Autor: P. Paulo
Dierckx y P. Miguel Jordá
Fuente: Para dar razón de nuestra Esperanza, sepa defender su Fe
Tema 30:
Visión
de los católicos y
de los
evangélicos sobre la
Iglesia
Queridos hermanos católicos:
Nuestros hermanos evangélicos nos dicen muchas veces: Sólo
Cristo salva, la Iglesia no salva.
Es decir, los hermanos evangélicos aceptan solamente la fe
en Jesucristo y su Palabra y no aceptan que la Iglesia, como Cuerpo de Cristo,
fue instituida por El mismo y es mediante ella que Cristo quiere salvar a los
hombres.
Esta enseñanza de los evangélicos es muy atractiva y
tentadora, porque simplifica bastante la religión: basta tener fe en Jesucristo
y en su Palabra y uno se salva; no necesita nada de Iglesia ni de sacramentos,
nada de Jerarquía ni menos de obediencia al Papa.
Nosotros los católicos debemos preguntarnos muy en serio si
este concepto evangélico acerca de la Iglesia es correcto o no, o es sólo una
verdad a medias.
En esta carta trataré de exponer las dos visiones de
Iglesia: la de los católicos y la de los evangélicos. Creo sinceramente que éste
es el punto clave de la triste situación entre los cristianos de hoy. No es mi
intención ofender a mis hermanos evangélicos. No es el gusto por discutir lo
que me hace escribir esta carta, sino que es el amor por la verdad lo que me
mueve a escribir estas palabras y sólo la verdad nos hará libres (Jn. 8, 32).
Cuando aquí hablo de los evangélicos, me refiero a los
miembros de las distintas Iglesias que tienen su origen en la Reforma del siglo
XVI. Mientras nosotros los católicos hablamos de «las iglesias protestantes»
(por su protesta contra la Iglesia católica), los protestantes prefieren hablar
de «las iglesias evangélicas» o «los evangélicos», por su vuelta radical
al Evangelio.
En general, todas las Iglesias evangélicas siguen el
concepto de Iglesia que les fue entregado por los grandes reformadores: Lutero,
Calvino, Zwinglio. Por eso es importante ver primero lo que pasó en el siglo
XVI.
Pero antes de leer esta carta, les recomiendo que lean mi
carta anterior: «¿Quiso Jesús una sola Iglesia?». Allí encontraremos una
profunda reflexión bíblica acerca de la unión misteriosa entre Jesucristo y
su Iglesia: Aquella meditación nos hace ver que aceptar a Cristo es también
aceptar a su Iglesia.
Un poco de historia
Al terminar la Edad Media, la Iglesia Católica se encontraba
en una triste situación religiosa y moral que alcanzaba hasta las más altas
jerarquías eclesiásticas. Buscar honores, diversiones y dinero era la aspiración
común entre la mayorías de los sacerdotes, obispos, cardenales y Papas. Y en
la vida de los cristianos se manifestaron muchas prácticas y devociones
religiosas muy dudosas.
La
autoridad de la Iglesia no se comprendía ya como una autoridad divina, y la
obediencia a la Iglesia no se entendía ya como un acto de Fe. El sentido
profundo y misterioso de la Iglesia como Cuerpo de Cristo se oscureció. Es
decir, la Iglesia como «Cuerpo Místico de Cristo» no funcionó más en la
vida de los cristianos. Y la imagen exterior de la Iglesia, con sus grandes
desviaciones humanas, se confundió con el misterio de la Iglesia.
La situación de la Iglesia de aquella época era fatal y
llevó a Lutero, con su gran preocupación pastoral, a reformar y finalmente a
romper con esta Iglesia. En el fondo Lutero rechazó un catolicismo que no era
católico.
El concepto de Iglesia según los Evangélicos
Lutero y los reformadores niegan que Jesús quiso una
Iglesia. Y para ellos la Iglesia no es una institución de salvación y de
gracia. Ellos creen que es solamente por medio del Evangelio y de la Palabra que
el Espíritu Santo provoca el acto de fe y realiza así la justificación
(salvación) del hombre. Y la Iglesia tiene una función secundaria: ser «servidora
de la Palabra».
Explicando el misterio de la Iglesia, Lutero hizo la famosa
distinción entre «Iglesia espiritual» (Iglesia con mayúscula), Iglesia
invisible y entre «iglesia visible» (iglesia con minúscula). Esta distinción
sigue en la práctica viva hasta hoy entre los evangélicos.
1. La Iglesia espiritual (Iglesia con mayúscula). Es
una entidad invisible, escondida, interior y sin estructuras visibles, ni jerárquicas.
