Artículos sobre temas eclesiales

José L. Caravias

 

 

Sumario:

PUEBLO Y BIBLIA SE ENCUENTRAN

¿QUÉ ES UNA COMUNIDAD ECLESIAL DE BASE?

LOS ANIMADORES DE COMUNIDADES

COMUNIDADES CRISTIANAS Y ORGANIZACIONES POPULARES

EN BUSCA DE UNA NUEVA EVANGELIZACIÓN

NUEVOS PARADIGMAS Y TEOLOGÍA

 

 

 

 

 

PUEBLO Y BIBLIA SE ENCUENTRAN

La fe, como semilla fecunda, vive dentro de esta madre tierra generosa que es el corazón del pueblo latinoamericano. Pero la tierra que guarda esta preciosa semilla ha sido muchas veces pisoteada; y la falta de riego la ha resecado demasiado.

El Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla trajeron la bendición de una lluvia mansa y persistente, que caló hondamente en las entrañas de gran parte del pueblo latinoamericano, esponjándole el corazón. Y sus semillas más íntimas, al sentir la bendición divina de un clima y un ambiente propicio, comenzaron a germinar con nueva fuerza.

En este proceso de cultivo, desde hace unos treinta años, está sucediendo en Latinoamérica algo totalmente nuevo, nunca antes ocurrido en nuestro continente: Pueblo y Biblia se han encontrado directamente, y los dos, unidos, se han puesto a caminar. Es como el abrazo de dos viejos amigos, largamente distanciados. El uno es para el otro.

Pero en Paraguay las botas de la dictadura se esforzaron en destrozar a patadas todo intento de germinación de algo nuevo. Se conocen casos en los que se obligó a campesinos a punta de pistola a quemar la Biblia, los documentos de Medellín y "Vivir como Hermanos". Eran documentos "subversivos", "comunistas"...

Ahora, en este nuevo clima, de nuevo, pueblo, fe y Biblia se entremezclan en íntima unión, con deseos de cosecha abundante. Crece el interés en conocer más a fondo la Palabra de Dios, de modo que dé luz y fuerzas para enfrentar la dura realidad.

Pero la Biblia no es un cajón de sastre, en el que se puedan rebuscar retazos viejos para echar remiendos; o un botiquín, al que se acude para curar heriditas o quizás alguna píldora mágica. No es tampoco un recetario. Nitampoco un libro tan difícil, que sólo puede ser entendido por doctores.

Es sencillamente una herramienta de trabajo, de trabajo popular, pero que, como toda herramienta, hay que saber manejarla, pues en caso contrario no se le saca fruto y aun puede hacer daño.

Es relativamente fácil comenzar a usar la Biblia en ambientes populares; y hasta levantar un entusiasmo inicial con ella. Pero a la larga la cuesta arriba se hace demasiado empinada y pesada. Se acaba el primer entusiasmo un poco infantil; no se sabe a veces cómo seguir. Muchos quedan estancados. Otros encauzan sus fervores por el camino del fanatismo fundamentalista. Algunos se queman, y no quieren oir hablar más de Biblia. O se aburren, pues no les dice nada útil para sus vidas...

Pero, sin duda alguna, en el Paraguay de hoy mucha gente quiere conocer más a fondo la Biblia. Pero se quejan de que no encuentran quién les dé una mano de forma efectiva para adelantar con seriedad en su formación bíblica. A veces, en medio de su dolor, sólo reciben desprecios, golpes o frustraciones. Y es que, quizás, hay poca gente suficientemente preparada para saber acompañar al pueblo con la debida seriedad y pedagogía.

MIRAR LA BIBLIA DESDE EL PUEBLO

La formación bíblica de nuestro pueblo es algo tan serio que no puede dejarse en manos de la improvisación y el espontaneismo. Lo mismo que existe una sabiduría popular acerca de muchos aspectos de la vida, también existe una sabiduría bíblica popular. Según Jesús, el Padre Dios hace entender "estas cosas" a "la gente sencilla" (Mt 11,25). Pero ello no quiere decir que prometa su ayuda a los que no hacen esfuerzos por prepararse. Hay que estudiar, orar y dialogar comunitariamente para poder entender cada vez mejor lo que Dios quiere decirnos en cada pasaje de la Biblia. No podemos arriesgarnos a manusear la Palabra de Dios, haciéndole decir lo que nunca quizo decir. Con todo respeto y sinceridad nos hemos de acercar a la Biblia. Y para tratarla como se debe, hemos de usar todos los medios a nuestro alcance, tanto a nivel de fe, como de ciencia y pedagogía.

Uno de los puntos claves en este proceso es aprender a ver la Biblia con ojos de pobre. Hay "especialistas" que enseñan a mirar la Biblia desde el poder. Ellos son los "sabios", de los que hablaba Jesús, que por siglos han prohibido a los pobres leer la Biblia, por "prudencia", no fuera a ser que lo entendieran todo "al revés".

¡Pero ahora estamos descubriendo esa verdad tan antigua de que los pobres son capaces de entender la Biblia mejor que los "sabios prudentes". Así dice Jesús que es la voluntad del Padre. Pero ello no quiere decir que los pobres tengan que caminar solos. Ni que puedan decir cualquier disparate que se les ocurra. Nos necesitamos mutuamente, "estudiosos" y pueblo, los dos juntos, ahora más que nunca.

Dios se nos comunica siempre a través de la vida. Por eso es tan importante comenzar las reuniones bíblicas dialogando sobre los problemas concretos que tiene cada grupo humano. Dios vive en medio de nosotros, siempre dispuesto a darnos luces y ayudas concretas. Y esa fuerza puede ser que nos la quiera dar a través de algún pasaje bíblico, dialogado y orado fraternalmente.

Desde el pueblo y sus problemas es desde donde de veras se conoce la realidad de una región y de un país. Por eso el camino ideal para recibir la luz y la fuerza del Espíritu bíblico es a partir del pueblo. Mejor aún, dentro de él. Por eso es tan importante usar folletos, libros y cursos bíblicos realizados por personas que conocen bien al pueblo.

TENER EN CUENTA EL MARCO HISTORICO

Lo más importante es comprender lo que Dios nos dice a nosotros en nuestro tiempo. Ciencias bíblicas, fe y vida han de ir siempre unidas para que la Biblia se convierta para nosotros en Palabra Viva de Dios.

Pero para ello hemos de intentar comprender qué problemas concretos existían cuando se escribió cada pasaje bíblico, para poder así entender qué mensaje les quería dar Dios entonces. Así será más fácil sintonizar qué nos quiere decir Dios hoy a nosotros.

Pero si sacamos cada pasaje de su contexto histórico, será fácil desfigurar el mensaje de Dios y hacerle decir lo que El de ninguna manera quiere decir.

Por eso es tan importante hacerse ayudar por personas que, además de conocer bien al pueblo actual, conozcan también las circunstancias históricas del pueblo del tiempo de la Biblia.

LA PEDAGOGIA DE DIOS

Dios no se dio a conocer de una sola vez, sino poco a poco, según la capacidad de comprensión de su pueblo. El es un gran pedagogo: un magnífico maestro. Como buen Padre, se adapta a la manera de ser y proceder de sus hijos, y a partir de su realidad les va haciendo caminar hacia El. Dios sabe de dónde parte y a dónde quiere llegar. Y en este caminar sabe ir lentamente al paso de sus hijos, corrigiéndolos y animándolos. Por ello es tan importante conocer a quiénes y en qué momento de sus vidas dirigió cada palabra suya. Dios no es cuadriculado. Se adapta con amor y respeto a cada circunstancia. Por eso no se pueden sacar recetas de sus Palabras. El no da soluciones rigoristas, fijas para siempre al pie de la letra.

Para entender siquiera un poco la voluntad de Dios sobre algún problema importante de nuestras vidas es necesario echar una ojeada a todo el proceso de revelación bíblica. La Biblia se explica con la Biblia. No se puede sacar un texto bíblico de su ambiente histórico y del proceso de revelación en el que se produjo. Todo está entrelazado entre sí, apoyado en la revelación anterior y como base de los pasos que le siguen.

Nadie puede conocer a una persona si la mira sólo a través de un tubo estrecho. Vería únicamente la nariz o un dedo. Sería injusto decir que esa persona es sólo nariz porque sólo eso ha visto. Hay que mirar a la persona completa para poder decir que se la conoce. Lo mismo pasa con la Biblia. Por una cita aislada no se puede decir que se conoce la voluntad de Dios. Hay que aprender a contemplar el panorama hermoso de toda la perspectiva de la revelación bíblica.

JESUS ES EL CENTRO DE TODA LA BIBLIA

Otro punto importante que hay que tener muy en cuenta al usar la Biblia: Jesucristo es el centro y la cumbre de la revelación. Toda la Biblia no es sino camino para llegar a Jesús. El es la revelación plena del Padre. Todo va encaminado hacia El. No podemos perder nunca de vista esta meta. Si leemos, dialogamos o meditamos la Biblia, en último término no es sino para llegar a Jesús y al Dios de Jesús, dejando de lado toda la multitud de ídolos que nos aprisionan. En Jesús se encierra la meta de la humanidad nueva, la plenitud de los tiempos. El es Señor de la Creación y Señor de la Historia. Él llegará a ser todo en todos.

Ojalá estas reflexiones nos puedan ayudar a entusiasmarnos cada vez más con la Biblia, a estimularnos en su estudio y oración, y, sobre todo, a vivirla cada vez con más éxito dentro de nuestras familias y comunidades.

 

 

 

¿QUÉ ES UNA COMUNIDAD ECLESIAL DE BASE?

