º) con toda la eficacia que pueda, debe impulsar la moción y el imperio de la voluntad, proponiendo los motivos de la obligación y de todos los bienes y valores que hay en la fe y en la religión y moviendo a que el hombre evite los impedimentos contrarios, porque es conocido como oscurecen la verdad moral y religiosa los malos hábitos y la mala disposición del corazón, porque la luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque eran malas sus obras. (Jo. 3,19); 3º) porque este querer creer y el mismo creer como conviene supera las fuerzas de la naturaleza, será necesario pedir con humilde oración el espíritu bueno del Padre de las luces, que da a todos abundancia y no reproche.

La aceptación sincera y generosa de la nueva fe supone la mutación del hombre y la conversión, que debe ser preparada por el deseo de poseer la luz, por la humildad del corazón, por la pureza de una vida íntegra. Y nunca diremos bastante y lo apreciaremos en su valor que todas estas cosas sobrenaturales, deben ser obtenidas por la gracia divina, adquirida por una humilde y perseverante oración.[i]

50.- UTILIDAD DE LA APOLOGÉTICA

Aunque el nombre significa defensa, sin embargo, no se debe creer que la Apologética tenga como único trabajo lo polémico, porque incluye una función positiva, la exposición de los fundamentos de la fe y de la Teología, hecha de un modo científico y exhaustivo.

Esto ayuda, no sólo a la defensa y justificación de la fe católica, si es necesario hacerlo alguna vez, sino también, a un conocimiento más plano y científico del objeto teológico, pero además responde al interés psicológico, por el cual se quieren conocer plenamente los fundamentos de la propia fe y estar siempre preparado a dar satisfacción a todo el que pregunta sobre la propia esperanza. (Ptr.3,15). Por lo cual, la Apologética convierte la certeza vulgar acerca de los motivos de credibilidad en certeza científica.

En la certeza vulgar, que sea verdaderamente objetiva y no meramente subjetiva, se dan y se conocen motivos válidos para el asentimiento firme de la mente, pero éstos no se conocen reflejamente, y de aquí la dificultad, para aquellos que tienen sólo esta certeza, de desenredarse de las dificultades o de exponer los motivos propios de esa certeza. En cambio, en la certeza científica, se conocen los motivos reflejamente. En la ciencia apologética se examinan casi todos los motivos, se juzgan y se conexionan aptamente entre sí.

La diferencia, pues, entre la certeza científica y la vulgar está en el conocimiento reflejo de los motivos, pero no en la firmeza del asentimiento. De donde puede suceder que un hombre rudo, que solamente tiene una certeza vulgar, tenga una fe más firme que un teólogo científico que conoce todos los motivos y puede disertar sobre ellos abundantemente.

Pero también se ama la fe por un conocimiento científico de los fundamentos de la fe, pues consta que es verdadera y plenamente creíble, de donde la fe se robustece.

51.- Pero no se debería creer que la fuerza de la fe se conmensura con un pu­ro conocimiento de los motivos de credibilidad y que tiene mayor y más intensa fe, el que posee una mayor ciencia apologética. Porque la fe, aunque presuponga tal conocimiento cierto de los motivos, depende del imperio libre de la voluntad, como ya se ha dicho (nº. 47-49). Por lo cual este imperio y su consecuente fe, serán más firmes, más intensos y más perpetuos, cuanto más se ame la fe y se considere como un bien por el cual nos adherimos a Dios y ponemos en El nuestra esperanza. Así se deben apreciar los valores de la fe y sus utilidades, que es            justo, beneficioso, bueno, adherirse a la primera verdad y ofrecer un piadoso obsequio del entendimiento al Padre amantísimo por lo cual ayuda a con­fiarse a Cristo que habla; el que la religión que abrazamos por la fe sea el compendio de todos los bienes superiores, de la paz, de la buena conciencia, de la fortaleza en los casos de la vida dignos de conmiseración y también de la belleza moral .....

Por fin, es de suma importancia para fomentar y proteger la solidez y la perpetuidad de la fe en los adolescentes y en los afligidos, no sólo haber conocido especulativamente estos valores, sino también haberlos experimentado afectivamente.

Para aquél, finalmente, que debe enseñar al pueblo, o para el cristiano culto que quiere (y debe) dar razón de lo que cree, y también para aquél que quiere satisfacer a las dificultades y objeciones que se le ocurren : la Apologética es totalmente necesaria.

52.- RELACIONES ENTRE LA TEOLOGÍA Y LA APOLOGÉTICA

Atendiendo a los principios y al método: Los principios de la ciencia teológica son verdades de fe, los principios de la Apologética son verdades de orden natural, filosóficas, históricas, experimentales,...

El método de demostrar en la Teología se funda en la revelación divina, es decir, en las fuentes que la contienen, Escritura y Tradición; el método de demostrar en la Apologética, se funda en la razón natural.

La Teología presupone la fe, y aquél que no tuviese fe sería un seudo-teólogo, la Apologética, en cambio, hace posible a la fe en cuanto cimenta su fundamento racional. La Teología es, pues, para los fieles y la Apologética se dirige principalmente a los infieles a los que pretende convencer.

