CAPITULO III

DEL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA

 

227.- Nuestro Señor Jesucristo en la última Cena no sólo ofreció un sacrificio, sino que dio a los Apóstoles en comida y en bebida la víctima de este sacrificio, a saber Su Cuerpo y Su Sangre bajo las especies de pan y de vino. Igualmente ordenó que cesto se hiciera perpetuamente en la Iglesia. De aquí que nuestra Eucaristía no sólo tiene carácter de oblación sacrificial, según hemos viste, sino también de, convite sacrificial. Ahora bien esta participación de. la víctima sagrada no. puede dejar de ser santificadora de las almas. De aquí que la Eucaristía sea también sacramento; lo cual sin embargo es completamente especial. Ya emprendemos la explicación de esto, estudiando la verdad, la esencia, los efectos y la necesidad del sacramento de la Eucaristía.

 

Articulo I

De la existencia del sacramento de la Eucaristía

 

TESIS 18. La Eucaristía es verdadero sacramento permanente de la Nueva Ley.

 

228. Nociones. La EUCARISTÍA, a saber el conjunto del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo presente bajo las especies de pan y de vino después de la consagración y por la consagración. Ahora bien consideramos ahora este conjunto de un modo general, sin concretar todavía nada acerca de los elementos, que sean esenciales en este sacramento.

 

SACRAMENTO: signo eficaz de la gracia.

 

SACRAMENTO PERMANENTE podría entenderse en cuanto que, por ser instituido por Jesucristo de un modo perenne, perdura perpetuamente en la Iglesia. En este sentido todos los sacramentos de la Nueva Ley son permanentes. Pero aquí se entiende de otro modo, esto es en cuanto que no es algo transeúnte sino permanente en su propia entidad no sólo física, sino también sacramental. En este sentido solamente la Eucaristía es sacramento permanente; pues los otros sacramentos consisten formalmente en alguna acción transeúnte. Por consiguiente la Eucaristía no sólo es sacramento cuando se usa, sino también fuera de su uso. Esto incluye en verdad dos cosas: a) Que Jesucristo está presente bajo las especies no sólo en el momento de ser tomado como alimento, sino desde la consagración misma hasta la corrupción de las especies. b) Que el signo sacramental no se da solamente en el momento de ser tomado como alimento, sino de modo permanente.

 

229.- Adversarios. LUTERO y los luteranos no admitían la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía más que en el momento de ser tomado como alimento; de donde consiguientemente negaban el sacramento permanente.

 

Los racionalistas y modernistas niegan este sacramento así como los otros sacramentos.

 

230.- Doctrina de la Iglesia. El Concilio Tridentino en su sesión 7 cn.1 CD 864) cita a la Eucaristía entre los siete sacramentos de la Nueva Ley; lo cual también aparece en todos los documentos de la Iglesia, que tratan acerca del número siete de los sacramentos (véase anteriormente I n.45), En toda la sesión 13 esto se da por supuesto muchas veces y allí se enseña su institución como comida y bebida (c,2: D 875), y se compara con los otros sacramentos (c.3: D 876).

 

En la sesión 13 c.3 (D 876) y cn.4 CD 886) se enseria: a) Cristo está presente antes del uso de la' comunión y después de la comunión; b) en esto se, diferencia la Eucaristía de los otros sacramentos, no sólo en que aquéllos tienen «virtud santificadora» y en que en la Eucaristía está «el autor mismo de la santidad»; c) sino también en que aquéllos tienen virtud santificadora «cuando alguien usa de ellos» y en la Eucaristía el autor de la santidad está «antes del uso».

 

231.- Valor dogmático. Es de fe divina y católica definida el que la Eucaristía es un sacramento. Del mismo modo es de fe definida el que Jesucristo está en la Eucaristía presente de modo permanente. Suele decirse doctrina común el que la Eucaristía es sacramento permanente. Sin embargo no vemos como en las palabras del Concilio Tridentino no está contenido esto de modo equivalente. Pues admitida la identidad de la Eucaristía con los otros sacramentos en cuanto al significar la gracia, la diferencia radica en el hecho de causar la gracia misma, lo cual es propio del sacramento.

 

232.- Prueba. a) La Eucaristía es algo sensible: especies y palabras.

 

b) Ha sido instituida por Jesucristo de modo perenne: Lc 22,19; 1 Cor 11,24ss. Lo cual se ve también en la institución del Nuevo Testamento en lugar del Antiguo y en la nueva Pascua constituida en vez de la antigua.

 

c) Significa la gracia: La Eucaristía se da bajo las especies de comida y de bebida ciertamente espirituales; por tanto contribuye directamente a sustentar y fomentar la vida del alma, que es la gracia. Además la Eucaristía se da como convite sacrificial; ahora bien la participación de la víctima significa en todo convite sacrificial la unión del alma con Dios, en cuyo honor se ha sacrificado; esta unión en el orden sobrenatural se realiza una vez más mediante la gracia.

 

d) Realiza la gracia: Cristo había prometido que Él daría un pan, cuyo efecto sería conceder la vida de unión con Él (Jn 6,57s). Del mismo modo la participación de esta víctima sacrificial es una verdadera unión con Cristo para participar en los efectos de la redención.

 

e) En ella está Jesucristo presente de modo permanente: Cristo comienza a estar presente por la acción de la transubstanciación; luego antes de ser tomado en alimento. Por otra parte esta presencia se dirige no sólo a la oblación sacrificial, sino también a la participación de la víctima, y por tanto se realiza bajo las especies de comida y de bebida; luego permanece mientras persista la posibilidad de ser tomado en alimento.

 

f) Permanece el signo sensible mismo, en cuanto eficaz de la gracia: permanece el mismo signo sensible, que contiene la misma virtud de producir la gracia, en cuanto que contiene realmente a Jesucristo.

 

g) SANTO TOMAS en 3 q.73 a. l hasta el 3 prueba que la Eucaristía es sacramento permanente porque se llama sacramento en tanto en cuanto contiene algo sagrado. Ahora bien la Eucaristía no contiene solamente «lo sagrado en orden a otro», a saber una virtud transeúnte de santificar «así como los otros sacramentos», sino que «contiene algo sagrado de modo absoluto, a saber a Jesucristo mismo».

 

233.- Objeciones.1. La Eucaristía no son solamente las especies y las palabras, sino también Jesucristo presente. Es así que Jesucristo presente no es sensible; luego la Eucaristía no es signo sensible, por lo menos de un modo adecuado.

 

Respuesta. Concedo la mayor y distingo la menor. Cristo presente no es sensible por Sí mismo, concedo la menor; no es sensible mediante las especies bajo las palabras de la consagración que permanecen moralmente, niego la menor e igualmente distingo la consecuencia. La Eucaristía no sería signo adecuadamente sensible, si Cristo presente de ningún modo fuera sensible, concedo la consecuencia; si Cristo presente no es sensible por Sí mismo, pero ciertamente lo es por las especies bajo las palabras que permanecen moralmente, niego la consecuencia.

 

2. Los sacramentos en tanto son sacramentos, en cuanto realizan la gracia; es así que la Eucaristía realiza la gracia solamente en la comunión; luego solamente la comunión es sacramento y por tanto no es sacramento permanente.

 

Respuesta. Distingo la mayor. Los sacramentos en tanto son sacramentos en cuanto realizan, esto es en cuanto tienen la virtud de realizar la gracia, concedo la mayor; en cuanto realizan la gracia en acto, niego la mayor y contradístingo la menor. La Eucaristía sólo realiza la comunión la gracia, esto es solamente la realiza en acto entonces, pase la menor; esto es, sólo entonces tiene la virtud de realizar la gracia, niego la menor.

 

234.- Escolio. De la adoración de Jesucristo en la Eucaristía. a) El culto de la Eucaristía da por supuesta la presencia real permanente de Jesucristo. Por tanto el culto tributado al sacramento de la Eucaristía es el mismo culto, que se debe a Jesucristo, a saber el culto de latría. Acerca de lo cual .hay documentos especiales de la Iglesia en el Tridentino sesión 13 c. 5 (D 878) y en el cn, 6 (D 888). Y Pío XII condenó expresamente la opinión de algunos que afirmaban que a causa de este culto de la Eucaristía se mezclaban de un modo no verdadero el Cristo histórico, el Cristo eucarístico y el Cristo que está triunfante en los cielos, El Concilio Tridentino en su sesión 13 c.6 (D 879) y en el cm.? (D 879) definió que es legítima la reserva en el sagrario del Santísimo Sacramento.

 

b) No sólo hay que adorar con un único culto latréutico a Jesucristo que está bajo las especies sino también a todo el sacramento visible, en cuanto consta de Jesucristo presente y de las especies. Con este único acto es adorada en primer término y «per se» la persona de Jesucristo, hacia la cual tiende «per se» la adoración; y en segundo término y «per accidens» son coadoradas las especies en cuanto unidas a Jesucristo y formando con Él un único todo.

 

c) Esta adoración de Jesucristo en la Eucaristía sin duda es absoluta, en cuanto este vocablo se opone al culto relativo; porque el objeto de ella es Jesucristo mismo a causa de- su excelencia. Sin embargo la adoración absoluta puede entenderse de otro modo, a. saber en cuanto se. opone al culto. condicionado. Y ciertamente en este sentido siempre se da por supuesta alguna condición, a saber el que las especies estén realmente consagradas. Ahora bien esta condición se da implícitamente por el hecho mismo de que el adorante tiene en su mente y en su ánimo la intención de adorar al verdadero Cristo y al verdadero sacramento. Y por ello nada e impide el que la adoración sea también en este sentido absoluta en general y «per se», a no ser que se dé algún caso en el que exista «per accidens» un motivo prudente de duda acerca de la verdad del sacramento.

 

Articulo II

De la esencia del sacramento de la Eucaristía

 

235.- Puesto que hemos dicho que la Eucaristía es verdadero sacramento, y ciertamente permanente, ya que en ella se unen por una parte las especies consagradas y por otra el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, se pregunta cuál de estos elementos pertenece a la constitución intrínseca de este sacramento. Respondemos que se requieren los dos.

 

TESIS 19. El sacramento de la Eucaristía esencial e intrínsecamente consta de las especies de pan y de vino con las palabras de la consagración que permanecen moralmente y del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo realmente presente.

 

236.- Nociones. CONSTA ESENCIALMENTE, esto es son partes esenciales de este sacramento; o sea ninguno de estos elementos se requiere solamente como condición «sine qua non». Los elementos son tres: las especies de pan y de vino, las palabras de la consagración y el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.

 

INTRÍNSECAMENTE, a saber no sólo algo connotado especial, pero extrínseco y por tanto que no entra en la constitución misma del signo sacramental.

 

LAS ESPECIES se requieren como consagrados, esto es en cuanto experimentan la consagración.

