PRESENTACIÓN


MIENTRAS que cada uno de los precedentes volúmenes de la serie corresponde a un tratado teológico concreto, la obra que hoy me complazco en presentar tiene un carácter muy distinto. Se trata, si se me permite usar una expresión muy inexacta, pero muy clara para todo teólogo, de un «Denzinger» que cierre lógicamente —ya que no temporal-mente, pues aún faltan algunos volúmenes por publicar nuestra colección de monografías de teología dogmática.

La necesidad de poseer en un compendio los principales documentos del Magisterio eclesiástico se hizo sentir hace ya varios siglos. A Bartolomé Carranza se debe el mérito de haber sido el primero en publicar un manual de este tipo con su Summa Conciliorum et Pontificum a Petro usque ad Paulum tertium succincte complectens omnia, quae alibi sparsim tradita sunt 1. Carranza concibió su obra como un instrumento de trabajo para los padres del concilio de Trento que iba a comenzar 2, pero ulteriormente pensó en los estudiantes de teología: un buen teólogo, a su juicio, debe prepararse uniendo a la lectura asidua de Santo Tomás la de los concilios 3. La colección de documentos iba precedida de cuatro «controversias» sobre la autoridad de la Tradición, de la Escritura, del Papa y de los Concilios 4, que aunque primariamente estaban concebidas como tomas de posición antiprotestantes 5, permiten aprender a valorar teológicamente el material de Magisterio eclesiástico reunido en el volumen 6. El éxito de la obra fue notabilísimo: desde 1546 hasta 1781 alcanzó treinta ediciones 7. «Así, numerosas generaciones de estudiantes eclesiásticos han tenido este manual en sus manos como se tiene ahora el Denzinger» 8.

No es éste el momento de hacer la historia de manuales semejantes a la Summa Conciliorum et Pontificum de Carranza 9. En los tiempos modernos se ha impuesto en el uso de la enseñanza teológica el Enchiridion symbolorum, definitionum et declarationum de rebus fidei et morum de H. Denzinger 10. Publicado por primera vez en 1854, llegaba en 1976 a su edición trigésimo sexta, puesto al día, después de la muerte de Denzinger, por diversos autores (I. Stahl, Cl. Bannwart, J. B. Umberg, K. Rahner y A. Schónmetzer). Denzinger ofrecía los textos en su forma original, griega o latina (en el primer caso, el texto griego iba acompañado de una traducción latina). Desde 1955, el libro de Denzinger existe también en traducción española 11. Dos años más tarde aparece también en traducción inglesa 12. Ya en 1938 publicó un resumen del libro de Denzinger en alemán R. Peil 13, mientras que es muy posterior una edición resumida en francés 14. Estas traducciones abrieron al libro de Denzinger nuevos campos de influjo en un momento histórico en que para el estudiante medio de teología las lenguas originales de los documentos del Magisterio eclesiástico comenzaban a hacerse poco accesibles.

Tanto Carranza como Denzinger ordenaron los documentos recopilados en una sucesión cronológica. Una estructura totalmente distinta es la que daba F. Cavallera a su Thesaurus doctrine catholicae ex documentis magisterii ecclesiastici, ordine methodico dispositus 15. Como su título indica, Cavallera quiere ordenar los documentos según en esquema sistemático. Así, el libro no consiguió una gran difusión 16. Sea cual fuera el juicio que debamos formarnos sobre el grado de perfección conseguido en su sistematización, hay que reconocer que su idea era válida. De hecho, los más recientes manuales de documentos del Magisterio eclesiástico, publicados en lenguas modernas, han recogido y adoptado la intuición fundamental de Cavallera. Tanto el Neuner-Roos aleman 17 como el Dumeige francés, que depende de él 18, y el Urkundenbuch des katholischen Glaubens, de A. Lápple, también alemán, que busca un público más amplio 19, están estructurados con un orden sistemático y no con el simplemente histórico. En esta línea se coloca también el presente libro del P. J. Collantes. El autor es bien conocido por los lectores de la serie «Historia salutis», que han sabido apreciar su excelente eclesiología publicada dentro de ella: La Iglesia de la Palabra 20. Como es obvio, el orden sistemático seguido por el P. Collantes no es sin más ninguno de los que tienen los manuales precedentes, sino que procura coincidir lo más posible con el orden de la serie «Historia salutis», dentro de la cual el presente volumen se inserta.

