28 de abril

SAN LUIS MARÍA GRIGNION
DE MONTFORT

Presbítero, fundador de la Sociedad de
María, las Hijas de la Sabiduría y los
Hermanos de San Gabriel

 

Montfort sur Meu (Francia), 31-enero-1673
+ Saint Laurent sur Sévre (Francia), 28-abril-1716
B. 1888
C. 1947

 

INFANCIA

Luis María Grignion nació el 31 de enero de 1673 en Montfort sur Meu, situado a unos veinte kilómetros de Rennes, capital de la Bretaña francesa. Segundo de los dieciocho hijos de Juan Bautista Grignion y de su esposa Juana Roben, será el mayor a causa de la prematura muerte del primogénito. A los dos años se trasladaron a una casa noble —el Bois Marquer— en la vecina parroquia de Iffandic.

El padre era feligrés fiel e incluso fervoroso, pero de temperamento colérico, preocupado por salvaguardar las apariencias de su rango y reemprender, a través de sus hijos, el ascenso social de su linaje. La madre, amable y bondadosa, pero abrumada por sus dieciocho maternidades sucesivas. No era precisamente un ambiente muy propicio para el desarrollo armónico de Luis. En muchos aspectos, el niño se parecerá a su padre, especialmente en su propensión a la violencia. Reconocerá, más tarde, que «le costaba más vencer su vehemencia y la pasión de la cólera que todas las demás juntas». Con ello se relaciona también su marcada inclinación por la soledad. Rehuía 'la compañía de los niños de su edad», retirándose <,a un rincón de la casa para dedicarse a la oración y rezar el rosario ante una pequeña imagen de la Santísima Virgen». Este amor especial a María, donde radica la experiencia original que hará más tarde de la Madre del Señor, no se puede separar del afecto particular a su propia madre. Desde pequeño ya manifestaba una madurez espiritual poco común a su edad.

ETAPA COLEGIAL

En 1684, los padres deciden enviar a Luis María al colegio de los jesuitas de Rennes, «Santo Tomás Becket». Permanecerá allí ocho años completos, y se destacó como un buen estudiante. "Se llevaba todos los premios al final de cada curso». Acentuó ciertas líneas de fuerza que más tarde marcarían su vida: poco integrado con sus condiscípulos; gusto por la soledad; frecuentes visitas a las imágenes de la Virgen, especialmente a Nuestra Señora de los Milagros, en la iglesia del Salvador; se enciende su ardor por la predicación de misiones; comienza a sentir las necesidades de los marginados y a manifestarles cada vez más un afecto y una solicitud no sólo en teoría, sino también de una manera concreta; también sintió la llamada al sacerdocio.

JOVEN SACERDOTE

Al terminar sus estudios medios, comenzó los de filosofía y teología que completará, gracias a una benefactora, en el célebre Seminario de San Sulpicio, en París. Al partir de Rennes, y en el umbral de una nueva vida, Luis María manifestó el estilo de vida que en adelante había resuelto abrazar. Su familia le había ofrecido un caballo para ir a París, pero lo rehusó; su madre le dio un vestido nuevo y su padre le hizo un regalo de diez escudos para los gastos del viaje. Después de franquear el puente sobre el río de la Vilaine, en Cesson, Luis María aprovecha la primera oportunidad para regalar sus diez escudos y cambiar su vestido nuevo por el de un mendigo. Prosiguió el camino resuelto desde entonces a vivir cerca de los pobres y a contar sólo con la Providencia para hacer frente a sus necesidades.

En París se hospeda en diversas pensiones de familia dirigidas por los sulpicianos. El alimento era mediocre y el alojamiento exiguo. Seguía los cursos de teología de La Sorbona. Con un ardor quizás exagerado por la penitencia, añadió sus propias mortificaciones a las de una vida austera; pero no habían transcurrido aún dos años cuando tuvo que hospitalizarse en el hospital «Hotel de Dios». Casi de milagro se repuso de la enfermedad y de las sangrías que le hicieron. Pero más milagroso aún fue el hecho de que, al salir del hospital, tuvo la sorpresa de saber que tenía un puesto en el Pequeño San Sulpicio. Allí entró en julio de 1695.

San Sulpicio había sido fundado por Jean-Jacques Olier, uno de los maestros de la llamada «Escuela francesa de espiritualidad». Ahí se ponía el acento en el misterio de la Encarnación y en el lugar de María en el designio divino de salvación. Era el lugar ideal para que Luis María desarrollara los temas de su espiritualidad personal. Durante el tiempo que pasó en San Sulpicio tuvo ocasión de estudiar la mayor parte de las obras de espiritualidad entonces disponibles, particularmente las concernientes al lugar de María en la vida cristiana. Para esto aprovechó muy bien su cargo de bibliotecario. Tuvo tiempo también para perfeccionar su enseñanza del catecismo, sobre todo entre los jóvenes marginados de la parroquia de San Sulpicio.

