1 de Julio

SANTOS JUSTINO ORONA Y ATILANO CRUZ
Presbíteros y mártires

 

*Atoyac (México), 14-abril-1877
*Atoyac, 5-octubre-1901
+ 1-julio-1928
B. 22-noviembre-1992
C. 21-mayo-2000 (1)

1. (*) Nacimiento; + Muerte; B. Beatificación; C. Canonización.


Justino Orona Madrigal
nació en el seno de una familia cristiana, el día 14 de abril de 1877 en Atoyac, Jalisco (México); fue educado en un ambiente religioso, donde vivían casi en extrema pobreza. Sintió en su alma la vocación al sacerdocio, pero tuvo muchas dificultades, pues su familia contaba con sus ingresos económicos. Por fin se decidió a hacer los primeros estudios e ingresó en el seminario de Guadalajara a los 17 años. Sufrió muchas carencias en sus estudios por la pobreza de su familia. Era buen estudiante, estimado por sus compañeros y superiores.

Después de terminar sus estudios tuvo la alegría de ser ordenado sacerdote en 1904, fue párroco de Poncitlán, Encarnación y Cuquío, en el estado de Jalisco. Fue sacerdote durante veinticuatro años, en los que dio ejemplo donde ejerció su apostolado en un medio muy difícil por el anticlericalismo reinante, sobre todo por el gobierno y la indiferencia religiosa.

Ejerció su ministerio sacerdotal con muchas penurias, pues tenía que ir ocultándose de los perseguidores. En una carta que escribió a una religiosa, expresaba sus sentimientos más íntimos: «El camino que lleva a la patria hay que seguirlo con mucha alegría, sirviendo a Dios en la tierra y viviendo por el bien de los hombres. Los que siguen el camino del dolor con fidelidad pueden subir al cielo con seguridad».

En su parroquia de Cuquío fundó una congregación religiosa para atender a las niñas huérfanas y pobres.

Cuando la persecución se iba poniendo más tensa, bastante gente le aconsejaba que huyera pero él les respondía: «Yo, entre los míos, vivo o muerto».

Milano Cruz Alvarado, el presbítero más joven de los 22 mártires mexicanos, nació en la ciudad de Atoyac, Jalisco (México), nació Atilano el 5 de octubre de 1901, en una familia de ascendencia indígena, de la que recibió una buena educación cristiana de costumbres fielmente católicas. Cuando tuvo la edad suficiente le encargaron que cuidara el ganado: en aquellos tiempos la mayoría de los niños no iban a la escuela, porque tenían que ayudar a los padres y por lo retirado que estaban las escuelas del pueblo más cercano. Más tarde lo llevaron sus padres a Teocaltiche para que aprendiera a leer y escribir.

Milano puso mucho interés y en poco tiempo recibió buenas calificaciones.

Sintió la llamada del Señor para ser sacerdote y cuando tuvo 17 años, en 1918, ingresó en el Seminario Auxiliar de Teocaltiche. Después de dos años fue trasladado al de Guadalajara. En toda su carrera obtuvo, por su gran inteligencia, magníficas calificaciones y varios premios.

A la mitad de la carrera tuvo que interrumpir sus estudios, porque el gobernador de Jalisco, J. Guadalupe Zuno, desalojó del seminario a todos los seminaristas, en diciembre de 1924. Tuvo que terminar la carrera sacerdotal con muchas dificultades hasta que lo ordenaron sacerdote el día 24 de julio de 1927. El obispo lo destinó a una parroquia como vicario de Cuquío, Jalisco. En muy poco tiempo de su ministerio sacerdotal, un año, trabajó en la pastoral con gran celo y entusiasmo.


MÁRTIRES DE CRISTO

El día 28 de junio de 1928, llegó el padre Justino al rancho «Las Cruces», de la familia Jiménez Loza, feligreses suyos. Le acompañaba su hermano José María y Toribio Ayala, un abnegado cristiano que, por el delito de ayudar y proteger a su párroco, fue ahorcado poco después del asesinato de los dos sacerdotes.

El padre Atilano llegó el 29, al atardecer, cenaron juntos y después rezaron el rosario. Le preguntó la familia si no sentían ningún miedo del gobierno y él le contestó que si los viera enfrente les daría el saludo de «¡Viva Cristo Rey!» Después, los dos se retiraron a descansar. Por la tarde del día 30 y hasta altas horas de la noche estúvieron planificando la pastoral parroquial que había de realizarse en circunstancias adversas, porque se iban acercando los perseguidores.

El capitán Vega y el presidente municipal de Cuquío, José Ayala, allanaron la casa. Cuando estaban acostados, de madrugada se presentó un pelotón de soldados que ya conocían el lugar, porque una persona, llamada Rosalío Gómez, fue a cerciorarse de que estaban allí los padres. Llegaron los soldados y dieron grandes golpes a la puerta de la habitación, donde en seguida se levantó el párroco Justino y abrió la puerta gritando ¡Viva Cristo Rey!, y en ese instante lo acribillaron a balazos. Expiró al momento, junto con su hermano José María. El padre Atilano, al ver tanta sangre y asustado, se puso de rodillas al pie de la cama y a continuación dispararon contra él. Esto acaeció en la madrugada del 1 de julio de 1928.

Su cuerpo, que estaba agonizante, lo tiraron a un patio, lo mismo hicieron con el párroco y su hermano, después de mofarse y burlarse de los cadáveres, que fueron llevados a Cuquío y arrojados en la plaza principal. El padre Atilano tenía el cráneo deshecho por las balas expansivas. Ese mismo día, los feligreses los enterraron en el panteón de Cuquío. Se veneran ahora en el templo parroquial.

El papa Juan Pablo II los beatificó el 22 de noviembre de 1992 y los canonizó el 21 de mayo del 2000.

 

ÁNGEL MARTÍNEZ PUCHE, O.P.