 

LAS PALABRAS DE LA CONSAGRACIÓN se requieren en cuanto que determinan las especies en su ser sacramental. Sin embargo puesto que las palabras una vez pronunciadas ya no se dan más de modo físico, decimos que estas mismas palabras son parte esencial e intrínseca del sacramento en cuanto, permanecen moralmente en su efecto perdurante.

 

EL CUERPO Y LA SANGRE DE JESUCRISTO se requieren como real y físicamente puestos bajo las especies mediante las palabras de la consagración, las cuales permanecen moralmente.

 

De donde las especies de pan y de vino juntamente con el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo constituyen la parte cuasi material, determinada mediante las palabras. de la consagración como por la parte formal. Hablamos por tanto de una composición física, o cuasi física, no de una composición metafísica, cual sería la composición de algo significante y de la significación, a base de la unión de los cuales elementos está formado el signo metafísicamente.

 

237.- Adversarios. SOTO y otros sostuvieron que el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo pertenecen ciertamente de un modo esencial al sacramento de la Eucaristía, sin embargo no intrínsecamente, sino como algo connotado de las especies consagradas.

 

ESCOTO, VÁZQUEZ y otros sostuvieron que las palabras de la consagración no son la forma del sacramento permanente, sino solamente del sacramento «in fiera»; y que por tanto no pertenecen intrínseca y esencialmente a éste.

 

238.- Valor teológico. Más común y más probable.

 

Prueba. a) El Cuerpo y la Sangre de Jesucristo pertenecen a la constitución esencial e intrínseca del sacramento de la Eucaristía, El Tridentíno en su sesión 13 c.5 (D 878) dice que al sacramento de la Eucaristía hay que rendirle culto de latría; es así que esto sería falso, si, a este sacramento no perteneciera intrínseca y esencialmente el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo; luego el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo pertenecen a la constitución esencial e intrínseca del sacramento de la Eucaristía. Por otra parte el signo sacramental en este sacramento no sería signo eficaz de la gracia si en su constitución intrínseca y esencial no se hallara el autor de la gracia, a saber el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo; luego se halla.

 

b) Las especies de pan y de vino pertenecen a la constitución esencial e intrínseca del sacramento de la Eucaristía. El Cuerpo y la Sangre de Jesucristo solamente no serían signo sensible de la gracia que se va a comunicar y mucho menos de la gracia que se va a comunicar bajo las especies de comida y de bebida; es así que estas dos cosas la poseen por las especies; luego las especies entrar a formar parte esencialmente en la constitución del sacramento.

 

c) Las palabras de la consagración pertenecen a la esencial e intrínseca constitución del sacramento de la Eucaristía. El sacramento de la Eucaristía, por lo ya dicho, no queda constituido en la razón de signo sensible y en la razón de signo eficaz de la gracia a no ser por las palabras de la consagración, por las que se realiza la presencia real bajo estas determinadas especies; luego las palabras se requieren para la intrínseca y esencial constitución del sacramento; es así que no se requieren en cuanto pronunciadas físicamente en el momento; luego se requieren en cuanto permanecen moralmente.

 

239.- Corolario. 1. Luego la comunión no es sacramento, sino la aplicación del sacramento en orden a producir la gracia.

 

2. Luego el sacramento de la Eucaristía es un sacramento, en el que bajo las, especies de pan y de vino está contenido el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo para alimento espiritual de las almas.

 

240.- Objeciones. 1. El Cuerpo y la Sangre de Jesucristo se dice que están en el sacramento; es así que si pertenecieran a la constitución intrínseca del sacramento, no podría decirse esto; luego no pertenecen a esta constitución intrínseca.

 

Respuesta. Distingo la mayor. El Cuerpo y la Sangre de Jesucristo se dice que están en el sacramento como la parte en el todo, concedo la mayor; como una cosa en otra adecuadamente distinta, niego la mayor y contradistingo la menor. No podría decirse que están en el sacramento como en una cosa adecuadamente distinta, concedo la menor; como la parte en el todo, niego la menor. De este modo se dice que el alma está en el, cuerpo. Debemos fijarnos que el vocablo «sacramento» en la Eucaristía a veces se refiere a todo el compuesto sacramental (como cuando se dice que el sacramento es adorado, es reservado, es trasladado); mas a veces se refiere a las solas especies consagradas (como cuando se dice que el sacramento se rompe y otras expresiones de esta naturaleza). Y de este segundo modo se emplea en la expresión citada.

 

2. Las palabras de la consagración son causa eficiente del sacramento de la Eucaristía; luego no pertenecen a su constitución intrínseca.

 

Respuesta. Distingo eI antecedente. Las palabras de la consagración, en cuanto pronunciadas físicamente, son causa eficiente de la Eucaristía, concedo el antecedente; en cuanto permanecen moralmente, niego el antecedente y distingo Igualmente el consiguiente, Las palabras de la consagración no pertenecen a la constitución intrínseca del sacramento, en cuanto pronunciadas físicamente, concedo el consiguiente; en cuanto permanecen moralmente, niego el consiguiente.

 

241.- Escolio 1. Del sacramento solamente, del sacramento y la cosa, de la cosa y no del sacramento, en la Eucaristía. Inocencio III CD 415) escribe que hay que hacer una triple distinción en la Eucaristía: a) «la forma visible», a saber el signo sensible; lo que es «el sacramento y no la cosa», esto es «el sacramento solamente», y son las especies consagradas. b) «la Verdad», o sea el Cuerpo de Jesucristo verdaderamente presente; que es «la cosa y el sacramento». c) «la virtud espiritual», a saber el efecto en el que lo recibe; que es «la cosa y no el sacramento», esto es «la cosa solamente».

 

Dice que por lo primero se significan dos cosas, a saber a Cristo presente y la santificación del alma; por lo segundo se significa una sola cosa, a saber la santificación del alma; y que lo otro se da en realidad, a saber la verdad de la presencia de Cristo, la cual era significada por el sacramento solamente; por último por lo tercero no se significa nada, pero realmente se dan aquellas dos cosas que habían sido significadas, a saber la presencia del Cuerpo de Cristo y la santificación del alma.

 

En este documento, acerca de cuyo carácter definitorio no hay constancia, se contiene la doctrina de los escolásticos de aquella época, que parece que está sacada de la Suma de las Sentencias.

 

242.- Escolio 2. De la unidad del sacramento de la Eucaristía. Aunque se trata de dos especies físicamente diversas, sin embargo hay que decir que el sacramento de la Eucaristía es específicamente uno. La razón es porque ambas especies constituyen solamente un único signo, en cuanto que significan un alimento sacrificial, por el que, en cuanto sacrificial, no puede ser significado a no ser por la duplicidad de especies. En cuanto a la unidad numérica, hay que retener alguna identidad, a causa de la identidad de Jesucristo presente en cada una de las partículas consagradas; también puede ser tenida en cuenta alguna diferencia por la multitud de las partículas. Sin embargo entre los teólogos hay distintos modos de expresarse. Santo TOMAS, 3 q.73 a.2.

 

243.- Escolio 3. De la materia del sacramento de la Eucaristía. Sto.TOMAS, 3 q.74. a) La materia de la que se realiza: el sacramento de la Eucaristía es necesariamente pan de trigo y vino de vid. Esta fe de la Iglesia Romana, propuesta a los armenios en el Concilio Florentino (D 698), fue mantenida perpetuamente, según atestiguan las palabras de Inocencio III CD 414s), las palabras de la profesión de la fe dé los waldenses (D 424), el Concilio IV de Letrán (D 430), el Concilio Florentino CD 692 y 715) y el Concilio Tridentino CD 877). Algunos de estos documentos añaden expresamente que al vino hay que añadirle una minúscula parte de agua y explican el misterio de esto (D 416s, 441, 698, 945 y 956). León IX CD 350), el Concilio II de Lión CD 465), el Concilio Florentino CD 692) enseñan que puede emplearse válidamente pan ázimo o. pan fermentado.

 

b) Se equivocaron en toda esta cuestión los artotiritas (que usaban pan y queso), los acuarios que surgieron de los ebionitas, los marcionitas y los maniqueos (que hacían uso solamente de agua), cuyo error a veces fue admitido a causa de su simplicidad por ciertos cristianos. Los orientales separadas, sobre todo en los siglos XI y XII, defendieron el pan fermentado; el cual incluso ahora lo tienen como necesario, aunque generalmente no defienden la invalidez absoluta del pan ázimo.

 

c) La tradición de los SS. Padres enseña de modo manifiesto que la Eucaristía debe hacerse en pan y en vino. Así en la Didaché (R 6), en San Justino CR 128), en el epitafio de Abercio (R 187), en San Ireneo (H 249), en Orígenes (R 507), en San Cipriano (R 581-584), en Eusebio CR 671), en San Efrén (R 707), en San Atanasio (R 802), en San Cirilo de Jerusalén CR 640), en San Gregorio Niceno (R 1062), en San Ambrosio (R 1340), en San Agustín (R 1519), en San Cirilo de Alejandría CR 2100), en San Cesáreo Arelatense (R 2231), en San Damasceno (R 2371). Dicen expresamente que hay que mezclar agua San Justino (R 128), San Ireneo (R 240, 249), Clemente Alejandrino (R 410), San Cipriano (R 583), San Ambrosio CR 1340), San Damasceno CR 2371).

 

Todo lo cual se deriva absolutamente de aquello que Cristo realizó en la última Cena. En efecto consta que Jesucristo mismo empleó pan y vino (más probablemente con agua).

 

244. Escolio 4. De la forma de la Eucaristía. Santo TOMAS, 3 q.78. a) La forma, con la que se realiza la Eucaristía, son «las palabras del Salvador, con las que realizó este sacramento» (Concilio Tridentino en el decreto dado a los armenios: D 698); las cuales las cita expresamente el mismo Concilio en el decreto referente a los jacobitas (D 715); «de las cuales palabras había acostumbrado a usar siempre en la consagración del Cuerpo y de la Sangre del Señor la sacrosanta Iglesia romana, confirmándolo la doctrina y la autoridad de los Apóstoles» (D 715). Sin embargo debemos tener en cuenta que es más cierto el que estas palabras son la forma de la Eucaristía, que el que Jesucristo haya consagrado mediante ellas. Pues acerca de este tema hubo una larga discusión teológica. De suyo Jesucristo podía haber consagrado sin palabras, con el solo acto de su voluntad; y después haber ofrecido la Eucaristía a los Apóstoles mediante aquellas palabras. Así se discutió desde el siglo XII, defendiendo unos que Jesucristo había consagrado sin palabras y otros afirmando que lo había hecho con ciertas palabras proferidas en secreto, otros decían que había consagrado mediante esas palabras pero pronunciadas silenciosamente, otros por último afirmaban que había consagrada mediante esas palabras pronunciadas exteriormente. Desde el siglo XIII se hizo más común de día esta última sentencia, la cual es común y cierta aunque el Concilio Tridentino no quisiera definir nada acerca de esto. Pero incluso los teólogos que no defienden esta sentencia, sostenían absolutamente que estas eran las palabras de nuestra consagración. Esta sentencia se prueba de modo especial por el este consentimiento de los teólogos y se confirma extraordinariamente por el lugar, el modo, la solemnidad, como estas palabras son presentadas desde los tiempos más remotos de la Iglesia en todas las liturgias. Ahora bien no nos concierne ahora el determinar más en concreto estas palabras.

