TRATADO III

 

DEL SACRAMENTO DE LA UNIDAD CRISTIANA


o
 

SANTÍSIMA EUCARISTÍA

 

 

por el Padre José A. de Aldama, S. J.

 

 

LIBRO II

 

DE LA REALIDAD DEL MISTERIO EUCARÍSTICO EN LA IGLESIA

 

73.- Hemos visto que Jesucristo en la última Cena completó una acción sagrada, que fue al mismo tiempo la transubstanciación del pan y del vino en su Cuerpo y en su Sangre y la oblación del mismo Cuerpo y Sangre en verdadero sacrificio a Dios. Pero además, según hemos visto, Jesucristo quiso que esta misma acción sagrada perdurara en la Iglesia hasta el fin de los tiempos; y de este modo cumplió su promesa anterior y las antiguas profecías de instaurar un nuevo culto en el tiempo mesiánico.

 

De aquí se sigue inmediatamente que existe en la Iglesia esta acción sagrada por institución de Jesucristo (con la potestad ministerial necesaria para realizarla); y que por ello bajo las especies de pan y de vino está realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo, el cual se ofrece en sacrificio a Dios y el cual lo comen los fieles para alimento espiritual. Ahora debemos estudiar de qué modo se realiza esto en la Iglesia.

 

El fundamento de todo el tratado es la presencia real de Jesucristo bajo las especies de pan y de vino. Pues ni podría ofrecerse el sacrificio del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, si no estuvieran realmente presentes bajo las especies este Cuerpo y esta Sangre; ni podrían ser tomados en comida y en bebida el mismo Cuerpo y la misma Sangre de Jesucristo, si en realidad no estuviera realmente presente Jesucristo bajo las especies de pan y de vino.

De aquí proviene el orden de nuestro tratado.

 

CAPITULO I

DE LA PRESENCIA REAL DE JESUCRISTO EN LA EUCARISTÍA

 

74.- La doctrina de la Iglesia acerca de la presencia real de Cristo en la Eucaristía se encuentra propuesta muy acertadamente por el Concicilio Tridentino, sobre todo en la sesión 13 cn, 1-4. Los puntos principales de esta doctrina son los siguientes:

 

a) Cristo en la Eucaristía está contenido verdadera, real y substancialmente (cn. 1).

 

b) Cristo en la Eucaristía está presente bajo las solas especies de pan y de vino, pues en la Eucaristía ya no existe la substancia de pan y de vino (cn. 2).

 

c) De donde Cristo se hace presente en la Eucaristía por una acción, que se llama acertadamente transubstanciación (cn. 2).

 

d) Jesucristo todo entero está presente en la Eucaristía bajo cada una de las dos especies y bajo cada una de las partes de cada especie (cn. 3).

 

e) Esta presencia de Jesucristo en la Eucaristía es permanente (cn. 4).

 

En estos puntos se enseña principalmente tres cosas acerca de la presencia eucarística de Jesucristo: lo primero es el hecho mismo de la presencia real; lo segundo es la acción por la que resulta la presencia real (a saber la transubstanciación), cuyo efecto además es que desaparezca la substancia del pan y del vino, quedando solamente las especies; lo tercero es el modo especial de esta presencia real, a saber, en la que Cristo está todo entero en cada una de las especies y en cada una de las partes de éstas, y ciertamente de un modo permanente.

 

Cada uno de estos apartados los estudiaremos en seguida.

 

Artículo I

Del hecho de la presencia real

        

TESIS 7. En la Eucaristía está contenido verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre juntamente con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo y por tanto está contenido Jesucristo todo entero.

 

75.- Nociones. EN LA EUCARISTÍA, a saber bajo las especies de pan y de vino, después que han sido consagrados el pan y el vino. Prescindimos ahora de la cuestión, sobre si se da también allí la substancia de pan y de vino y sobre si las especies, que aparecen sensiblemente, se dan en la realidad.

 

ESTA CONTENIDO, esto es, está presente; de cualquier modo que en último término esté presente, acerca de lo cual no decimos nada en esta tesis.

 

VERDADERAMENTE, esto es, no solamente en señal; REALMENTE, esto es o sea no en figura; SUBSTANCIALMENTE, esto no sólo en poder o dinámicamente.

 

JESUCRISTO TODO ENTERO: todos los elementos que constituyen a Jesucristo resucitado ya de entre los muertos.

 

76.- Adversarios. 1. En el siglo XI BERENGARIO. Según éste, Jesucristo está verdaderamente presente en la Eucaristía, pero de modo espiritual o inteligible; en cuanto que el sacramento visible se entiende que es una semejanza del verdadero Cuerpo de Cristo. En la comunión, dice, Cristo es recibido por el pensamiento, no por la boca. Ahora bien puede decirse que Cristo está presente también corporalmente, en cuanto que la naturaleza divina habita corporalmente en la naturaleza humana de Jesucristo espiritualmente presente.

 

2. En los siglos XII-XIII los Berengarianos posteriores, según los cuales Cristo está presente en la Eucaristía no esencial ni verdaderamente sino sólo sacramentalmente y en significación. Puede decirse verdaderamente presente, en cuanto que es significado verdaderamente, así como es llamado verdadera víctima. Negaban también la presencia real los Cátaros y los Albigenses.

 

3. En los siglos XIV-XV ciertos Armenios, que admitían la presencia sólo en semejanza y en figura: véase D 544.

 

WICLEFF, según el cual Cristo no está en la Eucaristía verdaderamente en su presencia corporal, idéntica, real, esencialmente; substancial o corporalmente; sino sólo de modo figurado y metafórico, sacramental y virtualmente. A saber de este modo Juan fue en figura Elías y no personalmente, así como el pan es en figura el Cuerpo de Jesucristo. De donde se dice «este es mi Cuerpo», así como se dice «Juan es Elías». Este modo de pensar sigue sencillamente la doctrina de Berengario.

 

HUSS tiene la misma concepción que Wicleff.

 

77.- 4. En el siglo XVI los Protestantes, a excepción de Lutero (el cual siempre admitió la presencia real, aunque no la presencia permanente) y a excepción de los Luteranos. A saber los Sacramentarios (CARLOSTADIO, ZWINGLIO, ECOLAMPADIO) sostenían que Cristo estaba en la Eucaristía sólo en figura, esto es metafóricamente. Pues la Eucaristía es sólo sacramento, signo, símbolo o memorial de Cristo. La comunión se realiza mediante la fe en Cristo. Algo semejante, si bien un tanto atenuado, dijo BUCERO. CALVINO sostuvo que Cristo estaba presente en la Eucaristía no sólo en signo o en figura, sino mediante un poder especial, qua fluye. del. Cuerpo de Cristo que está en los cielos hasta la tierra, en virtud del cual, el que come la Eucaristía se hace por la fe partícipe del Cuerpo de Cristo, El error de Calvino lo sostuvieron también los Anglicanos, a excepción de los Ritualistas.

 

5. En los siglos XIX-XX todos los Racionalistas y Modernistas niegan la presencia real, según se desprende de sus palabras.

 

78. Doctrina de la Iglesia. 1. Antes del Concilio Tridentino.

 

a) Contra Berengario el Concilio Romano del afro 1079 (D 355). Esta fórmula, cuyo origen está en otra fórmula romana del apio 1059 (la cual la subscribió Berengario y después la retractó) y en una fórmula del ato 1063, enseña lo siguiente: en la Eucaristía está el verdadero Cuerpo y la verdadera Sangre de Jesucristo; el mismo Cuerpo ofrecido en la cruz y la misma Sangre derramada del costado; y esta propia y verdaderamente, esto es, no sólo espiritual o inteligiblemente.

 

b) INOCENCIO III (D 414> condena a los Berengarianos posteriores.

 

c) INOCENCIO III contra el error de los Cátaros, de los Albigenses y de ciertos Waldenses (D 424). De modo semejante el Concilio IV de Letrán (D 430).

 

d) CLEMENTE VI contra los errores de los Armenios CD 574s). Prescindiendo de la cuestión discutida acerca de una posible definición es cátedra en este documento, en él se contiene por lo menos, la fe de la Iglesia Romana, la cual es impuesta para ser creída a los Armenios.

 

e) Contra Wicleff y Huss el Concilio de Constanza (D 586 y 666). La condena de Wicleff fue múltiple. En el sínodo de Londres (año 1382) la proposición «de que Cristo no está en el sacramento del altar idéntica, verdadera y realmente en la propia presencia corporal» fue condenada como herética. En otro sínodo de Londres (año 1397) la proposición «así como Juan fue en figura Elías...» es condenada igualmente como herética. 45 proposiciones (D 581-625) fueron condenadas primeramente por la Universidad de Praga (el ato 1403). Se sacan de los libros de Wicleff; las 24 primeras ya habían sido condenadas en el primer sínodo de Londres. Posteriormente son condenadas por el Concilio de Constanza (año 1415) en la sesión 8; la cual' condena fue confirmada por MARTIN V en la Bula «Inter cunctas» (ato 1418). Aunque el Concilio no diera una sentencia particular acerca de cada una de las proposiciones (véase D 661), sin embargo aquella tercera proposición (D 583) fue tenida como herética por todos los teólogos calificadores en el Concilio y ya antes.

 

79.- 2. En el Concilio Tridentino sesión 13. La presencia real es definida expresamente en el cn.1 y en el correspondiente capítulo 1; y se da por supuesta en toda la sesión (cn. 2. 3. 4; c.3.4.8).

 

a) Sentido del canon primero (D 883). El primer error de los herejes había sido propuesto a los teólogos: «en la Eucaristía no está realmente el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, sino que está sólo como en signo a] igual que el vino se dice que está en un círculo delante de una taberna», el cual se decía que era el error de Swinglio, de Ecolampadio y de los Sacramentarios. La misma fórmula permanece en el primero y en el segundo esquema del decreto, propuestos al examen de los PP. Conciliares. En las disertaciones de éstos parece que tuvieron idéntico valor los términos «en realidad, realmente, verdaderamente, verdadera y realmente». Después de estas disertaciones el canon fue reformado del siguiente modo: «si alguno dijere que en el santísimo sacramento de la Eucaristía no se contienen verdadera y real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre juntamente con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo y por consiguiente Jesucristo todo entero; sino que solamente está como en signo o en figura o en poder, sea anatema». El vocablo «en poder» fue añadido «para condenar de un modo más claro las proposiciones de los herejes. De aquí que parece que debe decirse que el Concilio guiso en primer término hacer hincapié en la realidad de- la presencia de Jesucristo; a saber, en que Cristo está presente según su propia substancia (no según su poder, solamente), y que está presente verdadera y realmente (no solo como en signo o en figura). Con estas determinaciones y fórmulas quedan condenados de un modo más claro los Sacramentarios (verdadera y realmente, esto es, no en signo y en figura) y los Calvinistas (substancialmente, esto es, no en poder).

 

b) El sentido del capítulo primero (D 874). Los capítulos han sido compuestos en esta sesión después de la redacción y del examen de los cánones, para completar la exposición de la fe católica. El primer capítulo enseña la presencia real «verdadera, real y substancialmente», como el canon primero; a esta presencia la llama después sacramental. Pero además el Concilio enseña en este capítulo el origen de la Eucaristía y el sentido de las palabras de la institución; de todo lo cual ya hemos hablado antes.

 

80.- 3. Después del Concilio Tridentino. a) En la profesión tridentina de fe (D 997) se repiten las mismas palabras del canon primero: igualmente en la profesión de fe prescrita a los Maronitas (D 1469).

 

b) PIO XII recientemente condenó la doctrina moderna, según la cual «la presencia real de Jesucristo en la santísima Eucaristía queda reducida a un cierto simbolismo, en cuanto que las especies consagradas solamente., son signos eficaces de la presencia espiritual de Cristo y de su unión íntima con los fieles, miembros del Cuerpo Místico».

 

Valor dogmático. De fe divina y católica.

 

81.- Prueba de la sagrada Escritura. La tesis puede probarse por una doble vía. La primera es una vía indirecta, a saber por lo ya probado. En efecto Jesucristo en la última Cena estaba presente bajo las especies de pan y de vino después que El mismo pronunció las palabras de la consagración. Ahora bien Jesucristo quiso y mandó, según hemos visto, que esto mismo se realizara perpetuamente en la Iglesia. Pues bien, esta voluntad y este mandato de Jesucristo necesariamente fue eficaz, ya que se trata de algo que pertenece a la constitución de la Iglesia. Está por tanto en la Iglesia. Jesucristo realmente presente bajo las especies de pan y de vino. Ahora bien,' puesto que en ninguna otra parte puede estar presente de este modo a excepción de la Eucaristía, luego Jesucristo en la Eucaristía está realmente presente.

 

La segunda vía es directa y se saca de la 1 Cor c. 10 y 11.

 

82.- 1 Cor 10.14-22. a) PRENOTANDO. Se trata de objetos ofrecidos a los ídolos esto es de comer carnes, que habían sido sacrificadas a los ídolos (8,1-11,1). En esta parte de la epístola, a fin de resolver un caso de conciencia, en primer lugar el Apóstol aduce los principios de la solución (8,1-13); después señala los motivos para que acepten la solución práctica que él da (9,14-10,13); por último ordena el modo de obrar (10,14-11,1). En esta última parte manda tres cosas: primeramente, no está permitido participar en los convites sacrificiales de los gentiles (10,14-22); en segundo lugar, está permitido comer todo lo que se vende en el mercado (10,23-26); en tercer término, se puede comer todo lo que los gentiles. ponen a sus invitados, a no ser que se siga escándalo de alguien (10,27-30). Nuestro texto se halla en la primera de estas prescripciones.