Si la Apologética considera a veces las mismas verdades que la Teología dogmática, v.gr., la divinidad de Jesucristo y su magisterio, lo hace bajo un objeto formal diverso, es decir, la Apologética, en cuanto que se conocen y demuestran, por argumentos de razón histórico‑filosófica, la Teología dogmática, en cuanto que se conocen y demuestran por la revelación divina. Pero si se mezclan algo cuestiones dogmáticas y apologéticas, especialmente en el tratado sobre la Iglesia, se hace esto, por la oportunidad de la enseñanza, pero conviene distinguir muy bien aquéllas de éstas, hasta que prevalezca la costumbre de insertar el tratado dogmático sobre la Iglesia o sobre el Cuerpo Místico de Cristo después del tratado de Verbo Incarnato y de su Gracia (De Cristología y Soteriología).

53.- Sin embargo, se debe decir que la Apologética pertenece a la Teología, o sea, que es un oficio teológico o una función teológica, no solo por ra­zón del objeto, por razón de que las verdades que tratan y afirman una y otra­ disciplina son frecuentemente las mismas v.gr., Cristo el Señor, la Iglesia ...., aunque se consideran bajo un aspecto diverso y se afirman por un motivo diferente, pero también principalmente porque es propio de la Teología dogmática defender y justificar sus principios, como hace cualquier ciencia suprema, como la Me­tafísica (que no está subalternada a otras) cuando sus principios no son evidentes por sí mismos. Luego, es propio de la Teología justificar y defender la mi­ma fe divina, y la propia dependencia al Magisterio de la Iglesia, a lo cual provee por la Apologética.

Luego, como la Metafísica racional defiende los propios principios, entre los cuales defiende aquellos mismos principios que fundamentan el conocimiento humano (por la Crítica y la Epistemología), así, la Metafísica sobrenatural (Teología), defiende el conocimiento sobrenatural de la fe, sus posibilidades y credibilidad, tratando de la posibilidad de la revelación divina y de los criterios para discernir la verdadera revelación (Epistemología) (o Criteriología) sobrenatural, y como estos criterios se cumplen en la religión cristiana-católica.

Además, es propio de la Teología mostrar las propiedades de la fe, entre ellas las que debemos recordar y defender: que la fe es razonable y creíble. La Teología debe probar que esta propiedad reside (ingiere) en la fe y esto con argumentos de razón, como cuando demuestra la existencia de Dios, los argumentos serán de razón, pero la consideración será teológica.

54.- Luego, en la Teología apologética, sirven las normas comunes de la Teología que pueden valer para ella (para la Apologética), es decir, será propio del teólogo apologéta: en primer lugar, buscar y establecer la doctrina del Magisterio eclesiástico acerca de la Apologética y acerca de la tesis apologética, y debe dejarse conducir por ellas como normas positivas (no meramente negativas igual que el filósofo cristiano, pensemos en la definición de los accidentes y de la persona).

Sin embargo, las demostraciones no procederán del mismo Magisterio de la Iglesia o de la doctrina revelada en cuanto tal, porque siendo eso, precisamente, lo que quiere demostrar, sería un círculo vicioso.

Luego la Teología apologética discurre bajo la guía de la fe y del Magisterio de la Iglesia y sin embargo no arguye por razones de fe o del Magisterio de la Iglesia.

55.- La Apologética demostrando la racionalidad de la fe, demuestra, asimismo, indirectamente, los principios de la Teología dogmática, para que esta pueda llamarse en verdad, ciencia también con el significado de algunos que solo atribuyen este nombre a las disciplinas en las que se prueban los principios no evidentes. Así puede decirse que la Apologética es, en este sentido, el fundamento lógico, mediato, extrínseco para la Teología. Pero el fundamento inmediato e intrínseco para la Teología dogmática, el mismo objeto revelado, no es dado por la Apologética, sino que se da por la fe, como el conocimiento (del ente natural) del ser natural, para el que no es escéptico, no se da por la Epistemología, se da por el conocimiento natural, anterior la Criteriología.

56.- CONCLUSIÓN

Si la Apologética tiene un objeto material diverso al de otras ciencias filosóficas e históricas, será una ciencia propia e independiente de ellas, si también tiene un diverso objeto formal al de la Teología dogmática, porque conoce su objeto en cuanto que es demostrable por argumentos filosóficos e históricos (no por la revelación divina), será también una ciencia diversa de la Teología dogmática. Esta es la ciencia apologética que desde fuera a dentro quiere encontrar y probar el hecho de la revelación divina y la institución del Magisterio de la Iglesia.

De otra manera, la Teología apologética, que como función exigitiva de la Teología, se centra a fuera, bajo la guía de la fe y del Magisterio de la Iglesia, quiere, no encontrar, sino solamente demostrar y presentar la credibilidad del hecho de la revelación y la institución del Magisterio. Esta es también disciplina diversa de los tratados dogmáticos porque demuestra su objeto de otra manera a como se hace en los tratados dogmáticos o tiene otro objeto formal distinto del de la Teología dogmática, pero es una tarea y una función de la misma ciencia dogmática.

57.- OTROS TRATADOS DE LA TEOLOGÍA FUNDAMENTAL

El tratado sobre las fuentes que contienen la revelación, o sobre la Tradición y la Escritura, es fundamento para la Teología dogmática, porque es importante saber, en la Teología, donde se contiene la revelación, puesto que la Teología dogmática como dijimos, toma de la revelación divina sus demostraciones.

Pero porque las categorías o sedes de los argumentos en la Teología se llaman lugares teológicos, por lo tanto, este tratado se llama también de los lugares teológicos y porque las sedes principales y propias de los argumentos son la Tradición y la Escritura.

