SOCIEDAD II. SOCIOLOGÍA.1. LA SOCIEDAD GLOBAL.


1. Introducción. En este artículo, s. se identifica con s. global, distinguiéndose de la s. como «asociación» o «grupo societario», que se opone a la «comunidad» (v. COMUNIDAD II). Como señala Leon H. Mayhew, «las definiciones analíticas se refieren usualmente a la sociedad (global) como a una población relativamente independiente o autosuficiente, caracterizada por poseer organización interna, territorialidad, diferenciación cultural y reclutamiento sexual. Las definiciones específicas varían considerablemente de unas a otras en cuanto a los elementos que destaquen de entre los citados» (International Encyclopedia of the Social Sciences, vol. 14, Society). El mayor problema que se plantea a la hora de definir la s. global es el de la gran diversidad de formas que ha revestido a lo largo de la historia humana: horda, tribu, ciudad-estado, nación, Estado nacional, etc. Esta diversidad obliga a la búsqueda de rasgos suficientemente generales como para estar presentes en todas las formas empíricas, históricamente realizadas, y que, por otra parte, puedan presentarse bajo concreciones distintas y asociados a otros rasgos de carácter individual. Por eso hemos definido la s. global en alguna ocasión como «el ámbito máximo de la vida social, existente en una cultura y en una época determinada» (Sociología general, 1, Madrid 1966). En la misma línea, podemos decir también que la s. global es el colectivo humano que actúa como una individualidad en la existencia histórica. La suma de ambas definiciones nos presenta a la s. global como la agrupación social de mayor amplitud (inclusividad) para cada época y cultura y que, además, posee la necesaria organización y autosuficiencia como para actuar como un sujeto unitario en procesos de muy larga duración (existencia histórica).
      2. Historia del concepto. En los tiempos modernos aparece el concepto de s. en relación con el nacimiento de la burguesía y, por tanto, como concepto contrapuesto al de Estado, de modo que la s. se presenta como la suma de los individuos que actúan conjuntamente, según metas racionales, en el derecho y en la economía. El primero en usar el concepto «sociedad civil» (civil society) fue Ferguson (1767). En Adam Smith se entiende por «sociedad» la s. de intercambios, independiente del Estado. Por lo que respecta al concepto «sociedad», la producción científica del s. XVIII está dominada por las concepciones inglesas de los s. XVII y XVIII, en el sentido de la civil society, y por el pensamiento francés de los enciclopedistas y de los fisiócratas. Para llegar a este nuevo concepto de la s. fue preciso que se produjera la crisis del antiguo sistema estamental, considerado como ordenación natural del Estado. La base material de la «sociedad civil» es la economía, como esfera libre frente al Estado, que constituye el dominio de la burguesía. Así surge este dualismo que se caracteriza por la contraposición entre la s. y la economía, de un lado, y el Estado, del otro, y que determina la problemática económica, política y social del tiempo futuro. Al hablar del s. XVIII es forzoso referirse a aquel ámbito que existe entre el individuo y el Estado, que se manifiesta como un fenómeno en sí mismo móvil y que hay que comprenderlo como un «proceso social». La s., que fue, en primer término, un concepto jurídico-estatal, en el sentido de Rousseau (contrato de sociedad; V. CONTRATO SOCIAL), se convierte a partir de Ferguson y A. Smith en un concepto económico-social, que forma el primer escalón del conocimiento sociológico.
      El pensamiento del s. XIX sobre la «sociedad civil» está determinado por la obra de Hegel Grundlinien der Philosophie des Rechtes (1821), en la cual, al estudiar dialécticamente el todo social, presenta a la familia como tesis, a la s. civil como antítesis y al Estado como síntesis. Lo que Hegel describe como «sociedad civil» lo concibe como contrapuesto al mundo del amor, del sentimiento (familia), y lo caracteriza como el dominio de la razón calculadora. La síntesis, que concilia el amor y la razón, englobando a ambos, es el Estado. En la acción del Estado incluye Hegel, por vez primera, la política social al servicio de la satisfacción de las necesidades de la «plebe» industrial (proletariado). En conexión con Hegel se desenvuelve la teoría de la s. civil en tres direcciones. La primera está representada por Lorenz von Stein y R. von Mohl. Stein fue el primero en tomar como punto de partida el socialismo (v.) francés y en establecer una patología de la s. civil, refiriéndose a la estructuración en clases en la situación industrial, y allanó el camino para una teoría de la s. de clases, como la desarrollada por Marx. La segunda línea discurre por Marx, Engels y el marxismo (v. MARX Y MARXISMO). La tercera se vincula con el Romanticismo y su idea de la nacionalidad. Puede denominarse la sociología de las nacionalidades, y tiene como principal representante a W. H. Riel (Die bürgerlíche Gesellschaf t, 1851). Es común a estas tres líneas de pensamiento el considerar a la s. como totalidad, en la que se integran tanto los fenómenos políticos, como los económicos y sociales. El pensamiento organicista concibió la s. como un conjunto de funciones interdependientes -lo que ya estaba implícito en la filosofía de la Ilustración-, y centró su atención sobre un nuevo elemento: la tradición cultural, considerándolo como una parte funcionalmente necesaria de la sociedad. La idea de un orden cultural, como elemento constitutivo de la s., fue desarrollada por Augusto Comte (v.) en los comienzos del s. XIX. Para Comte la formación de una s. presupone la existencia de un sistema de opiniones comunes sobre el hombre y el mundo, y sobre la base de tal consenso se establece un orden institucional.
      3. Conceptos actuales. Puede decirse que únicamente el funcionalismo se ha ocupado seriamente de la definición de la s. global, dentro de la Sociología actual. En 1950,Aberle afirmó que «una sociedad es un grupo de seres humanos que constituyen un sistema de acción autosuficiente, que es capaz de existir durante más largo tiempo que el lapso vital de un individuo, siendo reclutado el grupo, al menos en parte, mediante la reproducción sexual de los miembros» (The Functional Prerequisites of a Society, «Ethics», n° 60, 101). Parsons recogió en lo esencial esta definición, añadiendo la referencia a la socialización (v.) de los nuevos miembros: «Ya que la organización empírica del sistema (social) es un foco fundamental, tiene que ser la norma, por así decirlo, la concepción de un sistema social empíricamente autosubsistente. Si añadimos la consideración de una duración lo suficientemente larga como para superar el espacio de una vida humana individual normal, el reclutamiento por reproducción biológica y la socialización de la nueva generación se convierten en aspectos esenciales del sistema social. Un sistema social de este tipo, que cumple todos los prerrequisitos funcionales esenciales de una persistencia prolongada, será llamado una sociedad» (o. c. en bibl.). En una obra posterior Parsons pondrá en la autosuficiencia todo el acento: «Definimos la sociedad como el tipo de sistema social caracterizado por el más alto nivel de autosuficiencia respecto de su contorno, incluyendo a los otros sistemas sociales» (Societies: Evolutionary and Comparative Perspectives, 1966).
     