 

El Apóstol ordena severamente en él que se abstengan de la idolatría, esto es, de participar en los convites sacrificiales de los gentiles (10,14-22). Y aduce el motivo fundamental: los cristianos tienen otra comida y otra bebida. Esta comida y esta bebida no son otras sino el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Por consiguiente el que comulga con el Cuerpo y la Sangre del Señor (en efecto, la comunión se realiza con las víctimas y mediante éstas con Dios en virtud de la acción de comer las víctimas), ¿cómo tendrá también comunión con los demonios? Además desaparecería aquella unidad, que se da entre los cristianos que participan- de un mismo pan. Esta unidad, de la cual se trata en el versículo 17, la exponen los exegetas de un doble modo. Unos: pues nosotros en nuestra multitud somos un solo pan, un solo cuerpo, ya que todos participamos de un único y mismo pan. Otros: puesto que el pan es uno, por ello nosotros, aunque seamos muchos, formamos solamente un único cuerpo,     pues todos participamos de un único y mismo pan. Esta segunda exposición parece más adecuada.

 

b) ARGUMENTO. Los cristianos, por el hecho de comer y beber un determinado pan y vino, participan del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo en sentido propio; es así que. esto no puede ser si Cristo en la Eucaristía no está realmente presente; luego Cristo está realmente presente en la Eucaristía.

 

La mayor. Esta participación realiza la unidad de la Iglesia ya que el pan es numéricamente uno solo y el mismo (το………); es así que tal unidad numérica no puede darse a no ser por la identidad del Cuerpo indivisible de Jesucristo; luego sáquese la consecuencia.

 

83.- 1 Cor 11,28-32. a) PRENOTANDO. Trata el Apóstol de las faltas que cometen los corintios en los convites de los cristianos a los cuales acuden (11,17-34). Describe y recrimina estos defectos de unidad y de concordia (11,17-22). Ahora bien, aduce el motivo supremo basándose en la Eucaristía, cuya institución narra (11,23-26), para deducir de qué modo debe ser tratada santamente (11-27,32).

 

En cuanto al texto mismo téngase en cuenta: «este» en el vers. 27 no se encuentra en el texto griego, pero se da por supuesto evidentemente; es en efecto es el pan del que se habla en los versículos 26 y 23s (véase también 10,20). «Será reo» (e    ), esto es, será acusado de profanar el Cuerpo y ,la Sangre del Señor. «Examínese a sí mismo» (δ…..), esto es, haga examen de su propia disposición interna (véase 2 Cor 13,5). «Y así» (o…) esto es, después que conozca esta propia disposición conveniente. «Indignamente» no parece que esté en el original, pero refiere muy bien el sentido: el que no distinguió entre el Cuerpo de Cristo y otro pan corriente («sin discernir») y por tanto no tributó el honor debido a aquel Cuerpo, por ello cuando come y bebe, recibe la sentencia de su propia condenación.

 

b) ARGUMENTO. El pan, que comen los cristianos, es el pan consagrado por Jesucristo en la última Cena, y el vino que bebe, es el vino también consagrado en la última Cena: de aquí que aquellos que comen indignamente este pan y beben indignamente este vino son acusados de profanar el Cuerpo y la Sangre del Señor; porque recibirlos indignamente no es otra cosa que no atender a la realidad del Cuerpo del Señor; es así que todo esto supone que Jesucristo está realmente presente en la Eucaristía; luego sáquese la consecuencia.

 

84.- Prueba de la tradición. También en este argumento puede procederse por vía indirecta, por lo ya probado antes, de modo semejante a como se ha procedido en el argumento de la Sagrada Escritura. Pero además tenemos un argumento directo muy claro según lo exige la importancia del tema. En efecto atestiguan con evidencia la fe de la Iglesia en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía: 1) el consentimiento de los SS.PP. a lo largo de toda la edad patrística; 2) todas las liturgias hasta las más antiguas; 3) otros documentos antiguos; 4) las controversias eucarísticas de la Edad Media. Veamos unos pocos datos acerca de cada uno de estos capítulos,

 

85.- 1. Los Santos Padres.

 

a) Entre los Padres Apostólicos tenemos: La Didaché (R 6s); donde el cáliz y el pan fraccionado, los cuales son llamados «eucaristía», no pueden entenderse sin una conexión histórica con la narración evangélica y paulina. La Eucaristía exige una disposición moral (véase 1 Cor), es llamada. «comida y bebida espiritual», que da la vida eterna (véase Jn 6). S. IGNACIO a los de Esmirna (R 64); donde aparece la verdad del Cuerpo de Cristo en la Eucaristía por oposición, a l.- doctrina de los docetas. Y en la epístola a loa de Filadeifia (R. 56) ; donde a no ser que se trate de la verdadera carne de Jesucristo, el argumento en favor de la unión no tiene ningún valor.

 

b) Entre los Apologetas tenemos a S. JUSTINO (R 128), que arguye desde la verdad de la encarnación a la verdad del Cuerpo de Jesucristo en la Eucaristía.

 

86.- c) Entre otros Padres anteriores al Concilio de Nicea tenemos a S.IRENEO, testigo de las Iglesias del Asia Menor, de las Galias y de Roma (R 249), el cual de la verdad del Cuerpo de Cristo en la Eucaristía (como de algo conocido) arguye a la verdad de la Encarnación (véase también R 234).

 

Por la Iglesia Romana hay que citar también a S.HIPOLITO, el cual escribe: «Recibimos Su Cuerpo; y Su Sangre es prenda de vida eterna para todo el que se acerca humildemente a él».

 

Por lo que se refiere a la Iglesia de Alejandría tenemos a CLEMENTE ALEJANDRINO que dice: «Escucha por tanto al Salvador... Yo soy tu nutricio; que me da a mí mismo el pan, que nadie que lo haya probado recibirá peligro de muerte; que da a diario la bebida de inmortalidad».

 

ORIGENES en la misma Iglesia indica el cuidado, que tenían los cristianos incluso respecto a las migas de pan consagrado (R 490); y enseña la verdad del Cuerpo de Cristo en la Eucaristía en oposición a las figuras de éste (R 491). Está de acuerdo en la misma Iglesia S. DIONISIO: «Pues al que oye la Eucaristía y al responde con los demás AMEN y al que asiste a la mesa y al que extiende sus manos para la recepción del alimento sagrado y al que recibe este alimento y al que participa durante largo tiempo del Cuerpo y de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, a éste yo no osaría renovarlo por segunda vez».

 

Por la Iglesia Africana tenemos que citar en primer lugar a TERTULIANO, el cual enseña de modo manifiesto la presencia real en la Eucaristía. Dice en efecto: «La carne se alimenta del Cuerpo y de la Sangre, a fin de que el alma se sacie de Dios (R 362); muchas veces habla del «Cuerpo del Señor» que debe ser recibido y también reservado (R 310 y 368), «del cual si algo es tirado al suelo, sufrimos angustiosamente» (R 367), etc. Los textos que parece que dicen lo contrario, como si sostuvieran que se trataba de «una figura» del Cuerpo de Cristo (R 343), o «representa» el pan o que «se considera» el Cuerpo de Cristo (R 333), en realidad no dicen eso. Pues hay que atender al modo especial de Tertuliano en éstas así como en otras cuestiones. Por «figura» indica como el antiguo símbolo del Cuerpo de Cristo (a saber el pan), el cual ahora le contiene verdaderamente. Y «representar» es hacer presente, riostrar. «Considerarse» no es otra cosa sino «ser». En la misma Iglesia Africa S. CIPRIANO habla de la violencia que introducen en el Cuerpo de Cristo les que comulgan sacrílegamente (R 551), y cita de un modo obvio el cap. 6 de San Juan (R 559).

 

87.- d) De entre los Padres del Siglo IV deben citarse: por la Iglesia Romana, AMBROSIASTER escribe: «Pues ya que hemos sido librados por la muerte del Señor, acordándonos de este hecho al comer su Carne y al beber su Sangre, expresamos el Nuevo Testamento persistiendo en esto, lo cual es la Nueva Ley. S. JERONIMO, alabando al obispo Exuperio el cual daba todo a los pobres, añade: «Nada de más valor que aquel que lleva el Cuerpo del Señor en un cesto de mimbre y la Sangre del Señor en un vaso». También tenemos testimonio de otras Iglesias de Italia. Así S. AMBROSIO: «Cristo es mi comida, Christo es mi bebida; la Carne de Dios es para mi comida y la Sangre de Dios es bebida para mí... Se me sirve a diario Jesucristo». Y S. GAUDENCIO: «Así pues el mismo creador y señor de la naturaleza, el cual produce el pan de la tierra y a su vez convierte el pan en su propio Cuerpo porque puede y así lo ha prometido; y el que ha hecho del agua vino y convierte el vino en su Sangre».

 

En la Iglesia de las Galias S. HILARIO PICTAVIENSE (R 870). En la. Iglesia Española GREGORIO DE ILIBERI, que prácticamente transcribe las: palabras de Tertuliano: «La carne se alimenta y se impregna del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo, a fin de que el alma se sacie de Dios». En la Iglesia Africana S. OFTATO MILEVITANO: «Pues qué es [el altar] sino la cátedra del Cuerpo y de la Sangre de Cristo».

 

La Iglesia Alejandrina nos ofrece muchas testimonios. S. ATANASIO (R 802). MACARIO: “En la Iglesia hay que ofrecer el pan y el vino, tipo o figura de Su Carne y de Su Sangre». DÍDIMO: «Nosotros celebramos la Eucaristía todo el alío, todos los días, por mejor decir a toda hora, participando en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo. Saben lo que estoy diciendo aquellos que han sido encontrados dignos del supremo y eterno misterio». TEÓFILO: «Aquella Sabiduría subsistente que edificó para sí el templo de Dios y del Padre no hecho por manos de hombres, distribuye Su Cuerpo como pan y regala Su Sangre vivificante como vida». Debiera ser leída toda esta homilía de Teófilo.

 

La Iglesia de Palestina nos ofrece los testimonios de EUSEBIO: «Ahora bien nosotros hombres del Nuevo Testamento al celebrar nuestra pascua todos los domingos, somos saciados siempre con el Cuerpo del Salvador y participamos siempre en la Sangre del Cordero». Muchos testimonios tiene también S. CIRILO DE JERUSALEM (R 840, 842, 844, 845, 846, 448, 850).

 

En la Iglesia de Antioquía sobresale S. CRISÓSTOMO CR 1192, 1194, 1195). También hay que citar a MACARIO MAGNES (R 2166).

 

En las Iglesias de Capadocia S. BASILIO (R 916), S. GREGORIO NICENO (R 1062) y S. GREGORIO NACIANCENO: «Mas, oh adorador santísimo de Dios, no te retraces en interceder y en realizar tu misión en favor de nosotros cuando hayas atraído con tu palabra al Verbo, cuando hayas fraccionado incruentamente el Cuerpo y la Sangre del Seííor, empleando la palabra en vez de la espada».

 

En la Iglesia de Siria están APRATES (R 689), S. EFREM (R 707s) y CIRILONAS: «Aquél [Jesucristo] es el racimo que Se exprimió a Sí Mismo en el cenáculo y Se entregó a los discípulos en el cáliz como testamento de la verdad».

 

88.- e) De entre los Padres del Siglo V hay que citar: por la Iglesia Romana a S. LEÓN MAGNO (R 2214). En cuanto a, otras Iglesias de Italia S. PEDRO CRISOLOGO: «Tocó su vestidura una mujer y quedó curada y libre del antiguo flujo que le producía gran debilidad. Desgraciados nosotros, que tratamos y comemos a diario el Cuerpo del Señor y no nos curamos de nuestras heridas». Por las Iglesias de las Galias FAUSTO REIENSE: «Pues así como sin el sentido corporal, una vez abandonada la vileza antigua, de repente se revistió de una dignidad nueva y así como estas cosas, que Dios curó en ti habiendo estado antes lesionadas y que Dios lavó en ti habiendo estado infectas y que dejó blancas habiendo estado manchadas, no son asequibles a tus ojos ni a tus sentidos; del mismo modo cuando te acercas para ser saciado con los alimentos celestiales al altar digno de toda reverencia, fíjate, honra, admira, toca con tu pensamiento, recibe con la mano de tu corazón y sobre todo asume con un sorbo interior el sagrado Cuerpo y la sagrada Sangre de tu Dios».

 

En la Iglesia Africana sobresale S. AGUSTÍN, cuyos testimonios más bien alegóricos no quitan su fe en la verdad de la presencia real. Deben verse los textos R 1519, 1524 y 1815.

 

En la Iglesia Alejandrina tenemos en primer lugar a ISIDORO PELUSIOTA: «Puesto que nuestro Dios y salvador hecho hombre nos ha transmitido que el Espíritu Santo completa a la Trinidad divina y puesto que se cita el Espíritu Santo como liberador de los pecados en la invocación del santo bautismo juntamente con el Padre y con el Hijo y ya que en la Cena mística hace del pan común el propio Cuerpo de la Encarnación misma, por qué tú...». Además S.CIRILO (R 2100s).

 

En la Iglesia de Antioquía TEODORO DE NOPSUESTE (R 113e); TEODORO DE CIRO: «¿Cómo puede suceder que nosotros comulguemos al Señor por medio de Su precioso Cuerpo y de Su preciosa Sangre y también tengamos comunión con los demonios mediante el alimento inmolado a los ídolos?». De modo semejante la Epístola a Cesario (atribuida a un falso Crisóstomo): «Pues así como antes de ser santificado el pan lo denominamos pan, más habiéndole santificado la gracia, mediante el sacerdote, ha quedado liberado en verdad del nombre de pan . y ha sido encontrado digno, de ser llamado Cuerpo del Señor... y no proclamamos dos cuerpos sino un solo Cuerpo del Hijo, del mismo modo...».

 

En la Iglesia de Siria BALEO: «Aquél (el sacerdote) toma el pan, y da el Cuerpo; toma el vino y da la Sangre». En la Iglesia de Armenia JUAN MANDACUNI: «No os cuidáis nada de la santidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, que recibisteis en el altar estremecedor».