 

En diversas diócesis y parroquias paraguayas se ha optado por la formación de Comunidades Eclesiales de Base. Muchos agentes de pastoral centran sus ideales en ellas. Se habla de ellas. Se presume de que ya están en marcha...

¿Pero qué son las Comunidades Eclesiales de Base? Da la impresión de que se habla mucho de ellas, pero no se tiene una idea muy exacta de lo que son y de cómo funcionan.

En primer lugar, hay que tener claro que no a todo tipo de comunidad se le puede catalogar como Comunidad Eclesial de Base. Y al mismo tiempo, no es tan fácil precisar qué es una Comunidad Eclesial de Base, ya que sus fronteras no son del todo precisas.

Durante una serie de años he sido parte de la secretaría latinoamericana de las CEBs; por ello he asistido a diversos encuentros regionales y continentales. Por mi ocupación como formador bíblico de animadores de CEBs, he dado cursillos prácticamente en todos los países de Latinoamérica. Y, ante todo, he trabajado largamente en parroquias organizadas en esta línea.

A partir de mi experiencia, ampliamente dialogada, pretendo describir qué es lo que yo entiendo por Comunidades Eclesiales de Base. No se trata de una definición. Ni, por supuesto, de nada definitivo. Con sencillez quiero exponer mi experiencia, en éste y en varios nuevos artículos sucesivos.

De ninguna manera propongo a las CEBs como la única forma posible de formar comunidades cristianas. Las Comunidades Eclesiales de Base son una forma más de vivir hoy la fe cristiana en comunidad, aunque creo que de una indudable eficiencia en medios populares.

Existen otros tipos muy valiosos de Comunidades Cristianas, a las que hay que apreciar y con las que tenemos que formar Iglesia. Pero es importante saber distinguir la identidad de cada forma de ser comunidad.

Qué no es CEB

Las CEBs no se identifican con los movimientos apostólicos especializados, tal como los hemos conocido en los últimos decenios. No están formadas por sólo jóvenes o mayores, o por gente de tal profesión, o de éste o del otro carisma concreto. No tienen ninguna congregación religiosa que les imprima el carisma de su fundador. No existen tampoco fronteras claramente definidas con las que definir el número de "asociados"; el método de entrar en las CEBs no es "inscribiéndose" en ellas o firmando algún compromiso. No encontramos unos "estatutos" concretos que exigir. Ni cuotas que pagar. Ni ceremonias o ritos especiales que cumplir. Ni siquiera algunos rezos concretos.

¿Qué son entonces? Parece como si se tratara de recoger un puñado de arena, que se nos escapa entre los dedos de las manos. Pero no es así. Las Comunidades Eclesiales de Base tienen su consistencia propia, en lo esencial, bien definida. Aunque no posean un libro de Reglas, sí tienen un espíritu, una manera de ser, un estilo de vida, que las identifican con claridad. Veámoslo un poco, por partes.

Comunidad de base

Las CEBs se edifican sobre cimientos de comunidades naturales. Se trata de personas que viven en el mismo barrio urbano o en el mismo sector campesino, con problemas más o menos comunes. Y, como comunidad natural que es, está formada por gente de diversa edad y actividad. En esto se diferencian de los movimientos apostólicos, que agrupan a sus socios por edades, actividad o profesión y cada uno puede ser que venga de un lugar distinto. Las CEBs se forman con personas que viven en la misma "base".

Pero, además, la palabra "de base" se refiere a "gente popular". No es que se excluya por principio a nadie en concreto. Pero el grupo predominante es de estrato popular; de forma que lo popular, el estilo de ser del pueblo, sea la atmósfera que se respire. Es el pueblo creyente y humilde que se organiza desde la fe.

Casi todos los miembros de una CEB se conocen mutuamente desde antes; son conscientes de los fallos y las cualidades de cada familia y cada persona. El realismo del conocimiento mutuo y de los problemas comunes, en un ambiente de confianza, ha de ser el clima que ponga en marcha y haga crecer los valores populares de una CEB.

Esto no quiere decir que barrios de estratos no populares no puedan formar sus propias comunidades cristianas, pero no serán CEBs, que, por definición, son "de base". Si alguna persona de clase media-alta quiere participar de una CEB ha de adaptarse al ritmo de vida del pueblo y, por supuesto, estar al servicio del pueblo.

Comunidad de creyentes

Para formar una CEB no basta con poner en marcha los valores humanos de una comunidad natural. Es necesaria la fe en Jesús, manifestada y vivida en común.

La fe cristiana es un valor maravilloso de gran parte de nuestro pueblo latinoamericano. Se trata de una fe auténtica, pero muchas veces falta de cultivo y aun pisoteada. Pero ahí está esta semilla, de excelente calidad, enterrada en buena tierra. Nuestro pueblo, a impulsos de su fe, es capaz de grandes empresas, no importa a costa de qué sacrificios. La buena tierra popular, fecundada por la semilla de la Buena Nueva de Jesús, en estrecha unión, son capaces de cosechas insospechadas. Las CEBs, como un arado, remieven la tierra de la cultura popular y consiguen que la semilla de la fe germine con vigor.

El pueblo siempre ha tenido una cultura propia y una profunda fe en Dios. Pero algunas veces, por presiones externas, estas dos fuerzas se han frenado entre sí. Después del Concilio, la entrada de la Biblia en el pueblo creo que ha sido el factor decisivo para juntar la vida y la fe del pueblo, los dos mirando y empujando en el mismo sentido. La Palabra de Dios es como la lluvia que hace poner en marcha la vida de la semilla enterrada en tierra reseca.

No es concebible una CEB sin Biblia. Las Comunidades Eclesiales de Base son el resultado de una mezcla popular, profunda y armoniosa, de Vida, Fe y Biblia. La Palabra de Dios escuchada, contada, dialogada y orada, es la columna vertebral de las CEBs. Es su vida. Es el espejo donde se mira el pueblo para darse cuenta de sus valores y sus defectos. En las reuniones bíblicas cada participante debe encontrarse consigo mismo, con su realidad ambiental y con su Dios, en íntima unión.

En un próximo artículo hablaré más extensmente sobre el método y el espíritu con el que se ve la Biblia en las CEBs.

Comunidad Eclesial

Las Comunidades Eclesiales de Base no son una organización más de una parroquia. A veces, cuando se habla de comenzar las CEBs, enseguida se las quiere ubicar en el organigrama parroquial al mismo nivel que otras diversos tipos de organizaciones que están en marcha en ese lugar. Y resulta que no encajan en ningún lado. Se les acusa que quieren hacer de todo. Es que cada CEB pretende ser una pequeña parroquia, o mejor dicho, una célula integral de la parroquia a la que pertenece. La unión de las Comunidades forman la parroquia, en unión con los movimientos especializados.

Por eso, cuando están suficientemente maduras, las CEBs desarrollan dentro de su seno a diversas actividades parroquiales, como catequesis de adultos y de niños, asistencia a enfermos y necesitados, actividades comunitarias de diversos tipos, estudio y vivencia de la Biblia...

A su vez, los miembros de movimientos especializados de la parroquia se integran, viven y desarrollan sus actividades dentro de su comunidad de base. Son necesarios los movimientos de jóvenes, de mujeres, de profesionales, etc., pero ningún movimiento debe apartar a sus miembros de las reuniones y actividades del propio barrio, o sea, de su comunidad. Más bien, los dirigentes de cada movimiento deben ser los primeros que se comprometen en la buena marcha de su comunidad.

Las CEBs quieren vivir en íntima relación y conexión con sus pastores y en fiel adhesión a la Iglesia. Se sienten Iglesia universal y al mismo tiempo Iglesia pequeña. Su espíritu está muy lejos del sectarismo. Demuestran riqueza y creatividad en su manera de ser y vivir la vocación de Iglesia profética en medio del mundo.

Las CEBs pretenden responder evangélicamente a los problemas, buscando la conversión personal y social. Denuncian las injusticias, desarrollan una labor concientizadora y proclaman nuevos valores; critican la mentalidad consumista de nuestro tiempo y construyen un hombre nuevo en una nueva sociedad.

Las Comunidades Eclesiales de Base son también una expresión alternativa frente al autoritarismo clerical, el elitismo y la excesiva institucionalización de la Iglesia.

Actividades de las CEBs

Las Comunidades Eclesiales de Base no se han de detener ni sólo en la reflexión, ni sólo en la acción. La rueda de la reflexión-acción ha de estar siempre en movimiento. Necesitamos reunirnos para iluminar nuestra realidad con la Palabra de Dios compartida; y de esa luz nace la fuerza para solucionar juntos algún problema concreto. Y cada acción, a su vez, exige reuniones comunitarias de reflexión, en las que se evalúa, se ilumina de nuevo la realidad y nacen nuevas motivaciones para la acción.

No es aun el momento de desarrollar qué tipo de actividades puede tener una Comunidad Eclesial de Base. El tema sería largo.

En artículos sucesivos prometo, Dios mediante, ir perfilando los trazos generales que he comenzado a dibujar en este primer esbozo.

 

 

 

 

LOS ANIMADORES DE COMUNIDADES

 

En esta serie de artículos, que pretenden ayudar a implementar la opción por las Comunidades Eclesiales de Base, realizada en muchas diócesis y parroquias, vamos a reflexionar hoy sobre el papel del "animador".

Como lo dice la palabra, su oficio es "animar" la marcha de la comunidad, ayudarle a que crezca la vida en ella. Debe ayudar a crear el ambiente propicio para que todos crezcan como personas y como comunidad, tanto en su fe como en sus trabajos.