Esta Iglesia escondida existe allí donde la Palabra de Dios es predicada y
escuchada en toda su pureza. Es una realidad misteriosa e invisible, es la
comunidad de fe (Iglesia «del Credo») que nació para la Palabra. Y, según
ellos, todos los verdaderos creyentes que escucharon y aceptaron el Evangelio
puro pertenecen a esta Iglesia. La Iglesia invisible es totalmente «una»,
nunca puede ser dividida y sólo Dios conoce sus miembros. La Iglesia espiritual
es el Cuerpo de Cristo. Esta Iglesia escondida puede existir sin necesidad de
una Iglesia visible.
2. La iglesia visible no es de institución divina y
no tiene carácter absoluto con una autoridad divina y obligatoria. Por supuesto
que es necesaria una cierta organización y orden, pero la Iglesia en su forma
externa es siempre relativa, puede caer en errores y ser infiel. La Iglesia
visible no es de ninguna manera una realidad sobrenatural y misteriosa. Dice
Lutero que ninguna frase de la Biblia está a favor de cualquier Iglesia
visible. La Palabra de Dios es el único signo externo que hace confrontar al
hombre con la comunidad espiritual. Y la función de la Iglesia visible es
solamente ser «servidora de la Palabra».
Concluyendo, podemos decir que la Iglesia en la tierra, como
comunidad de gracia y sobrenatural, es rechazada por los evangélicos. La
justificación (salvación) llega al hombre por la Palabra, y no por la Iglesia.
3. Los sacramentos de la Iglesia se reducen al mínimo:
al bautismo y a la cena del Señor. Pero no es verdad que la Iglesia por medio
de los sacramentos produce un estado de gracia divino en el hombre. Los
sacramentos únicamente tienen fuerza por la Palabra. Sólo son expresiones de
fe, y no dan la gracia por ellos mismos sino por la fe. Los sacramentos no son
de ninguna manera acciones de Cristo por medio de la Iglesia.
4. En cuanto al misterio de dirección de las comunidades,
los evangélicos niegan el estado sacerdotal, porque dicen que los cristianos
todos son sacerdotes. No hacen falta intermediarios, ya que Dios salva al hombre
directamente. Cada cristiano es sacerdote de sí mismo y Cristo lo es de todos.
Por ello los evangélicos rechazan toda mediación de la Iglesia. Y si hay un
ministerio en la Iglesia, este ministerio es sólo «una función» como otros
servicios dentro de la Iglesia. El único y verdadero ministerio en la Iglesia
se reduce a la predicación y al culto, pero no lo necesitan como un servicio a
la unidad y menos como un ministerio sacerdotal de salvación.
El concepto católico de Iglesia
La Iglesia católica en su reflexión acerca del misterio de
la Iglesia nunca ha hecho esta diferencia artificial entre «Iglesia espiritual»
e «Iglesia visible». No hay ninguna indicación clara en la Biblia para hacer
esta separación.
1. La Iglesia Católica siempre ha seguido la dinámica de la
encarnación, es decir, el Verbo (Cristo) se ha hecho visible, se ha hecho carne
y ha entrado en la historia de los hombres. Esta encarnación de Cristo prosigue
de modo renovado en la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo acá en la tierra (Mt.
16, 13-20). La Iglesia es la continuación de Cristo encarnado en este mundo.
Por eso la Iglesia de Cristo es al mismo tiempo comunidad visible y comunidad
espiritual; es al mismo tiempo comunidad jerárquica por institución divina y
Cuerpo místico de Cristo. La Iglesia de Cristo es una sola realidad y tiene
inseparablemente aspectos humanos y aspectos divinos y no son dos realidades
distintas, como proclaman los evangélicos. Ahí está el misterio de la Iglesia
que sólo la Fe puede aceptar.
2. La revelación divina no se limita a la Palabra escrita,
sino que está en la Palabra escrita (la Biblia) y en la Tradición de
la Iglesia, que ayuda a comprenderla y actualizarla a través de los
tiempos. La revelación divina abarca la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición:
«Manténganse firmes guardando fielmente las tradiciones que les enseñaron de
palabra o por escrito (2 Tes. 2, 15). Además la Iglesia de Cristo, guiada por
el Espíritu Santo, es «columna de verdad» (1 Tim. 3, 15), capaz de «guardar
el depósito de las sanas palabras recibidas de los apóstoles» (2 Tim. 1, 13).
Es decir, que el depósito de la fe (1 Tim. 6, 20 y 2 Tim 3,. 12-14) fue
confiado por los Apóstoles al conjunto de la Iglesia.