 

89.- f) De entre los Santos Padres del Siglo VI citemos en primer lugar en Roma a S. GREGORIO MAGNO: «El Buen Pastor dio su vida por sus ovejas, a fin de poner Su Cuerpo y Su Sangre en nuestro sacramento y a fin de saciar con el alimento de su carne a las ovejas que había redimido». En las Galias S. CESÁREO ARELATENSE (R 2231). En África S. FULGENCIO (R 2237). En la Iglesia de Antioquía EUTIQUIO: «Así pues cada uno toma el santo Cuerpo todo entero y toda entera la Sangre preciosa del Señor aunque haya tomado solamente parte de estas especies; pues se reparte entre todos de modo indiviso, ya que Él Mismo está dentro sin mezcla».

 

90.- E) De entre los Padres de los Siglos VII - VIII la Iglesia Española nos presenta a S. ISIDORO: «Jesucristo nuestro Señor y maestro instituyó el sacrificio que ofrecen los cristianos a Dios, cuando encomendó a sus Apóstoles Su Cuerpo y Su Sangre...». En la Iglesia de Antioquíqa MÁXIMO CONFESOR: «Cristo llegando a ser Pontífice de los bienes futuros, al inmolarse como víctima escondida, entregó también juntamente con Su Carne Su Sangre a aquellos, que a causa de la perfección del alma tienen los sentidos dispuestos para discernir el bien y el mal.» En la Iglesia de, Palestina S. SOFRONIO: «Pues entonces respondiendo a los sacerdotes, mientras ellos distribuyen el Cuerpo y la Sangre vivificantes y saludables de Dios, decimos la palabra Amén, dando con nuestra voz testimonio y profesando que es verdad y que se dice con verdad lo que nos distribuyen para comida espiritual y para remisión de los pecados». S. JUAN. DAMASCENO (R 2371).

 

91.- 2. Las liturgias. Todas las liturgias, hasta las más antiguas, contienen en el canon la narración de la institución de la Eucaristía. Con frecuencia tienen la invocación del Espíritu Santo a fin de que convierta el pan y el vino en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo. Emplean en la comunión las palabras, que señalan a Jesucristo presente.

 

3. Otros documentos antiguos. Existen muchas representaciones simbólicas (v.gr. la fracción del pan) y algunos documentos epigráficos (véase R 187), los cuales testifican la fe eucarística,

 

92.- 4. Controversias eucarísticas de la Edad Media. Hubo en aquella época dos controversias acerca de la Eucaristía. En la primera (siglo IX-X) se trataba de la identidad entre el Cuerpo eucarístico de Cristo y el Cuerpo de Cristo en el cielo. Tanto aquellos que afirmaban la identidadd (PASCASIO RADBERTO), como aquellos que la negaban (RABANO MAURO, RATRAMNO), admitían la presencia real, Discutían más bien acerca del modo de aquella presencia.

 

En la segunda controversia (siglos XI-XII), a causa de la falsa noción de conversión Berengario y sus discípulos negaban la presencia real. Y por ello hubo una reacción muy fuerte tanto en las múltiples condenas conciliares, como por parte de muchos escritores católicos (ADELMANO, HUGO, ASCELINO, DURANDO, LANFRANCO, GUTMUNDO, BERNOLDO, etc.).

 

93.- Razón teológica. Está claro que no puede probarse por la razón la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Sin embargo Santo Tomás. en 3 q,75 a. l explica la conveniencia de: esta presencia real de Jesucristo en virtud de la perfección de la nueva ley, la cual aportaba la verdad a las figuras; en virtud de la caridad de Jesucristo para con nosotros, ya que la amistad quiere gozarse con la presencia de los amigos; en virtud de la perfección de la fe, la cual versa acerca de lo que no se ve y debía ejercitarse tanto respecto a la divinidad de Jesucristo (en la Encarnación) como respecto de Su humanidad (en la Eucaristía), Todo esto lo desarrolla Suárez amplia y elocuentemente, reuniendo muchos argumentos de esta múltiple y suma conveniencia.

 

94.- Escolio. Figura, imagen, semejanza. En los SS. Padres se hayan algunos textos difíciles, que parecen negar la real presencia, no admitiendo en la Eucaristía sino la figura o la semejanza del Cuerpo de Cristo. Acerca de estos textos hay que añadir algunas palabras.

 

a) Usa de tal modo de hablar S. Cirilo de Jerusalem: «Pues en la figura (τ) de pan se te da el Cuerpo; y en la figura de vino se te da la Sangre...». Y. Gelasio: «Y ciertamente la imagen y la semejanza del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo se celebran en la acción de los misterios». De modo semejante hablan Eusebio, Macario, S. Gregorio Nacianceno, Eutiquio.

 

b) Este modo de hablar se saca de la liturgia misma. Así en la Tradición Apostólica de S. Hipólito se decía: «Y entonces ya sea ofrecida por los diáconos al obispo la oblación y dé gracias y dé en verdad el pan como trasunto (en griego dice antitipo) del Cuerpo de Cristo; y el cáliz con vino a causa del antitipo (en griego dice semejanza) de la Sangre». Eulogio de Serapión: «Te hemos ofrecido este pan, semejanza del Cuerpo del Unigénito. Este pan es semejanza del santo Cuerpo; porque Jesucristo Dios en la noche en que...». Expresiones semejantes se encuentran en las Constituciones Apostólicas en la Liturgia Ambrosiana, en la Anáfora de S. Basilio, en la Liturgia Mozárabe.

 

c) Consta que en estos textos no se niega la presencia real, puesto que estos autores tienen otros textos claros, de los cuales algunos a han sido citados en la tesis; lo cual vale lo mismo para las liturgias. Más aún, en el contexto anterior o siguiente a estos mismos textos muchas veces se afirma claramente la presencia real.

 

d) San Damasceno da la explicación de estas fórmulas (R 2371). Y en realidad el pan y el vino se llaman en estos textos figura (tipo), imagen (Є…), semejanza (…) del Cuerpo de Cristo antes de la consagración; se llaman también después de la consagración α…. del Cuerpo de Cristo, en cuanto que responden a la figura precedente (al pan escueto), y por tanto contienen ahora el Cuerpo mismo y la Sangre misma. De donde los textos citados, lejos de negar, por el contrario suponen positivamente la presencia real.

 

e) Sin embargo estas fórmulas, sobre todo en un medio ambiente menos inclinado a las alegorías, podían fácilmente no interpretarse bien; lo cual de hecho parece que sucedió alguna vez, como atestigua Macario Magnes (R 2166; 52,452). Por ello el Concilio II de Nicea act. 6 proscribió el uso de éstas.

 

95.- Objeciones. Las principales que han sido tratadas de antemano en la tesis y en el escolio. Sin embargo debemos fijarnos en general que muchos Padres han condescendido con las alegorías, sin que sin embargo negaran por ello la presencia real, según hemos visto. En efecto, la Eucaristía que contiene a Jesucristo realmente presente pero de un modo invisible bajo las especies, es en realidad símbolo y signo del Cuerpo de Cristo ofrecido en otro tiempo por nosotros en la cruz y también del Cuerpo de Cristo que está en el cielo (pues es para nosotros prenda de la gloria), y de Jesucristo mismo que se une de modo invisible con su Cuerpo místico. De aquí que no puede extrañar el que los Padres aludan a veces a todo esto.

 

Articulo II

De la acción por la que se realiza la presencia real

o sea, de la Transubstanciación

 

96.- Una vez establecida la verdad de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, tratamos ya acerca de la acción por la que se realiza esta presencia. Ahora bien esta acción es un, determinado cambio, que se llama transubstanciación. Acerca de ésta hay que establecer en primer lugar el hecho dogmático, a saber, su existencia y verdad. Más como quiera que de aquí se sigue de hecho (sea lo que quiera acerca de la necesidad metafísica) la permanencia de los accidentes de pan y de vino una vez llevada a cabo la transubstanciación, acerca de esta cuestión se tratará después. Por último estudiaremos una explicación más íntima de este misterio.

 

I. EL HECHO DE LA TRANSUBSTANCIACIÓN

 

TESIS 8. En la Eucaristía no permanece la substancia de pan y de vino juntamente con el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, sino que se realiza aquella admirable y singular conversión de toda la substancia de pan en el Cuerpo y de toda la substancia de vino en la Sangre; a la cual conversión la Iglesia Católica llama de un modo ciertamente muy apropiado transubstanciación.

 

97.- Nociones. CONVERSIÓN es el cambio de una cosa en otra. Conversión es una clase de cambio. Cambio es el paso de una cosa de un estado o modo de ser a otro.

 

El cambio se divide en generación (paso de una cosa de un estado negativo a un estado. positivo), corrupción (de un estado positivo .a un- estado negativo) y conversión (de un estado positivo a otro estado positivo). De aquí que la conversión requiere un término positivo "a quo" y un término 'positivo "ad quem".

 

El término en la conversión puede ser total (toda la cosa que cesa o que empieza) y formal (aquello según lo cual la cosa cesa o empieza).

 

La conversión requiere además un nexo entre el cese de lo uno y la acción de poner lo otro. El cese de lo uno es la causa de la acción de poner lo otro; o lo que es lo mismo lo uno cesa de ser porque lo otro comienza a ser.

 

Se discute si para la noción de conversión se requiere además el que permanezca algo del término total "a quo".

 

98.- DE TODA LA SUBSTANCIA DE PAN Y DE VINO… A saber el término total "a quo" son la substancia y los accidentes de pan y de vino, esto es, el pan y el vino según se dan en la naturaleza de las cosas. El término formal "a quo" es toda (y sola) la substancia de pan y de vino. El término total "ad quem" es el Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y de vino. El término formal "ad quem" es el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

 

ADMIRABLE Y SINGULAR CONVERSIÓN. Se llama así porque el término formal "ad quem" no comienza a ser "simplícita", sino que comienza a ser solamente de una nueva manera. Y además porque la conversión se hace de una substancia entera en otra substancia entera; de donde es más substancial que las otras conversiones substanciales. De aquí que se llama TRANSUBSTANCIACIÓN.

 

99. Adversarios. BERENGARIO llegó a dar en la negación de la presencia real por la dificultad de entender la conversión eucarística. Según él, tal conversión real es imposible, tanto por parte del término "ad quo", como por parte del término "ad quem". Sin embargo se da en la. Eucaristía alguna "verdadera conversión", pero por medio, de. la "consagración"; esto es, la substancia de pan no se destruye, sino que permanece elevada a un grado superior. Esta conversión es «inteligible», no «sensual» (real); en cuanto que se dice que el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo espiritualmente, ya que se entiende la naturaleza humana de Cristo en el pan.

 

WICLEFF, según su concepción de la presencia de Cristo no real sino figurativa se ponía en camino de defender también que la substancia de pan y de vino permanecía después de la consagración, como de hecho así lo enseñó.

 

Aquellos protestantes, que admitían la presencia real, negaban no sólo la palabra transubstanciación, sino también la verdad de la transubstanciación. Defendían en efecto que la substancia de pan estaba juntamente con el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía, aunque ni todos explicaron del mismo modo ni siempre con claridad la relación entre ambas substancias coexistentes. LUTERO propuso la teoría de la ubiquidad, según la cual la naturaleza humana de Cristo, en -cuanto unida a la divinidad, está en todas partes y por tanto también en la substancia de pan. OSIANDER defiende la impanación, esto es, cierta unión hipostática entre la humanidad de Cristo y la substancia de pan; casi como se une la divinidad con la humanidad en la Encarnación.

 

En nuestros días ciertos teólogos han pretendido «que la doctrina de la transubstanciación, en cuanto apoyada en una noción filosófica de substncia anticuada», debía ser corregida (D 3018).

 

100.- Doctrina de la Iglesia. 1. Antes del Concilio Tridentino.

 

a) S. GREGORIO VII (D 355) en contra de Berengário. Ya antes en el Sínodo de Ruel (año 1063) había sido dicho: «En la consagración misma por el poder inefable de la divinidad se convierte la naturaleza y substancia de pan en la naturaleza y substancia de la Carne [de Cristo]...; de modo semejante el vino… se convierte verdadera y esencialmente en aquella Sangre, que manó por la lanza del soldado...». Y después en el Sínodo Placentino (año 109) se dijo: «que el pan y el vino, cuando se consagran en el altar, se convierten en el Cuerpo y en la Sangre del Señor no sólo de un modo figurado sino también verdadera y esencialmente». Berengario entendió que las palabras de la fórmula romana «se convierten substancialmente» significan en el pensamiento de la Iglesia el cese de la substancia de pan y de vino y la acción de poner el Cuerpo y la Sangre de Cristo, aunque el mismo de un modo consciente desvió aquellas palabras a otros sentidos para tratar de sacar a flote su herejía.

 

b) INOCENCIO III CD 414 y 416). Aquí se lee por primera vez en un documento pontificio la palabra «transubstancial», la cual juntamente con la palabra «transubstanciación» ya era muy frecuentemente usada por la 'teología a partir de la mitad del siglo XII.

 

c) El Concilio IV de Letrán CD 430) usa la palabra «transubstanciados».

 

d) Concilio II de Lion: en la profesión de fe de Miguel Paleólogo CD 465) se dice «se transubstancia verdaderamente». Esta profesión de fe, que es casi la misma fórmula enviada a Constantinopla por Clemente IV, consta de dos partes. La primera (desde el comienzo hasta «esta es la verdadera fe...») coincide con el símbolo de la fe de León IX (D-343-348). La segunda se añade a causa de los nuevos errores. El valor dogmático de esta definición de fe, aunque no admitido por algunos en el Concilio Vaticano I, ciertamente está fuera de toda duda y fue reconocido por los Padres del mismo Concilio.

 

e) Contra Wicleff el Concilio de Constanza CD 581). Esta primera proposición fue condenada por los calificadores y ya antes como herética.

 

f) El Concilio Florentino enseña la doctrina de la Iglesia Romana en el decreto dado a los armenios (D 698) y en el decreto referente a los jacobitas CD 715).

 

101.- 2. El Concilio Tridentino sesión 13 cn. 2 y c.4 CD 884 y 877). El error tercero, presentado al examen de los' teólogos menores, fue: «En la Eucaristía ciertamente están el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, pero juntamente con la substancia de pan y de vino, de tal modo que no haya transubstanciación», y se cita expresamente a Lutero. Esta fue la ocasión del canon.