No es que el animador deba sentirse responsable él solo de todo esto, sino en íntima colaboración con todos sus hermanos de comunidad.

Lo que no es un animador

Quizás detectando la parte negativa podamos comenzar a entender un poco mejor lo que debe ser un animador de Comunidades. Estamos tan acostumbrados a soportar "jefes" mandones, que con frecuencia queremos imitarlos. Y ello no funciona en las Comunidades. Las destroza...

No se debe confundir el trabajo del animador con el de un dirigente o presidente de una organización. El animador no tiene que hacer nada en nombre de los demás, sino sólo ayudarles a que cada uno cumpla su misión. El no representa a nadie; estimula a que cada hermano haga lo que tiene que hacer. De ninguna manera está para fomentar la pasividad, la timidez o la falta de creatividad de otros.

Su oficio no es ser voz de los que no tienen voz, sino lograr que hablen los que nunca han hablado. El buen animador estimula permanentemente hacia un diálogo enriquecedor, en el que pueda entrar el mayor número de personas.

No aplasta rebeldías, sino que busca un sincero crecimiento en conciencia crítica. Su misión es de servicio y no de dirección. No está para mandar, sino para escuchar. El no tiene la última palabra. En ningún caso debe manipular al grupo...

Jamás un auténtico animador de Comunidades puede despreciar el aporte de un hermano. Menos aún mandarle callar o burlarse de él. El papel de dirigente orgulloso, que se cree superior a los demás, es el polo opuesto a la vocación de servicio del animador.

Animador de la dignificación humana

El animador de las Comunidades de Base está al servicio de la dignificación humana. Cada persona tiene características propias, dignas de ser respetadas y cultivadas.

En primer lugar, cada uno tiene sus propias ideas, dignas de ser escuchadas. Por ello el animador ha de saber escuchar y hacer escuchar a cada miembro de la comunidad. El sabe que Dios se manifiesta a través de los hermanos. Cada uno puede ser portador de algo de Dios. El Espíritu puede que esté hablando a través de él. Es muy importante que el animador aprenda a ir recogiendo el aporte de cada hermano, de forma que sea estimado como insustituible el aporte de cada uno. La palabra de cada uno es el ladrillo que él aporta a la búsqueda comunitaria de la voluntad de Dios en medio de su realidad.

El animador auténtico ayuda al crecimiento de las personas. Para ello, nada mejor que respetar y sentirse respetado; así irá creciendo una fraternidad palpable y concreta. Debe conocer el nombre de todos los miembros de su comunidad, su trabajo, sus proyectos, sus dificultades; compartir sus alegrías y solidarizarse con sus problemas.

Contrario a todo esto sería un animador chismoso, burlón o despreciador. O el que piensa que siempre ha de tener él la última palabra.

Animador de la fe en Jesús

Puesto que la fe en Jesús y su Palabra es el eje de la vida de las Comunidades, el papel primordial del animador es justamente el de ayudar a crecer y madurar la fe.

En este crecimiento de la fe la Biblia es el instrumento básico. Por ello los animadores deben prepararse debidamente para poder poner cada pasaje bíblico al nivel de sus comunidades.

Animador de trabajos comunitarios

Las CEBs deben lograr la unión profunda entre fe y vida. El análisis crítico de la realidad

 

 

 

 

COMUNIDADES CRISTIANAS Y ORGANIZACIONES POPULARES

 

¿Una Comunidad Eclesial de Base es lo mismo que una Organización Popular? ¿En qué se diferencian? ¿Cómo deben relacionarse entre sí? ¿Tiene cada una su propia identidad?

A lo largo de Latinoamérica se presentan con frecuencia estas preguntas. El problema es palpitante. La realidad de nuestro mundo es tan nueva, tan dura y tan compleja, que por todos lados surgen nuevos tipos de organización del pueblo, tanto a escala religiosa, como sindical y política. Hay nuevos enfoques, nuevos tanteos y, por consiguiente, nuevos problemas.

Lo peor que se puede hacer ante los nuevos desafíos es asustarse, como pasó con las Ligas Agrarias Cristianas. Pues el miedo oscurece la vista y atonta la creatividad. Si hay prejuicios, la reacción suele ser de freno, retroceso y encerramiento. Ante los nuevos problemas, no se trata de buscar víctimas a quienes echarle la culpa, sino de seguir adelante, encauzando la creatividad.

LAS DOS GRANDES FUERZAS POPULARES

El pueblo latinoamericano es creyente y oprimido. Su fe y su hambre de justicia son sus dos grandes fuerzas interiores. Los deseos de agradar a Dios y de conseguir justicia son capaces de llevarle a acciones heroicas.

Con cierta frecuencia, fe y justicia han sido dos fuerzas opuestas entre sí, que se han anulado la una a la otra. Me refiero a ese enfoque, tan frecuente en ambientes tradicionales, de una fe conformista y alienada, alejada del mensaje bíblico. Pero después de la entrada de la Biblia en los medios populares, cada vez más, fe y justicia van caminando juntas.

El despertar de la fe promueve nuevos movimientos religiosos. El despertar de la dignidad humano pone en marcha organizaciones populares de nuevo estilo. Comunidades y organizaciones son dos fuerzas que con frecuencia viven divorciadas. A veces van juntas, pero sin respetarse las unas a las otras. En algunos sitios están consiguiendo coordinarse con respeto.

Intentemos reflexionar un poco sobre el modo de ser de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) y de las Organizaciones Populares (OP). Qué es lo típico de cada una y cómo debiera ser su interrelación. No se trata de nada definitivo, sino de pistas de diálogo, lejos de los frenos del fanatismo y los prejuicios.

En Paraguay hay pocas CEBs u OP maduras, y tienen poca relación entre sí; pero hay muchas en proceso de formación. Pero será interesante comenzar a preocuparnos del problema. Por ahora prescindimos de los Partidos Políticos. Abordaremos el tema en otro artículo.

 

SIMILITUDES Y DIFERENCIAS ENTRE CEBs Y OP

CEBs y OP tienen características comunes. Las dos están formadas por personas pertenecientes a sectores populares con problemas comunes, pues generalmente viven cerca unos de otros. Sus miembros son de diversas edades y diversos partidos políticos. Su estructura interna suele ser bastante democrática y participativa. Parten de problemas reales que pretenden solucionar. Su metodología suele ser de reflexión-acción.

Las CEBs tienen además como específico: Todos sus miembros son católicos, con deseos de ser consecuentes con su fe. Iluminan sus problemas a la luz de la Biblia. Son una organización de Iglesia. Buscan vivir y transmitir los valores del Reino de Dios, luchando por un mundo más justo y fraterno. Su campo de acción básico es la parroquia. Confrontan su vida con la persona y el proyecto de Jesús. Se reunen para compartir y celebrar litúrgicamente su fe en Jesús y su compromiso: su vida, sus dolores y sus triunfos.

Las OP tienen como específico, además de lo común dicho arriba: No dependen de la Iglesia: entran en ellas creyentes y no creyentes y sus celebraciones son de tipo civil. Sus criterios de acción son las mismas necesidades comunes de sus miembros. Buscan trabajar juntos para mejorar su situación y defender ante el Estado o patrón los intereses de los sectores populares. Su campo de acción normal es el barrio y a veces el gremio.

DIFICULTADES DE FUNCIONAMIENTO

Puesto que se trata de nuevas experiencias, no es de extrañar que surjan dificultades en el desarrollo y relacionamiento de CEBs y OP. Aclaremos algunos de estos problemas. Puede que hayan muchos más...

Las CEBs no deben limitarse a funcionar como una organización popular de cristianos. Su fin no es luchar exclusivamente por el agua del barrio, mejoramiento de calles, hacer escuelas o comercializar los productos básicos. Pueden hacer de todo esto, pero no son sólo eso. Peor aún es cuando se constituyen en poder paralelo o contrario a las organizaciones populares; aunque no por ello deben perder una actitud crítica constructiva.

Por el otro lado, las comunidades no pueden encerrarse en espacios de reflexión, sin ningún tipo de acción comunitaria; ello sería caer en un espiritualismo desencarnado. Ni limitarse tampoco a realizar la acción sólo en organizaciones de base. Las comunidades tienen sus propios servicios y trabajos comunitarios, tanto de ayuda mutua entre sus miembros, como de solidaridad con personas o instituciones fuera de la comunidad.

Por su parte, las organizaciones populares no deben actuar nunca como si fueran una institución religiosa. Se da en ellas con cierta frecuencia una manipulación de la fe. Así pierden su identidad y cierran la puerta a personas de otra religión o de otra ideología.

Ni la comunidad ni la organización pueden depender la una de la otra. Ninguna es un apéndice de la otra. En este caso se cortan su libertad mutuamente y, de hecho, se frena la unión de los pobres.

Otro error es considerar a la comunidad cristiana como un trampolín para saltar al compromiso social o político. Según van madurando sus miembros, se van incorporando a las filas de una organización. Así se debilitan las comunidades, por la pérdida de sus hermanos más preparados. Y se divorcian dos espacios que deben ser complementarios.

Las OP, a veces, debido a sus prejuicios, desconfían demasiado de los movimientos de Iglesia. Quizás han tenido experiencias negativas, pero no por eso pueden despreciar de antemano los valores que les pueden aportar los cristianos auténticos.

En resumen: ni prejuicios, ni manipulación, sino respeto y coordinación complementaria, desarrollando cada uno su identidad.