 

245.- b) Mas la cuestión que aquí. hay que estudiar sobre todo es el tema de la epiclesis. Se llama epiclesis la oración litúrgica, con la que se invoca al Espíritu Santo (a veces al Verbo), para que convierta el pan y, el vino en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo. Esta oración se lee de uno o de otro modo en todas las liturgias orientales. Hay que distinguir una doble epiclesis.

 

La primera, por la que sólo se ruega a Dios, a fin de que bendiga y acepte los dones eucarísticos o para que haga que estos dones aprovechen en orden a la salvación a los que los reciben. Esta epiclesis considerada en sentido lato se haya en documentos litúrgicos antiquísimos, como en la

 

Tradición Apostólica[1], en el Testamento del Señor, además en muchas Misas mozárabes, etc. La epiclesis considerada en sentido lato parece que no es otra cosa sino la expresión de la oblación sacrificial (ya hecha en general), a fin de que se fomenten más los sentidos litúrgicos; y también la preparación para la comunión, a fin de participar con mayor fruto en el convite sacrificial.

 

La segunda epiclesis, estrictamente tal, es la oración por la que se pide la transubstanciación misma según el obvio sentido de las palabras. Esta es la epiclesis más frecuente en las liturgias orientales y ciertamente en general (aunque no siempre) después de las palabras de la consagración. Por tanto acerca de esta epiclesis estrictamente dicha se plantea la cuestión: por ella se invoca al Espíritu Santo, a fin de que realice la transubstanciación; luego parece que se supone que ésta todavía no está terminada. Mas puesto que ya antes han precedido las palabras de la consagración, o bien sencillamente no se realiza mediante éstas la transubstanciación, o bien ciertamente no mediante estas solas sino en cuanto unidas con la epiclesis. En realidad los teólogos orientales separados ya desde el siglo XIV sostienen que la consagración no se realiza por las palabras del Señor a no ser que se les añada a éstas la epiclesis.

 

La doctrina católica cierta es que no se requiere la epiclesis para realizar la consagración. Esto la enseñó expresamente Sn.Pío X (D 2147a), y había sido ya transmitido por Clemente VI, por Benedicto XIII, por Benedicto XIV y por Pío VII. Lo cual ya quedaría probado por el hecho de que la epiclesis, estrictamente tal no se haya en todas las liturgias, ni siquiera en todas las orientales. Queda por consiguiente por ver, qué significa en último término esta epiclesis, puesto que no se emplea, según hemos visto, para realizar la conversión eucarística misma, Y ciertamente, según la conocida propiedad del estilo litúrgico, de explicar sucesivamente el misterio llevado a término de un modo objetivo en ese mismo momento por las palabras y las acciones humanas, la epiclesis expone y explica este gran misterio de la transubstanciación ya realizado, en cuanto que ésta atribuida primeramente a las palabras operativas de Jesucristo, ahora se atribuye al Espíritu Santo en cuanto santificadora. No obstante otros lo explican de otro modo.

 

Artículo III

De los efectos del sacramento de la Eucaristía

 

246.- Se consideran los efectos del sacramento de la Eucaristía en primer término y «per se» cuando se recibe el sacramento por la comunión sacramental; pues entonces se realiza la aplicación y el uso de este sacramento. Estos efectos los enseña el Concilio Tridentino en la sesión 13 c.2 (D 875).

 

a) Porque el sacramento de la Eucaristía es alimento espiritual del alma, aumenta la vida espiritual y la conforta en unión con Cristo, cuya vida vivimos.

 

b) Ahora bien el sacramentó de la Eucaristía es antídoto contra los pecados, y por ello libra de los veniales y preserva de los mortales.

 

c) Es también prenda de la gloria futura y de aquí el que influye no sólo en la felicidad del alma sino también en la resurrección del cuerpo.

 

d) Es por último símbolo, eficaz sin duda alguna, del Cuerpo místico de Cristo; de donde causa entre ellos la mutua unión de los miembros así como lleva a término la unión con Jesucristo Cabeza.

 

Todos estos efectos los posee la sagrada comunión principalmente por ser convite sacrificial, en el que se participa de la víctima de la Cruz y del altar. En efecto es propio de cualquier convite sacrificial el llevar a término la unión entre el fiel y Dios mediante la víctima.

 

Ahora bien puesto que la víctima aquí no es solamente algo sagrado por la oblación y la inmolación del sacrificio, sino que es él mismo Dios Hombre, Jesucristo, se da en este sacramento una unión del alma con Dios totalmente especial, mediante el aumento físico de la gracia y de la caridad. Y por esto mismo el alma se aparta del pecado, puesto que éste es lo que más dista de Dios. Por otra parte, al participar en este convite sacrificial de la víctima, que fue inmolada para nuestra perfecta redención, se sigue en nosotros de su participación la prenda de la vida eterna tanto para el alma como para el cuerpo, Finalmente, puesto que es propio del convite sacrificial realizar la unión entre todos los fieles participantes, la comunión es también la causa de la mutua unión entre todos los cristianos, que participamos de un único pan <1 Cor 10,17)[2]. Ahora pasamos a explicar todo esto por separado.

 

TESIS 20. La comunión sacramental realiza la unión con Cristo en cuanto que aumenta la gracia y fomenta la caridad, por las cuales se perfecciona esta unión.

 

247.- Nociones. Se llama COMUNIÓN la recepción del sacramento de la Eucaristía por lo menos según una especie; lo cual no es otra cosa que participar de la víctima ofrecida e inmolada en el sacrificio eucarístico.

 

SACRAMENTAL, a saber formalmente sacramental. Pues la comunión puede ser triple, según el Concilio Tridentino sesión 13 c.3 (D 881) y cn.8 (D 890) :

 

a) Solamente sacramental, por la cual el sacramento de la Eucaristía se recibe sin la disposición necesaria, esto en estado de pecado mortal. Esta comunión sólo materialmente puede decirse sacramental, en cuanto se recibe realmente lo que es el sacramento, pero no se recibe en cuanto sacramento ni se obtiene su efecto[3].

 

b) Solamente espiritual, por la que no se recibe en realidad el sacramento de la Eucaristía, sino solamente en deseo y en voto. Esta comunión produce en el alma efectos extraordinarios, pero no puede decirse sacramental de ningún modo. Pío XII la describe así: La Iglesia desea que los cristianos «reciban [el alimento eucarístico] por lo menos en voto; de tal modo que fomentada una fe viva y con un ánimo reverentemente humilde y totalmente fiado de la voluntad del divino Redentor, se unan con Él con el anhelo de caridad más ardiente que sea posible».

 

c) Sacramental y al mismo tiempo espiritual, por la que el sacramento es recibido realmente por un hombre justo; el cual por tanto recibe los efectos del sacramento «ex opere operato». Esta comunión es formalmente sacramental y por tanto ella sola debe decirse sacramental. De ésta tratamos.

 

248.- La UNIÓN CON CRISTO se entiende unión espiritual del hombre con Cristo Cabeza. Esta unión no se realiza en primer término por la Eucaristía, sino por la gracia santificante, la cual ya se da por supuesto que habita en el alma; más por la Eucaristía se aumenta, se perfecciona y «se lleva en esta vida mortal como a la cúspide».

 

AUMENTA LA GRACIA, a saber la santificante y juntamente con ella las virtudes infusas, de modo especial la caridad.

 

FOMENTA LA CARIDAD, a saber el fervor de la caridad, el cual consiste sobre todo en los actos de caridad, De donde se sigue de la recepción de este sacramento un cierto deleite espiritual o dulzura y suavidad del alma. Por ello este pan del cielo se dice que contiene en sí todo deleite.

 

249.- Adversarios. Se dice que los armenios negaron todo efecto espiritual de la Eucaristía (D 546).

 

250.- Doctrina de la Iglesia. El Concilio Florentino, al explicar a los armenios la fe de la Iglesia Romana (D - 698), dice: El efecto de este sacramento es «la incorporación del hombre a Jesucristo. Y puesto que por la gracia el hombre queda incorporado a Jesucristo y se une a los miembros de Éste, consiguientemente por este sacramento se aumenta la gracia en los que lo reciben dignamente; y todo el efecto que la comida y la bebida material  obran en cuanto a la vida corporal, sustentándola, aumentándola, restableciéndola y deleitándola, este sacramento lo lleva a efecto en cuanto a la vida espiritual».

 

El Concilio Tridentino, sesión 13 c.2 (D 875) enseña que el sacramento es tomado «como alimento espiritual de las almas, por el que éstas se robustecen y quedan confortadas viviendo conforme a la vida de Aquél, que dijo: el que Me come, él mismo vivirá por Mí». Según el c.8 (D 882), la Eucaristía es para los que la reciben dignamente «vida del alma y saluda perpetua de la mente, para que confortados con la fuerza de ésta lleguemos desde el camino de este miserable peregrinar a la patria celestial».

 

251.- LEON XIII: La Eucaristía «puesto que fomenta y sustenta aquella vida, por cuyo deseo nos esforzamos tan ardientemente, por esto aumenta enormemente la dignidad humana (que ahora parece que se la tiene en gran aprecio). ¿Pues qué cosa es mayor o más deseable que ser hecho, en cuanto es posible, partícipe y consorte de la naturaleza divina? Pues esto nos lo otorga Jesucristo sobre todo en la Eucaristía, por la cual Él Se asocia y Se une todavía más estrechamente al hombre elevado a lo divino por el don de la gracia. Pues ésta es la diferencia que hay entre el alimento del cuerpo y el alimento, del alma, que aquel alimento, el del cuerpo, se convierte en nosotros, en cambio éste, el del alma, nos convierte en sí mismo… Ahora bien por este excelentísimo sacramento, en el cual se ve de forma especial cómo los hombres se insertan en la naturaleza divina, estos mismos hombres obtienen el aumento más grande en toda clase de virtudes sobrenaturales». Acerca de este incremento de las virtudes se habla extensamente en la misma encíclica: La Eucaristía aumenta la fe, embrida la lujuria, robustece la esperanza, aviva el sentimiento de penitencia y alentando la caridad para con Dios fomenta la caridad mutua. Por ello este sacramento «debe ser tenido como el centro en el que se sostiene la vida cristiana, cuanta se da dondequiera que sea; cualesquiera otros modos de piedad que existen, conducen y terminan en este mismo centro».

 

PIO XII; «Por el sacramento de la Eucaristía los fieles... se unen con vínculo inefable y divino con la divina Cabeza de todo el Cuerpo».