 

a) En el canon se enseñan tres casas: desaparece la substancia de pan y de vino, de los cuales quedan sólo las especies; esto se realiza por la conversión de una substancia en otra substancia; esta conversión se denomina de modo muy adecuado transubstanciación. Pío VI enseña en contra de los pistorienses (D 1529) que no es suficiente admitir el cese de la substancia de pan y de vino, sino que debe retenerse además absolutamente la verdad de la conversión, más aún incluso la palabra misma de transubstanciación. De donde la expresión «y negare» debe entenderse «o negare». Sin embargo por lo que se refiere al dogma es suficiente la noción corriente de conversión y no hay por qué hacer hincapié en todas las condiciones de una ulterior elaboración científica; ya que consta que el Concilio en este asunto no quiso dirimir las cuestiones escolásticas.

 

b) En el capítulo cuarto, además de lo que hay en el canon, se enseña la fuente de esta doctrina, que se encuentra en las palabras de la institución eucarística.

 

Véase además la profesión tridentina de fe <D 997).

 

3. Después del Concilio Tridentino hay que hacer mención de la condena por PIO XII del reciente error acerca de la necesaria corrección de la doctrina sobre la transubstanciación (D 3018).

 

102.- De donde la doctrina de la Iglesia es ésta:

 

a) El Cuerpo y la Sangre de Jesucristo se hacen presentes en la Eucaristía de tal modo que en ella- no permanece la substancia de pan ni la substancia de vino.

 

b) La substancia de pan y la substancia de vino no permanecen porque se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo.

 

c) De donde el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo comienzan a ser presentes en la Eucaristía: en virtud de una verdadera conversión, cuyos dos extremos son el pan y el vino por una parte, y el Cuerpo y la Sangre de Cristo por otra.

 

d) Esta conversión se denomina de una modo muy apropiado transubstanciación; sin duda porque se cambia de toda la substancia del pan y del vino a toda la substancia del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo.

 

e) Esta doctrina se desprende de la verdad de las palabras de la institución.

 

Valor dogmático. El hecho de la transubstanciación, a saber el cese de toda la substancia de pan y de vino y su conversión en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo, es de fe divina y católica definida. Y es doctrina católica que hay que retener como muy apropiada la palabra misma de transubstanciación.

 

103.- Prueba de la sagrada Escritura. Por las palabras «Esto es mi Cuerpo»; «Este es el cáliz de mi Sangre».

 

a) Una vez realizada la consagración, ya no hay substancia de pan ni de vino; el pronombre «esto» <por lo menos cuando se enuncia el predicado) debe designar solamente el Cuerpo de Jesucristo; es así que si estuviera al mismo tiempo la substancia de pan, no designaría solamente el Cuerpo de Jesucristo; luego después de la pronunciación de las palabras no hay substancia de pan.

 

La mayor. 1) El pronombre «esto» debe designar el Cuerpo de Jesucristo, en otro caso no se daría identidad entre el sujeto y el predicado, de donde la proposición no sería verdadera. 2) El pronombre «esto» debe designar solamente el Cuerpo de Jesucristo: pues este pronombre designa solamente la substancia contenida bajo los accidentes visibles, a no ser cuando se trata de una substancia ordenada a contener otra substancia; ahora bien esto debe constar o por la naturaleza de la cosa, o por el uso, o por una especial advertencia previa; es así que la substancia de pan por ninguno de estos conceptos está ordenada a contener el Cuerpo de Jesucristo...

 

La menor. Si estuviera la substancia de pan juntamente con el Cuerpo de Jesucristo, el pronombre «esto» designaría solamente la substancia de pan; pues esta substancia es la única que corresponde a los accidentes sensibles.

 

De este modo podemos decir con verdad «esto es vino», mostrando un vaso lleno; pero no podemos decir con la misma verdad «esto es oro», mostrando una fruta en la cual se ha metido a escondidas una moneda de oro; en este último caso habría que decir «aquí hay oro».

 

104.- b) Todo esto ha sucedido en virtud de una conversión. Por el modo como se describe qué es lo que hizo y dijo Jesucristo en la última Cena, está claro que Jesucristo dio a los Apóstoles en un sentido verdadero lo que tomó en sus manos; es así que esto no es verdad, a no ser que se dé un nexo entre el pan y el vino en cuanto dejan de ser y entre el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo en cuanto que comienzan a ser; luego se da tal nexo; es así que esto no es otra cosa sino que lo uno se ha convertido en lo otro (que lo uno ha dejado de ser a fin de que lo otro comenzara a ser). Luego se da una verdadera conversión.

 

c) Se verifican todas las notas de conversión, incluso consideradas científicamente. Se dan dos términos positivos (el pan y el Cuerpo de Jesucristo); el término «a quo» cesa en la razón de substancia total (desaparece la substancia de pan toda entera) y le substituye otra substancia total (la substancia del Cuerpo de Jesucristo toda entera); existe un nexo íntimo entre la substancia de cesar una substancia y la acción de poner la otra substancia (quedando en pie la verdad de las palabras, cesa la substancia de pan porque se pone el Cuerpo de Jesucristo debajo de las especies; ya que por la verdad de las palabras, según hemos visto, el Cuerpo de Jesucristo debe estar bajo los accidentes visibles como única substancia) ; queda algo común del término «a quo» total y del término «ad quem» total <las especies de pan y de vino).

 

105.- Hemos de tener en cuenta que toda la argumentación se apoya en la verdad de las palabras «esto es mi Cuerpo», «este es el cáliz de mi Sangre»; a saber si no se admite la transubstanciación, no puede quedar a salvo la verdad de las palabra de Jesucristo. En este sentido dice el Tridentino: «puesto que Jesucristo... dijo que era verdaderamente su Cuerpo aquello que ofrecía bajo la especie de pan, por ello siempre existió en la Iglesia de Dios la persuasión...» (D 877). Acerca del valor de este argumento por las palabras de la institución parece que debe decirse lo siguiented: el Tridentino declaró que la Iglesia siempre había visto la doctrina de la transubstanciación en las palabras de Jesucristo, según fueron pronunciadas por El mismo en la última Cena. Por tanto es cierto el argumento deducido de ellas, por lo menos añadiendo esta interpretación de la Iglesia. Mas aún, según parece, incluso prescindiendo de esta interpretación. De aquí que después del Concilio Tridentino no puede defenderse la sentencia contraria, que se atribuye a Escoto, a Durando y a los nominalistas.

 

106.- Prueba de la tradición. a) Los SS. Padres enseñan: 1) Que la substancia de pan y la substancia de vino no están ya en la Eucaristía después de la consagración. Así S. AMBROSIO (R 1333, 1339s), S. CESARIO (R 2231), S. CIRILO DE JERUSALEM (R 484). 2) El pan y el vino se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo. Así S. IRENEO (R 249), TERTULIANO (R 343), S. ATANASIO (R 802), S. CIRILO DE JERUSALEM (R 840, 850), S. GREGORIO NICENO (R 1062), S. AGUSTIN (R 1520). 3) Que el pan y el vino se cambian, se transforman, se convierten en el Cuerpo y en la Sangre. Así S. CIRILO DE JERUSALEM (R 844), S. GREGORIO NICENO (R 1035), S. CRISOSTOMO (R 1157), TEODORO DE MOPSUESTE (R 1113e), S. CIRILO DE ALEJANDRIA (R 2101), FAUSTO, S. CESAREO (R 2231). 4) Esta misma doctrina la enseñan bajo distintas comparaciones. Así S. DAMASCENO (R 2371). Además hemos de tener en cuenta que muchas de estas enseñanzas se hayan en la catequesis cristiana misma, como algo que pertenece a, la fe y a la doctrina de la Iglesia sobre la Eucaristía.

 

Hubo ciertamente algunos autores en la escuela antioquena del siglo V, los cuales con ocasión de una polémica parece que a veces no hablaron correctamente acerca de la transubstanciación. Así Teodoreto (R 2151), el Pseudocrisóstomo en la epístola a Cesario (R 1227; S 2, 1354); y los que sufrieron su influjo, Gelasio (S 2,953) y Efrem de Antioquía. Todos estos defienden en contra de los monofisitas la verdad de la naturaleza. humana de Jesucristo y la persistencia de las dos naturalezas en El. Derivan la analogía de la Eucaristía, en. la cual después de la consagración se da no solo el Cuerpo de Jesucristo sino también otro elemento visible. De aquí sucedió el que algunos de estos autores (Teodoreto, el Pseudocrisóstomo), preocupados por robustecer su impugnación, a este último elemento lo llamaran substancia o naturaleza de pan. Sin embargo los textos de Efrem y de Gelasio, aunque obscuros, parece que son ajenos a esta exageración.

 

107.- b) Por la liturgia. En todas las liturgias orientales a partir del siglo V hay una epiclesis propiamente tal, en la cual se invoca al Espíritu Santo a fin de que convierta el pan y el vino en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo. Algo semejante ocurre en la liturgia mozárabe y gala en muchas misas. Por último en la liturgia romana misma, la oración «esta oblación, quam oblationem» (bien sea epiclesis, o bien no lo sea) encierra la misma idea.

 

108.- La razón teológica se saca de Sto. Tomás 3 q.75 a.2. En la Eucaristía está el Cuerpo de Jesucristo realmente presente; es así que no puede estar presente sino por el hecho de que el pan se convierte en El mismo; luego debe darse tal conversión; es así que si se da esta conversión, ya no hay pan; luego...

 

La menor. Aquello que ya existe, no empieza a estar en alguna parte a no ser o bien por un movimiento local o bien por conversión; es así que el Cuerpo de Jesucristo, que ya existe en el cielo, no puede estar presente en la Eucaristía por un movimiento local; luego lo está por conversión.

 

La menor subsiguiente. Lo que se: convierte en: otra cosa, una vez realizada la conversión, ya no existe; pues esto es convertirse en otro.

 

Acerca del valor de este argumento y de su sentido en Sto. Tomás, no todos los teólogos están de acuerdo.

 

109.- Objeciones. 1. El pronombre «esto» puede designar solamente el Cuerpo de Jesucristo, aunque se dé al mismo tiempo la substancia de pan, porque puede prescindir de ésta; luego por el hecho de que el pronombre «esto» designe solamente el Cuerpo de Jesucristo no se sigue que esté ausente la substancia de pan.

 

Respuesta. Niego el antecedente, porque el pronombre «esto» designa todo lo que hay bajo las especies visibles.

 

2. El pronombre «esto» no designa los accidentes de pan, aunque se den juntamente con el Cuerpo de Jesucristo; luego «a parí» tampoco designa la substancia de pan, aunque esté juntamente con el Cuerpo de Jesucristo.

 

Respuesta. Niego Ia paridad, porque los accidentes no son aquello que se designa por el pronombre, sino aquello bajo lo cual se designa la substancia; por el contrario la substancia de pan, si estuviera, podría ser designada enteramente por el pronombre, puesto que es una substancia. Así cuando decimos «esto es dulce», el pronombre no designa el color o la cantidad de aquella cosa que es dulce, sino solamente la substancia que se dice dulce y está bajo un determinado color y una determinada cantidad.

 

3. Los Padres dice «el pan se hace Cuerpo de Cristo»; luego del mismo modo podríamos decir con verdad «el pan es el Cuerpo de Cristo»; luego se mantiene la identidad entre el sujeto y el predicado, aunque permanezca la substancia del pan,

 

Respuesta. Concedo eI antecedente y niego el primer consiguiente. Pues la cosa que se hace otra cosa, en el término de este movimiento cesa de ser lo que era antes del mismo movimiento. Así cuando digo «el agua fría se hace caliente» en el término de esta acción de calentarse el agua deja de ser fría. De donde si el pan se hace el Cuerpo de Jesucristo, deja de ser pan. Hay que confesar no obstante que la expresión más apropiada sería no «el pan se hace el Cuerpo», sino «del pan se hace el Cuerpo», como enseña Sto. Tomás, 3 q.75 a.8. Y este es el verdadero sentido de aquella expresión de los Padres.

 

4. Es propio de la esencia de la conversión el que permanezca un sujeto común a ambos términos; es así que en la transubstanciación no permanece este sujeto común; luego la transubstanciación no es verdadera conversión.

 

Respuesta. Distingo la mayor. Es propio de la esencia de la conversión formal <o transformación), concedo la mayor; es propio de la esencia de cualquier conversión, su distingo: es propio el que permanezca algo común, pase la mayor; el que permanezca el sujeto propiamente dicho, niego la mayor y contradistíngo la menor. No permanece el sujeto común propiamente dicho, concedo la menor; no permanece nada común, niego la menor e igualmente distingo la consecuencia. No es una verdadera conversión forma, concedo la consecuencia; no es una verdadera conversión «simplícita», niego la consecuencia,

 

110.- Escolio. De algunas falsas explicaciones de la transubstanciación Antes de que entremos en una explicación más íntima de la transubstanciación, hay que presentar unas explicaciones que no pueden sostenerse en católico, porque no salvan los elementos mismos del dogma ya probado.

 

a) Explicación de Durando. La conversión eucarística, según él, se explica por el hecho de que, permaneciendo la misma materia, se corrompe la forma del pan y del vino y en vez de ella le substituye la forma del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo. Esta teoría no salva la verdad de la transubstanciación; porque según la cual en realidad no desaparece algo de la substancia de pan y de vino, a saber la materia. De aquí que, por lo menas, hay que decir que es un error en materia de fe.

 

b) Explicación de Rosmini. Así como el alimento se transubstancia verdaderamente en nuestra carne y en nuestra sangre porque se hace término de nuestro principio que siente, del mismo modo el pan y el vino se transubstancian porque se hacen término del principio que siente de Jesucristo y son santificados por la vida de El mismo (D 1919s). Esta teoría, condenada por León XIII, no salva la conversión de toda la substancia de pan y de vino en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo.