COMPLEMENTARIEDAD DE CEBs Y OP

Puesto que fe y hambre de justicia están íntimamente unidos en lo más profundo del ser del pueblo latinoamericano, CEBs Y OP deben aprender a respetarse y ayudarse mutuamente. Pienso que prescindir del aspecto religioso o del aspecto organizativo es una grave falta de respeto a la forma de ser del pueblo.

Pero esta relación no es nada fácil. No está claro aún cómo debe ser. ¿De forma coyuntural o permanente, individual o colectiva? ¿Cómo garantizar la identidad y la autonomía de cada una? ¿Qué puede aportar de bueno la una a la otra? ¿Cómo se realiza todo esto en la práctica concreta de cada día?

A la luz de la fe cristiana, está claro que los miembros de las comunidades deben participar en la construcción de una sociedad más justa y fraterna. Cada uno debe comprometerse a fondo, según su capacidad, en una organización popular; participar como ciudadanos, pero también como cristianos. No para "cristianizar" la organización en la que militen, sino para hacer los aportes de esperanza, fraternidad, reconciliación y demás características propias de la fe. Con su vida testifican la presencia de Dios; hacen presente la luz y la fuerza de la fe, sin necesidad de hablar de ello. En las CEBs se alimenta y se celebra la fe; en las OP se demuestra la fe en silencio.

Pero no basta con el compromiso personal. En algunos casos es preciso un compromiso colectivo entre CEBs y OP. Se puede dar una acción conjunta en actividades específicas, como marchas, protestas, fiestas, recaudación de fondos o cosas por el estilo. O una lucha coordinada contra alguna injusticia, como desalojos, por ejemplo. O trabajos conjuntos tipo minga.

Las Comunidades pueden aportar a las organizaciones el fermento transformador de los valores evangélicos para la liberación integral del hombre y de la sociedad. Y las organizaciones aportan a las comunidades su pragmatismo, sus objetivos concretos: el aterrizaje en la realidad; y la coordinación efectiva con otra mucha gente.

Pero todo esto sin confundir metodologías y objetivos propios. La relación debe ser de organización a organización, respetándose mutuamente y sin perder cada uno su identidad. Conocerse, estimarse, evaluar con sinceridad todo trabajo conjunto...

Las CEBs deben poner especial interés en la formación socio-política de sus miembros. Y, para no crear confusiones, una misma persona no debe ocupar puesto de dirigencia al mismo tiempo en CEBs y en OP o Partidos Políticos.

Con estos movimientos populares en marcha se comienza a construir una nueva sociedad desde las bases. Los cauces de participación y representatividad del pueblo se van asentando y tejiéndose lentamente desde abajo. Así se está fortaleciendo el poder alternativo del pueblo, como sujeto que construye su propia historia.

 

 

 

 

EN BUSCA DE UNA NUEVA EVANGELIZACIÓN

 

Las Comunidades Eclesiales de Base buscan y están poniendo en marcha un nuevo tipo de evangelización. No es la única forma de evangelizar hoy, pero sí una forma auténtica de evangelizar…

"Evangelio" es una palabra griega que significa "Buena Nueva". En la Biblia esta palabra aparece aplicada a un contexto religioso en el Segundo Isaías en tiempo del destierro de Babilonia y especialmente en boca de Jesús. Realicemos un recorrido rápido por estos dos ambientes históricos, con el fin de aclarar la Evangelización que pretenden realizar las CEBs.

La Buena Nueva del segundo Isaías

Después de varios decenios de vivir desterrados en Babilonia, los jóvenes nacidos allá se sentían abandonados por Dios. Pensaban que Yavé había repudiado para siempre a su antiguo pueblo, enojado irremisiblemente contra él por las muchas injusticias cometidas anteriormente por los poderosos de Judá.

Oigamos sus quejas en textos de la época: "Yavé no nos mira ya" (Is 41,27). "Yavé nos ha abandonado; el Señor se ha olvidado de mí" (49,14). "Se han secado nuestros huesos. Se perdió nuestra esperanza. El fin ha llegado para nosotros" (Ez 37,11). "Yavé no nos quiere..." (Dt 1,27). "Dios ya no está en medio de nosotros..." (Dt 31,17).

Dudan, además, los desterrados de que Yavé pueda liberarlos de las manos poderosas del dios Marduk de Babilonia. Yavé es un Dios insignificante frente al poderío del imperio que aplastaba por entonces al mundo. ¡El imperio era mucho más poderoso que aquel puñado de extranjeros esclavizados!

Los jóvenes nacidos en Babilonia protestan, además, porque ellos están sufriendo las consecuencias de los pecados de sus padres: "Los padres comieron uvas verdes y los hijos tienen los dientes destemplados" (Ez 18,1). Ellos no tienen nada que ver con las infidelidades de sus antepasados. ¡Están sufriendo inocentemente culpas ajenas!

Ante esta realidad de desánimo sin horizontes, el joven Isaías, nacido en el destierro, siente que tiene una muy buena noticia que dar a sus compatriotas: Dios no se ha olvidado de ellos, ni los rechaza, sino que los invita de nuevo a volver a su tierra y ser su pueblo elegido. Isaías junior presenta a Yavé cariñosamente cercano, y al mismo tiempo lleno de sabiduría y poder. Dios ya les ha perdonado sus infidelidades, puesto que ellos se han reconocido pecadores y se han humillado ante él. Ahora Yavé se les presenta sólo para consolarlos y animarlos. ¡Ya han sufrido bastante!

Ante aquel pueblo, tan hundido y desanimado, las palabras del joven Isaías suena a una total Buena Nueva: ¡No es verdad que Dios les ha abandonado! ¡Yavé es mucho más poderoso que el Marduk babilónico! Los ídolos de Babilonia son nada, incapaces de salvar a nadie. Pero Yavé los quiere como una madre, como un padrino rico y poderoso, capaz de sacarles de todos sus aprietos.

Escuchemos las palabras de Yavé en boca de Isaías: "No temas nada, pues yo estoy contigo; no mires con desconfianza, pues yo soy tu Dios, y yo te doy fuerzas; yo soy tu auxilio y con mi mano victoriosa te sostendré... No temas, raza de Jacob, más indefensa que un gusano. Yo vengo en tu ayuda, dice Yavé. El Santo de Israel es tu padrino (go´el)" (Is 41,10.14). "¿Puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues aunque se encontrara alguna que lo pudiera olvidar, ¡yo nunca me olvidaría de ti!" (49,15). "A mis ojos vales mucho más que Egipto... Yo te aprecio y te amo mucho; a cambio tuyo entrego muchedumbres..." (43, 4).

Esta es la Buena Nueva básica entregada a aquel pueblo hundido en el más cruel de los desánimos. Es la hermosa noticia de que Dios los quiere y los puede liberar de sus terribles esclavitudes. La Buena Noticia de un Dios cercano para querer y fuerte para liberar a los despreciados y oprimidos.

La Buena Nueva de Jesús

En tiempo de Jesús la realidad del pueblo era muy dura también. Los impuestos de Roma y de Jerusalén crujían al pueblo. Campesinos que por ello habían perdidos sus tierras pululaban mendigando por todas partes. Como fruto de una cruel explotación y marginación, la anemia, la suciedad y multitud de enfermedades contagiosas reinaban por doquier. Los fariseos predicaban que el empobrecimiento y la enfermedad eran signos visibles de la Justicia del Todopoderoso. Ser pobre y ser pecador llegó a considerarse como una misma cosa. Por eso los pobres tenían que soportar de continuo una predicación que insistía en que ellos eran malditos de Dios, incapaces de entrar en su Reino. Para ellos no había salvación posible.

Ante esta miseria física, sicológica y religiosa, Jesús se presenta cercano, cariñoso, dispuesto siempre a ayudar. A los despreciados de su época Jesús los llama bienaventurados y les promete la entrada en el Reino de Dios.

Entonces se miraba mal a los que se dedicaban a curar a los enfermos. Puesto que la enfermedad era considerada como castigo, no era bien visto que alguien se pusiera a cambiar la "voluntad" de Dios. Lo cual era terrible para los enfermos. Además de los sufrimientos propios de cada enfermedad, sufrían además el dolor de sentirse condenados por Dios y despreciados por los creyentes en ese Dios. Pero Jesús, en contra de la mentalidad de su época, se dedica a cuidar y curar con cariño a los enfermos. Se mezcla con la gente despreciada de su época.. Tanto, que las autoridades le acusan de comer y beber con "pecadores". ¡Esto sí que era una Buena noticia, totalmente Nueva para esos "pecadores"!

La Buena Noticia de Jesús era ante todo la de un Dios cercano y cariñoso, como lo es un buen papá para con sus hijos pequeños: "Abbá" le llamaba él. Un Padre insobornablemente bueno para con todos sus hijos, "que hace llover sobre buenos y pecadores". Un Dios que organiza una gran fiesta cuando encuentra al hijo perdido; que sabe pagar bien al obrero de última hora; que se alegra cuando alguien es curado en sábado.

El Dios de Jesús quiere a todos sus hijos por igual, pero de una manera especial a los despreciados y empobrecidos. Es el Dios que ha dado a todos sus hijos la misma dignidad y lo ha hecho todo para todos. El Padre que comparte los dolores de sus hijos, y con ello les llena de consuelo; y que además es poderoso para sacarles de sus dificultades, y así les colma de esperanza: el Dios de todo consuelo y de toda esperanza. Y, justamente porque es amor, es exigente: nada le puede ofender más que el desprecio o el despojo a un hijo suyo; y no perdona al que no perdona a un hijo suyo. Por eso, su deseo más profundo para con sus hijos es el respeto, el servicio, el compartir mutuo: el vivir como hermanos, hijos todos de un mismo Padre.

