7 de Mayo

SANTA FLAVIA DOMITII.A
Mártir

Roma, siglos I-II

 

Hasta la reforma del Misal Romano por Pablo VI, la liturgia romana celebraba el día 12 de mayo la memoria de Santa Domitila, unida a la de los santos Nereo y Aquiles. El Martirologio Romano señala la memoria de la santa el día 7 de mayo, diciendo que era hija de Santa Plautina, hermana del santo mártir el cónsul Flavio Clemente. Dice de ella que fue consagrada con el velo por el papa San Clemente, y que en la persecución de Domiciano, fue primero desterrada con muchos otros a la isla Poncia, donde padeció un prolongado martirio. Luego fue devuelta a Terracina, donde, habiendo convertido a muchos con su doctrina y milagros a la fe de Cristo, por orden del juez pusieron fuego al aposento donde moraba con dos vírgenes, Eufrósina y Teodora, que la asistían, consumando así su glorioso martirio. Y añade que de esta santa se hace memoria el día 12 de mayo con los santos mártires Nereo, Aquiles y Pancracio.

Y por su parte en el día 12 de mayo dice el Martirologio que los santos Nereo y Aquiles eran criados de Flavia Domitila y que con ella fueron desterrados a la isla Poncia, y luego de padecer tormentos fueron decapitados. Y añade que sus sagradas reliquias fueron trasladadas por orden del papa Clemente VIII desde la diaconía de San Adrián, junto con las de Santa Flavia Domitila, al antiguo templo de su nombre, donde anteriormente se custodiaban y que a la sazón se había restaurado. Desde entonces, por decreto del dicho papa, se celebra también el 12 de mayo la fiesta de Santa Domitila, virgen, cuyo martirio se conmemora el 7 del mismo mes.

Diremos, pues, que ésta es la historia oficial de Santa Flavia Domitila que aceptaban el Martirologio y el Misal romanos.

Pero hoy está claro que esta historia oficial está en gran parte basada en unas actas legendarias de los siglos V-VI, que no se acreditan históricamente.

Al margen de las actas, tenemos datos históricos para situar la figura de Santa Flavia Domitila, o por mejor, de dos Flavias Domitilas, parientes entre sí, y ambas perseguidas por el nombre cristiano.

En primer lugar tenemos el dato aportado por el historiador romano Dión Casio, el cual en su Historia Romana (67, 14), hablando del emperador Domiciano, dice que condenó a muerte a muchos, entre ellos al cónsul Flavio Clemente, a pesar de su parentesco con el emperador y de su matrimonio con Flavia Domitila, igualmente pariente de Domiciano. El motivo de su condena fue el llamado «crimen de impiedad hacia los dioses», en el que habían incurrido él y otros por influencia judía. Una parte de ellos fue condenada a muerte, otra parte a la confiscación de bienes, mientras que Domitila simplemente fue relegada a la isla Pandataria.

No estamos, pues, ante una virgen, sino ante una mujer casada, pariente ella del emperador, como lo era igualmente su marido, que era primo del mismo.

Por otro lado, el obispo Eusebio, en su Historia Eclesiástica (III, 18, 4), nos dice que en el año quince de Domiciano, Flavia Domitila, que era sobrina por parte de una hermana de Flavio Clemente, que había sido cónsul de Roma, junto con otras muchas personas fue deportada a la isla de Poncia por haber confesado a Cristo.

Aunque las islas a que fueron ambas deportadas son distintas, no ha faltado quien diga que se trata de una confusión por ser ambas islas lugares frecuentes de exilio para los romanos proscritos, y que no por ello se debe pensar en dos personas distintas. Eruditos como Mommsen estimaron que había que identificar a ambas Domitila, y que en realidad eran una sola persona. Otros historiadores, como el famoso De Rossi, sostienen que son dos personas distintas y ésta parece ser la opinión más aceptable.

Una inscripción hallada en la vía Ardeatina, en el siglo XVIII, confirma algunos particulares sobre la familia de Flavia Domitila, esposa de Flavio Clemente, ya que asegura que Tacia Baucila, nodriza de los siete hijos de Flavio Clemente y de Flavia Domitila, y por ello sobrinos de Vespasiano, obtuvo de Domitila el terreno para un sepulcro, y llama expresamente a Domitila sobrina de Vespasiano. De donde resulta que Flavio Clemente, cónsul de Roma el año 95, estaba casado con un miembro de su misma familia, Flavia Domitila, la cual era sobrina de Vespasiano y por tanto prima del emperador Domiciano. Ambos tuvieron siete hijos, de los que la nodriza fue Tacia Baucila, a la que premiaron, entre otras cosas quizás, con la donación de un terreno donde ella edificó un sepulcro.

De esta Flavia Domitila consta su fe cristiana, compartida con el esposo, y el castigo de destierro que sufrió por este motivo, viéndose claro que la nobleza de origen y el parentesco con el emperador no le sirvieron de defensa frente a la decidida voluntad del césar de acabar con la religión de Cristo. Viuda y desterrada, debemos suponer que Flavia Domitila se encomendó a la misericordia de Dios y soportó, gracias a su fe, tan fuertes desgracias temporales.

La otra Flavia Domitila era de esta misma familia, y era sobrina, en cuanto hija de una hermana, del cónsul Flavio Clemente, siendo represaliada al tiempo que el antiguo cónsul era mandado a la muerte.

En la conciencia de los fieles este destierro equivalió a un largo martirio, y por ello la isla de Poncia, a la que fue desterrada, aparecía como un lugar santificado por el destierro de esta santa. Por ello la venera Santa Paula, la discípula de San Jerónimo (-30 de septiembre), que marchó a Oriente a llevar en Palestina vida monástica. En su viaje, cuenta San Jerónimo en su carta a Santa Eustoquio, hija de Paula (carta 108), que Paula visitó la isla Poncia donde Domitila pasó un largo martirio. Esto nos asegura que la comunidad cristiana de los siglos IV-V tenía a Domitila por mártir.

No obstante esta segura veneración hacia Domitila como mártir, su nombre no aparece en el Martirologio Jeronimiano, aunque sí aparece ya en el de Floro y de ahí en los demás.

La mezcla de la memoria de Flavia Domitila con la de los santos Nereo y Aquiles se debe seguramente a que estos santos estuvieron enterrados en el cementerio llamado de Domitila en la vía Ardeatina, y de ahí se valió la leyenda. Por el poema dedicado por San Dámaso (r 11 de diciembre) a estos santos consta que ellos eran soldados romanos que, convertidos al cristianismo, se negaron a seguir en el ejército. No eran, pues, criados de una familia noble, como suponen sus actas legendarias.

JOSÉ LUIS REPETTO BETES