 

252.- NOTA. Según se ve en los documentos citados, se exponen los efectos de la Eucaristía por analogía con el alimento corporal, del cual es propio el sustentar y el aumentar la vida corporal por la unión y transformación del alimento en el que lo toma. Ahora bien en este divino alimento sucede al revés, a saber que los que lo toman se unen espiritualmente y en cierto modo se transforman en él mismo y de este modo sé sustenta y aumenta la vida espiritual de ellos, con un cierto deleite y dulzura. Mas es evidente que la vida espiritual se obtiene mediante la gracia y se ejercitó de modo deleitoso por el fervor de la caridad.

 

Valor dogmático. Es de fe divina y católica definida que el aumento de la gracia es efecto de la comunión, ya que consta por una parte que la Eucaristía produce la gracia (D 849) y por otra parte que se presupone la gracia antes de la recepción de la Eucaristía (D 881). Lo mismo hay que decir acerca del efecto de la unión con Jesucristo, la cual según la doctrina tridentina se realiza mediante el vínculo de la gracia y de las virtudes infusas (D 800). Es doctrina católica que por la comunión se aviva también la caridad actual.

 

253.- Prueba de la sagrada Escritura. 1 Cor 10,16-21: La comunión sacramental es un convite sacrificial, es así que en el convite sacrificial, mediante la víctima, el fiel se une con Dios; luego por la comunión sacramental se realiza la unión con Dios.

 

Jn 6,54-59: el que come la Carne de Jesucristo y bebe Su Sangre, tiene vida eterna, por el hecho de Su Carne es comida y Su Sangre es bebida; y así como la comida y la bebida permanecen en el que las toma, el cual se las asimila, de modo semejante pero al revés el que come la Carne de Jesucristo y bebe Su Sangre permanece en Él, el cual se une al que las toma y mediante tal unión vive también en el que recibe este alimento espiritual. Esta unión es igual que la que se da entre los miembros del cuerpo y la cabeza o entre los sarmientos y la vid (véase Jn 15,4-7); es por tanto una unión por la que los miembros del cuerpo participan de la vida de la cabeza y los sarmientos participan del jugo de la vida Así pues hace que en virtud de la unión con Cristo participemos de un modo mayor de la vida de Él.

 

254.- Prueba de la tradición. a) Los SS. Padres enseñan que la unión con Jesucristo se realiza por la comunión sacramental: por ella el fiel se hace miembro de Cristo: San IRENEO (R 249), San AGUSTIN (R 1524); se hace concorpóreo y consanguíneo de Jesucristo: San CIRILO DE JERUSALEN (R 843, 845); se mezcla con la Carne de Jesucristo: San CRISOSTOMO (R 1166, 1180); se cambia en Él mismo: San GREGORIO NICENO (R 1035), San AGUSTIN (R 1953); Cristo está en él y él en Cristo: San HILARIO (R 870) ; es portador de Jesucristo mismo por su unión con Él: San LEON MAGNO (R 2206); es partícipe de la naturaleza divina: San DAMASCENO (R 2371); está unido a Él, como una cantidad de cera líquida está unida a otra cantidad de igual tipo de cera: San CIRILO ALEJANDRINO (R 2116). San AGUSTIN exclama estas bellísimas palabras: «;Oh sacramento de piedad!, ¡oh signo de unidad!, ¡oh vínculo de caridad!, el que quiere vivir, tiene don de hacerlo y tiene de donde vivir. Acérquese, crea, se incorpore para ser vivificado» (R 1824).

 

b) Los SS. Padres enseñan que por la comunión se aumenta la vida del alma: por la comunión el alma queda saciada: TERTULIANO (R 362), San GREGORIO DE ILIBERIS; por la comunión el alma se santifica: CLEMENTE ALEJANDRINO (R 410); participa de la virtud vivificante y santificadora de Jesucristo: San CIRILO DE ALEJANDRIA (R 2101); tiene salud espiritual: San AGUSTIN (R 1652); posee la vida: San EFREN (R 707); vive: San AGUSTIN (R 1824); vive por muchos motivos: San BASILIO (R 916),

 

c) Los SS. Padres hablan del aumento de la caridad actual, y del fervor por medio de la comunión: San CIPRIANO enseña que por la comunión se aparta el recuerdo del hombre viejo, se olvida de la antigua conversación mundana y el corazón se solaza con la alegría del perdón divino. SN. AMBROSIO explica: por la comunión «queda impregnada la vida afectiva de los fieles de forma que se reviste de la alegría del perdón del pecado, y prescinde de las preocupaciones de este mundo, no tiene miedo a la muerte y está libre de ansiedades»,

 

255.- d) «La liturgia atestigua el aumento de la vida sobrenatural, o sea de la gracia santificante, cuantas veces se celebra la Eucaristía como pan vivo y pan de vida, pan auténticamente de hijos, como alimento de inmortalidad, por cuya recepción en esta vida temporal queda prefigurado el gozo eterno de la divinidad; como don de vida celestial, auxilio de eternidad, a fin de que por la acción de tomar la Eucaristía avancemos en orden al incremento de la redención eterna. La Eucaristía es para nosotros prenda de salvación eterna, con cuya recepción ciertamente debemos esforzarnos convenientemente de modo que podamos llegar hasta ella».

 

e) En cuanto a la caridad actual que aparece en el fervor de la vida cristiana, «la liturgia celebra la Eucaristía como alimento de los peregrinos y pan de los fieles, con -el que el buen Pastor nos apacienta y nos defiende a los mortales, como viático con el que custodia a los agonizantes del maligno enemigo y los conduce a la vida eterna; como sacramento, reconfortados por el cual podemos servir a Dios con costumbres agradables; como auxilio de salvación perpetua, por el que nos aproveche la fe siempre verdadera, por el que somos purificados y protegidos, por el que todo lo que de vicioso hay en nuestro interior quede curado; como misterio, por cuya participación seamos amaestrados en despreciar lo terreno y amar lo celestial; como misterios sacrosantos, otorgados para abrigo de nuestra reparación, los cuales sean para nosotros remedio para la vida presente y para la futura; como pan del cielo que contiene en sí todo deleite: Oh, qué suave es, Señor, tu espíritu, que, a fin de demostrar tu dulzura a los hijos, con el pan suavísimo suministrado por el cielo colmas de bienes a los hambrientos, y dejas vacíos a los altivos potentados. La Iglesia abarcando prácticamente todo esto ruega que la realización del don celestial se posesione de nuestras almas y de nuestros cuerpos a fin de que no prevalezca en nosotros nuestro sentimiento, sino que prevalezca siempre su efecto».

 

256.- Razón teológica. a) El sacramento de la Eucaristía se da a manera de comida y de bebida; es así que la propia índole de la comida y de la bebida consiste en que se administre para sostén y aumento de la vida; luego el sacramento de la Eucaristía se da para sostén y aumento de la vida espiritual; es así que esto lo obtenemos por la gracia y por la caridad; luego por el sacramento de la Eucaristía se aumenta la gracia y la caridad.

 

b) Este aumento de la vida lo realiza la comida por una íntima unión y asimilación con el que come; luego también la Eucaristía realizará el aumento de la gracia y de la caridad por una íntima unión y asimilación con el que comulga; es así que tal unión no puede ser la transformación de la comida en el que comulga; luego será la transformación del que comulga en Jesucristo, a saber por medio del amor.

 

c) La comida también deleita al que come; luego la Eucaristía debe producir un semejante deleite espiritual; es así que tal deleite en el orden espiritual proviene de que los actos de esta vida se realicen con suavidad y facilidad mediante el fervor de la caridad actual; luego este fervor de la caridad es el efecto de este sacramento.

 

257.- Escolio 1. De la ocasión en que se producen estos efectos.

 

a) El aumento de la gracia y de la caridad habitual se produce en el momento mismo de la acción de recibir la comunión; a saber en el momento en que puede decirse verdaderamente que el hombre ha comido el Cuerpo del Señor.

 

b) Ahora bien estos efectos no son mayores, en igualdad de condiciones, por el hecho de que se tomen muchas formas o se comulgue bajo ambas especies.

 

c) Si durante la presencia sacramental en el que comulga, éste se encuentra en mejores disposiciones, es muy probable que se aumente también en él este efecto.

 

d) El aumento de la caridad actual se otorga mediante unas especiales mociones de la gracia, que pueden obstaculizarse a causa del afecto a los pecados veniales (puesto que éste es muy contrario al fervor de la caridad), a causa de ciertas disposiciones del que comulga que sean menos adecuadas á la atención y a la devoción. «Se ha dicho el efecto de este sacramento no es sólo la adquisición de la gracia habitual o de la caridad sino también un cierto reconfortamiento actual de dulzura espiritual. La cual es impedida en verdad, si alguien se acerca a este sacramento interiormente distraído por pecados veniales» (Sto.Tomás 3 q.79 a.8).

 

258. -Escolio 2. De la unión de nuestro cuerpo con Cristo en la comunión. De la presencia real de Jesucristo resulta (no ciertamente como efecto, sino como uso del sacramento) cierto contacto o proximidad del cuerpo de Jesucristo con nuestro cuerpo, mediante las especies. Sin embargo ésta propiamente no es ninguna verdadera unión física o material ni añade nada a los efectos de la unión espiritual. Sin embargo a causa de la misma, puede decirse que Jesucristo se nos une más, porque se constituye verdadera y propiamente dentro del comulgante y es estrechado como con cierto abrazo corporal. De aquí que durante la presencia de las especies sacramentales Jesucristo incita al comulgante a fin de que Le hable y Le estreche afectuosamente; e incluso una vez terminada la presencia sacramental, queda una cierta actitud moral entre Cristo y el comulgante, el cual en razón de aquel contacto es considerado por un título especial que es como algo de Cristo, de modo que Cristo tenga un especial cuidado incluso en cuanto a su cuerpo. Esta unión, así entendida, puede llamarse no ciertamente física, sino mística, aunque fundamentada de algún modo en un vínculo corporal; y puede explicarse en cierto modo por una afinidad, por la que Jesucristo Esposo considera la carne del que comulga dignamente por un título especial como carne propia. De donde proviene el que la conforme a su carne incorruptible y glorificada, según veremos después, en esta vida por la disminución de la concupiscencia, y en la otra por la resurrección final.

 

TESIS 21. Por la comunión sacramental somos liberados de los pecados veniales y somos preservados de los mortales; también disminuye nuestra concupiscencia.

 

259.- Nociones. Somos LIBERADOS, esto es la comunión sacramental perdona los pecados veniales.

 

Somos PRESERVADOS, esto es la comunión sacramental no perdona ciertamente los pecados mortales (per se), pero hace que el alma resista más fácilmente a las tentaciones y por tanto esté más apartada de cometer un pecado mortal.

 

Por CONCUPISCENCIA se entiende todo movimiento desordenado del apetito sensitivo; y principalmente el apetito carnal; se disminuye, esto es se mitiga, se apacigua. Sin embargo a veces queda completamente erradicada.