La Buena Noticia de las CEBs

Las Comunidades Eclesiales de Base quieren ser una experiencia de vida cristiana compartida entre pobres. Parten de la unión profunda de fe y vida popular. Y esa fe quiere ser explícitamente la fe en el Dios de Jesús, a la luz de la Palabra.

Las Comunidades que se reducen a planteamientos meramente sociales, sin preocuparse del crecimiento de la fe en Jesús, son como semillas a las que se les corta el germen; traicionan lo más íntimo de su identidad, arruinando así su futuro.

Lo más característico de las CEBs es justamente su fe creciente en el Dios encarnado, metido en lo más profundo de nuestra realidad. En las Comunidades de Base debe imperar el respeto a la dignidad de cada persona; cada hijo de Dios tiene que poder decir su palabra y aportar su ayuda, todos con algo que aportar. En las Comunidades debe vivirse también el compartir: que cada uno ponga al servicio de los demás lo que es y lo que tiene. Todo ello nacido e impulsado por la fe común en un Dios que es Padre siempre bueno para con todos, que se goza en el respeto y la ayuda mutua de sus hijos.

En las auténticas Comunidades Cristianas los más indefensos deben sentirse protegidos; los débiles, fortalecidos; los despreciados, acogidos con respeto. Los inútiles tienen que sentirse útiles y los enfermos, aliviados. Los empobrecidos, los oprimidos, los aplastados, tienen que encontrar en sus Comunidades la claridad y la fortaleza necesarias para poder seguir luchando por la vida justa a la que les da derecho el Padre Dios.

Las Comunidades son un espacio abierto, grande como amplio es el Corazón de Dios, sin alambrados con púas de fanatismo. En ellas se aprende a gustar de horizontes largos, en los que se explaya la vista sin obstáculos. Creyendo en el Dios de Jesús no es posible despreciar a nadie, ni negarse a colaborar con todo el que busca justicia, respeto, libertad y verdad.

Esta es la Buena Nueva de las Comunidades Eclesiales de Base. Es el aporte que ellas quieren dar a nuestro mundo: la fe explícita y concreta en un Dios que se goza en el bien de sus hijos, que es bueno para con todos y que lo ha hecho todo para todos. Viviendo como hijos de ese Padre Dios es como se testimonia que se cree en él.

 

 

 

 

NUEVOS PARADIGMAS Y TEOLOGÍA

1. NUEVOS PARADIGMAS

En pequeños artículos sucesivos voy a intentar ir resumiendo artículos actuales acerca del tema de nuevos paradigmas y teología. Para ello me apoyo principalmente en Pedro Trigo, un jesuita venezolano, cuyas palabras uso con la libertad de la amistad.

Empecemos por ver cuáles son algunos de estos nuevos paradigmas.

1 Mundialización del Occidente

La novedad más obvia de esta época es la mundialización del Occidente supradesarrollado, que ha penetrado hasta el último rincón del planeta, configurándolo en función de sus intereses y marginando de su dinamismo a lo que no le interesa. Por medio del avasallamiento y la fascinación, triunfa por completo su sistema, que campea en solitario sin que exista ningún contendor que le haga sombra ni pueda medirse con él.

2. Simultaneidad virtual

La novedad más cotidiana es que el espacio ya no es función del tiempo, puesto que existe la simultaneidad virtual. La política, el deporte, la guerra, el arte, la vida "íntima" de los famosos, son ofrecidos al consumo masivo como espectáculos. Los grandes accionan, y los pequeños los ven y los aplauden o vituperan, pero los incluyen en sus vidas y en cierto modo giran a su alrededor.

Los que están arriba viven la simultaneidad como interlocución, tanto para llevar proyectos conjuntos de investigación, como para la toma de decisiones económicas o políticas con todos los datos a la mano, incluso mancomunadamente. Su horizonte vital es toda la tierra, no sólo para invertir o para pasar unas vacaciones o para rodearse de objetos o consumir productos de cualquier sitio, sino incluso para vivir.

3. Ver la tierra desde fuera

La novedad más apasionante es la salida de la tierra, la llegada a otros planetas, la orbitación, la apertura al espacio intergaláctico. Desde la sensación de que habitábamos en un disco plano que flotaba sobre las aguas, a la comprobación de la forma esférica de la tierra y más aún su circunnavegación que equivalía a tomarle la medida, y posteriormente, casi ayer, al vuelo a vista de pájaro de los aviones, se ha pasado a ver la tierra desde fuera, a verla como estábamos acostumbrados a ver a los otros planetas. Quien puede ver la silueta de la tierra no pertenece a ella del mismo modo que el que vive pegado a su suelo.

Muy pocos han orbitado la tierra y han tenido estas emociones. Pero virtualmente son millones los que desde la intimidad de sus casas han podido experimentar parecidas sensaciones. Y esas imágenes se proyectan en múltiples ocasiones y generan un imaginario absolutamente nuevo. Y la ciencia ficción prosigue imaginativamente la exploración del espacio y de la vida social y los conflictos humanos a los que podría dar lugar.

4. La tierra como sujeto del que la humanidad forma parte

La novedad más entrañable de esta época que se abre es la percepción de la tierra como un sistema de sistemas autorregulado, es decir, como un verdadero sujeto, como un ser viviente que no sólo contiene vivientes sino que los engendra y nutre. La tierra se nos aparece como un animal formidable, lleno de energía y perfección, pero a la vez muy sensible y vulnerable. La destrucción de especies vivas, la tala salvaje de bosques y el envenenamiento del aire y del agua son hechos sistemáticos innegables.

5. Producir seres vivos, incluidos los humanos

Sin embargo la novedad más radical tiene que ver con la genética, que está descifrando los códigos genéticos de los seres vivos, incluidos los humanos. Este descubrimiento entraña la capacidad de producirlos artificialmente y de perfeccionarlos o degradarlos. La vida no deja de ser un misterio porque se estén inventariando sus códigos. Pero lo es de un modo distinto, y sobre todo cambia la relación con ese misterio. Ya que se lo puede secundar o profanar de un modo mucho más íntimo.

Lo que está en juego es si nos inclinaremos por la vertiente positiva de la ingeniería genética que busca únicamente corregir desperfectos y optimizar lo que existe, o si nos abocaremos a la construcción de monstruos.

Lo paradójico y aun contradictorio de esta novedad tan decisiva y trascendente es que su modo de producción es privado. Decisiones que incumben a la humanidad de un modo tan radical se toman en laboratorios de empresas privadas. Eso implicaría que la suerte de la humanidad estaría en función de los intereses particulares de muy pocas personas.

6. Concentración del saber, el dinero y el poder en poquísimas manos

Esto pone al descubierto la novedad más peligrosa, que es la concentración de saber, riqueza y poder en un número muy reducido de países y en muy pocas personas dentro de ellos. En realidad el sujeto de esta figura histórica son las compañías trasnacionales. Ellas han logrado mediatizar casi completamente a las instancias políticas. Eso significa que lo público queda reducido a la mínima expresión y que lo decisivo se juega privadamente. Así es como la democracia está cada vez más vacía de contenido.

Es necesario un ente mundial que pueda dictar políticas acordes con esta realidad, un ente que representara realmente a la humanidad en su conjunto y que se hiciera cargo de los requerimientos de la vida en el planeta. Para que ese ente cumpliera a cabalidad su cometido sería preciso el concurso de una opinión pública no mediatizada, informada y responsable. Sería imprescindible que los científicos y técnicos pudieran tener una voz propia, y que multitud de organizaciones de interés social terciaran en la discusión haciendo valer sus observaciones y propuestas. Y tendrían que existir Estados verdaderamente representativos de sus respectivos pueblos, gestores de su futuro.

 

2. DOS REACCIONES ANTE LOS PARADIGMAS ACTUALES

Los inmensos avances modernos progresan en un ambiente caótico de individualismo: quienes toman las decisiones no son entidades representativas, sino un grupo mínimo de grandes compañías trasnacionales. El resultado es una humanidad profundamente dividida y perturbada. Este modo de producción reinante, a la vez que globaliza sus producciones, somete, empobrece y aun excluye a la mayoría de las personas. Ha roto el equilibrio de la tierra y ha herido el corazón de la humanidad...

Se dan dos reacciones opuestas ante este traumatizante y mortífero trastorno universal.

La primera reacción es de encerramiento en agrupaciones fuertes que den sentido y cohesión, generalmente centradas en religiones fundamentalistas, intentando llenar los vacíos de insatisfacción dejados por las multinacionales. Sus devotos principales son los que nada tienen para ofertar en el mercado, ni para comprar en él. Su fundamentalismo, como índice de su insatisfacción, va en aumento y, aunque se lo pretenda minimizar ignorándolo y satanizándolo, es una característica típica de esta época.

La otra reacción busca una alternativa superadora, incorporando una serie de bienes culturales de la modernidad, pero complementándolos y corrigiendo sus carencias y absolutizaciones. Esta reacción se expresa en la cultura de la democracia, la de los derechos humanos y la de la vida.

La cultura de la democracia se basa en la superación de la cultura centrada en el individuo, construyendo una cultura dialógica, que parte del reconocimiento del otro y el establecimiento de un campo de interacciones que dé lugar a cuerpos sociales internamente diferenciados y mutuamente referidos.

