TRATADO III

 

DEL SACRAMENTO DE LA UNIDAD CRISTIANA


o

 

SANTISIMA EUCARISTIA

 

por el Padre José A. de Aldama, S. J.

 

 

INTRODUCCION

 

1.- León XIII expresó magistralmente en la encíclica Mirae caritatis, promulgada el año 1902, cuál es el pensamiento de la Iglesia acerca de la excelencia del venerable Misterio del Altar: « Nadie jamás ha alabado con su elocuencia ni ha honrado con su devoción lo suficiente, en proporción a su dignidad, a Sacramento tan excelso y henchido de todo poder. Tanto en la piadosa meditación de este Sacramento como en su adoración ajustada a las rúbricas y sobre todo en la contemplación pura y santa del mismo, debe ser considerado como el punto clave sobre el que se apoya toda la vida cristiana, dondequiera que se dé ésta. Todos los otros modos de piedad en último término conducen y concluyen en este Sacramento... Finalmente es como el alma de la Iglesia al que está dirigida la grandeza misma de la gracia sacerdotal a través de los distintos grados de las órdenes. Y de Él saca la Iglesia todo su poder y toda su gloria, todos los recursos de los carismas divinos, todos los bienes... Y este augustísimo misterio, en cuanto sacrificio, el más honroso y agradable que puede tributarse a Dios, posee en verdad una copiosísima abundancia salvífica preparada no sólo para cada hombre en particular, sino para todos en general. Pues la víctima que se inmola es divina; por tanto, mediante ella tributamos a la augusta Trinidad un honor tan grande, cuanto es el que reclama la inmensa dignidad de Ella; ofrecemos también al Padre el don infinito en valor y en suavidad, su Hijo Unigénito; de donde proviene el que no sólo agradecemos la benignidad del Padre sino que la satisfacemos plenamente.»

 

Por consiguiente el misterio de la Eucaristía es el alma de la vida cristiana, el centro de todo el culto litúrgico de la Iglesia.

 

2.- Y por lo dicho aparece la riquísima abundancia de temas que deben estudiarse en este venerable misterio. Pues contiene en sí la naturaleza de sacrificio y la naturaleza de sacramento. Ahora bien, esta naturaleza de sacramento se da en la Eucaristía de tal modo que se diferencia en gran manera bajo muchos aspectos de los otros sacramentos; es, en efecto, un sacramento permanente. Se apiade el que en este sacramento no sólo se produce la gracia sino que también está contenido substancialmente y se regala al Autor de la gracia. Más aún, aquello que realizó una sola vez Nuestro Señor Jesucristo tanto en la Santa Cena como en la cruz, esto mismo está unido al misterio Eucarístico con un vínculo admirable y muy íntimo. Así pues, vamos a estudiar todos estos aspectos.

 

3.- A fin de trabar en una cierta unidad íntima nuestro temario tan complejo, estudiaremos en primer lugar el origen mismo o institución de la Eucaristía; que hay que situar con toda certeza en la Cena del Señor. Nuestro Señor Jesucristo en la última Cena transubstanció el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre y entregó en comida a los Apóstoles su Cuerpo y Sangre bajo las especies de pan y vino y los ofreció a su Padre en sacrificio. Ahora bien, todo lo anteriormente indicado lo realizó Nuestro Señor Jesucristo de tal modo que con una sola y misma acción transubstanció el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre y con esta misma, acción se los entregó a los Apóstoles en comida y los ofreció a su Padre en sacrificio.

 

Y además ha querido Nuestro Señor que esta su acción admirable, por la que produjo una sola vez todos estos efectos, permanezca en la Iglesia hasta el fin de los siglos. Así pues, a causa de esto se da en la Iglesia una acción admirable, cuyo efecto es transubstanciar el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo y ofrecer a Dios este Cuerpo y Sangre bajo las especies de pan y de vino; por consiguiente, la acción de consagrar es al mismo tiempo acción sacrificial. Ahora bien, el efecto de esta acción es ordenado por Jesucristo mismo para alimento espiritual de los fieles; la cual comida es en verdad de nuevo participación en el sacrificio realizado y al mismo tiempo aplicación de algún signo sensible que produce la gracia, o sea, el uso del sacramento. De este modo se unen tan admirablemente en la consagración todos los rasgos indicados.

 

De aquí proviene la división de nuestro tratado:

 

Libro 1°. Del origen o institución del misterio Eucarístico

Libro 2º. De la realidad del misterio Eucarístico en la Iglesia.

Capítulo I. De la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

Capítulo II. Del sacrificio Eucarístico.

Capítulo III. Del sacramento de la Eucaristía.