Conviene también antes de pasar más adelante, para entrar en la Teología dogmática, considerar atentamente su metodología, o modo de la Lógica teológica.

Este tratado pertenece a la Teología dogmática, porque investiga el mismo dogma acerca de las fuentes de la revelación y demuestra, a partir de la misma revelación y de la fe, ya conocidas y justificadas por la Apologética. Es, pues, casi el fundamento intrínseco de la Teología dogmática, y ciertamente de la misma naturaleza que la Teología dogmática, pues se dice, y con razón, que el fundamento del edificio pertenece al mismo edificio, Pero la Apologética es el fundamento lógico y casi extrínseco para la Teología dogmática, porque precede de otro modo.

De aquí que la Teología fundamental comprende a la Apologética y el Tratado sobre la Tradición y la Escritura, como el fundamento para la Teología dogmática, pero de una y de otra maneras y no se identifican, sino inadecuadamente, la Teología fundamental y la Apologética.

58.- PROPORCIÓN ENTRE LA TEOLOGÍA FUNDAMENTAL CON RELACIÓN A LA TEOLOGÍA Y LA CRITERIOLOGÍA Y ONTOLOGÍA EN RELACIÓN AL RESTO DE LA FILOSOFÍA.

La Teología Fundamental está relacionada con la Teología como la Criteriología y la Ontología con el resto de la filosofía.

Porque:

a) La Criteriología y la Ontología son partes de la Filosofía, y la Teología fundamental, es parte de la Teología.

b) La Criteriología no supone necesariamente un escepticis­mo real ni la duda metódica real sobre la aptitud de nuestras facultades para conocer la verdad, más aún, tiene una persuasión natural de la realidad del ser y del valor cognoscitivo de nuestras facultades. La Teología fundamental no incluye la duda inicial de la fe católica, sino que tiene la persuasión, al menos vulgar, de la realidad de las verdades de la fe y del propio valor cognoscitivo con la ayuda de la fe y del Magisterio de la Iglesia.

c) La Criteriología inquiere en el valor cognoscitivo de nuestras facultades. La Teología fundamental inquiere en el valor que va a demostrar de la revelación divina por Jesús y del Magisterio de la Iglesia.

d) La Criteriología inquiere en los criterios de certeza. La Teología fundamental inquiere en qué argumentos demuestran válida y ciertamente el hecho de la revelación y el Magisterio infalible de la Iglesia, mas aún, la Teología fundamental inquiere en los lugares teológicos, o sea, en las fuentes de una argumentación cierta para la Teología dogmática.

e) La Ontología considera los principios más generales del ser y da nociones útiles para el resto de la Filosofía. La Teología fun­damental considera la razón más general de la credibilidad y credentidad  (obligación de creer) de toda la revelación divina y de toda proposi­ción de la Iglesia y da las nociones mas generales y estas utilísimas: como, p.e.j. de la religión, revelación, lo sobrenatural, misterio, milagro, profecías, legado, Mesías, martirio, infalibilidad, necesidad de medio, inspiración,...

59.-DOS VÍAS APOLOGÉTICAS

La demostración apologética se puede hacer empezando por el mismo hecho actual de la Iglesia, fácilmente perceptible, por este camino ciertamente, muchos, especialmente los rudos, son conducidos al conocimiento de un motivo verdaderamente válido para la credibilidad de la fe católica. Porque, la Iglesia “por sí misma, es decir, por su admirable propagación, eximia santidad e inexhausta fecundidad en toda suerte de bienes, por su unidad católica y su invicta estabilidad, es un grande y perpetuo motivo de credibilidad y testimonio irrefragable de su divina legación.

De lo que resulta que ella misma, como una bandera levantada entre las naciones (Is.11,12), no sólo invita a sí, a los que todavía no han creído, sino que da a sus hijos la certeza de que la fe que profesan se apoya en un fundamento firmísimo. (D.1794).

Así, por el análisis de este hecho de la Iglesia, y deduciendo al mismo tiempo, con la ayuda del raciocinio, se puede establecer el origen divino del Magisterio infalible y auténtico de la Iglesia y llegar a su fuente histórica y retroceder al mismo Fundados, Jesucristo, cuya revelación se demostrará como totalmente creíble y divina y aparecerá a todos como credenda (digna y obligatoria de ser creída). Esta es, pues, la vía regresiva y ascendente.

60.- Otra es la vía histórica y cronológicamente progresiva, por la cual concluye, por el examen histórico de la vida de Jesucristo, el hecho­ cierto de la revelación divina manifestada por El mismo (demostración cristiana) y de ahí inquiere en las notas de la institución de Cristo, para continuar su obra, para llegar por fin a la conclusión cierta de la institución­ de la Iglesia Católica, como custodia y maestra de la revelación de Jesucristo (demostración católica).

Nosotros seguiremos esta vía, la cual parece más apta para reducir a un orden científico todos los hechos y argumentos, puesto que sigue un orden histórico y cronológico.

Pero como introducción a la demostración del hecho de la revelación cristiana, y como defensa contra. los adversarios, deberemos tratar sobre la teoría de la revelación para que después se aplique más fácilmente al orden concreto su concepto y su importancia. Y porque la misma revelación funda la religión sobrenatural, que vamos a considerar, será necesario tratar antes sobre la religión, para conocer el hecho natural de la religión (demostración religiosa).