 

c) Explicación de Descartes. Así como con la transubstanciación del alimento permanecen las mismas partículas numéricamente pero son informadas por el alma, así en la Eucaristía el pan y el vino se dice que se transubstancian porque las partículas de pan y de vino, quedando numéricamente las mismas, comienzan a ser informadas de un modo milagroso por el alma de Cristo. Está claro que en esta teoría permanecen la substancia de pan y de vino en contra del dogma católico

 

Todas estas explicaciones, que mantienen algo de pan, no parece que puedan compaginarse con la doctrina tridentina: «permaneciendo solamente las especies». Una antigua teoría, sacada a luz de nuevo recientemente (aunque por diverso motivo), según la cual cuando la substancia de pan se convierte en el Cuerpo de Jesucristo, permanece la existencia de pan, parece todavía menos conforme con la misma definición tridentina.

 

111.- d) Explicación de Bayma. Puesto que la índole formal de substancia es «ser en sí» y no ser sustentada actualmente en otro, si en alguna parte esta índole formal desaparece, por ello mismo deja de ser substancia. Por consiguiente en la Eucaristía Cristo substancialmente presente sustenta la naturaleza de pan y de vino, la cual por el hecho mismo de ser sustentada en otro deja de ser substancia, aunque no experimente en realidad ningún cambio. Así pues se mantiene toda la naturaleza de pan y de vino, esto es, la materia y la forma; pero ya no es substancia. Más bien hay que decir, que la naturaleza de pan y de vino tienen en la Eucaristía índole de accidente sobrenatural. Esta teoría pretende mantener la definición tridentina, «deja de ser substancia de pan, sólo permanecen los accidentes»; sin-embargo mantiene la definición tridentina de palabra, no de hecho, ya que en..esta ,teoría en realidad permanece el pan y el vino, De aquí que no puede admitirse a la luz de la doctrina católica (D 1843ss).

 

e) Explicación de Sanders. Debe mantenerse en pie la doctrina tridentina «permaneciendo solamente las especies». Pero después de la consagración permanece la materia prima de pan y de vino juntamente con los accidentes y a este compuesto el Concilio lo llama «especies». La materia, determinada de este modo por los accidentes, exige ser informada por la forma substancial de Cristo. Sin embargo: puesto que esto no puede ser, se suple esta información ya que, las «especies» (esto., es la materia de pan y de vino juntamente con los accidentes) existen ya par la existencia del Cuerpo de Cristo. Tampoco esta teoría, que tiene otros muchos inconvenientes, salva de hecho la doctrina del Tridentino; parque según esta doctrina no queda nada de pan, sino sólo los accidentes; luego tampoco la materia de pan.

 

II. DE LAS ESPECIES EUCARÍSTICAS

 

112.- El Concilio Tridentino, cuando enseña la conversión total de la substancia de pan y de vino en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo, afirma que sin embargo, permanecen las especies de pan y de vino. Al tratar ahora esta cuestión, debemos decir que hay tres elementos que conciernen a la doctrina de la Iglesia <de uno o de otro modo): la realidad objetiva de las especies, la permanencia de las mismas especies, la carencia de cada una de ellas de sujeto de inhesión. Dejando esto sentado, todavía podemos estudiar diversos intentos de solución.

 

TESIS 9. En la Eucaristía las especies de pan y de vino permanecen realmente objetivas, las mismas que había en la substancia de pan y de vino antes de la consagración; más ahora permanecen sin sujeto alguno.

 

113.- Nociones. LAS ESPECIES DE PAN Y DE VINO son aquellas propiedades, que perciben nuestros sentidos y con las que suelen designarse el pan y el vino <el color, el olor, el sabor, la extensión).

 

REALMENTE OBJETIVAS, a saber realmente existen en la realidad; no son solamente una apariencia o algo meramente subjetivo realizado en nuestros sentidos por Dios o por el Cuerpo de Cristo mediante su sola modificación subjetiva.

 

PERMANECEN LAS MISMAS, esto es no sólo se da una identidad en los efectos que producen, sino en su entidad misma, la. cual es numéricamente la misma que era antes de la consagración.

 

Decimos SIN SUJETO porque estas especies, o accidentes, no están adheridas a substancia alguna. Negamos por tanto para ellas no sólo la substancia de pan y de vino, sino cualquier sujeto de inhesión. Ahora bien esto se refiere a todo el conjunto de las especies; pues sólo la cantidad permanece sin ningún sujeto absolutamente; las otras especies están adheridas a la cantidad.

 

Por consiguiente decimos tres cosas: a) Las especies de pan y de vino realmente existen en realidad después de la consagración; b) y no son producidas de nuevo, sino que son las mismas que había antes en el pan y en el vino; c) sin embargo ahora están sin sujeto de inhesión. Ahora bien estas tres cosas las probamos en la tesis conjuntamente.

 

114. Adversarios. Siguiendo una línea histórica los adversarios atacan en primer lugar la existencia de los accidentes sin sujeto, después la realidad objetiva de estos, en tercer lugar la permanencia idéntica de los mismos.

 

En el siglo XII en la escuela de Abelardo algunos sostuvieron que los accidentes de pan y de vino permanecían en el aire después de la consagración.

 

WICLEFF sostuvo que los accidentes no permanecían sin sujeto después de la consagración. Y esto como consecuencia de su negación y de la transubstanciación y de la presencia real. Más aún para él tal existencia de los accidentes sin sujeto de inhesión es imposible, incluso con el poder absoluto de Dios.

 

Algunos cartesianos. A finales del siglo XVII y en el siglo XVIII algunos teólogos, pretendiendo explicar la Eucaristía según las teorías del cartesianismo, y por ello mismo encontrando una dificultad enorme a causa de la identidad cartesiana entre la esencia del cuerpo y su extensión actual, se dividieron en estas dos tendencias, las cuales ya había bosquejado el mismo Descartes, Unos sostuvieron que las especies eran meramente intencionales, a saber sensaciones subjetivas producidas en nosotros por Dios o por el Cuerpo de Jesucristo, de tal modo que nos parezca que permanecen las mismas que había antes de la consagración. Así MAIGNAN, SAGUENS, NAJERA entre los Mínimos. Otros por el contrario sostuvieron que las partículas del pan son informadas mediante la consagración por el alma de Jesucristo y que de este modo se convierten en el Cuerpo de Jesucristo, en el cual por tanto son especies. Así DESGABBETS, FOUQUET, LE GALLOIS entre los Benedictinos; CALLY, VARIGNO, y otros.

 

Según los PP. S.I. TONGIORGI y PALMIERI, las especies son fenómenos, no ciertamente puramente subjetivos, sino objetivos; sin embargo no son entitativamente las mismas que eran antes, sino en cuanto a los efectos. Desaparecida la substancia de pan, Dios hace que en el lugar donde antes estaba esta substancia y dentro de los mismos límites, se dé una resistencia del mismo modo como la realizaba la substancia de pan cuando estaba. De este modo permanecen los mismos fenómenos objetivos (en cuanto que proceden de una causa que existe en la realidad fuera de los sentidos). Ahora bien está claro que esta identidad no es entitativa sino sensible.

 

SANDERS propuso una nueva concepción de las especies. Las especies, según él, son un cierto compuesto de la materia de pan (o de vino) y de los accidentes. Los accidentes determinan una materia de suyo indeterminada. Y la materia determinada de este modo mediante los accidentes exige verdaderamente ser informada por la forma substancial de Cristo. Esta exigencia no se cumple en realidad (porque no puede cumplirse a causa del actual estado glorioso del Cuerpo de Jesucristo); sin embargo es la razón de por qué la materia de pan existe por la existencia de Jesucristo y de por qué conserva sus accidentes.

 

115.- Doctrina de la Iglesia. INOCENCIO III, al proponer la doctrina de la Iglesia Romana, habla de las especies (D 414), las cuales son visibles (D 415), y del mismo modo de los accidentes (D 416).

 

El Concilio IV de Letrán dice que el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo están contenidos verdaderamente bajo las especies de pan y de vino (D 430); este modo de hablar supone evidentemente que las especies son algo objetivo.

 

El Concilio de Constanza condena el error de Wicleff (D 582). Esta proposición esta condenada como distinta de la proposición 1ª. ; lo cual puede probarse históricamente con certeza por las enseñanzas de Wicleff mismo y por las dos censuras de los teólogos del Concilio. Por consiguiente hay que defender según la doctrina católica la permanencia de los accidentes de pan y de vino sin sujeto. Sin embargo no consta por el Concilio mismo con qué censura está condenada aquella proposición (véase D 661); aunque por las condenas precedentes del mismo Wicleff o por las censuras citadas de los teólogos hay que decir que está condenada por lo menos como errónea. Muchos teólogos antiguos sostuvieron que esta proposición había sido condenada como herética.

 

El Concilio Tridentino en la sesión 13 cn.2 (D 884) dice que se realiza la transubstanciación «permaneciendo solamente las especies». Estas especies, que quedan solas, no son otra cosa sino los accidentes sin sujeto, los cuales se encontraban en la doctrina unánime de la Iglesia desde el siglo XIII. Acerca de esto no parece que pueda históricamente dudarse. La permanencia de las especies se enseña también de modo cierto en aquel canon. Sin embargo no es cierto el que esto se defina en él, aunque no faltan razones que aboguen más bien por esto.

 

La realidad objetiva de las especies se supone siempre en el modo de hablar del Concilio. Así el Cuerpo de Cristo existe bajo la especie de pan (D 876), las especies tienen partes que pueden separarse (D 885), las especies son signos visibles <D 938 en la parte final).

 

LEON XIIT escribe; «Aquí (en la Eucaristía) todas las leyes de la naturaleza han quedado en suspenso: toda la substancia de pan y de vino se convierte en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo; las especies de pan y de vino, sin nada que las sostenga, son conservadas por el poder divino».

 

116.- De donde en la doctrina de la Iglesia se contienen con certeza estos tres puntos:

 

a) Algo del pan y del vino hay objetivamente después de la transubstanciación; esto recibe el nombre de especies, de accidentes,

 

b) Esto es ciertamente lo mismo que antes pertenecía al pan y al vino, aunque no a la substancia de éstos, la cual toda entera se ha convertido en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo.

 

c) Ahora bien permanece esto sin sujeto, sin nada que lo sostenga.

 

No concierne a la doctrina de la Iglesia el determinar ulteriormente qué son estas especies o accidentes y cómo pueden existir sin sujeto.

 

Valor dogmático. Puesto que no consta con certeza que el Tridentino haya querido definir la permanencia de las especies, la tesis no puede decirse de fe. Por tanto puede calificarse cuando menos como doctrina católica. En cuanto parece que consta que la proposición de Wicleff es condenada como errónea, la existencia de los accidentes sin sujeto podría recibir la calificación de teológicamente cierta. Sin embargo está claro que los «accidentes» no deben tomarse aquí en sentido técnico.

 

117.- Prueba por el consentimiento de los teólogos. Tal consentimiento, que aparece en toda la historia de la teología, tiene como raíz y fundamento la doctrina de la Iglesia en primer término acerca de la transubstanciación y también acerca de los accidentes mismos.

 

a) Los grandes doctores de los siglos XIII y XIV siguiendo al Maestro de las Sentencias enseñan expresamente de modo unánime que los accidentes de pan y de vino permanecen en la Eucaristía sin sujeto; y esto lo enseñan refutando la hipótesis de la escuela de Abelardo. Así en el Comentario del Maestro se expresan S. ALBERTO, STO. TOMAS, S. BUENAVENTURA, ESCOTO.

 

b) Los nominalistas por encontrarse con una gran dificultad al admitir la distinción real de la cantidad respecto de la substancia, proponen la teoría de las especies intencionales (HOLCOT, PEDRO DE ALIACO); sin embargo no se atreven a defenderla a causa de la clara doctrina de la Iglesia.

 

c) Tan pronto como aparecen las enseñanzas de Wicleff los teólogos tienen estas enseñanzas como contrarias a las determinaciones de la Iglesia. Ahora bien estas teorías, rechazadas muchas veces por el Magisterio Eclesiástico, son condenadas definitivamente por el Concilio de Constanza.

 

d) Desde entonces hasta Descartes la doctrina de los accidentes que quedan sin sujeto no solamente la defienden los teólogos de todas las escuelas como conexionada con el dogma, sino que es tenida en general como doctrina de fe (TOLEDO, VALENCIA, SUAREZ, BECANO, LUGO, VAZQUEZ, y otros).

 

e) Los intentos de explicación propuestos por los cartesianos unos ciertamente fueron rechazados inmediatamente por los teólogos ya que no salvaban la verdad de la transubstanciación, en cambio otros solamente porque no salvaban la objetividad de las especies. De forma que fueron elucubrados nuevos sistemas para defender esta objetividad, dentro de las teorías de la física más reciente (Tongiorgi, Palmieri).

 

f) Pero también estos últimos sistemas fueron rechazados comúnmente por los teólogos, ya que no salvaban suficientemente la doctrina de los Concilios de Constanza y de Trento, según puede determinarse por las circunstancias históricas.

 

Es así que todos hechos, a lo largo de tantos siglos, después de tantas dificultades, incluso habiendo cambiado la concepción filosófica, prueban muy bien que la permanencia objetiva de las especies de pan y vino sin sujeto está conexionada con el dogma; ya que tal y tan grande tradición teológica no podría explicarse de otro modo; luego consta no sólo que se da consentimiento teológico , sino que este consentimiento es verdaderamente dogmático.

 

118. Objeciones. 1. Admitida la tesis, habría que admitir accidentes que existen sin sujeto de inhesión; es así que esto no puede admitirse; luego la tesis es falsa.

 

Respuesta. Distingo la mayor. Que existen sin exigencia de sujeto de inhesión, niego la mayor; que existen sin actual sujeto de inhesión, subdistingo: sobrenaturalmente, concedo la mayor; naturalmente, niego la mayor. Y contradistingo la menor. No pueden admitirse accidentes sin exigencia de sujeto de inhesión, concedo la menor; no pueden admitirse accidentes sin actual sujeto de inhesión, subdistingo: naturalmente, concedo la menor; sobrenaturalmente, niego la menor.