 

260.- Doctrina de la Iglesia. El Concilio Tridentino, sesión 13 c.2 (D 875): Se toma la Eucaristía «como antídoto, por el que nos veamos libres de las culpas cotidianas y seamos preservados de los pecados mortales». En el cn.5 (D 887) se enseña indirectamente que la Eucaristía perdone algunos pecados.

 

LEON XIII: La Eucaristía es remedio contra el apetito de placeres. «Pues en primer lugar, aumentando la caridad, domina la pasión; y así dicen San Agustín: el afianzamiento de la caridad es la disminución de la concupiscencia; la perfección de la caridad, suprime la concupiscencia. Por otra parte la Carne castísima de Jesús reprime la insubordinación de nuestra carne, según advirtió Cirilo de Alejandría: en efecto Jesucristo viviendo en nosotros hace que quede aletargada la ley de la carne que estaba encolerizada dentro de nosotros. Más aún, el fruto singular y agradable en extremo de la Eucaristía es el que dio a entender aquella expresión profética: ¿qué es la bondad de Cristo, qué es Su belleza, sino el pan de los elegidos y el vino que produce vírgenes? A saber el propósito firme y constante de la virginidad sagrada, el cual, a pesar de. manar el mundo en riquezas, florece más amplia y abundantemente de. día en día en la Iglesia católica: con cuánto fruto y esplendor de la religión y de la misma convivencia humana ha sido ciertamente reconocido por doquier con honradez».

 

San PIO X: Jesucristo desea «que los fieles cristianos unidos a Dios por el sacramento reciban fortaleza de él para dominar las pasiones, para purificar las culpas leves en las que a diario se cae, y para precaver los pecados más graves, a los cuales está expuesta la fragilidad humana.» (D 1981).

 

261.- Valor dogmático. Es de fe divina y católica definida en el Tridentino que el efecto del sacramento de la Eucaristía es la liberación de los pecados veniales y la preservación de los pecados mortales. Es doctrina católica que es también disminución de la concupiscencia.

 

262.- Prueba de la tradición. San EFREN afirma expresamente: «El que come con fe el pan santificado en mi nombre, si es puro, se conserva puro; si ha pecado venialmente, se le perdona» (R 707). San CRISOSTOMO: «Esta sangre dignamente recibida, aparta lejos a los demonios, llama junto a nosotros a los ángeles, al mismo Señor de los ángeles...Con ésta se purifica el alma, se adorna, se inflama; ésta hace a nuestra alma más brillante que el fuego; esta sangre derramada nos hace el cielo accesible». Y en otro lugar dice: «Así pues, ¿cómo, podremos liberarnos de esta peste (de la ira).? Si bebemos aquella bebida, que puede hacer que queden extinguidos los gusanos y las serpientes que se agazapan en nuestro interior. Y ¿cuál es, dices, esa bebida, que posee tal virtud? La preciosa sangre de Jesucristo, si se toma con fe». San AMBROSIO: «El que está herido, busca la medicina; hay herida porque estamos bajo el pecado; la medicina es el celestial y venerable sacramento». San GREGORIO NICENO: La Eucaristía es la medicina para desterrar el veneno del alma. San JERÓNIMO: «El que es el pan de los elegidos, o de los jóvenes, ese mismo es también el vino que alegra el corazón del hombre y que beben las vírgenes, que son santas en cuerpo y en espíritu, a fin de que rebosantes de gozo sigan a la Iglesia».

 

Expresiones semejantes tenemos en la Liturgia. La Iglesia ruega para que el sacramento de la Eucaristía nos «libere constantemente de los propios reatas», para que nos «purifique», «para que nos otorgue la expiación y la protección»; «para que no quede mancha de crímenes en mí,' a quien han fortalecido los sacramentos puros y santos».

 

263.- Razón teológica. a) Los PECADOS VENIALES; Por el alimento se restaura lo que continuamente se va perdiendo en el cuerpo por el proceso vital; luego algo semejante sucede por la comunión en la vida espiritual es así que en esta vida los pecados veniales disminuyen continuamente el fervor de la caridad, en la cual consiste la vida espiritual misma; luego por la comunión se perdonan los pecados veniales.

 

Este efecto es producido «es opere operato» por la infusión de la gracia sacramental. No exige ninguna otra disposición especial en el que comulga, a no ser el estado de gracia y la ausencia de afecto actual a aquel pecado venial que se perdona. De donde este afecto no sólo es producido indirectamente, a saber avivando el fervor de la caridad, sino también directa e inmediatamente borrando la mancha misma del pecado.

 

b) Los PECADOS MORTALES: El pecado mortal es la muerte de la vida espiritual. Luego la preservación de, él acontece como la preservación de la muerte corporal, la cual se realiza mediante el alimento que robustece y la medicina que cura y por las armas que defienden de los enemigos exteriores; luego de modo semejante somos preservados del pecado mortal; es así que la Eucaristía es el alimento que robustece por el aumento de la caridad y de la gracia, es la medicina que cura por la 'acción de borrar los pecados veniales y finalmente es el signo de la pasión de Jesucristo por la cual han sido vencidos los demonios; luego por la Eucaristía somos preservados del pecado mortal. Véase Sto. TOMAS 3 q,79 a.6.

 

Esta preservación acontece en primer término en cuanto que el sacramento de la Eucaristía aporta abundancia de gracia santificante; y  en segundo lugar, en cuanto que por el aumento de la caridad habitual el alma se deleita más con lo espiritual y. se hace menos sensible a lo temporal y a lo carnal; en tercer término, en cuanto que la presencia de Jesucristo víctima ahuyenta a los demonios, así como los ahuyentó en la Cruz por su muerte; en cuarto lugar, en cuanto que se disminuye la concupiscencia misma, según veremos inmediatamente.

 

264.- c) CONCUPISCENCIA: En primer lugar, según dice San Agustín, «el robustecimiento de la caridad es la disminución del apetito desordenado; la perfección de la caridad suprime el apetito desordenado»; es así que el sacramento de la Eucaristía aumenta la caridad; luego disminuye el apetito desordenado, esto es la concupiscencia. Véase Santo TOMAS 3 q.79 a.6. Así describe LUGO las consecuencias corporales del fervor de la caridad del alma: «se sigue una a manera de palpitación del corazón que se goza en alabar a Dios, la alegría del rostro, un color vigoroso, la modestia de los ojos, el dominio de la lengua, la madurez en la hermosura, la reforma de todo el cuerpo y la ordenación modesta y gentil de todo el porte externo». Todo lo cual, es evidente cuán lejos se encuentra de la figura de la persona que da pábulo a la concupiscencia.

 

En segundo término, del convite eucarístico resulta una familiaridad amistosa entre el fiel y Jesucristo. Luego también se da en el fiel un mayor conocimiento de lo relacionado con lo espiritual y una luz más clara para juzgar acerca de esto (pues el conocimiento mayor de los amigos entre sí resulta de la amistad misma: véase Jn 15,15); es así que por esta luz quedan disminuidas y caen en el letargo las perversas agitaciones y tentaciones de la concupiscencia; luego se disminuye la concupiscencia.

 

En tercer lugar, de la misma amistad provienen los afectos piadosos y buenos en la voluntad del que comulga; es así que por estos piadosos afectos quedan aletargados los afectos perversos de la concupiscencia y del placer carnal; luego también se disminuye de este modo la concupiscencia. Ahora bien esta abundancia la pretende Jesucristo por la institución misma de este sacramento, de la cual es propio el realizar la unión de amor con Él.

 

En cuarto lugar, puede añadirse piadosa y probablemente, que el sacramento de la Eucaristía influye en el cuerpo mismo del que comulga, no ciertamente dándole alguna cualidad sobrenatural, sino moderando el elemento corporal de la concupiscencia y extinguiendo paulatinamente el ardor de la pasión.

 

Luego hay que decir «que por este sacramento se otorga esta moderación del pábulo pasional mediante los auxilios especiales de Dios y la providencia o gobierno externo; por los cuales sucede en primer lugar que en el hombre se avivan pensamientos y afectos muy acomodados a este fin; después, se quitan las ocasiones externas, que pueden traer perversas agitaciones al hombre y se ofrecen más bien aquellas ocasiones que aportan templanza y moderación; por último, son rechazados los demonios, a fin de que no aumenten el incendio de las pasiones».

 

265.- Escolio 1. Sobre si el sacramento de la Eucaristía produce en alguna ocasión la gracia primera. Está claro que el sacramento de la Eucaristía no produce «per se» la gracia primera, porque es sacramento de vivos, y supone en el comulgante el estado de gracia, para recibir la Eucaristía «sacramentalmente y al mismo tiempo espiritualmente». Pero preguntamos a ver si «per accidens» produce en algún caso determinado la gracia primera. Es el caso de un hombre que comulga en estada de pecado mortal, el cual sin embargo comulga de buena fe pensando que él está en estado de gracia y que goza de las disposiciones requeridas. Se pregunta por tanto, si en este caso el comulgante recibe la gracia primera, esto es la gracia, la cual le sea infundida juntamente con el perdón de ese pecado que tiene.

 

Suárez responde con otros muchos autores de modo afirmativo. Ya porque se dice que los sacramentos producen la gracia en todos los que no ponen impedimento, ya porque este sacramento contiene especialmente a Jesucristo fuente y autor de la gracia y de la vida espiritual, el cual es verosímil que quiere dar esta gracia a un hombre que no está indispuesto. Esta sentencia es probable y puede defenderse, con tal que se suponga en el comulgante juntamente con la buena fe alguna atrición verdadera y sobrenatural, sin la cual es imposible que se perdone el pecado. No obstante responden negativamente Vázquez y Lugo.

 

Escolio 2. De la remisión de las penas, como efecto del sacramento de la Eucaristía. Según la doctrina de Santo Tomás 3 q.79 a.5, la remisión de las penas temporales es efecto del sacramento de la Eucaristía, no directamente en virtud del sacramento, sino indirectamente por una cierta concomitancia, puesto que produce aumentó de caridad, de cuyo fervor se sigue la remisión no sólo de la culpa sino también de. la pena; de ésta ciertamente según la medida de la devoción y del fervor.

 

De aquí que el sacramento de la Eucaristía no posee el efecto «ex opere operato» a no ser exclusivamente en los que le reciben; véase Santo Tomás 3 q.?9 a.7. Pues si poseyera algún efecto «ex opere operato», este efecto sería de modo especial la remisión de la pena temporal. Por consiguiente cuando los fieles piadosos ofrecen la comunión por otras personas vivas o difuntas, no les ofrecen algún fruto percibido del sacramento «ex opere operato», sino el mérito y las satisfacciones, que posee la comunión misma «ex opere operantis». Es en efecto una obra buena de la virtud de la religión, realizada en gracia, especialmente satisfactoria y meritoria a causa del fervor de la caridad que provoca y a causa de la unión con Jesucristo al que contiene realmente presente.

 

TESIS 22. El sacramento de la Eucaristía es sacramentalmente para los que lo reciben la prenda de vida eterna.