DIVISIÓN DE LA TEOLOGÍA FUNDAMENTAL Y DOGMÁTICA

 

 

 

 

 

TEOLOGIA FUNDAMENTAL

 

 

 

 

 

Apologética...

De la revelación o VERDADERA RELIGIÓN

Teoría de la religión y revelación.

De las fuentes históricas para probar el hecho de la revelación.

Comprobación del hecho de la revelación cristiana.

LA IGLESIA DE CRISTO

Sobre la constitución de la Iglesia

Del Magisterio de la Iglesia

De las propiedades de la Iglesia

DE LAS FUENTES QUE CONTIENEN LA REVELACIÓN

 

La Tradición

 

La Escritura

 

 

 

 

 

 

TEOLOGÍA DOGMÁTICA

 

 

 

 

 

SOBRE DIOS

 

 

En si

Dios uno

Dios Trino

Dios Creador y elevador – De los pecados original y personal

 

 

 

Fuera de si mismo

 

 

 

De Dios preparador

Cristología

Soteriología

Mariología

La Gracia

Las Virtudes infusas

Los Sacramentos

 

Sobre Dios consumador

Los novísimos

 

ESQUEMA HISTÓRICO DE LA APOLOGÉTICA

64.- Dado que la religión cristiana aparecía desde el principio como una religión exclusivista, opuesta a las demás religiones y que contradecía a los vicios de la naturaleza, desde el principio tuvo que defenderse a sí misma de los infieles y de los judíos, al mismo tiempo que mostraba los títulos propios por los que quería ser admitida como la única religión legitima. De aquí el antiguo nacimiento de la Apologética, no sólo negativa y defensiva, sino también positiva y expositiva.

65.- PRIMER PERIODO

JESUCRISTO, propuesta su legación divina, no omitió indicar, contra los judíos incrédulos, el argumento de su índole personal de legado santo veraz (Jo. 7,18; 8,14), pero para justificar directamente su legación, apeló a las profecías del Antiguo Testamento, cumplidas en sí mismo, porque son las mismas Escrituras las que daban testimonio de El. (Jo 5, 39-48) y era necesario que se cumpliesen todas las cosas que habían sido escritas sobre El en la ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos (Lc, 24,44. cfr., Luc. 4,21...) o apelaba Jesús y esto principalmente, a las obras milagrosas que El mismo hacía, para que creyesen a las obras, porque las obras que El mismo hacía daban testimonio de El, de que el Padre le había enviado (Jo. 5,36; 10,38;14,10-13), e invocaba el cumplimiento de los vaticinios hechos por sí para que cuando se realizasen creyesen en El. (Jo.14,29; 13,19; 16,4; Mt. 24,23-25), o como el signo por antonomasia apelaba al máximo milagro, a la propia resurrección, signo que se debía dar a la generación incrédula y adúltera (Mt. 12,38-40; 16,1-5).

66.- Por los milagros creyeron los Apóstoles y discípulos (Jo. 2,11; Mt. 14,33; Jo 3,2; 11,47; 12,11...), a su vez los Apóstoles predicando la misión y la obra de Jesús, invocaban ante los judíos las profecías cumplidas y la resurrección de Jesús, porque Dios ha dado así cumplimiento a los que habla anunciado por boca de todos los profetas, la pasión de Cristo (S. PEDRO), (Hechos 3,18...) y los israelitas desconociendo a Jesús y las palabras de los profetas que se leen cada sábado, lo cumplieron condenándole consumando todas las cosas que hablan sido escritas sobre El (Hech. 13,27‑29). Así, San Pablo predicaba a los judíos anunciando la promesa que les había sido hecha a sus padres, porque Dios la cumplió en sus hijos, resucitando a Jesús ... ( Hech. 13,22 s.) Porque si los Apóstoles predicaban a los gentiles y a todos los pueblos, el Señor cooperaba y confirmaba su palabra con los signos que se seguían. (Mc. 16,20).

Los PADRES APOSTÓLICOS insisten en el cumplimiento de los vaticinios del A.T. acerca del Mesías y acerca de la nueva Alianza o economía de salvación.

67. APOLOGISTAS SIGUIENTES, en el siglo segundo, llamado siglo de los apologetas, debieron también insistir en las mismas cosas, especialmente contra los judíos, a los cuales importaba principalmente este argumento. Pero también debían ser refutadas las calumnias de los gentiles, es decir, que los cristianos eran ateos, porque no daban culto a dioses visibles, que eran enemigos del estado y de los emperadores, a los cuales se negaban a dar culto como a dioses, que cometían crímenes abominables, que comían carne de niños, que tenían odio al género humano, que adoraban a un hombre crucificado. Estas cosas debían ser refutadas y otras semejantes y absurdas, lo que realizan los apologistas con la exposición recta de la doctrina y la refutación di­recta de las calumnias. Son eminentes entre los apologistas : EL AUTOR DE LA EPÍSTOLA AD DIOZNETES, S.CUADRATO ( Apología ca.124), ARISTIDES ( Apología ca. 140), S. JUSTINO, fácilmente el príncipe de los apologetas (Apología, El Di­alogo con Trifón, hacia la mitad del siglo II), TACIANO (Adversus graecos ora­, ca. 165), ATENAGORAS (Legatio pro christianis, ca. 177), S. TEOFILO ANTIOQUENO (Ad Autolicum, cs. 181), S. IRINEO (Adversus haereses, demostratio procedicatio­nis evangelicae), MINUCIO FELIX (Octavius ca. 180-192). TERTULIANO (Apologeticus a.197), HERMIAS (Irrisio gentilium philosoforum)

