30 de Octubre

SANTOS MARCELO, CLAUDIO, LUPERCIO
Y VICTORICO
Mártires

Siglos III-IV


MARCELO, CENTURIÓN, MARTIR DE TÁNGER

Una tradición profundamente arraigada en el pueblo cristiano de León, refiere la passio o martirio de Marcelo y lo presenta, según documentos dispersos por distintas bibliotecas europeas, como un centurión del ejército romano, destacado en Tánger. La leyenda dice que estaba casado con Santa Nonia, con la que tuvo doce hijos, todos varones: Claudio, Lupercio, Victorico, Facundo, Primitivo, Emeterio, Celedonio, Servando, Germán, Fausto, Jenaro y Marcial.

Según la passio, el 21 de julio del año 298, se celebraba la fiesta del emperador, con motivo del cumpleaños de Diocleciano, y, como centurión, Marcelo debía participar en los festejos. Uno de ellos consistía en echar incienso en el brasero colocado al pie de la estatua del emperador. Para un cristiano, ese signo demostraba una actitud de adoración, porque el incienso estaba reservado a Dios. Al llegar el turno a Marcelo, no lo dudó: en lugar de echar el incienso, se quitó las insignias distintivas de centurión y las arrojó al pie de la estatua. Renunciaba a su cargo, con el que se ganaba la vida, y se declaraba cristiano. Bien sabía Marcelo las consecuencias, humanamente funestas, de aquel gesto heroico. En principio, renunciaba al ejército del emperador para servir sólo en el ejército de Cristo.

El día 28 de julio fue conducido ante el presidente Fortunato para un interrogatorio. Pero Fortunato, ante la gravedad del delito y su notoriedad pública, renunció a proseguir el interrogatorio y lo puso en manos de su superior en jerarquía: Aurelio Agrícola de Tánger. El día 30 de octubre del año 298, Marcelo comparecía en Tánger ante Aurelio Agrícola, quien lo condenó a la pena capital. Todo indica que Marcelo, más que un santo leonés fue un mártir del Norte de África.

¿Qué relación tiene Marcelo y su supuesta familia con León? Estudios recientes advierten que diversas interpolaciones en la primitiva passio convirtieron al mártir africano de Tánger en santo español de León, fundados en la pertenencia del santo centurión a la legión de Trajano», que se supone que fundó la ciudad de León. De esta deducción, que aparece en el siglo XVI, se sigue la localización de la casa leonesa de Marcelo, convertida en capilla, y la dedicación de una iglesia en León dedicada a raíz de la paz de Constantino, en el siglo IV.

Ciertamente, hay datos históricos que confirman la relación secular de León con San Marcelo. Un códice del archivo de la catedral de León asegura que Ramiro I, rey de Asturias del 842 al 850, que conquistó León, «restauró la iglesia de San Marcelo», que se encontraba en estado ruinoso extramuros de la ciudad. Y consta que junto a la iglesia se construyó un famoso monasterio de canónigos regulares de San Marcelo, en el que se formó, vivió y escribió el sabio leonés San Martino (-12 de enero). Asimismo, en el siglo XII se dedicó a San Marcelo un hospital de nueva planta. Esta tradición marceliana en León llevó a pedir que los restos del mártir africano fueran llevados a León después de la reconquista: el propio rey Fernando el Católico llevó los restos de San Marcelo a León el 29 de marzo de 1493. Y las crónicas hablan de una acogida apoteósica del pueblo leonés a San Marcelo. Sevilla, que también solicitó los restos del santo, recibió algunas reliquias, que se conservan en la iglesia de San Gil.

En las grandes calamidades, León ha sacado en procesión a San Marcelo, junto con San Froilán (-5 de octubre). La pertenencia de San Marcelo al patrimonio leonés es tal que el alcalde de la ciudad conserva una de las llaves del arca que contiene los restos del centurión mártir. El arca se venera en la iglesia renacentista, edificada sobre la primitiva románica, en el siglo XVII. En el retablo, la imagen de San Marcelo –obra de Gregorio Fernández– ocupa el lugar central. A sus lados, otras las trece imágenes de su supuesta familia: Santa Nonia y sus doce hijos, entre ellos, Claudio, Lupercio y Victorico.

 

CLAUDIO, LUPERCIO Y VICTORICO, MÁRTIRES DE LEÓN

A fin de reafirmar la procedencia leonesa de San Marcelo, las interpolaciones en su passio suponen una extensa familia leonesa de doce hijos de Marcelo, entre los que están los santos mártires Claudio, Lupercio y Victorico. En el antifonario mozárabe de la catedral de Toledo, hay una interpolación del siglo XI, que menciona los nombres de los santos que han sido hallados en el archivo de Toledo: Claudio, Lupercio (Lupercum) y Victorico de León... y los relaciona con Marcelo, el padre, que la ciudad de Tánger aún retiene...

Más verosímil es la tesis que sostiene que los tres mártires –seguramente eran soldados– fueron martirizados en León, sede de la romana Legio VII gemina. A finales del siglo III o principios del siglo IV, la persecución arreció con gran crueldad en España. Y los tres soldados, al declararse cristianos, fueron condenados a muerte en León.

En el lugar de su martirio se erigió el monasterio benedictino de San Claudio. A mediados del siglo XI, Fernando I ordenó que fueran llevados los restos de los tres mártires leoneses a la iglesia de San Isidoro que él había reconstruido. Allí fueron venerados hasta 1173, año en el que se consagró la iglesia dedicada a los tres mártires, cuyas reliquias fueron colocadas en el altar mayor. En 1834, tras la destrucción de esta iglesia, los restos mortales de Claudio, Lupercio y Victorico fueron trasladados a la iglesia de San Marcelo.

JOSÉ A. MARTÍNEZ PUCH, O.P.