Ursulinas
Nombre de la Congregación religiosa fundada por S.
Angela de Merici (v.), a partir de la cual se desarrollaron otras muchas
congregaciones con el mismo nombre y espíritu, aunque con diversas costumbres.
La Compañía primitiva, fundada por S. Angela de Merici en 1535, está desde 1566
totalmente entregada al apostolado: las u. atienden los hospitales y las
escuelas de catecismo en Brescia.
S. Carlos Borromeo (v.), que se daba cuenta de los servicios que podían rendir
en la obra de reforma de su diócesis, fundó las u. en Milán en 1566; en 1574
recomendó a todos los obispos de su provincia metropolitana que las instituyeran
en sus diócesis respectivas. En pocos años, la Italia septentrional queda
cubierta por una red de Compañías. Una de ellas se fundó en Aviñón, que en dicha
época formaba parte de los Estados Pontificios. Aviñón fue el origen de las u.
francesas, que se propagaron seguidamente por toda Europa y hasta el Nuevo Mundo
(Canadá).
Hasta el s. XIX la Iglesia no admitía familias religiosas femeninas con gobierno
centralizado y filiales fuera de una sola diócesis, ya que estas familias
dependían estrictamente del obispo del lugar. Las u. no pudieron, pues,
propagarse por vía de filiación, sino por fundaciones sucesivas. Todas las
agrupaciones de fuera de Brescia tenían, por tanto, su propio fundador y
fundadora, su regla propia, elaborada ordinariamente por el obispo del lugar, y
sus propias costumbres, lo que explica la diversidad de estos grupos. Sin
embargo, a pesar de estas diferencias de detalle, se trata de la misma vocación,
apostólica y contemplativa a la vez, y del mismo género de vida instaurado por
S. Ángela. Los obispos no fundan nuevas familias religiosas: todos fundan
ursulinas.
Evolución. S. Angela había fundado su Compañía para proteger y educar a las
vírgenes que vivían en el mundo. Desde el principio, sin embargo, se formaron
algunos centros por razones de apostolado, como el orfelinato de Elisabetta
Prato, fundado en 1532. Se hacían indispensables algunas Casas para el buen
funcionamiento de la Compañía, pues era preciso acoger a las u. pobres,
inválidas, o carentes de familia. Al principio, la inmensa mayoría de las u.
vivía con sus familias. Con el tiempo, los centros de vida común se hacen cada
vez más numerosos. Pero los dos grupos formaban una misma Compañía. A principios
del s. XVIII las u. de vida común se imponen netamente a las que viven en el
mundo. Sus «colegios» se convierten en verdaderos institutos de educación con
pensionados y escuelas gratuitas. Pese a que su género de vida difería poco del
de las monacales, las u. italianas de vida común, al igual que las hermanas que
vivían con sus familias, no pronunciaban votos religiosos. No es tando
consideradas como religiosas en el sentido estricto, podían observar una
clausura mitigada y salir por razones de apostolado.
En Francia, a comienzos del s. XVII se obligó a las u. de vida común a adoptar
la forma de vida monástica, observar una estricta clausura y pronunciar votos
solemnes. Pero ellas hacen lo que pueden para salvaguardar su vocación
apostólica, y sus conventos vienen a convertirse al propia tiempo en casas de
educación.
Hasta las supresiones de finales del s. XVIII existían, pues, tres categorías de
u.: las que vivían con sus familias, las de vida común sin votos y las
monacales. Actualmente, estas divergencias tienden a atenuarse. Todas las u. han
adoptado los tres votos y la diferencia entre monacales y u. de vida común con
votos simples no es ya tan acusada. En el fondo, no existen ya más que dos
clases distintas: las u. de vida común y las «Hijas de S. Angela», que mantienen
la forma de un instituto secular. En las u. actuales se observa una cierta
tendencia a agruparse y formar uniones o federaciones. La línea de evolución de
las u. va de una diversidad inicial hacia una cierta unidad que no elimina la
diversidad.