68.- Los milagros igualmente, se aducen como prueba, como en el periodo apostólico. Pero, porque los judíos podían suponer que los milagros habían sido hechos por el poder de Belzebú y los gentiles podrían pensar que habían sido realizados por la magia, se desarrollan señales por las que se pueda discernir el milagro verdadero y genuino, especialmente su fin y sus efectos. Y no sólo ya se podían aducir como prueba los milagros físicos, sino también los milagros morales, como la conversión del mundo y la propagación del cristianismo, no obstante las persecuciones, de donde aquella conocidísima frase de Tertuliano : "Somos de ayer y ya llenamos el orbe y todas vuestras cosas, ciudades, islas, palacios, municipios, asambleas, los mismos campamentos, tribus, decurias, el palacio, el senado, el foro; sólo os hemos dejado a vosotros los templos...” (R.279). Y el argumento del martirio y la santidad de los cristianos “Crucificadnos, torturadnos, condenadnos, trituradnos, vuestra iniquidad es una prueba de nuestra inocencia, Por eso Dios padece el que nosotros padecemos esto. Porque condenando a una cristiana al lenocinio más bien que al león, confesáis que entre nosotros se juzga más atroz la pérdida de la castidad que toda pena y toda muerte... Hemos crecido en número, cuantas veces nos contáis : es semilla la sangre de los cristianos" (r.285).

Más aún, no raramente se aducían los criterios internos del examen de la doctrina y su sublimidad y de la satisfacción de las tendencias, de los cuales también se indica aquello celebérrimo de Tertuliano “Oh testimonio del alma naturalmente cristiana....” (R.275).

69.- SIGLOS III –V

Entre los Padres y escritores eclesiásticos de los siglos III al V, se deben recordar especialmente los siguientes:

CLEMENTE DE ALEJANDRIA (ca. 150- ca 210)-, de quién son Cohortatio ad Graecos, Paedagogus (después del año 195), Stromata (ca. 210), en los cuales mientras derrota al paganismo, desenmascarando su culto vacío sin olvidar los argumentos históricos de los vaticinios y milagros, descubre como la doctrina de los filósofos es pedagoga de Cristo, en cuya religión se da la plena satisfacción y el gozo perfecto.

ORIGENES (185-254) escribió los libros Contra Celsum (a.248), insistiendo en los milagros de Cristo y del cristianismo y en los vaticinios.

LACTANCIO (ca.320) muy conocido como humanista cristiano por su elocuencia tuliana (la elocuencia propia de Marco Tulio Cicerón), escribió Divinarum institutionum libros VIII (305-310), en los cuales refuta las sectas de los gentiles y su filosofía.

EUSEBIO DE CESAREA (ca. 265‑340), como es el "Padre de la Historia eclesiástica” también se le llama el "Padre de la Apologética”, porque casi todas las cosas que hoy se suelen proponer, es fácil encontarlo ya en él. Escribió Preparationis evangelicae libros XV (a. 315-320) y Demostrationis evangelicae libros XX ( después del año 315-320).

70.- Pero especialmente debemos recordar a San Agustín (354-430), porque tiene muchas preclaras obras apologéticas: De vera religione (a.389-391),  De utilitate credendi (a.391-392), De fide rarum quae non videntur (a.400), mostrando la naturaleza razonable de la fe, sus necesidades y sus valores. Pero la más egregia de sus obras es la que se titula De civitate Dei libri XXII (a 413-416), donde se investigan los consejos de la divina providencia en el curso de la historia y se tratan de descubrir las causa de la ruina del paganismo. Porque el abandono de la religión pagana no fue la causa de la ruina del imperio, sino la victoria de la creciente Ciudad de Dios. El Politeísmo no podía procurar la felicidad y la prosperidad temporal, era inútil para esto y fue vencido por la ciudad de Dios que se desarrollaba contra la Ciudad del diablo, que son dos reinos mutuamente contrarios. Pero, con el auxilio de Dios vencerá la ciudad de Dios. Ella se ha propagado maravillosamente y sólo esto es ya un milagro, aunque se hubiese propagado sin ningún otro milagro, y la misma Iglesia es un argumento de la verdad. San Agustín no ignora ciertamente los argumentos de las profecías y de los milagros físicos, más aún, los emplea útilmente para emplearlos eficazmente y prevenir las objeciones que se pudieran hacer por el prestigio de la magia y de los falsos milagros, utiliza mucho el criterio de las conversiones y de los efectos de la entidad, etc, que han nacido de la religión cristiana.

71.- EDAD MEDIA

En el Medioevo ya había sido obtenida públicamente la victoria del cristianismo. De aquí que las controversias no son tanto contra los gentiles, como con sectas peculiares que deben ser impugnadas, es decir, especialmente los judíos y los mahometanos. Sobresalen, entre otros, S. Isidoro de Sevilla (ca,560-636) y S. JUAN DAMASCENO (en la primera mitad del siglo VIII).

Entre los escolásticos ya SAN ANSELMO (ca. 1033-1109) admitía la función justificativa de la fe entre los fieles, queriendo mostrarles razonablemente cuan irrazonablemente nos condenan. Entre otros también escolásticos, tienen importancia apologética especialmente cuando exponen la doctrina sobre la fe y sobre su certeza. Pero aún no existe la Apologética como ciencia independiente.