3. En la Iglesia de Cristo hay claramente aspectos objetivos
creados por Dios y que de ninguna manera son creación humana. Estas realidades
creadas por Jesucristo, como el ministerio de la unidad, el ministerio de la
verdad y la plenitud de la gracia en los sacramentos, son realidades divinas
intocables e infalibles, y visibles aquí en la tierra. Son aspectos objetivos
que encuentran su origen en la institución divina. La Iglesia Católica no duda
que ella es la Iglesia fundada sobre la roca de Pedro, y que ella, con su
Magisterio vivo y su enseñanza infalible, es la prolongación o encarnación de
Cristo sobre la tierra. La Iglesia Católica es consciente de que con sus
sacramentos, que son realmente acciones de Cristo, comunica la plenitud de la
gracia. Yno puede ser de otra manera, porque ella existe por voluntad de Dios. Y
esta Iglesia visible en la tierra es, al mismo tiempo, el Cuerpo Místico de
Cristo.
Por supuesto que podemos distinguir en la Iglesia un aspecto
divino y un aspecto humano. Pero cuando el católico habla de la Iglesia de
Cristo, siempre se refiere a esta realidad divina y objetiva, que es intocable e
infalible acá en la tierra. La Iglesia de Cristo no es de origen humano y tiene
definitivamente un carácter sobrenatural. Y no podemos dudar de la autoridad
divina que Cristo comunica por el Espíritu Santo a sus apóstoles y sus legítimos
sucesores, el Papa y los obispos.
4. La Iglesia de Cristo es siempre y en todas partes la
misma, también en épocas de decadencia, en tiempos de pobreza espiritual, y
falta de comprensión, en tiempos de ignorancia y estrechez de miras. Siempre la
Iglesia es el Cuerpo de Cristo y Madre de todos los creyentes. Cristo siempre es
la Cabeza de la Iglesia que es «una», «santa», «católica» y «apostólica»;
y el Espíritu Santo es siempre el principio de vida de esta Iglesia.
Dijo Jesús a sus apóstoles: «Yo estoy con ustedes todos
los días hasta que termine este mundo» (Mt. 28, 20), y «las fuerzas del
infierno no la podrán vencer» (Mt. 16, 18). Podemos decir que ningún católico
puede aceptar que la visión acerca de la Iglesia de los reformadores del siglo
XVI sea una decisión definitiva.
Consideración final
Nosotros los católicos no podemos negar que Lutero era una
personalidad profundamente religiosa, que buscó con toda honestidad y con
abnegación el mensaje evangélico. Su crítica contra la Iglesia tenía una
intención auténticamente cristiana; la Iglesia debería repudiar siempre todo
lo que no es evangélico.
El mérito de Lutero y la Reforma es que descubrieron de
nuevo el centro del mensaje evangélico: sólo por la gracia y por la fe en la
acción salvadora de Cristo, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu
Santo, que nos invita a realizar obras buenas. Ningún católico va a negar este
mensaje evangélico. Pero Lutero tomó este núcleo del Evangelio y olvidó todo
lo demás. Esto es una simplificación del Evangelio que equivale a una amputación.
Porque, si bien el núcleo es lo más importante, no lo es todo.
Lutero se vio forzado a construir un nuevo concepto de
Iglesia y creó el concepto de una Iglesia escondida y una iglesia visible. Pero
esta visión acerca de dos iglesias no tiene una adecuada correspondencia con
las Sagradas Escrituras y con la Tradición Apostólica. Sin duda este nuevo
concepto de Iglesia que creó Lutero es el punto de mayor dificultad entre católicos
y evangélicos.
Los
evangélicos actualmente no tienen culpa del hecho de esta desunión y no están
privados de sentido y de fuerza en el misterio de salvación. Pero un católico
nunca podrá aceptar esta opinión: «Cristo salva, la Iglesia no salva». Es
presentar un cristianismo mutilado, es una verdad a medias. Aceptar a Cristo
significa aceptar a su Iglesia. La Iglesia es, por tanto, el «Cristo total» ,
su proyección y encarnación en el tiempo. El Concilio Vaticano en la Lumen
Gentium (Nro. 14) tiene una frase que da mucha luz al respecto: «Enseña
que la Iglesia peregrina es necesaria para la salvación... y no podrían
salvarse quienes, sabiendo que la Iglesia Católica fue instituida por
Jesucristo, como necesaria, desdeñaran entrar o no quisieran permanecer en ella».
Hermanos queridos, cuando les inviten a cambiar de religión, lean y mediten
estos temas que, repito, he escrito sin ánimo de ofender, y sólo por
esclarecer la verdad. Católicos, ¡lean y mediten esto y no se cambien de
religión!
Cuestionario:
¿Es correcta la expresión: «Sólo Cristo salva»? ¿Cuál es la visión protestante al respecto? ¿Qué significa, según Lutero, que Jesús fundó una Iglesia espiritual e invisible? ¿Cuál es la visión católica de la Iglesia? ¿Dónde se encuentra la revelación Divina? ¿Dan y significan la gracia los sacramentos? ¿Cuáles son las cuatro notas esenciales a la Verdadera Iglesia? ¿Es necesaria la Iglesia para la salvación?