Ursulinas de la Unión Romana. El proceso canónico de Angela de Merici y las
fiestas de la canonización estrecharon los lazos de amistad y solidaridad entre
los diferentes grupos. El movimiento de unión tuvo en sus comienzos un carácter
de ayuda mutua fraternal. A finales del s. XIX las u. de los monasterios de Roma
y Calvi, reducidas al extremo por la legislación italiana en vigor, que les
prohibía recibir nuevos miembros, se acogieron al monasterio de Blois. La unión
Roma-Blois-Calvi fue autorizada por la Santa Sede en 1898. Fue entonces cuando
León XIII, dándose cuenta de las ventajas que ofrecía una unión de esta clase,
encargó al cardenal S. Vanutelli, prefecto de la Sagrada Congregación de
Religiosos, que escribiera oficialmente a todos los obispos cuyas diócesis
albergaran u., en el sentido de que propusieran a todas las casas autónomas la
formación de una unión mundial, si bien dejando a las religiosas plena libertad
para decidir en este asunto (carta del cardenal Vanutelli de 29 jul. 1899). El
15 nov. 1900 abrióse en Roma el primer Capítulo General de la Orden, en el curso
del cual estuvieron representadas 70 casas autónomas de todos los países. El 21
de noviembre fue votada la unión. Promulgóse el decreto de aprobación el 17
julio 1903, y los primeros estatutos se aprobaron el 17 septiembre 1903.
Desde su fundación, la Unión Romana no ha dejado de extenderse: de diferentes
países acudieron a ella, solicitando su agregación, casas autónomas e incluso
uniones regionales, como las de los Países Bajos, Polonia, Australia, etc. En
1970 contaba con 25 provincias y viceprovincias en el mundo entero, con 210
casas y cerca de 6.000 religiosas. Cada provincia tiene su propio noviciado y su
casa de estudios. La Casa Generalicia se encuentra en Roma. El gobierno de la
Unión Romana está centralizado, pero se deja una amplia autonomía a las
provincias.
Las u. de la Unión Romana, que al principio habían adoptado únicamente los votos
simples, volvieron a los votos solemnes en 1954, cuando la Iglesia los hizo
compatibles con su vocación educadora. Su clausura está subordinada a las
exigencias de su apostolado. Su ideal es el de conciliar una vida de oración
auténtica con la total entrega de sí al servicio del apostolado de la educación,
siendo su propósito alimentar su actividad apostólica de la plenitud de su
contemplación.
Desde su fundación, la Unión Romana ha tenido cuatro Superioras Generales.
Debemos mencionar especialmente a la Madre St. Julien Aubry, religiosa de Blois,
organizadora de la Unión Roma-Blois-Calvi, primera Superiora General, nombrada
por el papa León XIII, y que fue verdaderamente la fundadora de la Unión Romana.
Se ejerce el apostolado de la Unión Romana en los siguientes países: África:
Senegal, Transvaal, Zambia; América Latina: Barbados, Brasil, México, Perú,
Venezuela; Estados Unidos: cuatro provincias; Asia: ChinaFormosa, Indonesia,
Filipinas, Thailandia; Australia: una provincia; Europa: Inglaterra, Austria,
Bélgica, Francia (tres provincias), Grecia, Holanda, Hungría (en dispersión),
Italia, Polonia, Rumania (en dispersión), Checoslovaquia (dos provincias),
Yugoslavia.
La Unión Romana es, con sus 6.000 miembros, la mayor agrupación de u. de vida
común. Pero existen otras que no forman parte de esta Unión, el número total de
las u. de vida común es de unas 20.000, en tanto que 8.000 u. que viven con sus
familias forman un instituto secular: son las llamadas Hijas de S. Angela. Así,
pues, la cifra global de los miembros de la gran familia de las u. asciende a
28.000.
TERESA LEDOCHOWSKA.
BIBL.: T. LEDOCHOWSKA, Angèle Merici et la Compagnie
de Ste.-Ursule, 2 vol., Roma 1968; M. GUEUDRE, Histoire de l’Ordre de Ste.
Ursule en France, 3 vol., París 1957-64; M. BOSCHET, Les Origines de l’Union
Romaine, Roma 1951; P. GUERRINI, S. Angela Merici e la Compagnia di sant’'Orsola,
Brescia 1936.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991