El 6 de junio de 1700 fue ordenado sacerdote. Algunos días después celebró su primera misa en el altar de la Santísima Virgen en San Sulpicio. En 1710 ingresó en la Tercera Orden de Santo Domingo: se sentía identificado con la espiritualidad de la Orden de Predicadores.

MINISTERIO

Primero ejerció su ministerio en la comunidad de San Clemente, en Nantes. Se sintió frustrado porque no encontró allí suficiente ocasión de predicar como se sentía llamado a hacerlo. Examina varias opciones, incluso la de hacerse eremita, pero se convencía cada vez más de que Dios le llamaba a «predicar misiones a los pobres». Soñaba ya fundar para esta finalidad «una pequeña compañía de sacerdotes agrupados bajo el estandarte de la Santísima Virgen».

Al cabo de algunos meses, aceptó el cargo de capellán del llamado «Hospital General» de Poitiers, una especie de asilo en donde se encerraba a los indigentes. Luis María se entregó con todo entusiasmo y generosidad al servicio de estos pobres. Parece que las reformas que quiso promover allí le atrajeron dificultades con las autoridades. En la Pascua de 1703 vuelve a París. Es un año muy penoso para él. Se unió al equipo de capellanes de la Salpétriére, el primer «Hospital General» fundado por San Vicente de Paúl (-' 27 de septiembre), pero a las pocas semanas le obligaron a marchar. Comienza entonces para él un período en el que es rechazado por casi todos sus amigos y conocidos. Como ha acontecido con otros santos, parece que su extraordinaria santidad era un reproche para quienes no se sentían capaces de tomar el Evangelio al pie de la letra. Se le acusaba de orgullo y ceguera.

Durante casi un año vivió en un alojamiento muy pobre de la me du Pot de Fer, en París, sin amigos y sin ministerio preciso. Este retiro le brindó la ocasión de meditar más profundamente en Jesucristo, manifestación de la Sabiduría de Dios. En esta época, probablemente, escribió El Amor de la Sabiduría Eterna».

Los pobres de Poitiers, sin embargo, no le habían rechazado. Le escribieron para pedirle que retornara. De acuerdo con el obispo, regresa a Poitiers como director del «Hospital General». De nuevo emprendió su reforma. Para este propósito fue ayudado por una joven, María Luisa Trichet, que se sentía llamada a ser religiosa y a entregarse al servicio de los pobres.

Luis María la persuade para que vaya a trabajar con él en el «Hospital General» en donde más tarde se le juntará otra joven: Catherine Brunet. Después de varios años de espera, estas dos jóvenes llegaron a ser las primeras Hijas de la Sabiduría.

Luis María continuaba suscitando la oposición por sus reformas. Después de algunos meses, el obispo y María Luisa le persuaden para que abandone el hospital por segunda vez.

MISIONERO

Comenzó a predicar misiones en Poitiers y sus alrededores. Sentía así estar haciendo el trabajo que Dios le requería. Una de sus primeras misiones la predicó en los suburbios de Montbernage. El procedimiento empleado caracterizará después muchas de sus misiones: la invitación a renovar las promesas del bautismo, las procesiones y liturgias animadas que atraían a los cristianos de los cuales nadie se había ocupado en el pasado. Pero sus éxitos parece que suscitaron la envidia de los que gozaban de la confianza del obispo. Al inicio de la Cuaresma de 1706, le prohiben predicar más misiones en la diócesis de Poitiers.

Entonces sueña con orientarse hacia las misiones en el extranjero, pero antes requería pedir consejo a quien correspondía. Se pone en camino hacia Roma para pedir el parecer del papa Clemente XI. El papa reconoce su auténtica vocación y, después de decirle que en Francia tenía un campo de apostolado suficiente, le envía a su país natal con el título de Misionero Apostólico.

De nuevo en Francia, y después de un retiro en el Monte San Miguel», Luis María se puso a buscar al equipo de misioneros dirigido por el padre Leuduger. Los encontró en Dinán y fue aceptado como miembro. Durante algunos meses predicó varias misiones en las diócesis de Saint-Malo y Saint-Brieuc. Una de ellas fue en Montfort, su pueblo natal; otras en Plumieux y en La Chéze, en donde renovó una antigua capilla en minas dedicada a Nuestra Señora de la Piedad. En las ciudades había siempre preferencia por los barrios más pobres. Ahí lanzaba siempre iniciativas para socorrer a los pobres como, por ejemplo, la sopa popular en Dinan.

Pero parece que no podía lograr su plena medida como miembro de un equipo. Pocos meses después dejará el equipo misionero para ir un año a San Lázaro, a la salida de Montfort, en compañía de dos hermanos en la vida comunitaria.