 

266.- Nociones. PRENDA es aquello que se da como signo objetivo del precio que se va a pagar después. Tal decimos que es la Eucaristía para los que comulgan respecto de la vida eterna.

 

VIDA ETERNA es la gloria celestial, la cual, para que sea perfecta cual nos la mereció la redención de Jesucristo, incluye la glorificación del alma y del cuerpo y por tanto la resurrección de éste. Afirmamos que ambas cosas se dan como en prenda en la comunión,

 

267.- Doctrina de la Iglesia. El Concilio Tridentino, en la sesión 13 c.2 (D 875): «quiso además ser prenda de nuestra gloria futura y perpetua felicidad». En el c.8 (D 882) se enseña que la Eucaristía es el pan espiritual «confortados por cuyo vigor (los fieles) pueden llegar desde el camino de este miserable peregrinar a la patria celestial».

 

LEON XIII: «El augusto sacramento de la Eucaristía es causa e igualmente prenda de la felicidad y de la gloria y esto no sólo para el alma, sino también para el cuerpo. Pues al enriquecer con abundancia de bienes celestiales las almas, entonces les inunda de gozos suavísimos, que superan con mucho cualquier estimación y esperanza de los hombres; sostiene en las adversidades, da vigor en la lucha de la virtud, guarda para la vida eterna y conduce hasta ella como con el viático preparado. La Hostia divina siembra en el cuerpo caduco y débil la semilla de la futura resurrección: puesto que el Cuerpo inmortal de Jesucristo siembra la semilla de inmortalidad a fin de que brote en el momento oportuno. Que estos dos bienes alcanzarán por ello al alma y al cuerpo, la Iglesia lo ha enseñado en todo momento siguiendo a Jesucristo que afirma: el que come…».

 

INOCENCIO XI condenó el error de los que dicen por exceso que la comunión frecuente es señal de predestinación en los que viven como paganos (D 1206).

 

Valor dogmático. De fe divina y católica definida.

 

268.- Prueba de la sagrada Escritura. Jn 6,48-59. Con ocasión de la comparación con el maná promete Jesucristo que Él dará el pan vivo, esto es Su Carne y Su Sangre bajo las especies de pan y de vino en la Eucaristía. Y en verdad el maná no fue verdaderamente pan de vida, porque los que lo comieron murieron. La Eucaristía en cambio será verdadero pan de vida, pan vivo y vivificante, el cual los que lo hayan comido no morirán, esto es vivirán eternamente. Y explica más esta vida eterna, que produce la Eucaristía en aquellos que la comen. En efecto la Eucaristía contiene la vida que es eterna, la cual nunca cesará con la muerte, y también contiene la vida que será dada de nuevo después de la muerte, por la resurrección. La primera es la vida espiritual; la segunda es la vida corporal. Así pues el sacramento de la Eucaristía produce ambas vidas, pero de distinto modo. La primera la produce de forma que conserve, promueva, y aumente la vida que ya existe en el alma; ahora bien la conserva no de cualquier modo, sino eternamente. La segunda en cambio la produce de tal manera que la restaura después que ha sido perdida por la muerte; y la restaura para durar perpetuamente por toda la eternidad. Luego el que comulga recibe en el sacramento mismo una cierta señal objetiva de vida eterna en cuanto al alma y de resurrección perpetua en cuanto al cuerpo; lo cual es verdadera señal, ya que se fundamenta en la promesa misma de Jesucristo, la cual no podrá dejar de cumplirse.

 

269.- Prueba de la tradición. a) Los SS. Padres dicen que Jesucristo, dando la comida y la bebida de la Eucaristía, nos ha dado la vida eterna: la Didaché (R 7); de forma que hay que temer acerca de la salvación eterna de aquel que no haya comulgado: S. CIPRIANO (R 559). Por ello llaman a la Eucaristía «medicina de inmortalidad, antídoto contra  la muerte»: S, IGNACIO (R 43); prenda de vida eterna: S. HIPOLITO (R 1,161).

 

b) Los SS. Padres enseñan que por la unión con Jesucristo el hombre participa de la incorrupción: S. GREGORIO NICENO (R 1035); porque la Eucaristía siembra en nosotros «una a manera de semilla de inmortalidad», apartando toda corrupción: S. CIRILO DE ALEJANDRIA. Afirman que la carne por la Eucaristía' se hace capaz de la vida eterna: S. IRENEO (R 249); que los cuerpos que reciben la Eucaristía «ya no son corruptibles, por tener la esperanza de la resurrección»: S. IRENEO (R 234); pues resucitarán como resurge el grano del trigo sepultado en la tierra: S. IRENEO (R 249).

 

c) Por ello en general los Padres dicen que en la Eucaristía se nos otorga la buena esperanza acerca de la vida futura: S. CRISOSTOMO.

 

d) La Iglesia reza en la liturgia: «Te rogamos, Señor, que hagas que nosotros nos llenemos del gozo eterno de tu divinidad, el cual lo prefigura la recepción en esta vida de tu precioso Cuerpo y de tu preciosa Sangre»; y pide que por la comunión «recibamos la ayuda presente e igualmente la futura para nuestros cuerpos»; y dice al que comulga: «El Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo guarde tu alma [te guarde] para la vida eterna». Por tanto canta la Iglesia: «Oh sagrado convite en el que... se nos dala prenda de la gloria futura».

 

270.- Razón teológica. a) El alimento corporal está ordenado intrínsecamente a llevar al hombre a un estado perfecto; luego de modo semejante la Eucaristía en la vida espiritual; es así que el estado perfecto de la vida espiritual es la vida eterna; luego la Eucaristía está ordenada a transmitirnos la vida eterna.

 

b) Por razón de la comunión se realiza una unión especial' de nuestra carne con la Carne de Jesucristo y cierta como afinidad entre ambas, por la cual Jesucristo considera aquella carne como propia (véase anteriormente el nº 258); luego Jesucristo conformará aquella carne al propio ejemplar de Su Carne; luego la resucitará en la gloria.[4]

 

TESIS 23. Por la comunión sacramental se aumenta la mutua unión de los miembros de la Iglesia.

 

271.- Nociones. LA MUTUA UNIÓN, a saber la que se da entre los miembros del Cuerpo místico de Cristo, en cuanto tales, bajo Cristo Cabeza.

 

Se AUMENTA a saber no comienza a existir por primera vez, ya que se da en cierto modo porque son miembros del mismo Cuerpo; sino que se robustece y se hace más firme y más fácil para que se ejercite mejor en actos de caridad.

 

272.- Doctrina de la Iglesia. El Concilio IV de Letrán (D 430) enseña que el sacramento de la Eucaristía se da «para llevar a término el misterio de la unidad».

 

El Concilio Florentino en el decreto referente a los armenios (D 698) explica como en este sacramento se realiza «la incorporación del hombre a Cristo», por el aumento de la gracia, por la cual «el hombre queda incorporado a Cristo y se une a los miembros de Él».

 

El Concilio Tridentino, en la sesión 13 c.2 (D 875) afirma que entre los efectos del sacramento de la Eucaristía está el ser él mismo «el símbolo de aquel solo Cuerpo, del cual Él mismo es la Cabeza y al cual quiso que nosotros estuviéramos estrechamente unidos como miembros muy entrañables por los lazos de la fe, de la esperanza y de la caridad, a fin de que todos tuviéramos un mismo decir y no hubiera en nosotros cismas». Con estas palabras, aunque directamente se trate de la unión con Cristo Cabeza, se indica también la unión mutua entre los miembros del Cuerpo místico. Esta unión la explica más claramente el Concilio en el c.8 (D 882), llamando a la Eucaristía «signo de unidad», «vínculo de caridad», «símbolo de concordia, en el cual todos los cristianos deben coincidir y estar de acuerdo». Puesto que «nuestro Salvador dejó en su Iglesia [la Eucaristía] como símbolo de aquella unidad y caridad, por la que quiso que todos los cristianos estuvieran unidos y agrupados entre sí», según se afirma en la introducción del decreto (D 873a).

 

273.- LEON XIII: «Así pues Jesucristo quiso, al instituir este augusto sacramento, avivando la caridad para con Dios, fomentar la caridad mutua entre los hombres. En efecto ésta, según es obvio, por su propia naturaleza se deriva de él y se difunde como espontáneamente; y no puede suceder el que por parte alguna se eche de menos, más aún es necesario que se inflame y esté vigorosa, si aprecian la caridad de Jesucristo en este sacramento para con ellos; en el cual sacramento, así como ha manifestado de modo magnífico su poder y su sabiduría, así también ha como desparramado las riquezas de su divino amor entre los hombres... Hay que añadir que hasta los signos mismos, de los que consta este sacramento, son muy adecuados estímulos de unión...».

 

S.PIO X: «Al querer que la participación de esta mesa, que es símbolo, raíz y principio de la unidad católica, sea común a todos los fieles, se propicia el que deba crecer entre los fieles la concordia de sus almas; porque, dice el Apóstol, aun siendo muchos un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan».

 

PIO XII: «El sacramento de la Eucaristía, al ser imagen viva y plenamente admirable de la unidad de la Iglesia (puesto que el pan que se va a consagrar siendo el resultado de muchos granos se fusiona en un solo pan), nos entrega al autor mismo de la gracia sobrenatural, a fin de que extraigamos de él aquel espíritu de caridad, por el cual se nos ordene vivir no ya nuestra vida, sino la vida de Jesucristo y amemos al Redentor mismo en todos los miembros de su-cuerpo social»

 

Valor dogmático. De fe divina y católica definida.

 

274.- Prueba de la sagrada Escritura. 1 Cor 10,17: porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan. Hemos dicho anteriormente en el n°. 82 que se dan dos exposiciones de este texto. La primera es: puesto que nosotros en nuestra multitud somos un solo pan, un solo cuerpo, ya que todos participamos del único y mismo pan. La segunda es: puesto que el pan es uno solo, por ello nosotros, aunque muchos, somos un solo cuerpo, ya que todos participamos del único y mismo pan. Esta segunda exposición, parece más adecuada. Mas nuestro argumento procede del mismo modo siguiendo una u otra exposición. Pues siempre la causa de la unión entre los cristianos es la comunión del único y mismo pan eucarístico.

 

275.- Prueba de la tradición. a) Los SS. Padres dicen que la Eucaristía es el misterio de la unión de los cristianos en un solo cuerpo: S. AGUSTÍN (R 1524); el cual misterio nos lo encomienda por la unidad del pan: S. AGUSTÍN (R 1519).

 

b) Los SS.Padres encuentran el símbolo de la unidad en el pan mismo, hecho de muchos granos de trigo, y en el vino mismo, exprimido de muchas uvas. Así ya en la Didaché (R 6s), en S. CIPRIANO, Eucoloquio de Serapión, en S. CRISOSTOMO (R 1194), en S. AGUSTIN (R 1824).

 

c) Los Padres ponen el pan único como razón de la unión cristiana: S. IGNACIO (R 43, 56); por ello la Eucaristía es «signo de unidad» y «vínculo de caridad»: S. AGUSTIN (R 1824).

