Sulpicianos
Una Sociedad de Vida Común sin Votos Fundada Cerca de París el .29 Dic. 1641.
 

Historia. 1. 1. Olier (1608-57) era cura de la parroquia de San Sulpicio de París cuando estableció en ella, en 1642, el seminario fundado unos meses antes y que en adelante se denominó Seminario de S. Sulpicio: la comunidad tenía por objeto la formación espiritual de los eclesiásticos, especialmente la de los ordenandos. Varios obispos solicitaron de los «Señores de S. Sulpicio» que fundaran y dirigieran sus seminarios diocesanos, viéndose así Olier a la cabeza de una sociedad establecida en diversas diócesis de Francia, e incluso en el Canadá (Montreal, 1657). Posteriormente, los sucesores de Olier, A. de Bretonvilliers (m. 1676) y L. Tronson (m. 1700), organizaron la Compañía, que en 1789 contaba con 36 establecimientos en Francia. Al comenzar la Revolución francesa, el superior general 1. A. Emery (m. 1811) envió algunos s. a Baltimore, donde se incorporaron a los cuadros de la Iglesia católica en los Estados Unidos, a la que dieron varios obispos.

Dispersada durante la Revolución (1792-1800) y al final del Imperio (1811-14), amenazada por las leyes francesas contra las congregaciones (1904-14), la Compañía siguió, no obstante, progresando de forma regular. A partir de 1930, bajo el superiorato del Cardenal Verdier, los s. empezaron a encargarse de varios seminarios en distintospaíses: Vietnam, China, Japón, y más tarde, Colombia, Dahomey, Alto Volta, Guatemala, Congo-Kinshasa. Legislación. Aprobada por el Cardenal Chigi, legado del Papa, en 1664, la Compañía conservó sus primitivas reglas hasta 1921, en que Benedicto XV aprobó nuevas Constituciones adaptadas al CIC, y confirmadas en 1931 por Pío XI. Los s. son sacerdotes seculares reunidos en una sociedad sin votos e interdiocesana, sin más lazo que el de la caridad y el deseo común de servir al clero. Están a disposición de los obispos, especialmente para la obra de seminarios, sin dejar por ello de hallarse bajo la autoridad de su superior provincial. Según el espíritu del Conc. Vaticano II, el Capítulo general de 1966 ha subrayado esta disponibilidad «para el servicio del clero», especialmente bajo formas nuevas («año de formación pastoral», «formación permanente del clero»).

Hasta 1966, el Superior general era elegido con carácter vitalicio; pero a partir de dicha fecha lo es por seis años. En 1973 la Compañía contaba con 650 s. agrupados en tres provincias (Francia, Canadá, Estados Unidos). En cada provincia existe un noviciado («soledad»). La Compañía está representada en Roma por un Procurador general.

Espiritualidad e influencia. La acción de los s. sigue la línea de «la escuela francesa» de espiritualidad del s. xvii; la influencia del Card. de Bérulle (m. 1629; v.), de S. Vicente de Paúl (v.) y del oratoriano Condren, fue decisiva para orientarla hacia la formación espiritual del clero. Los s. concibieron primeramente los seminarios, no como una institución para la enseñanza de la teología, sino como una comunidad preparatoria para la «vida interior» y los deberes de una vida eclesiástica perfectamente regulada; así, daban mucha importancia a la oración, a los ejercicios espirituales, al culto de la Eucaristía y a la devoción mariana. Incluso cuando, a partir del s. xviii, se dedicaron a enseñar las diversas ciencias eclesiásticas, seguían siendo directores espirituales de sus alumnos y vivían en estrecha comunidad con ellos. Esta vida común con los aspirantes al sacerdocio es el rasgo característico que distingue los seminarios dirigidos por los s. de los seminarios conciliares descritos por el CIC y lo que hace de ellos «comunidades educadoras del clero». El Seminario de S. Sulpicio (de lssy y París), particularmente ferviente y animado del espíritu misionero de los s. xvii y xix, ha contribuido grandemente a la rehabilitación del clero durante los tres últimos siglos y ha sido imitado por otros muchos.

Numerosos s. han sido autores espirituales muy destacados: Olier, el escritor ascético L. Tronson, 1. B. La Sausse (m. 1826), J. Guibert (m. 1914), A. Delage (m. 1947). Varios de ellos han profundizado en estudios de teología espiritual: J. Ribot (m. 1909), A. Tanquerey (m. 1922), P. Pourrat (m. 1959); en historia de la Iglesia: E. M. Faillon (m. 1870), F. Mourret (m. 1938), y sobre todo en la exégesis bíblica: A. Le Hir (m. 1868), F. Vigouroux (m. 1915), L. C. Fillion (m. 1927), M. Lepin (m. 1952), A. Robert (m. 1955), A. Gelin (m. 1960). Muchos han compuesto para sus alumnos manuales de teología dogmática, moral o pastoral, cursos de patrología y de derecho canónico. A 1. Gosselin (m. 1858) se le debe la mejor edición de las Obras de F. de Fénelon; a E. Levesque (m. 1944), la de J. B. Bossuet y la de las cartas del fundador, J. 1. Olier.

Moderados y afectos a la tradición, los s. se han opuesto, según las épocas, al jansenismo (v.), a la filosofía de F. de La Mennais (v.), al modernismo de A. Loisy (v.). Si participaron moderadamente en el galicanismo que sostenía las «tradiciones de la Iglesia de Francia» entre 1682 ySULPICIANOS - SULLIVAN, LOUIS HENRI1830, rechazaron unánimemente la Constitución Civil del Clero y sus tendencias cismáticas (1790), y ocho de ellos cayeron en 1792, mártires de su fidelidad a la Iglesia y al Papa (fueron beatificados en 1928).


IRÉNÉE NOYE.
 

BIBL.: P. BOISARD, La Compagnie de Saint-Sulpice, trois siécles d'histoire, 2 vol. París 1959; 1. GAUTIER, Ces Messieurs de SaintSulpice, París 1957; DTC XIV,801-832; L. BERTRAND, Bibliothéque sulpicienne, 3 vol. París 1900; Directoire spirituel des sémina:res pour les prétres de Saint-Sulpice, París 1959; Compagnie de SaintSulpice, Bulletin du Comité des Études, París 1963; H. D'ANTIN DE VAILLAC, Les Constitutions de la Compagnie de Saint-Sulpice (tesis multigrafiada), París 1965.
 

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991