 

2. Es así que implica contradicción un accidente sin sujeto actual de inhesión; pues este accidente debería ser sustentado por Dios; es así que no puede ser sustentado por Dios; luego implica contradicción tal accidente.

 

Respuesta. Distingo la mayor. Debería ser sustentado por Dios en el género de causa material, niego la mayor; en el género de causa eficiente, concedo la mayor y contradistingo la, menor. Implica contradicción que un accidente sea sustentado por Dios en el género de causa material, concedo la menor; en el género de causa eficiente, niego la menor. A saber Dios no puede ser sujeto de inhesión para aquellos accidentes, porque tal sujeto queda modificado por los accidentes que se adhieren a él, lo cual implica contradicción respecto a Dios que es inmutable. Sin embargo Dios, en el otro género de causa, a saber de causa eficiente, suple aquello mismo que haría una substancia sustentando a los accidentes como verdadero sujeto de inhesión.

 

3. Pero la tesis supone que la cantidad se distingue realmente de la substancia; es así que esto no queda probado en la física moderna; luego la tesis no puede admitirse ahora.

 

Respuesta. Concedo la mayor y distingo la menor. Esto es, la física moderna no prueba positiva y evidentemente la distinción de la cantidad respecto de la substancia, concedo pase la menor; esto es, la física moderna prueba positivamente que implique contradicción tal distinción real, niego la menor e igualmente distingo la consecuencia. No debe admitirse la tesis, si la física moderna no puede probar aquella distinción real, niego la consecuencia; si la física moderna probara positivamente que no se distingue realmente, concedo la consecuencia pero niego el supuesto. Sea lo que quiera acerca de la física bien la más reciente o bien la antigua, de nuestra tesis se sigue que la doctrina cierta de la Iglesia exige la real distinción de la cantidad respecto de la substancia. Por tanto una vez supuesto esto, es imposible que la ciencia física pruebe verdaderamente jamás el que implique contradicción o el que no se dé esta distinción real.

 

119.- Escolio 1. Acerca de la explicación escolástica. Hemos visto en la tesis qué es lo que hay que sostener según la doctrina de la Iglesia en el tema de las especies eucarísticas. Una explicación más íntima de este hecho puede investigarse libremente, con tal que queden a salvo los elementos anteriormente indicados.

 

La mejor explicación se encuentra en la teoría escolástica de los accidentes absolutos. Según esta teoría las especies son o bien cantidad o bien cualidades. Estas cualidades están fundadas inmediatamente en la cantidad y en ella se encuentran como en sujeto de inhesión. En cambio la cantidad, realmente distinta de la substancia corpórea, puede estar separada de ella y existir separada por el poder divino sin sujeto alguno de inhesión. Por tanto en la transubstanciación, faltando la substancia de pan, permanece la misma cantidad numérica de pan, supliendo Dios la causalidad material de la substancia (el sujeto de inhesión) por medio de su causalidad eficiente. Esta cantidad, conservada así, es a manera de sujeto de inhesión de otros accidentes o cualidades. Ahora bien la proposición condenada de Wicleff no debe entenderse de otro modo,. ya que consta que así la entendieran los teólogos del Concilio de Constanza: «Esto es falso y erróneo y entendido de modo universal tiene sabor a herejía», esto es, si se entiende de todos y cada uno de los accidentes, entre los que está ciertamente la cantidad que permanece sin sujeto de inhesión.

 

Sin embargo esta explicación escolástica, aunque es la mejor y debe aceptarse absolutamente, la doctrina de la Iglesia no la impone. Pues pueden darse otras explicaciones, que salven de otro modo aquellos tres elementos dogmáticos. Así por ejemplo la teoría dinámica del Cardenal Franzelin, según la cual después de la transubstanciación permanece la misma resistencia y atracción que había antes en el pan, como acto transeúnte conservado par el poder de Dios. Esta teoría tiene una dificultad filosófica al explicar la permanencia de la acción transeúnte sin el sujeto; pero teológicamente salva lo que hay que salvar.

 

Recientemente se ha discutido acerca del sentido en que debe interpretarse el término «substancia» cuando se trata de la transubstanciación. Está claro que la «substancia» de panes un cierto conjunto de substancias. De donde se ve, según el dogma, que, en la transubstanciación todo el conjunto de aquellas substancias: que constituyen el pan y el vino, se convierten totalmente en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo, permaneciendo las especies de aquellas substancias, Pera se pregunta ulteriormente, si aquella «substancia» debe entenderse sólo metafísicamente, como algo distinto de la realidad física que indica naturalmente las especies sensibles (COLOMBO), o por el contrario físicamente, en cuanto es esta realidad misma (SELVAGGI). En la .primera hipótesis todo aquello, que puede alcanzarse por medio de la ciencia física, permanece enteramente. Sin cambio en la transubstanciación, habiendo cambiando sólo «la substancia» metafísica; en la segunda hipótesis la transubstanciación es realmente un cambio de la realidad física misma, permaneciendo solamente las especies. En verdad, prescindiendo de las cuestiones conexas, sobre el modo de hablar sobre el objeto y la posibilidad de la ciencia física, parece más probable la concepción física de substancia.

 

120. Escolio 2. Acerca de la actividad de las especies. Las especies consagradas tienen la misma actividad de la que gozaban antes de la consagración, experimentan la misma alteración y corrupción, nutren del mismo modo. Ahora bien para nutrir deben corromperse; y una vez que se han corrompido las especies y ya no contienen el Cuerpo de Jesucristo, se produce connaturalmente aquella misma substancia que se hubiera producido debajo de las especies si no hubiera tenido lugar la transubstanciación.

 

121.- Escolio 3. De la relación entre las especies y el Cuerpo de Cristo. Según el modo de hablar de la Iglesia, como hemos visto, el Cuerpo de Cristo existe bajo las especies, y es contenido bajo las especies. Se da por tanto una relación de presencia y de contenido. Está claro que hay que negar cualquier unión física formal, bien substancial (la cual implica contradicción entre la substancia y los accidentes), bien accidental (la cual supondría, en contra de la doctrina de la Iglesia, que los accidentes están en él Cuerpo de Cristo como en sujeto de inhesión). Por tanto el Cuerpo de Jesucristo no se rompe, no es triturado por los dientes, no es masticado. Este último modo de hablar parece que se afirma en la profesión de fe de Berengario el ario 1059 en el Concilio Romano. Ahora bien allí se trata sólo de expresar la presencia real de Jesucristo sin ninguna ambigüedad posible. De aquí ciertas expresiones tal vez demasiado reales, las cuales sin embargo expresan el sentido verdadero. Así entendieron aquella fórmula los contemporáneos.

 

Por consiguiente aquella presencia y contenido de Jesucristo bajo las especies parece que debe explicarse principalmente por una cierta acción del Cuerpo de Jesucristo, por la que conserva los accidentes de pan y de vino supliendo la sustentación en el género de causa eficiente. Hay quienes piensan que esto solo no es suficiente; sino que se requiere además una como ligadura del Cuerpo de Jesucristo a las especies, esto es, un estado indisoluble de presencia íntima; el cual surge de una fuerza dada por Dios a las especies para llevar consigo íntimamente el Cuerpo de Jesucristo. Sin embargo a otros no les parece que sea esto necesario.

 

Véase en Suárez cómo y en qué grado pueden predicarse del Cuerpo de Cristo los cambios de las especies.

 

III. DE LA NATURALEZA DE LA TRANSUBSTANCIACIÓN

 

122.- Según la doctrina de la Iglesia consta que la transubstanciación lleva consigo no sólo la presencia del Cuerpo de Jesucristo y la acción de cesar la substancia de. pan, sino además también una conversión. Ahora bien esta conversión no puede explicarse como las otras conversiones naturales, las cuales son conversiones formales; en las cuales permanece el sujeto y se cambian las formas. En efecto en esta singular conversión hay esto de especial, el que el sujeto no permanece, ya que la conversión es substancial, esto es, de una substancia toda entera en otra substancia toda entera. De aquí que al explicar la transubstanciación parece que debe establecerse una especial dificultad sobre todo en el nexo necesario entre el término «a quo» y el término «ad quem». Se añade además una nueva dificultad por el hecho de que en la transubstanciación el término «ad quem» preexiste ya a la conversión misma y no es hecho simplemente por ella.

 

Se ha intentado un gran número de soluciones, cuyas tendencias fundamentales parece que pueden reducirse a éstas, que siguen.

 

123.- I. Teorías. 1. Teoría de la aniquilación. La substancia de pan se aniquila y la substituye bajo los mismos accidentes el Cuerpo de Jesucristo. Esta teoría, que equivocadamente se atribuye a Escoto, no mantiene el concepto de conversión. En efecto la sola suspensión de la acción conservadora (en la cual consiste la aniquilación propiamente dicha> no está ordenada a la acción de poner el Cuerpo de Jesucristo; sin la cual ordenación no se salva la conversión.

 

2. Teoría de la reproducción. Así la expone SUAREZ: a) En la transubstanciación se da una acción real, que versa acerca del Cuerpo de Jesucristo, en cuanto que por ella el Cuerpo de Jesucristo se constituye bajo las especies. Esta acción en realidad penetra de hecho el ser substancial en el. Cuerpo de Jesucristo y de: aquí que es una acción substancial; la cual se dice ahora: que es a manera de conservación, porque por otra parte se supone que el Cuerpo de Jesucristo ya existe en otro lugar. Y de este modo aquella acción podría decirse la producción suficiente del término, si éste no estuviera en otro lugar; más ahora de hecho sólo tiene la naturaleza de conservación. Por último esta acción no es un cambio propiamente dicho, sino sólo una acción o dependencia real.

 

b) Se da además otra acción distinta, positiva y real, por la que los accidentes del pan se separan de la substancia y quedan constituidos «per se» (por ello mismo). Esta acción «per se» realiza en primer término en los accidentes un nuevo modo de existir «per se», el cual implica contradicción formal con la inherencia actual y con la unión de los accidentes en el sujeto. Y por ello en virtud de esta acción quedan separados estos accidentes de su sujeto. Ahora bien separados los accidentes de la substancia, ésta por la naturaleza de la cosa cesa naturalmente de ser; porque de este modo desaparecen las disposiciones necesarias para conservar la unión de la forma con la materia; y por ello al instante se deshace aquella unión y consiguientemente deja de existir la forma substancial que depende de la materia; y al no introducirse una nueva forma, en consecuencia deja de existir la materia, que no puede darse sin forma. Ahora bien esta acción de cesar la substancia del pan de ningún modo es aniquilación; ya que se realiza en virtud de una acción positiva o física, no por una simple suspensión del concurso de Dios.

 

c) Entre ambas acciones se da una conexión no física sino solamente por institución divina. A saber, una está ordenada a la Otra y se realiza a causa de esta otra según intención del agente; puesto que las palabras no tienen fuerza para poner un término sino rechazando a otro; y ya que no puede ser rechazado este otro término a no ser por una acción distinta, por ello una acción no puede obrar a no ser presentando otra o en orden a otra. Y por ello se trata de una verdadera conversión. Así se expresan LESIO, ARRIAGA, PICCIRELLI, FRANZELIN, PUIG.

 

124.-3. Teoría de la aducción. La expone S. BELARMINO del siguiente modo: a) El pan en la sagrada Eucaristía no se aniquila por que la aniquilación se dirige a la nada; en cambio la acción por la que el pan deja de ser, no se dirige a la nada, sino al Cuerpo de Jesucristo.

 

b) Sin embargo para una verdadera conversión no se requiere que se produzca de nuevo un término «ad quanti); es suficiente que un término substituya a otro, bien se produzca entonces aquél, bien sea traído de otra parte, o bien suceda de otro modo. De aquí que en la Eucaristía, puesto que el Cuerpo de Cristo preexiste antes de la conversión pero no bajo las especies, la conversión solamente hace que empiece a estar bajo las especies.

 

c) Esta acción se llama aductiva porque hace sin un movimiento local el Cuerpo de Cristo, que antes sólo estaba en el cielo, esté también bajo las especies; no sólo por una simple presencia o coexistencia, sino también por una cierta unión, cual es la que se da entre la substancia de pan y entre los accidentes, exceptuada la inherencia.

 

d) Esta acción, en cuanto es conversiva, es recibida en el pan; en cuanto es aductiva, es recibida en el Cuerpo mismo de Jesucristo. Por consiguiente Jesucristo en tanto no se cambia, en cuanto no pierde nada; pero se cambia ciertamente en cuanto adquiere algo que no tenía, a saber el ser sacramental.

 

De este modo se expresaron ya en tiempo anterior ESCOTO y TOLEDO; también VAZQUEZ, PESCH y LERCHER.

 

125.- 4. Teoría de la constitución de Cristo bajo las especies. Esta teoría no es sino una mayor aclaración de la precedente, sin recurrir al nombre de aducción: Así la expone, el Cardenal Lugo:

 

a) En la transubstanciación se da una sola acción la cual se llama acertadamente constitutiva de Cristo bajo las especies, connotando la acción de cesar la substancia de pan.

 

b) Esta acción (la cual, en cuanto conversión, tiene como término formal el Cuerpo de Cristo; sin embargo en cuanto producción, tiene como término producir la unión del Cuerpo. de Cristo con los accidentes) realiza. la unión: del Cuerpo de Cristo con los accidentes»[1] Esta unión lleva consigo dos cosas. En primer lugar la función substancial de sustentar los accidentes en el género de causa eficiente, no material; y esto quiere decir el que el Cuerpo de Jesucristo sea el soporte de los accidentes. Lo segundo es una cierta ligadura del Cuerpo de Cristo a los accidentes; la cual es una fuerza, por la que los accidentes pueden por obra de Dios llevar consigo el Cuerpo de Cristo a dondequiera que sean llevados dichos accidentes.