72.- En SANTO TOMAS se considera la apologética o defensa de la fe y es función teológica, porque aunque la apología no prueba sus principios (que los recibe de la ciencia de Dios y de la revelación divina), siendo sin embargo, ciencia suprema, como es la Metafísica, es propio de ella disputar con el que niega sus principios, argumentando ciertamente si el adversario concede algo de aquellas cosas que se tienen por la revelación divina.... (así, p. ej., si se trata de los judíos, mahometanos... (que admiten algo de las cosas que se poseen por la divina revelación),. pero si el adversario no admite nada de ellas, queda el camino por la solución de las dificultades que acumula declarándole que son falsas o no necesarias (1q.1. a.8). El Doctor Angélico demuestra también filosóficamente los preámbulos de la fe y en ellos se poya. Su gran obra apologética se contiene en la Suma contra Gentiles.

Sto. Tomás escribió la Suma Contra Gentiles contra los Averroistas que también daban gran importancia a la filosofía aristotélica. El Sto. Doctor emplea la doctrina de Aristóteles en aquellas cosas que no son contra la fe, y también demuestra con argumentos intrínsecos los preámbulos filosóficos para la fe, y presenta su credibilidad no solo negativamente, porque ninguna verdad de la razón contradice a la verdad de la fe, sino también positivamente por milagros físicos, por el milagro intelectual de la sabiduría y elocuencia de los apóstoles y de la admirable conversión del mundo al cristianismo.

73.- Entre los que combaten contra las sectas de aquel tiempo, se debe recordar especialmente a RAIMUNDO MARTI (+ 1286), de quién en la obra celebérrima Pugio fidei adversus Mauros et Judaeos (a.1276‑1278), allí defiende la revelación divina hecha por Jesucristo, en la cual se verifican las predicciones del A.T., que propone abundante y egregiamente.

Su autor nacido en Subirats ('Cataluña), por mandato del Capítulo de la Orden de Predicadores, tenido en Toledo el año1250, estudió la lengua árabe y después fue misionero de los sarracenos en Túnez. Conocía a fondo la lengua árabe, caldea y hebrea, en la cual era sumamente docto. Entre sus diversas obras catequísticas, es eminente aquélla, Pugio fidei, escrita en latín y hebreo, en la primera parte prueba que existe Dios, en la segunda parte contra los judíos, que ya había venido el Mesías, la parte tercera, que la fe de los cristianos es la fe de los profetas del A.T. - fue cuidadoso al citar las doctrinas que refuta, lo que es reconocido también por los judíos.

También recordaremos aquí a los judíos convertidos al cristianismo que escribieron contra el judaísmo a favor de la nueva religión, tales como PABLO ALVARO de Córdoba, PEDRO ALFONSO JERONIMO de SANTA FE, PABLO DE SANTA MARÍA, SALOMON BEN LEVI, que forman una gran parte de la apologética de aquel tiempo.

75.- DESDE LA REFORMA DEL SIGLO XVI

Contra los reformadores del siglo XVI la defensa y la apologética se de­bió hacer acerca de las verdades negadas por ellos, y especialmente sobre la verdadera Iglesia de Cristo (que decían ellos que habla sido traicionada) y las notas para discernirla, lo mismo sobre el magisterio tradicional de la Iglesia, apoyándose ciertamente en la Sagrada Escritura, cuyo valor teológico se reconocía, y en los documentos de los Padres, especialmente de los cuatro primeros siglos, puesto que -decían- que entonces la Iglesia no había perecido aún. Así, pues, se reconocía el valor humano de los documentos de los Padres.­ De aquí, los controvertistas usan de estos documentos y, además de los dogmas negados por los protestantes, insisten en la apologética de la Iglesia y en los criterios para discernir los libros sagrados. S. ROBERTO BELARMINO (1542­-1621) fue celebérrimo entre los controversistas de quién es la obra Discutationis de controversiis christianae fidei (Disputas sobre las controversias­ acerca del fe cristiana), también S. FRANCISCO DE SALES (1567‑1622).

76.- Mediante el siglo XVI, San JUAN DE ÁVILA (1499‑1569), predicador eximio y egregio escritor ascético desarrollaba especialmente en su Audi filia, (c.32-42t), su apologética cristiana, indicando científicamente los motivos válidos de credibilidad y moviendo al mismo tiempo, la voluntad a la fe, entre esos motivos, además de los milagros del Señor, trae otros milagros, morales, por los efectos de la santidad y de la propagación cristiana.

No podemos olvidar la parte que Melchor Cano O.P. (ca. 1509-1560) tuvo en la organización de la metodología teológica y en exaltar los valores apologéticos al escribir De locis teologicis libros XII. (Los lugares teológicos XII libros) en que disputa sobre la autoridad de la Iglesia católica romana, los concilios, las tradiciones, .... y de las reglas científicas.

También otros dominios tuvieron una parte egregia en el desarrollo de la Apologética, como LUIS DE GRANADA, (1504-1588), con la Introducción al Símbolo de la Fe, BARTOLOME MEDINA (+1580), DOMINGO BAÑEZ (1528-1604), y este es eminente en Eclesiología.