La cultura de los derechos humanos incluye el reconocimiento de los respectivos deberes y la puesta en marcha de procesos para validarlos progresivamente. Se trata de procesos complejos y polifacéticos, en búsqueda de caminos reales y no meras declaraciones de principios. La piedra de toque de que se trata de veras de derechos humanos, y no sólo de unos pocos, es que los pobres sean los sujetos privilegiados de esos derechos. Esto significa la tendencia real a la inclusión, que es una tendencia frontalmente opuesta a la dirección insolidaria que prevalece en la figura histórica actual.

Esto es más claro aún si tomamos en cuenta la cultura de la vida. La tierra no resiste la terrible presión depredadora y suicida a la que la estamos sometiendo. La cultura de la vida no tiene que ver con la adoración al cuerpo y a la juventud, que son más bien expresiones de la absolutización del individuo. Vivir es inseparablemente convivir: recibir y dar vida.

En la lógica del mercado el punto de vista absoluto en los intercambios es el beneficio del propio sujeto. En la lógica de la cultura de la vida la realización del individuo está en la plenitud de las relaciones en el seno del conjunto. A nivel estrictamente humano estas relaciones toman la forma de la reciprocidad de dones.

Como el sistema de la vida es limitado, la participación exige una gran creatividad para que quepamos todos. Desde la pertenencia a ese nosotros que es la humanidad y la vida, la realización personal arranca de experimentar cada uno la vida en la polifonía de dimensiones y ritmos; toma la forma de la simpatía y de la compasión, por las que uno disfruta de que otros vivan y se duele de lo que hay de menoscabo en otras vidas; y contribuye con su imaginación creadora y con su trabajo a crear configuraciones en las que la vida pueda tener más posibilidades para el conjunto y más calidad para cada uno.

Es claro que la cultura de la democracia, la de los derechos humanos y la de la vida son tres aspectos de una única cultura. El respeto a todo lo que existe, y más en particular a todos los seres vivos, tiene su punto máximo de aplicación e intensidad en el respeto a cada uno de los seres humanos por el hecho de serlo. Si no se acepta en la práctica el carácter no utilitario de cada ser humano, y por tanto no se renuncia a instrumentalizarlo para mis objetivos privados, nunca llegaremos a respetar a los demás seres vivos.

Al colocar en primer lugar al ser humano de carne y hueso, incluida su condición de ser vivo y su pertenencia a la tierra, pero no menos su capacidad de palabra, su reconocimiento, su apertura ilimitada, se abre la dimensión rigurosa de misterio, de trascendencia. Y aflora la religión, no ya en su vertiente fundamentalista, sino como religación personalizadora que acaba en la donación de sí mismo.

El afloramiento de la razón simbólica y de la religación religiosa no fundamentalista habría que entenderlo como la coronación de esa cultura que se manifiesta como de la vida, de la democracia y de los derechos humanos. Esta cultura es ciertamente alternativa a la figura histórica vigente.

Ambas reacciones, la reactiva de encerramiento y la superadora, forman parte integral de esta época, de su complejidad y de sus posibilidades humanizadoras.

 

3. ¿QUIÉNES SON LOS RESPONSABLES

DE LA TÉCNICA DEL FUTURO?

Hoy en día, la técnica está en capacidad de convertir a toda la tierra en un Edén o de envenenarla y volverla inhabitable...

Está en camino de desplazar colonias humanas en el espacio. Puede en cierto modo independizarse de la tierra, no sólo porque puede crear microclimas como los de la tierra, sino también porque puede producir naturaleza viva como hábitat y como alimento. Su acción productora llega hasta la posibilidad cercana de producir seres humanos, y naturalmente la de engendrar monstruos también.

Estas capacidades de la acción humana, hasta hace poco insospechadas, renuevan por completo el imaginario humano, que se puebla de mundos de fantasía, pero más todavía de pesadillas de guerras galácticas, de inviernos atómicos y de todo tipo de monstruos. El ser humano ha liberado fuerzas colosales que no sabe si será capaz de controlar, tanto desde el punto de vista técnico como de sus deseos y de su voluntad de poder. Esta época se inicia, pues, con unas posibilidades inéditas, gracias al avance de la ciencia y de la técnica.

La tremenda incógnita es quién es el responsable de tantas posibilidades. Por un lado, los científicos que conciben y experimentan; por otro, los técnicos que diseñan, producen y controlan los aparatos; pero además están los que aportan las sumas astronómicas que son necesarias para estos procesos complejos y costosos.

Los científicos tienen una relativa autonomía, pues suyas son las ideas y sin ellas de nada sirve todo el dinero del mundo. Pero en el modo de producción actual, en el que la propiedad privada es un principio absoluto, quienes financian a los cerebros y a los técnicos son en definitiva quienes se pueden considerar como los dueños de los inventos. Al principio del proceso eran los Estados quienes comandaban el proceso y todavía en gran parte es así; pero cada vez más son las grandes empresas trasnacionales las que en combinación con las universidades, casi siempre privadas, establecen las reglas de juego.

¿Qué capacidad de decisión tiene la humanidad respecto de la dirección que hayan de seguir estas acciones técnicas? ¿Qué grado de información posee la humanidad respecto de lo que está en juego? Estos dilemas no están resueltos, por lo que se acentúa el lado riesgoso de esta nueva oportunidad histórica. Pues esta comunidad científica no es precisamente la élite filosófica que según Platón tendría que regir la República. Mucho menos lo es el colectivo de los plutócratas.

Los científicos, y más aún sus finacistas, viven en mundos exclusivos, alejados del común de los mortales, en muchos casos completamente indiferentes a la suerte de las mayorías y al futuro de la humanidad. Son los primeros propagandistas y practicantes del individualismo ambiental, y por tanto su vida es privada y sus productos están ofrecidos en el mercado para todo el que quiera pagar su precio.

Tal vez las cosas son más complejas en la comunidad científica. Pero eso no significa que ella como tal admita obligaciones vinculantes, sino que una minoría significativa sí lo ve y procura obrar consecuentemente; pero sin que eso signifique que se cambian las reglas de juego.

El eje del paradigma actual pasa por el desfase entre las posibilidades casi ilimitadas de la acción técnica y el sujeto que las financia y proyecta. El problema es que ese sujeto no se asume como el sujeto concreto que es, ligado a la tierra y a la humanidad, portador de una historia y responsable de un futuro, sino que se autoentiende como un ser autónomo, que diseña su propio paradigma y lo realiza independientemente de los demás y de lo demás. En este desfase está el drama de nuestra época, y en los intentos de resolverlo integradoramente está la esperanza y la oportunidad que ella brinda.

Actualmente la humanidad tiene posibilidades técnicas y culturales para concebirse como un verdadero cuerpo social con unidad de acción, que respete la autonomía personal y fomente la variedad de culturas, como un todo, que discierna y actúe democráticamente. Pero esta posibilidad real exige transformaciones muy profundas, pues la figura histórica actual está estructurada sobre la dominancia de empresas privadas trasnacionalizadas en un ambiente de individualismo competitivo. Este esquema provoca una tremenda movilidad que ha de ser positivamente valorada y conservada cuanto sea posible; pero engendra también crecientemente exclusión y alienación. Por eso la alternativa no es anarquía liberal o planificación centralizada, sino una democracia mundial, coordinada con democracias regionales y locales.

Si entendemos por paradigma a la constelación de convicciones, valores y técnicas compartidas por una figura histórica, tenemos que decir que el paradigma en ciernes pasa por esta elección que aún no está decidida. Estos son los elementos en juego; pero todavía no es posible pronosticar por dónde nos enrumbaremos...

4. PARADIGMAS Y SIGNOS DE LOS TIEMPOS

No es fácil establecer un paradigma cuando se abre una época. Lo que caduca, lo que perdura, las salidas en falso y los brotes que contienen savia nueva, se presentan inextricablemente unidos.

Quienes disponen de gran capacidad instalada tienen el impulso de cambiar para no cambiar y etiquetan de nuevas sus antiguas ofertas maquilladas. Y los que sienten malestar, ensayan nuevas experiencias y modos de vida; pero simultáneamente experimentan la incertidumbre del futuro y son proclives a buscar seguridades en el pasado o en instituciones fundamentalistas.

Para comprender estas crisis los cristianos no tenemos más datos de los que dispone cualquier otro contemporáneo. Pero como cristianos podemos añadir algo de luz a la realidad que vivimos.

Las novedades de esta época son para nosotros nuevos "signos de los tiempos", que debemos elevarlos a concepto teológico, de modo que las respuestas que ya no sirven sean desplazadas por presentaciones entendibles por nuestro mundo. He acá algunos de estos nuevos desafíos:

1. Valorización de la desacralización

En la actualidad resalta la temática creatural. Ya no es sostenible la explotación irracional e irresponsable de la naturaleza. Hoy en día se busca el reconocimiento del misterio que late en la naturaleza y en todo lo real.

La devastación de la naturaleza encontró su caldo de cultivo en la cultura cristiana, que no sólo desdivinizó a lo no humano (seres y fuerzas, materia y energía) sino que lo desacralizó de raíz, profanándolo.

La desdivinización ha de ser positivamente valorada, pero no así la desacralización. Hay que distinguir entre la secularidad como autonomía de la humanidad respecto de instituciones sacralizadas, sean políticas, sociales o religiosas, y la independencia de los individuos o de las distintas esferas de la vida. La autonomía respecto de las instituciones es un logro irrenunciable, que refrendó el concilio Vaticano II.

Cuestiones sobre las que habría que trabajar en este campo: ¿Sacralidad como divinización o sacralidad como bendición de Dios? ¿Qué implica la veneración de la tierra? El intento cada vez más tenaz de hallar la fórmula del universo ¿es la pretensión de arrancarle a Dios su secreto para destronarlo? ¿O hay que concebirlo más bien como el arduo aprendizaje para proseguir responsablemente la creación como misión encomendada por Dios?