 

d) Jesucristo mismo se une a nosotros en la Eucaristía para que nos unamos mutuamente: S. CRISOSTOMO (R 1166); porque los que comulgan se hacen concorporales no sólo con Cristo sino también entre sí, S. CIRILO DE ALEJANDRIA.

 

e) La Iglesia reza en la liturgia: «a fin de que a aquellos a los que has saciado con tus sacramentos pascuales, les otorgues por tu piedad un solo corazón». En la Eucaristía ve «los dones místicamente designados de la unidad y de la paz». Signo eficaz de unión es para la Iglesia la comunión misma: «Señor, te rogamos que así como esta tu sagrada comunión que hemos recibido predesigna la unión de los fieles en Ti, así realice el efecto de la unidad en tu Iglesia».

 

276.- Razón teológica. El que comulga se une de un modo especial con Jesucristo Cabeza como miembro de Él; luego se une en el Cuerpo mismo con otros miembros de este Cuerpo.

 

Está claro que esta unión se realiza por el aumento de caridad, sin embargo no de cualquier modo, sino por el hecho de que este sacramento ha sido instituido para alcanzar este fin. Ahora bien esto se ve sobre todo tanto por el simbolismo del pan y del vino como por la naturaleza de la comida y de la bebida. En efecto aquéllos resultan uno solo a base de muchos elementos; y éstos se transforman en el que come, aunque en el sacramento la transformación se realice del que comulga en Jesucristo.

 

Por último puede tenerse en consideración también la índole del convite sacrificial. Pues en él se hace profesión de una sola religión, de una sola fe, de una sola vida espiritual entre todos los que participan.

 

277.- Escolio. De los efectos del sacramento de la Eucaristía en cuanto es sacramento permanente. La presencia real permanente de Jesucristo en la Iglesia no puede dejar de ser fuente y origen de muchos bienes para la Iglesia misma y para los fieles. Por esto se dice que la Eucaristía es «el centro de toda la vida cristiana». En efecto de esto proviene una devoción y una vida religiosa especial en los fieles y gracias actuales extraordinarias, por las que se aumentan y se fomentan nuestras virtudes y una especial providencia de Dios para con los cristianos que nos defiende contra los peligros y las tentaciones.

 

Otra cuestión es acerca de si la Eucaristía es causa universal de todas las gracias en absoluto, las cuales Dios concede a los hombres. Lo cual ciertamente parece que difícilmente puede admitirse, si se trata de alguna causalidad eficiente y propiamente dicha.

 

Articulo IV

De la necesidad del sacramento de la Eucaristía

 

278.- Una vez que hemos estudiado la existencia, la esencia, los efectos del sacramento de la Eucaristía, queda que pasemos a tratar acerca de la necesidad de este sacramento. Pues el que la Eucaristía deba existir necesariamente y siempre en la Iglesia bien como sacrificio, bien como sacramento, es de suyo suficientemente evidente. Ahora bien podemos pensar en distintas clases de necesidad de recibir el sacramento de la Eucaristía, según que se trate de la necesidad de medio o de la necesidad de precepto; y de la necesidad para la salvación en general, o de la necesidad para perseverar.

 

Por consiguiente esto hay que ahora concretarlo más.

 

TESIS 24. El sacramento de la Eucaristía no es necesario con necesidad de medio, ni recibido en la realidad ni en voto, para alcanzar la salvación; sin embargo es necesario con necesidad moral en sentido lato para perseverar por largo tiempo en estado de gracia.

 

279.- Nociones. Se dice NECESARIO aquello sin lo que no puede obtenerse algo, NECESARIO CON NECESIDAD DE MEDIO, si se requiere como el medio, sin cuyo influjo no se alcanza el fin; con necesidad de precepto, si se requiere como una condición a fin de que no se ponga un nuevo impedimento positivo para que se-lleve a cabo el fin.

 

Lo necesario con necesidad dE medio puede ser físicamente o moralmente necesario; según que el medio con su influjo quite la física y absoluta incapacidad de alcanzar el fin o sólo quite la incapacidad moral, que consiste en una gran dificultad, que sin aquel medio no será superada, bien simplemente y sin excepción alguna (necesidad moral estrictamente tal), o sólo muy raras veces (NECESIDAD MORAL EN SENTIDO LATO).

 

EN REALIDAD O EN VOTO se dice el medio necesario, según que el medio mismo deba ponerse a fin de que ejerza su necesario influjo, o pueda ser substituido el medio por otra cosa, que supla el influjo de él.

 

Por SALVACIÓN se entiende la visión beatífica. Ahora bien puesto que en esta situación providencial de los humanos para obtener la visión beatífica lo único que se requiere de modo absoluto en el hombre, es el estado de gracia en el momento de la muerte, el sacramento de la Eucaristía podemos pensar que es necesario para la salvación de tres modos; a 'saber porque sería el medio, sin cuyo influjo en la realidad o en voto sería imposible: a) alcanzar la gracia primera; b) alcanzar la fuerza para perseverar en gracia; c) alcanzar la perseverancia pasiva, esto es la unión del estado de gracia con el momento de la muerte.

 

Decimos que el sacramento de la Eucaristía ni en la realidad ni en voto es un medio físicamente necesario para la salvación por ninguno de estos modos. Pero que es en la realidad o en voto moralmente necesario para alcanzar la fuerza de perseverar por largo tiempo, con una necesidad moral en sentido lato.

 

280.- Adversarios. Se dice que sostuvieron los armenios en el siglo XIV (D 542) la necesidad absoluta del sacramento de la Eucaristía incluso respecto de los niños.

 

Que el sacramento de la Eucaristía es físicamente necesario en la realidad o en voto para la salvación lo sostuvieron muchos teólogos en la Edad Media, también algunos en la Edad Moderna como TOLEDO, JUAN DE S. TOMAS, y otros. La misma sentencia la volvieron a sostener algunos más recientes, entre los cuales sobresalen:

 

a) NICOLUSSI, el cual defendió que el sacramento de la Eucaristía es físicamente necesario para alcanzar la gracia primera. De donde el adulto en la recepción misma' del bautismo debe hacer el voto de la Eucaristía, sin el cual el bautismo no confiere la gracia, puesto que la gracia bautismal se confiere con vistes a la Eucaristía. En el bautismo de los niños la Iglesia suple este voto.

 

b) SPRINGER sostuvo que el sacramento de la Eucaristía es necesario en la realidad o en voto para alcanzar la incorporación con Cristo, sin la cual no se da ninguna salvación en esta situación providencial de los humanos. Esta incorporación en realidad solamente se adquiere por la Eucaristía, la cual es fuente de todas las gracias. Has cualquier gracia habitual en el hombre, cualquier incorporación con Cristo, si no es asumida en la realidad por la Eucaristía, necesariamente será asumida por ella en voto o espiritualmente. De donde el bautismo, la penitencia, la oración, la observancia de los mandamientos tienden connaturalmente a recibir la Eucaristía en la realidad, a fin de que puedan alcanzar su efecto; de tal modo que toda la vida espiritual es vida eucarística y la Iglesia no es otra cosa sino la sociedad de los que comulgan en la realidad o en voto.

 

DE LA TAILLE sostuvo que el sacramento de la Eucaristía es necesario con necesidad de medio para la gracia primera, por lo menos en voto implícito. Este voto se da en el bautismo válido, el cual es el sacramento de la comunión espiritual, el movimiento sacramental hacia la Eucaristía. Por él se da ya en el adulto (que tiene este voto, por lo menos en la intención de recibir el verdadero bautismo) la acción espiritual de comer la Eucaristía. En el bautismo de los niños este voto no se da en acto, pero ciertamente se da en hábito, en cuanto que está contenido objetivamente y según la fe de la Iglesia en el signo sacramental mismo del bautismo. Expresiones semejantes encontramos en FILOGRASSI, ALASTRUEY, GARRIGOTJ-LAGRANGE, y otros.[5]

 

LERCHER y DANDER afirman la necesidad moral estrictamente tal de la Eucaristía para perseverar durante largo tiempo.

 

281.- Doctrina de la Iglesia. El Concilio Tridentino en la sesión 21 c.4 (D 933) y cn.4 (D 937) enseña que los niños «no están obligados por necesidad alguna a la comunión de esto: «puesto que por el lavatorio del bautismo han quedado regenerados e incorporados a Cristo, no pueden perder en esta edad la gracia de hijos que ya han sacramental de la Eucaristía». Y aduce el siguiente motivo recibido». Por estas palabras parece que se afirma implícitamente que la única razón por la cual es necesaria la comunión es para no perder la gracia, esto es para perseverar. Consiguientemente se supone que la Eucaristía de ningún modo es necesaria para obtener la gracia primera. Lo cual en verdad tiene valor de suyo en lo referente a la recepción de la Eucaristía en la realidad, acerca de la cual únicamente habla el Concilio. Pero hay que tener muy en cuenta que el silencio acerca de cualquier voto de la Eucaristía en este contexto en realidad prueba mucho: principalmente al conocer perfectamente el Concilio el voto del bautismo (D 796) y el voto de la penitencia (D 893).

 

Valor dogmático. Es de fe divina y católica definida que el sacramento de la Eucaristía recibido en la realidad no es necesario en orden a la salvación para los niños. Es cierto que esto mismo vale también respecto al voto estrictamente dicho. Es también de fe que tampoco es necesario para los adultos con necesidad de medio en la realidad, ya. que el Tridentino enseña que solamente por el bautismo ya queda justificado el adulto (D 792 y 799). Parece cierto que el sacramento de la Eucaristía no es necesario para los adultos en el voto de la Eucaristía, sin el que el bautismo no alcance su efecto. Es sentencia cierta la necesidad moral para perseverar largo tiempo. Es sentencia más probable que esta necesidad es moral en sentido lato.

 

282.- Prueba. a) El sacramento de la Eucaristía no es físicamente necesario con necesidad de medio en la realidad: Pues o bien sería necesario para la gracia primera, o para alcanzar la fuerza de perseverar durante largo tiempo, o para obtener la perseverancia pasiva; es así que para ninguna de estas Cresa cosas es medio físicamente necesario; luego el sacramento de la Eucaristía no es físicamente necesario.

 

La menor. No es físicamente necesario para la gracia primera, porque ésta de suyo más bien se presupone; y la gracia de la Eucaristía, que es gracia de fortalecimiento, supone la gracia que ya vive. No es físicamente necesario para la fuerza de perseverar, porque la fuerza física de perseverar siempre se da en el gusto por el solo libre arbitrio de su voluntad juntamente con el estado de gracia. No es físicamente necesario para la perseverancia pasiva, porque ésta de hecho la tienen sin recibir la. Eucaristía en la realidad todos los niñas que mueren antes del uso de razón y todos los adultos que mueren después de haber hecho el acto de contrición o después de haber recibido el sacramento de la penitencia.