Después, y durante dos años, predicó misiones en Nantes y sus alrededores. En casi todas tuvo éxito con un buen número de conversiones. Su fama de gran misionero se propagó. La gente sencilla comenzó a llamarlo .el buen padre De Montfort.. Trataba de prolongar los resultados espirituales de sus misiones con la fundación de cofradías y asociaciones que estimulaban a la gente a permanecer fieles a la renovación de sus promesas bautismales. También erigía vía crucis o calvarios como recuerdos tangibles de las misiones. En Pontcháteau logra la ayuda de miles de personas para erigir un gigantesco calvario como impresionante recuerdo del amor de Dios. Este calvario, no obstante, le causará no pocas decepciones. La víspera de su bendición, el obispo la impidió. Había recibido orden del rey de demolerlo. También le impide el obispo predicar en su diócesis. Éste no fue el único caso, pero fue el más impresionante de todos. Allí Montfort fue invitado a compartir la cruz de Cristo. Pero él no se deja abatir por estas pruebas, que más bien le conducen a la reflexión y meditación. Compartirá sus reflexiones en un corto escrito titulado «Carta a los Amigos de la Cruz».

ÚLTIMOS AÑOS

Invitado por el obispo de La Rochelle, deja Nantes en 1711 y comienza el último período de su vida. Los últimos cinco años antes de su muerte, en 1716, fueron para Luis María años de intensa actividad. Estaba constantemente ocupado en predicar misiones. Siempre iba a pie de una misión a otra. Sin embargo, sacó tiempo para escribir el «Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen», el .Secreto de María», las Reglas de los Sacerdotes Misioneros de la Compañía de María y las de las Hijas de la Sabiduría», numerosos <,Cánticos» que empleaba en las misiones y hacía cantar con aires populares de la época. Emprendió dos largos viajes, uno a París y el otro a Rouen, para tratar de reclutar miembros para su Compañía de María, con la que soñaba cada vez más cuando se acercaba el término de sus días. De tiempo en tiempo sentía la necesidad de retirarse a un lugar tranquilo y solitario, como el bosque de Mervent o su pequeña «ermita» de Saint-Eloi, cerca de La Rochelle.

Sus misiones ejercieron gran influencia, particularmente en La Vendée. Se dice que una de las razones por las cuales los habitantes de esta región, 80 años más tarde, se opusieron fuertemente a las tendencias antirreligiosas y anticatólicas de la Revolución Francesa, fue porque su fe se había consolidado con la predicación de San Luis María. Tuvo, no obstante, dificultad de persuadir a otros sacerdotes para juntársele y trabajar con él como miembros de la Compañía de María. Finalmente, en el transcurso de su último año en la tierra, dos sacerdotes, los Padres René Mulot y Adrien Vatel, se le unieron. También reunió a su alrededor algunos hermanos que le ayudaban en su labor misionera. Fueron el origen de la congregación religiosa conocida hoy como Hermanos de San Gabriel.

El obispo de La Rochelle, monseñor Etienne de Champflour, fue siempre un gran amigo de Luis María, aunque había quienes continuaban oponiéndosele e incluso hasta atentar contra su vida. Con el apoyo del obispo, fundó escuelas de caridad para los niños pobres de La Rochelle, e invitó a María Luisa Trichet y Catherine Brunet, que servían pacientemente en el hospital de Poitiers, a que fueran a ayudarle. Hicieron por fin su primera profesión religiosa. Así nació la congregación de las Hijas de la Sabiduría. Bien pronto, otras jóvenes se les juntaron.

En abril de 1716, agotado por el trabajo y la enfermedad, Luis María se va finalmente a Saint Laurent sur Sévre para comenzar a predicar la misión que sería la última. En el transcurso de esta misión cayó enfermo, y murió el 28 de abril. Miles de personas asistieron a sus funerales en la iglesia parroquial. Poco tiempo después se propagó la noticia de los milagros que acontecían junto a su tumba. Los dos sacerdotes de la Compañía de María, los padres Mulot y Vatel, se retiraron a Saint-Pompain con algunos hermanos. Sólo dos años después emprenderían la obra tan querida al corazón de Luis María: la predicación de misiones.

En 1888, Luis María fue beatificado, y en 1947 fue canonizado por el papa Pío XII. Las congregaciones que dio a la Iglesia —la Compañía de María, las Hijas de la Sabiduría y los Hermanos de San Gabriel- se desarrollaron y propagaron, primero en Francia y después en el mundo entero. Ellas continúan testimoniando el carisma de San Luis María y prolongan su misión: establecer el reinado de Dios, el reinado de Jesús por María.

JOSÉ LUIS PÉREZ HERRERO

ORACIÓN Oh Dios, que enardeciste el corazón de San Luis María en el celo de predicar el Evangelio de tu Hijo; concédenos, por su intercesión, que, conducidos por la Virgen María, siendo dóciles a tu Espíritu, vivamos como apóstoles infatigables de tu Reino, atentos a las necesidades de los más pobres y amándolos como a hermanos.