El esfuerzo por explicar el mundo ha sido planteado frecuentemente en la catequesis cristiana como algo antidivino. Es ya hora de hacer justicia al designio divino interpretando sensatamente los textos de la Escritura, de modo que no se empuje a los científicos y a la humanidad a la apostasía, sino que se les anuncie el designio divino de hacerlos colaboradores suyos en la obra creadora. Es responsabilidad de la teología plantear estos interrogantes de tal modo que los implicados se sientan motivados y atraídos por el designio divino como buena nueva para ellos.

2. Una única tierra y una sola humanidad:

Si quienes deciden sobre la tierra, la vida y la humanidad son unos pocos individuos y grupos que se autoentienden como privados, el resultado será la alienación propia, la monstruización de la humanidad, el envenenamiento de la tierra y la exclusión e instrumentalización de las mayorías. Es el paradigma de Babel, resultado de vivir sin Dios, es decir, irresponsablemente, sin justicia y sin verdad.

Frente a esta dirección irresponsable, asentamos que Dios nos ha creado creadores, pero como terrenos, como pertenecientes a la única tierra y a la única humanidad.

Puesto que Dios ha hecho al ser humano creador, no se alarma nunca de sus conquistas; todo lo contrario: se alegra de ellas. Tampoco quiere que unos pueblos no se entiendan con otros; su designio es que la creatividad humana tenga como sujeto a la familia de todos los pueblos, unidos por un destino común. Dios no quiere la creatividad para gloria de unos pocos que reducen a los demás a la condición de hormigas, pero tampoco quiere la mera dispersión y el desconocimiento mutuo y menos aún la discordia. Quiere que respetemos la pluralidad de culturas, pero no absolutizadas, sino como caminos que arbitra cada colectividad para constituirse en humana.

Puesto que la humanidad ha recibido de Dios la misión de comandar la evolución creadora, sus decisiones tienen una trascendencia cada vez mayor, principalmente ahora que tiene capacidad técnica para producir una neonaturaleza y para perfeccionar a los seres humanos e incluso para producirlos. Por ello la teología de la acción humana cobra una relevancia primordial.

La paradoja actual consiste en que algunos seres humanos llegan a la mayoría de edad en cuanto a capacidades científico-técnicas en el momento en que desconocen en la práctica su propia realidad humana. Quienes pueden tomar decisiones trascendentes carecen de criterios adecuados para tomarlas… ¿Qué significa en estas circunstancias una concepción absolutizada de la propiedad privada? En nombre de los derechos de la propiedad intelectual ¿pueden privatizarse, por ejemplo, los códigos genéticos de los seres vivos y del ser humano?

3. Importancia de la ética

Es trascendente la importancia actual de la ética, como una posición primordial ante la vida, ante las construcciones sociales, ante los demás, ante nosotros mismos. La ética como filosofía primera.

Por esto pululan los libros de ética, los cursos y discusiones en torno a la ética y sobre todo la preocupación ética. Pues no sólo estamos en trance de recrear el mundo que poblamos, sino de recrear a la propia especie humana a imagen de los sueños, de la voluntad de poder e incluso de las pesadillas de los poderosos. Y, sin embargo, la gente tiende a rehuir no sólo culpabilizaciones neuróticas, sino la más elemental responsabilidad de su actos. El criterio es sentirse bien, o llegar a la búsqueda de una armonía. Pero el individualismo corta los puentes hacia los demás.

Las corporaciones se escudan en la inextricable complejidad del mercado para no tener que responder ante posibles efectos colaterales de sus medidas, que en la mayor parte de los casos son efectos ciertos ya sabidos de antemano. Eufemismos como la flexibilización del mercado de trabajo esconden la tragedia de la sobreexplotación y desprotección de millones de seres humanos.

Pero esa política y tantas otras que causan efectos devastadores en los que están en desventaja, que son la mayoría, son consideradas como costo social que se paga con toda frialdad. Es decir, que se sacrifica a la mayoría para que el capital maximice sus ganancias, y sin embargo pareciera que nadie es responsable de nada.

Quienes sacrifican con total insensibilidad a otros sin reconocerlo, con la misma indiferencia desertizan zonas enormes del plantea o envenenan la atmósfera o el agua o fabricarán monstruos.

En este ambiente el cuestionamiento profético provoca burlas o indiferencia. No hay nada más inactual que proclamar que la vida cae bajo el juicio de Dios.

¿Hay que ceder a este ambiente? ¿Cómo expresar que esta dirección insolidaria configura una situación de pecado porque quita de mil modos vida, niega la fraternidad y aliena y deshumaniza a quienes crean y siguen estas reglas de juego? ¿Cómo comprender el llamado evangélico a la conversión? Es fundamental enfrentarse a estas preguntas.

 

5. JESÚS PARADIGMA DE HUMANIDAD

Los cristianos no poseemos, ni menos aún controlamos, toda la verdad. Aunque para nosotros sí tiene sentido hablar de verdad. Creemos que lo que existe ha sido creado con sabiduría. Más aún confesamos que el Espíritu, en cuanto dinamismo de creación, alienta en todo lo creado y particularmente en cada uno de los seres humanos y en la humanidad como punta de lanza de la evolución creadora. Creemos que en toda realización de bienes civilizatorios y culturales están actuantes la Palabra y el Espíritu de Dios.

Desde esta perspectiva dialogante y ecuménica, los cristianos confesamos que la Palabra se encarnó en Jesús de Nazaret. Él en su vida nos reveló el designio de Dios sobre la creación y la humanidad. No vino como un héroe civilizatorio. Él es uno más de la humanidad, que en las coordenadas de una cultura y un tiempo determinados se fue haciendo tan plenamente humano, que podemos decir que hacernos humanos es seguir a Jesús, realizando en nuestra situación lo equivalente de lo que él hizo en la suya. En este sentido es modelo de humanidad para todas las culturas y épocas.

Sin embargo Jesús fue condenado "oficialmente". Su muerte nos advierte que las religiones, los gobiernos y las culturas son terriblemente ambivalentes: son canales imprescindibles para preservar lo adquirido por las colectividades humanas; pero tienen también una irresistible propensión a absolutizarse; y el resultado es que causan víctimas inocentes.

La muerte de Jesús a manos de los representantes oficiales hace ver que no toda luz que ilumina a los seres humanos es la luz de la vida; que hay otra luz engañosa, que en realidad son tinieblas que oprimen la verdad y distorsionan la realidad. Hace ver también que el Espíritu de vida no es el único que mueve a los seres humanos y a los grupos sociales; que hay impulsos hacia el poder y la arrogancia, que producen exclusión, opresión y muerte.

Los cristianos creemos que Dios resucitó a Jesús, y con ello acreditó su vida como modelo de humanidad. Pero Él no nos sustituye ni nos condena a repetirlo. Él nos atrae con la fuerza de su belleza, el peso de su verdad, la energía de su vida, el dinamismo de su amor. Su humanidad es tan plena que se torna en un manantial del que todos podemos beber inagotablemente.

Su Espíritu nos habilita para ser humanos como él. En eso consiste radicalmente su salvación. Sobre cada uno de los seres humanos derramó su Espíritu que nos capacita para hacer en nuestra época, en nuestra cultura y en nuestra situación lo equivalente a lo que él hizo en la suya. No se trata de imitarlo sino de seguirlo. Lo que no es posible realizar sino creativamente.

Ello nos exige una encarnación solidaria en la humanidad. Nos llama a participar en el trabajo fatigoso y compartido de crear posibilidades técnicas y culturales de vida humana. Pero el modelo de Jesús sólo sirve de criterio para discernir a los modelos propuestos cuando se lo evoca desde dentro. Si no se comprenden los paradigmas actuales es imposible interpretarlos desde el modelo de Jesús.

Los científicos y sus financistas no se sienten parte de la humanidad como un todo. Por lo general desprecian al común de los mortales. Por eso su tentación es no transformarla de modo que desarrolle sus más altas posibilidades, sino dejarla de lado y caminar en busca del superhombre fabricándolo. Y quien tiene en su horizonte la fabricación de superhombres también está pensando en fabricar subhombres a su servicio.

En estas condiciones, en que unos desprecian al ser humano y los más, desorientados o abrumados, no sienten interés o no tienen energías para plantearse el sentido de su propia humanidad, es de vital importancia ofrecer a la humanidad una genuina trascendencia humana que dé sentido y felicidad sus vidas, y oriente a los científicos hacia metas por encima de cualquier superhombre, sin el desprecio elitista que supone su búsqueda.

Jesús, convincentemente presentado como modelo de humanidad, nos hace ver dónde se sitúa la verdadera trascendencia humana y dónde no hay que buscarla. Su vida enseña que la verdadera trascendencia humana se da en la existencia auténtica, que se expresa como fidelidad que brota de un amor creativo.

El modelo de Jesús, que trasciende las culturas y las épocas, debe ser propuesto en cada tiempo y para cada figura histórica. Hoy tiene que aparecer claro que, siendo una figura única que viene de las profundidades de la historia, él va delante y hacia él vamos todos por un camino ecuménico de vida.

En la propuesta de Jesús entramos todos. Pero su propuesta tiene como privilegiados a los despreciados y excluidos. Esta dirección vital es frontalmente opuesta a la del orden social en el que vivió y no menos al actual. Ése es su camino: el único que conduce a la vida. Él no tiene poder para imponerse; en él sólo hay verdad que convence, belleza que atrae, bien que irradia. Ésa es la sustancia de su humanidad. Seguirlo es proseguir su camino: hacer en nuestra época el equivalente de lo que él hizo en la suya.