Además de esta característica, esta obra ofrece una serie de novedades que realzan su valor y utilidad. En primer lugar, el libro reproduce todos los documentos en su forma original griega o latina siguiendo siempre las mejores ediciones críticas disponibles y en una cuidada traducción española. Una de las dos cosas falta siempre en todos los «Enchiridion» anteriores. El estudiante de teología de lengua española tiene así, a la vez, la facilidad de encontrar el texto en su idioma materno y la posibilidad de controlar la traducción, confrontándola, en estudio personal, con el original.

Esta doble forma de reproducir un mismo texto habría aumentado desmesuradamente el volumen, suprimiendo su carácter de manual. Pareció necesaria una reducción del número de documentos publicados, concentrándose en los más esenciales. En nota, sin embargo, se remite a otros documentos secundarios sobre el mismo tema que pueden encontrarse en la obra de Denzinger.

Pero la más honda preocupación del autor, expresada en el subtítulo mismo del libro (Las ideas y los hombres en los documentos del Magisterio), ha sido ofrecer amplias introducciones a cada documento. Como escribía J. Schumacher a propósito de la obra de Denzinger, ésta nació porque se quería el contacto con las fuentes y con los textos originales; pero pasó tiempo hasta que se aprendió a interpretar los documentos en su contexto histórico21. En efecto, el estudiante de teología necesita saber cuál era la problemática en cada momento histórico y qué respondió el Magisterio a cada problemática teológica concreta. Carranza empezó este camino muy tímidamente con algunas notas puestas a los documentos de su Summa Conciliorum et Pontificum 22. El P. Collantes hace de las introducciones una parte muy importante de su obra.

Con ello se consigue un objetivo fundamental. Seguimos creyendo en la vigencia de un programa de estudio de la teología que guarda cierto paralelismo con el expresado en la carta de Pedro de Sotomayor, escrita a petición de Carranza y puesta por él como pórtico a su Summa Conciliorum et Pontificum 23; concretamente estamos persuadidos de la necesidad de que el estudiante de teología, además de los tratados concretos teológicos, escritos hoy afortunadamente con rica información bíblica y patrística, se familiarice con los documentos del Magisterio eclesiástico. No podemos compartir la desafección frente al Magisterio que en determinados ambientes se ha difundido en los años del posconcilio. Reconocemos filialmente la doctrina del concilio Vaticano II sobre el papel que al Magisterio compete en exclusividad de interpretar auténticamente la palabra de Dios oral o escrita 24. Todavía resuenan frescas en nuestros oídos las palabras de Juan Pablo II a los teólogos españoles en Salamanca: «Si el teólogo es ante todo y radicalmente un creyente, y si su fe cristiana es fe en la Iglesia de Cristo y en el Magisterio, su labor teológica no podrá menos de permanecer fielmente vinculada a su fe eclesial, cuyo intérprete auténtico y vinculante es el Magisterio» 25. Estamos persuadidos de que lo que distingue a la teología católica de la teología protestante es que, dentro de la definición anselmiana de teología «la fe que busca entender» 26 , la fe que el teólogo católico se esfuerza por entender,no es su fe personal e individual, sino la fe de la Iglesia que el Magisterio proclama. Incluso no podemos estar de acuerdo con esa desafección por un elemental sentido de la historia 27, tanto más esencial en teología cuanto que la Iglesia católica se siente unida a sus orígenes por una sucesión apostólica que transmite la fe ortodoxa.

Dentro de este programa de trabajo teológico, el presente volumen pretende ofrecer al estudiante y al estudioso de la teología, sistemáticamente ordenado e históricamente ambientado, como complemento de los tratados concretos, el acervo de enseñanzas del Magisterio de la Iglesia a lo largo de sus casi dos mil años de existencia. Así, en este volumen el lector encontrará —en los mismos documentos magisteriales una sintesis de toda la teología. Varios son los índices que el P. Collantes ha añadido a su libro para facilitar su uso. De todos ellos señalaría, como el más importante, el primero, ya que es el que permite alcanzar una visión del conjunto de la teología a través de las enseñanzas contenidas en los documentos del Magisterio de la Iglesia reunidos en este libro.

Todos estos motivos me obligan a expresar mi gratitud al P. Collantes por el ímprobo trabajo que ha consagrado a enriquecer la serie «Historia salutis» con un volumen, de cuya gran utilidad para todos los interesados en el conocimiento de la teología estoy plenamente convencido.