 

b) El sacramento de la Eucaristía no es físicamente necesario con necesidad de medio en voto: O bien se trata de un voto estrictamente tal, o bien de un voto que esté contenido objetivamente en el bautismo mismo; es así que no so trata de ninguno de los dos votos; luego no es necesario en voto.

 

La menor. No se trata de un voto estrictamente tal, porque respecto a la necesidad de éste: para los adultos debería constar expresamente; ahora bien el Tridentino nada dice acerca de él cuando expone la disposición necesaria para la justificación. No se trata de un voto que esté contenido objetivamente en el bautismo, de forma que el influjo santificador del bautismo se dé por este voto, ya que por una parte la Iglesia en ningún lugar enseña tal voto; y por otra parte así como cada sacramento posee su gracia propia, así también posee la fuerza propia de causarla; y no hay ninguna razón que obligue a disminuir la fuerza propia santificadora del bautismo en relación con otros sacramentos, o incluso de condicionar esta fuerza santificadora en el bautismo y en los otros sacramentos a la relación con la Eucaristía.

 

c) El sacramento de la Eucaristía es moralmente necesario para perseverar durante largo tiempo en gracia: Jesucristo en el sermón eucarístico (Jn 6,54) habla de alguna necesidad de la Eucaristía, la cual no es la sola necesidad de precepto, sino también necesidad de medio; es así que esta necesidad debe ser entendida como necesidad moral para perseverar durante largo tiempo en gracia; luego se requiere moralmente la Eucaristía para perseverar.

 

La mayor. Se afirma la necesidad no porque Jesucristo mismo mande recibir la Eucaristía, sino porque la Eucaristía es pan de vida, sin el que por consiguiente nadie puede vivir.

 

La menor. Esta necesidad es en orden a perseverar durante largo tiempo, porque tiene la finalidad de conservar la vida, así como se necesita el alimento para el cuerpo. Y para perseverar durante largo tiempo no debe quitarse alguna impotencia física sino sólo la impotencia moral.

 

d) Que ésta es una necesidad moral en sentido lato, se prueba porque no hay ninguna razón para afirmar una necesidad mayor, a saber que Dios no da ninguna ayuda al justo para perseverar, ni siquiera externa o remota, que no tenga con la Eucaristía alguna conexión necesaria. Esto en verdad parece que se afirma gratuitamente.

 

283.- Objeciones. 1. Inocencio I (R 2016) da la razón de por qué los niños sin el bautismo no pueden alcanzar la vida eterna, porque de otro modo no comerían la carne del Hijo del hombre, que es necesaria para obtener la vida según San Juan 6,54; luego supone que en el bautismo se da el voto de la Eucaristía.

 

Respuesta. Inocencio I solamente afirma que el bautismo es necesario para que los niños alcancen la vida, que está unida con el texto citado solamente porque en ese texto el Señor habló acerca de «la vida eterna», no sólo acerca de «el reino de los cielos». Cuya conexión con el bautismo se da por la necesaria incorporación a Cristo, que se afirma expresamente en el texto.

 

2. Jesucristo en Jn 6,54 dice «si no coméis» del mismo modo que en Jn 3,5 había dicho «que no naciere»; es así que en este último texto está contenida la necesidad de medio respecto al bautismo; luego también en el texto anterior está contenida la necesidad de medio respecto de la Eucaristía.

 

Respuesta. Distingo la mayor. Cristo dice del mismo modo, esto es en ambos casos enseña alguna necesidad de medio, concedo la mayor; la misma necesidad de medio, niego la mayor y concedida la menor distingo igualmente la consecuencia. En el texto primero está contenida alguna necesidad de medio para la Eucaristía, concedo la consecuencia; está contenida la misma necesidad de medio, niego la consecuencia. A saber está contenida en este texto la necesidad de medio para perseverar durante largo tiempo; sin embargo no una necesidad física, sino moral.

 

3. San Agustín muchas veces une el bautismo con la Eucaristía, v.gr. R 1716s; luego entiende que en el bautismo está contenido el voto de la. Eucaristía.

 

Respuesta. San Agustín muchas veces dice incluso en la misma obra, que se cita en la objeción, que el bautismo es suficiente para la salvación. Por consiguiente en los textos que opone el objetante no quiere decir otra cosa San Agustín, sino que por el bautismo se realiza la incorporación a la Iglesia, esto es al cuerpo de Cristo y a sus miembros, sin la cual incorporación es imposible la vida eterna. En este sentido dice que la vida eterna no puede darse sin la participación del cuerpo de Cristo, esto es sin la incorporación a la Iglesia, que se realiza por el bautismo.

 

284.- 4. Santo Tomas enseña que nadie posee la gracia antes de recibir la Eucaristía, a no ser por algún voto de la misma (3 q.79 a, i; (1.73 a.3). Luego afirma la necesidad de medio de la Eucaristía en la realidad o en voto.

 

Respuesta. Santo Tomás, al tratar de la necesidad de los sacramentos, dice que solamente dos sacramentos son necesarios con necesidad de medio, a saber el bautismo para todos y la penitencia para algunos (3 q, 65 a.4). Por otra parte enseña que el bautismo por su propia virtud incorpora a Cristo (3 q.70 a.4); la cual incorporación la perfecciona la Eucaristía (4 d.4 q.2 a.2 col.5). Ciertamente dice que es necesaria la comida espiritual para poseer esta incorporación (3 q.65 a.4). Ahora bien esta incorporación en tanto la llama voto de la Eucaristía, en cuanto que el bautismo está ordenado por su fin a la recepción de la Eucaristía (3 q.65 a.3). Pero está claro que sólo impropiamente puede llamarse esto voto de la Eucaristía.

 

5. Toda vida espiritual brota de la pasión de Jesucristo por la unión con la Carne vivificante de Jesucristo; es así que la Carne de Jesucristo solamente está en la Eucaristía; luego la Eucaristía se requiere «simpliciter» para la salvación.

 

Respuesta. Distingo la mayor..Por la unión con la Carne de Jesucristo, esto es por algún verdadero influjo de la misma, concedo la mayor; por la unión con la Carne de Jesucristo, esto es por la acción de comer esta misma Carne, niego la mayor y contradistingo la menor. La Carne de Jesucristo que va a ser comida solamente está en la Eucaristía, concedo la menor; la Carne de Jesucristo «simpliciter» de forma que pueda influir verdaderamente en nosotros, solamente está en la Eucaristía, niego la menor.

 

6. En la Eucaristía está el autor de la gracia; luego de ella proviene la causalidad universal de todas las gracias.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. En la Eucaristía está el autor de la gracia, esto es Aquel que es el autor de la gracia, concedo el antecedente; está el autor de la gracia, esto es en cuanto tal autor de la gracia, niego el antecedente y distingo igualmente el consiguiente. De ella provendría la causalidad universal de la gracia, si en ella estuviera el autor de la gracia incluso en cuanto autor de la gracia, concedo el consiguiente; si está solamente Aquel que es el autor de la gracia, niego el consiguiente. Habría que probar que Jesucristo ha dispuesto esto de tal modo que no concedería ninguna gracia a no ser en conexión con su presencia sacramental.

 

7. Es necesaria absolutamente para la salvación la incorporación a Jesucristo„ es así que esta incorporación se realiza por la Eucaristía; luego la Eucaristía se requiere absolutamente para la salvación.

 

Respuesta. Distingo la mayor. Para la salvación es absolutamente necesaria la incorporación a Jesucristo, incoada por el bautismo, concedo la mayor; la incorporación perfecta y consumada, niego la mayor y contradistingo la menor. La incorporación incoada se realiza por la Eucaristía, niego la menor; la incorporación perfecta y consumada se realiza por la Eucaristía, concedo la menor.

 

EPÍLOGO

 

285.- El misterio eucarístico, que hemos expuesto, es «la cabeza y como el centro de la religión cristiana». Pues este misterio eucarístico supone la Trinidad, en la que el Verbo está eternamenté en el seno del Padre y supone la Encarnación, 'en la que Jesucristo está temporalmente en el seno de la Madre y la Redención, cuyo sacrificio se renueva perennemente en el misterio eucarístico y en este misterio se recibe con abundancia los frutos de la misma, y supone la vida eterna, de la cual el misterio eucarístico es la prenda que supera en seguridad a toda otra seguridad. Por este misterio permanece con nosotros el Señor con una nueva y singular presencia, víctima perpétua como en el seno de su Iglesia en favor de nosotros en presencia del Padre, por cuya continua, participación nos santificamos y fortalecemos en el largo camino hasta el monte de Dios. Hay que permanecer siempre en su adoración y alabanza, porque es mayor que toda alabanza posible y no somos capaces de alabarle lo suficiente.

 


[1] «Celebrando la memoria,.. pedimos que envíes al Espíritu. Santo a la oblación de la santa. Iglesia; reuniedoles, en uno solo a todos los santos que reciben esta oblación la llenumbre del Espíritu. Santo para la confirmación en la verdad de la fe...».

[2] La comunión es siempre y esencialmente participación de la víctima sacrificial, en cualquier tiempo en que se realice, Por consiguiente, si bien hay que recomendar la comunión dentro de la Misa y con las formas consagradas en la misma Misa, sin embargo esto no debe urgirse como absolutamente necesario; más aún habrá circunstancias en las cuales se aconseje más bien lo contrario según la mente misma de la Iglesia.

[3] El Concilio Tridentino en la sesión 13 c.7 <D 880) y cn.11 (D 893) define que se requiere el estado de gracia para que produzca fruto la recepción de este sacramento según la 1 Cor 11,28s. Declaró además, que si hay pecado mortal, no es suficiente obtener el estado de gracia mediante el acto de cantrición sino que se requiere la confesión sacramental.

[4] Véase FRANZELIN, Acerca de la Eucaristía (Rama 1962) 333. Así se prueba la resurrección del cuerpo como efecto de la Eucaristía, no sólo por la razón general (a saber porque la resurrección del cuerpo proviene de la gracia santificante del alma elevada a la visión beatífica), sino por una razón completamente especial que concierne a este sacramento. SUAREZ (en 3 q.79 disp. 64 s.2) explica esto por el solo. nuevo título en orden a la resurrección, a la cual ya se tenía derecho por la gracia, Pero LUGO (Acerca de la Eucaristía disp. 12 s.5 n.107s) quiere explicar esto no sólo por un nuevo título, sino por el especial aumento de gracia y por los particulares socorros que se dan precisamente a causa de la intención de la resurrección corporal y en orden a ella.

[5] Debemos tener en cuenta sin embargo que los autores no siempre exponen claramente su sentencia. Pues si por voto de la Eucaristía en el bautismo entienden solamente la ordenación objetiva, en cuanta que en el bautismo se da la incoación de aquella incorporación- que se-consuma por la Eucaristía y por ello el bautizado es impulsado de modo connatural a recibir la Eucaristía, puede admitirse esto; pero a duras penas puede llamarse voto de la Eucaristía. Véase LERCHER-DANDER, 347, A, 3.