77.- Hablando en general, los Escolásticos de los siglos XVI y XVII, insinuaban la Apologética o la enseñaban al tratar de la fe divina, y en este tratado teológico, donde debían mostrar las propiedades del acto de fe, entre las cuales están su racionabilidad o credibilidad. Así estos escolásticos  

a) Insisten mucho en los argumentos del orden moral, v. gr., la conversión del mundo y la propagación del Cristianismo (después de Sto. Tomás, Contra gentiles, 1.i.c.6) y en el consentimiento de tantos pueblos, o usando de argumentos internos, por la conveniencia y sublimidad de la doctrina cristiana, especialmente después de Francisco Suárez (1548-1617). Así, con unos y otros argumentos enaltece la credibilidad de la fe. Gregorio de Valencia (1549,1603).

Y no es de admirar, porque cuando lo hacen, no para demostrar inmediatamente el hecho de la revelación, sino para demostrar que la doctrina propuesta es creíble por fe, lo propio es comenzar por las consideraciones que están en conexión con la doctrina. Además, quieren enseñar aquellas cosas que mueven a la voluntad a imperar el asentimiento, pues estos motivos morales mueven mas vehementemente y no fue ajeno el ejemplo de San Agustín y su influjo para que obrasen de ese modo los escolásticos de aquel tiempo.

            b) Estos autores proceden frecuentemente, al demostrar la credibilidad, considerando la convergencia de los argumentos o de los indicios, ya ciertos, ya probables. Así frecuentemente ni siquiera urgen la fuerza de ca­da argumento singular para venir a la certeza resplandeciente, sino que se contentan con la probabilidad. Porque con la unidad de los argumentos y su fuerza mutua, demuestran de una manera invicta la credibilidad, que por la Providencia divina, se debe atribuir necesariamente a la fe, de donde termi­nan fácilmente con las palabras de Hugo de S. Vitores: "Señor, si es un error, hemos sido engañados por ti mismo, porque tales cosas han sido confirmadas en nosotros, por tales y tan grandes signos y prodigios, que solo podrían ser hechos por ti”.

78.- FORMACIÓN DE LA APOLOGÉTICA MAS RECIENTE

Posteriormente surge la Apologética del influjo de las apologías del cristianismo contra los deístas (E. Herbert lord Cherbury, - 1648), contra el naturalismo (Spinoza) - 1677) y el indeferentismo, que atacaban la misma base y el mismo fundamento de la religión, es decir, el hecho mismo de la revelación sobrenatural, así, la Apologética paso a ser nuestra sistematización científica, tras haber utilizado los mismos trabajos de los teólogos acerca de la credibilidad del objeto de la fe.

79.- La forma de la Reciente ciencia apologética, se encuentra ya como ciencia autónoma en el siglo XVII. En el año 1627, HUGO DE GRROT (1583‑1645), protestante, editaba en Paris el Sentido de los libros, seis, que escribió en idioma bávaro (antiguo holandés) en favor de la verdadera religión cristiana, aludiendo a la obra primitiva dada a luz en Amsterdam.

MIGUEL DE ELIZALDE, S.J. (1616‑1678) editó en Nápoles en el año 1662, la obra Forma de buscar y encontrar la verdadera religión.

80.- En Francia, en el siglo XVII, P.D, HUET (1630-1721), con su libro – Demostración Evangélica (a.1679), expone los argumentos históricos en favor del cristianismo y principalmente desde las profecías. BOSSUET (1627-1704), en la segunda parte del libro Discursos sobre la Historia Universal (1681), desarrolla apologéticamente la historia de la religión cristiana. B. PASCAL (1623-1662) Les Penseés, propone la prueba por la doctrina moral, por la doctrina teórica, por los milagros, por las profecías ... insistiendo en que, propuestos en primer lugar los argumentos que le venzan por la hermosura y bondad de la religión cristiana, el incrédulo sea conducido a desear la verdad de la religión, al que se le deben proponer otros argumentos de los milagros, etc... a El mismo Pascal urgía que nosotros éramos inducidos a admitir las verdades por la inclinación del corazón.

En los siglos XVII y XVIII han sido escritas otras muchas cosas en favor de la religión, principalmente por el naturalismo, indiferentismo, racionalismo, que la atacaban.

81.- SIGLO XIX

Entre los apologistas del siglo XIX, debemos recordar, entre otros, F.R. CHATEUBRIAND (1768-1848), quién considera la importancia estética y mas externa del Cristianismo, junto con la sublimidad de la doctrina, en su obra Le Genie du Christianisme (El Genio del Cristianismo) (1802). AUGUSTO NICOLAS (1807-1888) atiende más a los motivos filosóficos, aunque a veces bajo el influjo del tradicionalismo, escibió Etudes philosophiques sur le Christianisme (Estudios filosóficos sobre el Cristianismo) (a.1842) y l’Art de croire ( El Arte de creer) (a.1866).

El célebre predicador H. LACORDAIRE, O.P. (1802-1861), ensalzaba en sus conferencias la importancia social y moral del cristianismo (Conferences de Notre Dame, Paris 1835 ss), como J. FELIX S.J. (1810-1891) el Progreso Cultural, Le Progrés parle Christianisme, Paris -1860 ss.).

82.- En Inglaterra son conocidísimos los nombres DE LOS CARDENALES WISEMAN, MANNING, NEWMAN. Estos demuestran con certeza la credibilidad de la religión cristiana utilizando la convergencia de los argumentos o de los juicios, con un argumento semejante al de la convergencia de probabilidades, con el argumento lógico del principio de razón suficiente.