 

c) Una vez puesta aquella función substancial de ser soporte de los accidentes, por ello mismo por la naturaleza de la cosa cesa la substancia de pan, ya que ésta se ve privada de su función substancial; en otro caso se daría una doble causalidad adecuada acerca del mismo efecto, aunque sería en un doble género de causa.

 

d) De donde se da verdaderamente conversión; porque cesa la substancia de pan por la acción de poner el Cuerpo de Jesucristo bajo los mismos accidentes y en orden a la misma función substancial, que realizaba antes la substancia de pan.

 

e) Por tanto no se da aniquilación: porque la acción de cesar la substancia de pan no tiende a la nada sino a algo, a saber al Cuerpo de Cristo en el cual se convierte.

 

Así también se expresaba recientemente MANYA.

 

126.- 5. Teoría de la simple conversión. Así la expone BILLOT: a) La transubstanciación no es la destrucción de una substancia y la substitución de otra por la vía de la reproducción o de la aducción; sino que es una acción simple, por la que Dios (el cual, como autor del ente, domina en todo ente) cambia inmediatamente todo lo que de entidad hay en la substancia de pan en aquello que hay de entidad en la substancia del Cuerpo de Cristo.

 

b) El sujeto de esta acción es solamente el pan, de ningún modo Jesucristo, el cual permanece sin cambio alguno. Jesucristo nada padece, nada recibe, no se repliega; se hace presente donde antes no estaba, por el solo hecho de que en virtud de la conversión los accidentes de pan adquieren el hábito real de contener el Cuerpo de Cristo.

 

c) Nada deja de ser por la vía de la aniquilación, sino por la vía de la conversión propiamente tal de una substancia individual en la substancia individual del Cuerpo de Cristo.

 

Esta teoría es presentada como una auténtica vuelta al genuino pensamiento de STO. TOMAS y de los grandes Escolásticos del siglo XIII. Esta misma teoría la siguen muchos autores más recientes, como DE LA TAILLE, D'ALÉS, LEBRETON, LEPICIER, VAN HOVE, VAN NOORT, ALASTRUEY, FILOGRASSI, GARRIGOU, LAGRANGE, PIOLANTI.

 

127. II. Nuestra sentencia. En un asunto verdaderamente muy difícil, vamos a exponer brevemente qué es lo `que nos parece más acertado.

 

a) La teoría de la conversión parece que no expresa mas que el dogma de la transubstanciación, cuya explicación es por la que ahora preguntamos; sin embargo parece que no da una ulterior investigación escolástica. Responden que por esta teoría se dice absolutamente más que lo que se enuncia en el dogma, puesto que la teoría excluye expresamente la aniquilación, la aducción y la reproducción. Esto sin duda es verdad, pero se pregunta recisamente cuál es aquella acción conversiva, en la cual todos admitimos que es conversiva y la cual se dice que no es reproductiva o aductiva o constitutiva bajo las especies. A saber esto es lo que se pregunta, cuál es el nexo intrínseco por el que, cesando la substancia de pan, se pone el Cuerpo de Jesucristo.

 

Además no se comprende suficientemente, cómo el Cuerpo de Jesucristo en virtud de esta acción empieza a estar donde no estaba, sin que tal acción se dirija de ningún modo a ella. Este Cuerpo de Jesucristo empezaría a tener una nueva relación sin ningún nuevo fundamento.

 

Por último esta acción nada obraría, nada produciría; lo cual parece que implica contradicción. Y si se dice que esta acción no hace otra cosa sino convertir, esto es precisamente lo que se pregunta, qué es convertir una cosa en otra según la substancia toda entera.

 

128. b) Parece que debemos retener la unicidad de la acción. En efecto en el caso de una doble acción, se explica menos la conversión propiamente dicha. Principalmente si la conexión entre ambas acciones es solamente extrínseca en virtud de la mera intención divina.

 

c) La acción sin duda se dirige al Cuerpo de Cristo. No ciertamente porque Cristo pierda algo, sino porque adquiere un nuevo modo de ser, a saber bajo las especies. Y no debe decirse en absoluto que esto vaya en contra del criterio de Sto. Tos. Pues afirma el Santo Doctor: «es menester que esta conversión se dirija; al Cuerpo de Jesucristo», y por ello no es aniquilación C4 d.11, a.2); «la substancia del Cuerpo de Cristo, a la cual se dirige esta conversión, no recibe más ni menos» (3 q.75, a.?); «porque la conversión del pan se dirige directamente a la substancia del Cuerpo de Cristo...» (3 q.76 a.3 ); «la conversión, que se realiza en este sacramento se dirige directamente a la substancia del Cuerpo de Jesucristo» (3 q.76 a.4).

 

129.- d) Tal modo nuevo de ser de Jesucristo en la Eucaristía entraña una nueva actitud respecto a las especies; la cual no es una simple presencia en ellas, sino un a modo de estar contenido debajo de ellas. Esta actitud no parece que se explica de modo inadecuado mediante la función substancial de sustentar las especies en el género de causa eficiente. Por tanto Jesucristo se hace presente teniendo sin ningún movimiento local todo lo que tendría mediante un movimiento local; y además se da a Su Cuerpo el influjo efectivo en los accidentes de pan, por el cual influjo se suple en cuanto al ser de aquéllos lo que antes la substancia de pan realizaba en la línea de verdadera sustentación y de verdadera inherencia. Todo esto lo realiza la acción de la transubstanciación.

 

e) Pero puesto que, una vez realizado esto, la substancia de pan no puede estar bajo los mismos accidentes, desaparece la substancia de pan en virtud de la sola y misma acción de la transubstanciación. La cual es verdadera conversión, porque bajo los mismos accidentes     cambia las substancias; no por una simple sucesión de substancias, sino por la incompatibilidad de éstas, causada por una sola acción.      

 

f) Esta admirable y singular acción, cuya íntima naturaleza no podemos penetrar, es tal en sí misma que realiza todo esto por su propia fuerza intrínseca, no por la mera intención divina extrínseca. Ahora bien las     palabras de la consagración nos muestran que es, tal la naturaleza intrínseca de esta acción; las cuales palabras, según afirman,         todas,        expresan una      verdadera incompatibilidad de la substancia de pan con el Cuerpo de Jesucristo bajo los mismos accidentes. Y puesto que aquellas palabras no sólo son verdaderas, sino que también son activas, causan en realidad tal incompatibilidad. Y no hay ninguna razón para negar que estas palabras causen esto por su propia fuerza, en cuanto que Dios, las eleva      instrumentalmente.[2]

 

130.- Se dice en contra del fundamento de esta explicación: de este modo la substancia de pan no es aquello que pasa al Cuerpo, sino lo que es rechazado por el Cuerpo; luego no se da una verdadera conversión de pan en el Cuerpo de Jesucristo. Respondemos negando el antecedente. La substancia de pan es lo que pasa al Cuerpo de Jesucristo ya que, puesto el Cuerpo, la substancia de pan deja necesariamente de ser.

 

Pero tal vez el objetante insista: de este modo se da la aniquilación de la substancia de pan. Respondemos que la substancia de pan no se aniquila con una aniquilación propiamente dicha, porque no deja de ser por una acción que tienda a la nada, sino por una acción que tiende a constituir el Cuerpo de Jesucristo bajo los mismos accidentes, bajo los que estaba la substancia misma de pan. Por otra parte puede admitirse que la substancia de pan es aniquilada con una aniquilación impropiamente tal; en cuanto que en virtud de esa acción es causado tal modo de ser bajo los accidentes, que es incompatible con la permanencia de la substancia de pan, y por ello Dios retira su influjo que mantenía a ésta.

 

Articulo III

Del modo de la presencia real

 

131.- Después que hemos tratado acerca del hecho de la presencia real y hemos estudiado la acción por la que Jesucristo se hace presente en la Eucaristía (la cual es una acción que constituye a Cristo presente bajo las especies que quedan de aquella substancia de pan y de vino que dejan de existir), preguntamos ahora cuál es el modo especial de esta presencia singular.

 

TESIS 10. Jesucristo en la Eucaristía está presente todo entero bajo las dos especies y todo entero bajo cualquier parte de éstas, tanto una vez hecha la separación cono antes de la separación.

 

132.- Nociones. JESUCRISTO TODO ENTERO, a saber Su Cuerpo y Su Sangre juntamente con Su alma y dignidad. Jesucristo todo entero se entiende con una totalidad esencial e integral, del mismo modo que existe en el momento de la consagración.

 

Se dice que algo está PRESENTE BAJO LAS ESPECIES de una doble manera: a) en virtud de las palabras está presente todo lo que queda significado directa e inmediatamente por las palabras de la consagración y sin lo que las palabras no serían verdaderas; b) en virtud de la concomitancia está presente todo lo que no queda significado directa e inmediatamente por las palabras, sin embargo está realmente unido con aquello que es puesto en virtud de las palabras Así pues atendemos a la conexión en la cosa misma.

 

Decimos que Jesucristo todo entero está realmente presente tanto en virtud de las palabras como en virtud de la concomitancia.

 

Se llaman ESPECIES el conjunto de accidentes sensibles, con los que se designan naturalmente el pan y  el  vino.

 

Las PARTES resultan de la fracción del pan o de la distribución de la Sangre contenida en el cáliz. ANTES DE LA SEPARACIÓN, puesto que todavía no son formalmente partes, se entiende que se pueden designar como partes en la sagrada hostia entera o en el cáliz.

 

133.- Doctrina de la Iglesia. El Concilio de Constanza (D 626) enseña que es de fe el que están bajo cada una de las especies «íntegros el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo».

 

El Concilio Florentino en el decreto referente a los armenios, enseña la doctrina de la Iglesia Romana, a saber, «que Jesucristo todo entero» está contenido bajo cada una de las especies, más aún, también está contenido bajo cualquier parte separada del pan y del vino consagrados (D 698).

 

El Concilio Tridentino en la sesión 13 cn, 1 (D 833) explica qué se entiende por «Jesucristo todo entero». Lo cual se explica más ampliamente en el c.3 (D 876). A saber en virtud de las palabras se entiende el Cuerpo y la Sangre; en virtud de la natural conexión y concomitancia (a saber por la unión substancial de Cristo viviente), se entiende el Cuerpo y el Alma bajo la especie de vino, y la Sangre y el Alma bajo la especie de pan; en virtud de la unión hipostática se entiende la divinidad bajo ambas especies. Por consiguiente esto significa «Jesucristo todo entero e íntegro».

 

En la misma sesión en el cn.3 (D 885) se define «que Jesucristo todo entero» está contenido en primer lugar bajo ambas especies; y también bajo cada una de las partes de la especie, una vez hecha la separación. Esto también se explica más ampliamente en el c.3 (D 786), en la medida que se enseña la presencia de Jesucristo en cada una de las partes de las especies en general, no indicando nada expresamente de cuando ya ha sido realizada la separación. Así se decía también al comienzo en el canon citado; pero se añadió la restricción «una vez hecha la separación» pocos días antes de la definición, a fin de que no se fuera más allá de lo que había dicho el Concilio Florentino, o para que no fuera condenado tal vez algún teólogo católico.

 

El Concilio Tridentino enseña también en la sesión 21 c.3 y cn.3 (D 932 y 936) que Jesucristo todo entero e íntegro está contenido bajo cada una de las especies.

 

134.- Valor dogmático. Es de fe divina y católica definida que Jesucristo todo entero (Su Cuerpo, Su Sangre, Su Alma y su Divinidad) está contenido bajo cada una de las especies. Esta calificación vale también para la tesis «de que Cristo todo entero está contenido bajo cada una de las partes, una vez hecha la separación», esto es, cuando se dan las partes formalmente. El que está contenido Jesucristo todo entero bajo cada una de las partes también antes de la separación Cesto es, cuando las partes son solamente designables), es doctrina católica. tan cierta que la contraria es temeraria. La doctrina del contenido en virtud de las palabras y en virtud de la concomitancia, aunque a algunos católicos les ha parecido de fe, más bien debe decirse explicación cierta del dogma, que pertenece a la doctrina católica y que no puede ser negada sin temeridad.

 

135.- Prueba. a) Jesucristo todo entero bajo cada una de las especies: Las palabras de la consagración del pan no son verdaderas, a no ser que por ellas se haga presente el Cuerpo de Jesucristo como existe de hecho cuando las palabras son pronunciadas; es así que ese momento el Cuerpo de Cristo está unido a la Sangre, al Alma y a la Divinidad; luego bajo la especie de pan se hacen presentes el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo, esto es, se hace presente Jesucristo todo entero.

 

La mayor. En otro caso no se haría presente el mismo Cuerpo numéricamente de Jesucristo, sino otro. Esto mismo, según es evidente, vale respecto a la consagración del cáliz. De aquí que S. Pablo (1 Cor 11,27) dice: todo el que comiere este pan o bebiere el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo Y de la Sangre del Señor.

 

b) Jesucristo todo entero bajo cualquier parte separada: Jesucristo en la última Cena dio a los Apóstoles un solo cáliz consagrado; desde la antigüedad cristiana los Padres recomiendan a los fieles un cuidado especial de que no caiga al suelo ninguna partícula de pan o de vino (R 367 y 490...); de modo semejante dicen los Padres. que se divide el pan sin que se divida Jesucristo <R 707, 806 y 2230); ambas cosas se leen en las liturgias, sobre todo en la liturgia romana, en la cual por otra parte se canta: «si se rompe el sacramento, tú no dudes, más recuerda que una partícula encierra cuanto el todo da encubierto»; es así que todo esto prueba la persuasión de la Iglesia de que Jesucristo está presente del mismo modo en las partes separadas que lo estaba en toda la especie de pan o en toda la especie de vino...

 

c) Cristo todo entero bajo cualquier parte no separada: Jesucristo todo entero está allí donde estaba la substancia de pan; es así que esta substancia estaba en cada una de las partes antes de la separación; luego también está Jesucristo todo entero. Además si Jesucristo todo entero, todavía no presente en cada una de las partes antes de la separación, estuviera después presente en cada una de ellas después de la separación, la razón de esta presencia sería otra distinta a las palabras de la consagración; es así que las palabras de la consagración son la única razón de la presencia real; luego Jesucristo todo entero está presente bajo cualquier parte no separada.