6. IGLESIA SOLIDARIA CON LOS EXCLUIDOS

Todos navegamos en la única barca de la humanidad. Y en ella se embarcó también Jesús.

Ninguna religión concreta es barca única de salvación. La Iglesia de Jesús es sacramento de salvación en cuanto mantiene operantes los cuatro sacramentos que revelan la presencia activa de su Señor. Su primer sacramento son los pobres. Sólo desde ellos se abren los otros tres: Desde la solidaridad con los pobres se abre la Palabra de Dios y se edifica la comunidad. Y esta comunidad, abierta a la Palabra y solidaria con los pobres, es el sujeto de la Cena del Señor, la Eucaristía.

Una Iglesia que se niega a desinstalar su talante occidental no es universal. Es una Iglesia que, en términos paulinos, judaiza, es decir, impone cargas indebidas; sustituye el paradigma de Jesús por dogmas, normas y ritos, con lo que deja de ser "buena nueva" para todos.

No es Iglesia de Cristo si no se presenta como Iglesia de los pobres, sino como una institución más del orden establecido. Sólo una Iglesia abierta a todas las culturas desde el privilegio de los pobres es en verdad "experta en humanidad", que equivale a decir "sirvienta de la humanidad", absolutamente ajena, como su Maestro, a todo ejercicio de poder.

La Iglesia y la teología están llamadas a capacitarse para leer los signos de los tiempos desde una relación fraterna con los pobres con Espíritu, los que escuchan la bienaventuranza de Jesús, le dan crédito y le abren su corazón. Los pobres con Espíritu son lugar privilegiado de gracia y de luz. Son el corazón de la Iglesia y del mundo.

Relacionarse establemente con ellos es el mayor don que Dios le puede dar a uno. La situación actual de los pobres es lamentable desde todo punto de vista. La miseria causa muerte y deshumaniza. Pero donde se materializa el pecado del mundo sobreabunda la gracia.

Para que surjan y se consoliden pobres evangélicos es imprescindible la alianza de profesionales que ingresen a su mundo solidariamente. De esta alianza entre gente popular y gente no popular saldrá la alternativa superadora de las estructuras actuales. Es acá donde habrán de trasvasarse sus bienes civilizatorios y culturales y refundirse con los bienes espirituales y culturales nacidos o preservados en la externidad del sistema o en su periferia despreciada. También de ella saldrá la renovación de la Iglesia y de la teología.

Esta propuesta puede sonar a paradoja lindante con la necedad. Así la tuvo que vivir en su tiempo Pablo de Tarso, esmeradamente formado con un maestro famoso. Él pensaba antes de su conversión que la gente que seguía a Jesús pertenecía a esos malditos que no entienden la Ley. Por eso se admiró tanto de que la mayor parte de la comunidad de Corinto estaba formada por los despreciados de su sociedad, y sin embargo, por la docilidad al Espíritu, habían llegado a ser personas sabiamente responsables, llenas de iniciativas.

Hoy, que el saber técnico abre posibilidades inéditas a la humanidad ¿qué pueden ofrecer los pobres, aunque tengan Espíritu? Dos cosas complementarias: Presentan su necesidad de ayuda eficaz que, además de remediarlos a ellos, humanice a los supradesarrollados. Y para hacer deseable esta ayuda, ofrecen su lucha por la vida, su pertenencia a la vida, lo que hay en ellos de vida eterna que vence diariamente a la muerte a la que se les condena por falta de recursos, por abandono y por desprecio.

Desde este perfil puede la Iglesia dialogar de un modo abierto y coherente con las demás religiones y colaborar con ellas sinceramente, ya que es evidente que el contenido de la salvación desborda absolutamente a la Iglesia. Y por eso, después de la venida de Jesús y del establecimiento de la Iglesia como su sacramento, conservan las religiones su función como caminos de salvación. En primer lugar porque Jesús desborda absolutamente a la Iglesia (Lc 9,49-50;10,23) y además porque su mediación y su gracia se extienden a toda la humanidad y a toda la creación (Ef 1,10; Col 1,13-20).

Esto no significa que Jesús no deba ser propuesto. Por el contrario, debe ser presentado como modelo de humanidad que atrae a todos hacia sí. Pero el resultado de la evangelización no es necesariamente que Jesús sea seguido en su Iglesia: puede también ser seguido en otras tradiciones religiosas o puede ser seguido implícitamente al vivir en docilidad a su Espíritu una existencia auténtica.

Si Dios quiere a la Iglesia como sacramento de salvación, quiere que a todos los pueblos se anuncie el evangelio y que en todos ellos haya discípulos; lo que no equivale a que todos los seres humanos entren a la Iglesia.

Esta Iglesia, sacramento de salvación y por eso misionera, ecuménica, constitutivamente abierta y dialogante, es un signo más de los tiempos actuales.

7. LA GLORIA DE LOS PODEROSOS Y LA GLORIA DE DIOS

Si, desde la fe, somos capaces de descifrar los signos de nuestra época, el rostro eterno de Dios se nos presenta como nuevo.

Un aspecto crucial de hoy día es el modo como comprendemos la trascendencia de Dios y nos situamos ante ella. Dios no es nada que podamos observar, concebir o sentir. Pero los cielos y la tierra están colmados de su gloria. Su Espíritu mueve la evolución creadora y su Palabra convierte el caos en cosmos. Y de un modo particular su gloria reluce en el ser humano, que vive para vivir esta vida recibida de Dios y con frecuencia es negada por estructuras sociales. Si tenemos la mirada limpia, libre de egoísmos, podemos contemplar como nueva la gloria de Dios.

Hoy los medios de comunicación nos presentan de un modo rutilante o aplastante la gloria de los magnates, la de las estrellas de la pantalla, del deporte o la canción; nos presentan con gran impacto la gloria de la ciencia y de la técnica, con artefactos increíbles que pueden destruir en segundos instalaciones militares, complejos industriales, ciudades o miles de vidas humanas. Todo esto se nos presenta no como gloria de los seres humanos sino de las grandes potencias, de las grandes empresas, de los famosos. En estas condiciones ¿cómo contemplar la gloria de Dios?

La Biblia no tiene ningún problema en contemplar la gloria de Dios en el ser humano. "Lo coronaste (dice) de gloria y dignidad, le diste el mando de tus obras, todo lo sometiste bajo sus pies" (Sal 8,6-7). Al ser humano ha constituido Dios su lugarteniente en la creación, su socio, para que conserve la creación y la haga crecer hasta la perfección.

Dios no se entristece ni se inquieta por el poder de la humanidad. Lo que le duele es que lo ejerza irresponsablemente, es decir, no para preservar y consumar esta creación, sino para destruirla. Él se alegra de que la humanidad asuma su condición creadora. Lo que le duele es que haya seres humanos que quieran fabricar seres humanos prepotentes como ellos se imaginan que es Dios; le duele porque entonces no producen vida sino extravío, fatuidad y muerte.

¿Y qué hace Dios ante los intentos en ciernes de fabricar superhombres y subhombres? Una respuesta de la Biblia podría ser que "el Señor se burla de ellos " (Sal 2,4). Él da lugar. No como quien se retira resentido a su gloria para hacer valer su autosuficiencia y condenarnos a su abandono, sino sufriendo el mal uso de las energías descubiertas, por la alienación y la muerte que producen. Frente a la prepotencia de los que se creen dioses, Dios se nos revela sorprendentemente como debilidad, como íntimamente afectado por ese mal uso de la libertad creadora. Por una parte su amor se duele de la alienación de los que violentando la creación, excluyen y quitan vida. Por otra parte él en su Hijo está en las víctimas, más aún es una víctima más. ¡Hasta ese punto Dios ha echado su suerte con nosotros!

Pero ese Dios que sufre, ¿es un Dios impotente, incapaz de salvar? Es el Dios que resucita a las víctimas. No es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el que corona, sacralizándolas, las jerarquías sociales, sino el que da el ser a lo que parece tan debilitado que para los triunfadores carece de ser; y resucita a lo que parece haber perdido todas sus potencialidades de tal manera que no se cuenta con él (Rom 4,17-25). Da vida, pues, a los que carecen de vida o han sido privados de ella.

Y para los que no son víctimas ¿qué posibilidad hay de anudar con Dios? "Mirarán al que atravesaron" (Jn 19,37). Tienen que reconocer la dignidad de las víctimas y por tanto su responsabilidad, su pecado. Si reconocen la gloria de Dios en el Crucificado y en los crucificados, van a ser atraídos por él y por ellos, y socorriéndolos van a alcanzar también ellos la vida eterna, van a vivir la vida de los hijos de Dios, lo van a conocer a él desde dentro, van a sentir una alegría que nada podrá quitar.

El camino del conocimiento de Dios es el camino que conduce a la fraternidad desde las víctimas (cf. Jr 22,16; Os 6,6). Ése es el punto desde el que es dable contemplar la gloria de Dios en lo que existe, particularmente en el pobre que vive y en el científico que descubre caminos para sanar la vida y perfeccionarla.

La verdadera trascendencia divina no hay que buscarla, pues, fuera de lo humano. El misterio que define a Dios, y a sus hijos, es la misericordia: ése es el nombre de Dios y también el nombre humano por excelencia. Y con la misericordia, el perdón y el amor a los enemigos y la gracia generosa. Y todo esto, desde la libertad de obrar desde nosotros mismos, desde el centro de nuestro corazón, con un amor que se realiza en la verdad, como belleza y gozo.