Después de haber agrupado los diversos documentos recopilados en diez capítulos fundamentales, el último del libro, el undécimo, recoge los principales «Credos». Este era su lugar adecuado por el carácter de síntesis que los «Credos» poseen, en virtud del cual nos dan la «quintaesencia» del Mensaje revelado 28. El P. Collantes, con acertado criterio, tenía que limitarse a «Credos» de uso y valor universal en la Iglesia. Como homenaje a un amigo y maestro entrañable, tanto para el P. Collantes como para mí, que tan ligado estuvo hasta su muerte a esta serie «Historia salutis», de cuyo Comité de Dirección formó parte, el P. José Antonio de Aldama, quiero añadir aquí, al final de esta presentación, un «Credo», del que hoy no hay motivo alguno para silenciar que tuvo como redactor al P. Aldama: el «Credo» del Concilio provincial de Granada de 1944 29:

«Credimus et veraciter confitemur

«Creemos y confesamos verdaderamente

Sanctam et individuam Trinitatem, Patrem et Filium et Spiritum Sanctum

que la Santa e individua Trinidad, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo

unum esse Deum, rerum omnium principium et finem;

es un único Dios, principio y fin de todas las cosas;

cuius imperfecta possessione per fidem, spem et charitatem sanctificamur in terris;

con cuya posesión imperfecta por la fe, la esperanza y la caridad nos santificamos en la tierra;

cuius perfecta possessione per visionem, fruitionem et amorem beabimur in caelis.

con cuya posesión perfecta por la visión, la fruición y el amor seremos bienaventurados en el cielo.

 

 

Credimus Dominum Nostrum Iesum Christum, verum Deum et verum hominem,

Creemos que Nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre,

Sacerdotem aeternum et universorum Regem et Magistrum,

eterno Sacerdote y Rey y Maestro universal,

nos totumque mundum per merita passionis et mortis suae a servitute daemonis redemisse.

nos redimió a nosotros y al mundo entero de la servidumbre del demonio por los méritos de su pasión y muerte.

 

 

Credimus Beatam Mariam semper Virginem, Matrem Dei, Matrem quoque nostram,

Creemos que la Bienaventurada siempre Virgen María, Madre de Dios y también Madre nuestra,

ab omni prorsus peccati labe immunem fuisse servatam;

fue conservada inmune de absoluta-
mente toda mancha de pecado;

eamdem corpore etiam in caelis degentem, iuxta catholicam doctrinam devotissime profitemur 30;

confesamos devotísimamente según la doctrina católica que ella habita en el cielo también con el cuerpo 30;

atque in opus divinae Redemptionis a Christo adscitam,

y reconocemos piadosamente, según la mente de la Iglesia, que ha sido asociada por Cristo a la obra de la Redención divina,

ab Eoque gratiarum omnium Mediatricem constitutam, pie ad mentem Ecclesiae agnoscimus.

y constituida por Él Medianera de todas las gracias

 

 

Credimus Sanctam Ecclesiam, societatem perfectam a Christo Domino hierarchice sub Romano Pontifice institutam,

Creemos que la Santa Iglesia ha sido instituida por Cristo el Señor jerárquicamente bajo el Romano Pontífice,

Magistram totius veritatis religiosae infallibilem,

Maestra infalible de toda la verdad religiosa,

extra quam nulla salus,

fuera de la cual no hay salvación alguna,

eamdem esse Corpus Christi mysticum,

y que la misma es el Cuerpo místico de Cristo,

totius sanctitatis fontem et radicem.

fuente y raíz de toda santidad.

Cuius iura sancte tenenda ac perpetuo defendenda profitemur.

Cuyos derechos declaramos mantener diligentemente y defender perpetuamente.

In hac fide vivimus; in ea, Deo opitulante moriemur»

Vivimos en esta fe; en ella moriremos con la ayuda de Dios».

 

 

 

 

 

 

1. Venecia 1546. Sobre esta obra, cf. A. DuvAL, La «Summa Conciliorum» de Bartbélemy Carranza: RevSciencPhilThéol 41 (1957) 401-427.

2. Véase Summa Conciliorum et Pontificum», dedicatoria a Diego Hurtado de Mendoza.

3. Summa Conciliorum et Pontificum, carta inicial de Pedro de Sotomayor, puesta por Carranza como pórtico de su obra.

4. Después de la primera edición, estas controversias desaparecieron de casi todas las ediciones, a excepción de la de Lovaina de 1681: Quatuor Controversiarum de auctoritate Pontificis et Conciliorum explicatio, quarum citra veram cognitionem, rectam et veram Conciliorum notitiam tenere difficile est, per FR. B. CARRANZAM MIRANDENSEM O. P. Pueden verse en Ad sacrosanta Concilia a PH. LABBEO et G. CossARTto S. I. presbyteris edita, Apparatus alter (Venecia 1728) p.689-716.

5. «Proposui vero aliquot quaestiones, velut operis praecursores, necessarias, ni fallor, tractaturis Germaniae haereses» (Summa Conciliorum et Pontificum, dedicatoria a Diego Hurtado de Mendoza).