83.- En España, JAIME BALMES (1810-1848) laboró egregiamente en el trabajo apologético escribiendo Cartas a un escéptico, El protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización europea (a.1841-1844), como antes había escrito La religión demostrada al alcance de los niños. Ni faltan momentos apologéticos en El Criterio (c.21 Religión)- (a.1845) y en otros de sus escritos. De igual modo se debe recordar a DONOSO CORTES (1809-1853), cuyo trabajo principal fue Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo (a.1851). Otros resplandecían también en la apologética, como J.M. CUADRADO, TOMAS AGUILO, J. RUBIO Y ORS....En tiempo posterior, J. MENDIVE S.J. (La religión católica vindicada de las imposturas nacionalistas (a.1888), JUAN MIR, S.J. (El milagro y la profecía, Armonía entre la ciencia y la fe, (a.1881) y también M. MENENDEZ PELAYO, especialmente en su Historia de los heterodoxos españoles.

84.- En Alemania, obtuvieron un nombre célebre, A. MOEHLER, DOELLINGER, F. HETTINGER, A.M. WEISS,  O.P. P.  SCHANZ, como los otros recordados ya, GUTBERLET, OTTIGER, etc... en la bibliografía general de la Teología fundamental.

En Italia se debe recordar igualmente a MANZONI, VENTURA, PERRONE, MAZELLA, ZIGLIARA...

85.- EL CARDENAL DECHAMPS, en Bélgica, exaltaba la fuerza fácil y sicológica que constituye el mismo hecho de la Iglesia para la demostración de la verdad católica, como mas tarde proclamó claramente el Concilio Vaticano I: “Es más, la iglesia, por si misa, es decir, por su admirable propagación, eximia santidad a inexhausta fecundidad en toda suerte de bienes, por su unidad católica y su invicta estabilidad, es un grande y perpetuo motivo de credibilidad y testimonio irrefragable de su divina legación. De lo que resulta que ella misma, como una bandera levantada entre las naciones, (Isaías 11,12), no sólo invita a los que todavía no han creído, sino que da a sus hijos la certeza de que la fe que profesan se apoya en fundamento firmísimo”. (D.1794).

Para lo cual, dice Dechamps, nosotros debemos atender ciertamente al hecho externo, y conducir principalmente de ahí, a la demostración apologética, no porque sea inútil y anticuado otro camino tradicional (por la demostración de la verdad de la revelación cristiana y de las notas de la Iglesia verdadera), sino porque la atención al hecho contemporáneo y perfectamente visible es más fácil y, por tanto, más evidente su comprobación.

Pero para conseguir esta prueba cierta será óptima la preparación y disposición (no la verdadera prueba) de quién considera las indigencias internas propias y las propias dificultades para conocer el bien y el mal y principalmente para su ejecución.

En línea paralela y correlativa se encuentra la religión católica, que da solución a estos problemas y a estas indigencias como testifica la propia conciencia de cada uno.[ii]

86.- Entre algunos más recientes y prevaleció el método llamado de inmanencia, entre los cuales hay grados:

1) Algunos proceden de modo que se adapten a las condiciones y prejuicios de su tiempo (método de adaptación), pero después demuestran el hecho de la revelación por la vía tradicional de los milagros y vaticinios. Así OLLE-LAPRUNE (1839-1898) y G. FONSEGRIVE (1852-1917). Empecemos, dicen, por las ideas ahora vigentes y familiares, para que se dispongan los hombres los métodos intelectuales del método antiguo, empecemos por el mismo hombre y su vida, mostrando las tendencias y exigencias morales e intelectuales que tiene y también las leyes porque se rige su vida superior moral e intelectual. Y juntamente aparecerá la impotencia para llevar una vida digna y la necesidad de ayuda... ¿Donde estará la solución de esta dificultad? ¿Donde el auxilio? En la religión cristiana que enseña el pecado original y la redención y la gracia... Luego, esforcémonos por estudiar esta religión y experimentémosla y Preparémosla a los demás.

2) Otros partidarios de esta apologética de inmanencia querían demostrar el hecho de la revelación con criterios subjetivos solamente, rechazando el método tradicional de los milagros como inepto, puesto que sabia a extrinsecismo, historicismo, intelectualismo. (Cfr tratado II          ( De revelatione) (n. 138-41).

            3) Por fin, otros defensores del método de inmanencia, son los modernis­tas, que pervirtiendo la verdadera noción de religión, pervirtieron, también el verdadero concepto de apologética. Sobre éstos, la Encíclica “Pascendi” (D.2103. Cfr. tratado De revelatione; (n. 138-140).


[i] Conviene advertir que debe ser sólida la exposición de los motivos para que su conocimiento se fije profundamente en el alma y no sirvan solo para el momento presente, sino para toda la vida, no sea que venga a la ruina la casa edificada sobre arena. Y porque estos motivos, aunque hayan sido conocidos clara y sólidamente, no necesitan de suyo, el asentimiento de la inteligencia como las verdades matemáticas más simples y evidentes, queda lugar al imperio libre de la voluntad y a que se obtenga la adhesión y la fe.

[ii] Aquí dice: “Solo hay dos hechos que verificar, uno en ti y otro fuera de ti, buscan abrazarse y de ambos tú mismo eres testigo" (Conversaciones sobre la demostración católica de la revelación cristiana) (18-57) Epígrafe.