 

136.- Objeciones. 1. Si Jesucristo todo entero está presente bajo cada una de las especies, una de las dos consagraciones es inútil; luego no está presente todo entero.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Es inútil, esto es, no se requiere para recibir a Jesucristo todo entero, concedo el antecedente; no se' requiere «simpliciter», niego el antecedente. El que Jesucristo se haga presente no bajo una sola especie, sino bajo dos especies, no era necesario para que el fiel que comulga recibiera a Jesucristo todo entero; y por ello la Iglesia definió la validez de la comunión bajo una sola especie (D 626, 930-937). Pero esta separación de las especies en la consagración tiene otro valor, como se explicará al tratar acerca del sacrificio de la Misa y de la esencia de éste.

 

2. Lo que está totalmente dentro, nada de ello se encuentra fuera; es así que Jesucristo todo entero está dentro de la especie de pan; luego nada de El está fuera de esta especie; luego Jesucristo no estará bajo la especie de vino.

 

Respuesta. Distingo la mayor. Nada de ello está fuera negativamente (nada de ello hay que no esté dentro), concedo la mayor; nada de ello está fuera positivamente, niego la mayor y concedida la menor distingo igualmente la primera consecuencia. Nada de El está fuera de la especie de pan negativamente (esto es, de tal modo que no esté dentro de ella), concedo la consecuencia; nada de El está fuera de la especie de pan positivamente (esto es, de tal modo que no esté bajo la especie. de vino), niego la consecuencia.

 

3. Si Jesucristo todo entero estuviera presente bajo cada una de las partes separadas, El mismo estaría separado de Sí mismo; es así que esto es absurdo; luego no está presente.

 

Distingo la, mayor. Estaría separado de Sí mismo, esto es, una presencia de El mismo estaría separada de otra presencia, concedo la mayor; esto es, la entidad de El estaría de sí misma, niego la .mayor y contradistingo la menor. Es absurdo que la entidad de Cristo esté separada de sí misma, concedo la menor; es absurdo que Sus diversas presencias estén separadas entre sí, niego la menor.

 

Otras dificultades, que suelen ponerse, se previenen en los escolios siguientes.

 

137.- Escolio 1. De la fórmula «en virtud de las palabras y en virtud de la concomitancia».

 

a) Preguntan las teólogos cómo el alma de Jesucristo está presente en virtud de la concomitancia y no en virtud de las palabras. En efecto el Cuerpo de Cristo, que se hace presente en virtud de las palabras, es un Cuerpo humano; ahora bien el cuerpo humano no es tal sino por el alma, la cual es la única forma del cuerpo. Hay muchas soluciones, que pueden verse en el teólogo Lugo. Puede decirse «que el cuerpo» se entiende de un modo vulgar, como se dice que el hombre está compuesto de alma y de cuerpo. Más aún incluso en rigor escolástico «cuerpo» significa formalmente sólo la materia con alguna forma de corporeidad, sin determinar más, aunque en nuestro caso equivalga al elemento material con la forma racional. De este modo en los tres días que estuvo muerto Jesucristo, si se hubiera realizado la consagración, en virtud de las palabras hubiese sido puesto el cuerpo del mismo modo, aunque en virtud de la concomitancia no hubiese. sido puesta el alma, que en aquel momento estaba separada del cuerpo.

 

b) Se pregunta también cómo la divinidad de Jesucristo se encuentra en la Eucaristía sólo en virtud de la concomitancia. Pues en la fórmula de la consagración se dice «mi» Cuerpo; ahora bien puesto que en Jesucristo hay una sola persona divina, aquella palabra «mi» parece que significa esta persona; y por tanto la divinidad estará en virtud de las palabras. Sin embargo hay que tener en cuenta que en la palabra «mi» no se incluye la divinidad como constitutivo esencial o integral, sino sólo como designación del poseedor. La cual dificultad parecerá tal vez mayor en la sentencia de aquellos, que dicen que la humanidad de. Cristo existe por la existencia del Verbo. Pero incluso en esta sentencia puede decirse que en virtud de las palabras no se significa sino el Cuerpo de Jesucristo existente por alguna existencia, que no se determina ulteriormente cuál es.

 

c) Por último hay que añadir que en virtud de la circuncisión no sólo el Verbo, sino también el Padre y el Espíritu Santo están presentes a su manera bajo ambas especies, ya que las tres divinas Personas se identifican realmente con la única y misma naturaleza.

 

138. Escolio 2. De la presencia sacramental. a) Todos los teólogos, si exceptuamos a Durando y a los nominalistas, defienden que Jesucristo en la Eucaristía tiene su propia cuantidad. Esta doctrina Suárez la llama teológicamente cierta. Y la razón es porque el Cuerpo de Jesucristo en la Eucaristía es el mismo que en el cielo; y no puede carecer de lo que Le es intrínsecamente inherente. De donde está claro que también la cuantidad se da en la Eucaristía por concomitancia.

 

b) Pero a partir de aquí se pregunta ulteriormente, qué es lo que le da la cuantidad al Cuerpo de Cristo en la Eucaristía, ya que es cierto que la cuantidad no le da todo lo que naturalmente encontramos en otros cuerpos; pues el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía está todo entero en el todo y todo entero en cualquier parte. En lo cual no es unánime la sentencia de los teólogos, según el distinto modo de concebir la cuantidad misma.

En esto, puesto que hay diversos modos no sólo de pensar, sino también de expresarse, a fin de evitar confusiones, hay que decir poco más o menos lo siguiente.

 

139. 1º. La extensión inda a en general extraposición de las partes integrales. Esta extraposición parece que conlleva sobre todo dos cosas: La primera es que sean partes distintas y ciertamente unidas entre sí; la segunda es que estas partes se excluyan mutuamente en el mismo espacio y sean impenetrables y resistentes a otro cuerpo, todo el tiempo que el cuerpo no se divide. Lo primero en verdad (a lo cual llaman extensión entitativa) lo tiene el cuerpo por su propia entidad, no por la cuantidad. Lo segundo (a lo cual llaman extensión en orden a un lugar) lo tiene el cuerpo por la cuantidad. Pero todavía esto último puede ser pensado de un doble modo: del primer modo sólo en aptitud y en potencia próxima, y del segundo modo en acto. Al primer modo lo llaman extensión aptitudinal en orden a un lugar; esta extensión es ciertamente el efecto primario de la cuantidad, y por ello metafísicamente inseparable del cuerpo cuanto. Al segundo modo lo llaman extensión actual en orden a un lugar; la cual, en cuanto efecto secundario de la cuantidad, se sigue naturalmente del primero pero puede ser suspendida por Dios.

 

Por tanto dando ya esto por sentado, el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía no tiene sus partes integrales (extensión entitativa) por la cuantidad, sino que las tiene por su intrínseca entidad substancial. Ahora bien tiene por la cuantidad la extensión aptitudinal, en cuanto absolutamente inseparable de ella. Pero carece de extensión actual por virtud divina.

 

Y si se pregunta sobre si el Cuerpo de Jesucristo en la Eucaristía tiene su propia figura, hay que distinguir. En efecto una es la figura orgánica, la cual proviene de la intrínseca composición de la cuantidad; otra es la figura situacional o local, la cual proviene de la extensión actual. Por consiguiente Cristo en la Eucaristía tiene' figura orgánica, no en cambio figura situacional.

 

140.- 2º. Sin embargo hay otro modo de concebir todo esto, según el cual la extensión entitativa se atribuye por la cuantidad a la substancia corpórea; en efecto la substancia corpórea antes de la cuantidad es concebida fuera de todo género de extenso continuo.  También se atribuye esencial y primariamente por la cuantidad la extensión actual en orden a un lugar. Ahora bien no admiten ninguna extensión aptitudinal, excepto la aptitud de tener cuantidad, la cual   4 aptitud se da en la substancia material.

 

De donde el Cuerpo de Jesucristo en la Eucaristía tiene de la cuantidad sus propias partes integrales y la dimensión en largura, en anchura y en profundidad y su propia figura natural, a la cual hemos llamado situacional. Ahora bien carecen de cualquier equiparación de medida con las especies, porque éstas no son una superficie que abarque la superficie del Cuerpo de Jesucristo, ya que Este está todo entero en el todo y todo entero en la parte; de donde no puede decirse situal.

 

Nos parece que debe preferirse el primer modo de concebir esto.

 

141.- c) Esta especial presencia del Cuerpo de Jesucristo en la Eucaristía Sto. Tomás la llama (3 q.76 a.3) ser a manera de substancia. Pues la substancia en sí tiene su propio modo de ser, distinto del modo como está bajo la cuantidad y por la cuantidad; a saber, toda entera en el todo y toda entera en la parte. Lo cual ciertamente en la primera sentencia antes citada resulta de que la substancia corpórea, aunque tenga de suyo partes integrantes, sin embargo no las tiene todavía extensas, ni siquiera con una extensión aptitutdinal. De donde puede decirse que es a modo de espíritu, aunque sin duda no en todo. En cambio en la segunda sentencia se explica esto porque la substancia de suyo no tiene partes integrantes; de donde no puede ser a no ser toda entera donde quiera que esté. Por consiguiente la presencia a manera de substancia se da en la Eucaristía, porque en virtud de las palabras de la consagración se pone solamente la substancia del Cuerpo de Jesucristo, esto es sin cuantidad; la cual se da sólo por la concomitancia. De donde la substancia del Cuerpo de Jesucristo, o bien por no tener todavía partes integrantes, o bien porque las tiene aún sin ninguna extensión, conserva Su propio modo de ser. Ahora bien la cuantidad del Cuerpo de Jesucristo tiene en la Eucaristía el mismo modo de presencia, que es propio de la substancia, y ya que no se pone por razón de la cuantidad, sino por razón de la substancia.

 

142.- d) De aquí se sigue que Jesucristo en la Eucaristía realiza los mismos actos del entendimiento y de la voluntad, que realiza en el cielo; en cambio los actos de los sentidos no los puede realizar naturalmente, puesto que estos actos suponen una extensión actual. Ahora bien disienten los teólogos sobre si Jesucristo en la Eucaristía realiza los actos de los sentidos de un modo sobrenatural; algunos lo afirman, como se puede ver en Franzelin, al cual esto le parece una sentencia piadosa y muy probable, ya que está conexionada con la dignidad-de la sacratísima humanidad con el fin del sacramento, por el que Jesucristo quiso entablar una unión incluso corpórea con sus fieles. Y en cuanto a los actos inmanentes de Cristo en cuanto formalmente, existente en la Eucaristía, en la medida que suponen algún cambio corpóreo, no pueden ser realizados por Jesucristo de un modo natural; sin embargo son realizados sin duda alguna sobrenaturalmente.

 

Cristo en la Eucaristía no puede recibir nada de agentes físicos, porque existe a manera de espíritu.

 

Por último no puede ser visto de un modo. natural con los ojos del cuerpo; y con toda probabilidad ni siquiera de, forma sobrenatural, lo cual no obstante algunos teólogos lo afirman.

 

143.- e) El cuerpo de Jesucristo, aunque esté todo entero en el todo y todo entero en la parte, incluso antes de la separación, sin embargo no está multiplicado en la hostia, así como el alma no está multiplicada en el cuerpo que informa, aunque esté en todo el cuerpo y en cada una de las partes de éste.

 

144.- f) Puesto que el Cuerpo de Jesucristo en la Eucaristía es el mismo numéricamente hablando que sé que está en el cielo, hay que decir que el Cuerpo de Jesucristo se replica, Fijémonos sin embargo que, sea lo que quiera acerca de las distintas sentencias de los escolásticos acerca de la posibilidad de la replicación circunscriptiva. No perjudica nada en nuestro caso esta diferencia de criterios. Pues aquí se da una replicación mixta, puesto que el Cuerpo de Jesucristo está en el cielo de modo circunscriptivo y en la Eucaristía está a manera de espíritu o a manera de substancia. Lo cual en verdad de ningún modo puede mostrarse que implique contradicción.

 

145.- Escolio 3. Acerca de la presencia permanente de Jesucristo en la Eucaristía. Puede preguntarse cuáles son los términos temporales de esta presencia de Jesucristo en la Eucaristía. La Iglesia definió en el Concilio Tridentino sesión 13 cn.4 y c.3 (D 886 y 876), que Jesucristo está presente en la Eucaristía no sólo en el uso, cuando es tomado en comida (como pretendían ciertos protestantes) sino inmediatamente después de la consagración. Lo cual es el fundamento del especial culto de latría, que se tributa en la Iglesia al Santísimo Sacramento (D 888s y 878s. Es y es sentencia común y cierta de los teólogos que Jesucristo está presente hasta la corrupción de las especies. Acerca de las apariciones de Jesucristo en la Eucaristía y de los milagros, que aparecen a veces en las especies consagradas, hemos de tener en cuenta en general que en estos casos no se ve a Jesucristo en sí, ni Su Carne o su Sangre, sino sólo la figura del color de la carne y de la sangre, inherentes a las especies sacramentales mismas.


[1] Fijémonos que aquella única acción, en cuanto es conversión, es substancial porque su término formal es la substancia del Cuerpo de Cristo; en cambio en cuanto es producción, no hay por qué llamarla substancial. Por consiguiente es una conversión substancial, pero no es una acción substancial; más aún en su entidad es totalmente accidental.

[2] Tal vez no intenta otra cosa Suárez. En efecto él mismo dice expresamente: «Toda esta necesidad está fundada en la necesidad de las palabras (de la institución), a la cual está acomodada la eficacia de estas palabras; pues son palabras prácticas, las cuales tienen virtud de hacerse verdaderas en su significación más simple; y para esto fue necesaria la conversión substancial» (en 3 q.50 s.8 n.5>. De donde la conexión no es meramente externa, sino por una virtud que tienen las palabras prácticas mismas. Por tanto si dice que para la razón de conversión no se requiere que la conexión sea intrínseca, trata acerca del poder absoluto de Dios.