6. Véase esta convicción expresada en el título mismo de las «Controversias», que he transcrito en la nota 4.

7. Cf. DUVAL, a. c.: RevSciencPhilThéol 41 (1957) 426, que dan una lista de las ediciones.

8. Ibid.

9. Mi impresión personal es que la evolución del género literario de las «Summae Conciliorum», como puede verse en la de Bail, que aprovecha otras anteriores, especialmente la de Jover, en un deseo de hacerlas más completas y perfectas, termina consiguiendo que se pierda una de las notas más esenciales y que dio origen al género: su carácter de manual. Cf. Summa Conciliorum ex Merlini Joverii, Baronii, Binii, Coriolani, Sirmundi aliorumque collectionibus [...] opera ac studio M. L. BALL, 2 vols. (París 1659). Se trata, además, de dos volúmenes en folio, frente al manejable volumen único de Carranza.

10. Sobre este conocidísimo libro cf. la monografía de J. SCHUMACHER, Der «Denzinger». Geschichte und Bedeutung emes Buches in der Praxis der neueren Theologie (Friburgo-Basilea-Viena 1974).

11. El Magisterio de la Iglesia (Barcelona 1955).

12. The Sources of Catholic Dogma (St. Louis-Londres 1957).

13. Die udchtigsten Glaubensentscheidungen und Glaubensbekenntnisse der katholischen Kirche (Friburgo 1938).

14. Sommaire de Théologie dogmatique, por un equipo de teólogos católicos romanos (Trois-Riviéres, Canadá, 1969).

15. París 1920.

16. Sólo una segunda edición: París 1936.

17. J. NI.LNER-H. Roos, Der Glaube der Kirche in den Urkunden der Lehrverkündigung (Ratisbona 1938). Desde la segunda edición hasta la sexta (1961), K. Rahner se encarga de reelaborar el libro y mantenerlo al día.

18. G. DUMr1GE, La foi catholique (París 21975).

19. Ratisbona 1958; 21969.

20. 2 vols. (Madrid 1972).

21. O.c., p.114s.

22. Cf. Duval, a. c.: RevSciencPhilThéol 41 (1957) 423.

23. Véase anteriormente la referencia hecha en la nota 3.

24. Const. dogmática Dei Verbum, 10: AAS 58 (1966) 822: «Munus autem authentice interpretandi verbum Dei scriptum vel traditum soli vivo Ecclesiae Magisterio concreditum est, cuius auctoritas in nomine Iesu Christi exercetur».

25. AAS 75 (1983) 263.

26. SAN ANSELMO, Proslogion, Prooemium: ed. F. S. SCHM1TT, t.l (Edimburgo 1946) p.94 (PL 158,225).

27. «Soeben baben wir gelernt, wirklich geschichtlich zu denken und schon,wenden wir uns wieder von der Geschichte ab, als sei sie nicht mehr bestimmend für die Gegenwart und die Zukunft». SCHUMACHER, o.c., p.115.

28. Baste remitir al bello artículo de J. A. DE ALDAMA, Origen de las fórmulas dogmáticas: EstEcl 43 (1968) 5-14.

29. Texto en Concilium Provinciale Granatense. Granatae habitum diebus 25-29 Octobris 1944: Boletín Oficial del Arzobispado de Granada, número extraordinario del 15 de octubre de 1946, p.7. Véase la presentación de ALDAMA, Un nuevo símbolo de fe: EstEcl 21 (1947) 357s.

30. El texto es anterior a la definición dogmática de la Asunción (1 de noviembre de 1950); Pío XII, Const. apostólica Munificentissimus Deus: DS 3900-3904.

 

que la Santa e individua Trinidad, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo

es un único Dios, principio y fin de todas las cosas;

con cuya posesión imperfecta por la fe, la esperanza y la caridad nos santificamos en la tierra;

con cuya posesión perfecta por la visión, la fruición y el amor seremos bienaventurados en el cielo.

Creemos que Nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre,

eterno Sacerdote y Rey y Maestro universal,

nos redimió a nosotros y al mundo entero de la servidumbre del demonio por los méritos de su pasión y muerte.

Creemos que la Bienaventurada siempre Virgen María, Madre de Dios y también Madre nuestra,

fue conservada inmune de absoluta-
mente toda mancha de pecado;

confesamos devotísimamente según la doctrina católica que ella habita en el cielo también con el cuerpo 30;

y reconocemos piadosamente, según la mente de la Iglesia, que ha sido asociada por Cristo a la obra de la Redención divina,