      Marion Levy Jr., en su libro The Structure of Society, 1952, dedicado íntegramente al estudio de la s. global, afirma que «una sociedad es un sistema de acción en funcionamiento (in operation) que: 1) incluye a una pluralidad de individuos de una determinada especie (o grupo de especies) en interacción, cuyas acciones están primariamente orientadas hacia el sistema en cuestión, y que son reclutados, al menos en parte, mediante la reproducción sexual de los miembros de la pluralidad; 2) es, al menos en teoría, autosuficiente, para las acciones de esta pluralidad; y 3) es capaz de existir durante más tiempo que la vida de un individuo del tipo (o de los tipos) que incluye». Advierte que la s. de la que él se ocupa es la integrada por individuos de la especie homo sapiens, pero no excluye la posibilidad de que tal definición pueda aplicarse a animales «inferiores». Perteneciente a la misma escuela es Edward Shils, quien, sin embargo, añade como peculiaridad radical el que las s. son «comunidades primordiales», si bien éstas «sólo pueden ser reconocidas como sociedades en circunstancias especiales. La más especial de estas circunstancias es la autonomía, vale decir la autorregulación, autorreproducción y la autogeneración... Lo que resulta peculiar del fenómeno que queremos distinguir es el hecho de tratarse de un sistema social con historia genética y territorio propios, y que se halle compuesto por partes, sin ser a su vez parte de un sistema de autoridad más amplio que tenga jurisdicción sobre ese territorio, pero que se ubique fuera de él... Por supuesto, autocontención, autosuficiencia o autonomía es una cuestión relativa» (Shils, La sociedad y las sociedades. Visión macrosociológica, en Parsons y otros, La sociología norteamericana contemporánea, Buenos Aires 1969).
     
      Pero ha sido Gurvitch (v.), sin lugar a dudas, el autor que mayor atención ha dispensado al concepto de s. global, que considera el objeto central de la macrosociología. En La vocación actual de la sociología, París 1950, decía que las s. globales son «macrocosmos de agrupaciones particulares» y «constituyen los tipos sociales más concretos y los que más se aproximan a la existencia histórica». En su aportación sobre este temaen el Tratado de sociología, tomo I, París 1958, resume su más extensa análisis realizado en Déterminismes sociaux et liberté humaine, París 1955. Considera Gurvitch que «las sociedades globales son los fenómenos sociales totales a la vez más vastos y más importantes, los más ricos en contenido y de más ascendiente en una realidad social dada. Aventajan en plenitud y autoridad, no sólo a los grupos funcionales y a las clases sociales, sino hasta a sus jerarquías en conflicto». La soberanía (v.) es rasgo fundamental de las s. globales: «Estos `macrocosmos de macrocosmos sociales' poseen una soberanía jurídica que delimita la competencia de todos los grupos integrados en ellas (incluso el Estado, cuya soberanía jurídica no ha dejado nunca de ser relativa y subordinada, a pesar de todas las apariencias en contrario). Las sociedades globales poseen igualmente una soberanía social sobre todos los conjuntos que forman parte de ellas, es decir, que gozan de una cierta preponderancia de hecho; pueden afirmar una soberanía económica, pero éste no es siempre el caso». La s. globales poseen siempre estructura, pero su ser no se agota en ella, sino que llevan consigo una fuente inagotable de espontaneidad creadora: «La sociedad global es siempre estructurada (y no solamente estructurable) y en su estructura entran habitualmente organizaciones. Pero ni las estructuras (globales o parciales), ni, con más razón, las múltiples organizaciones expresan nunca el fenómeno social total global, no sólo por ser éste suprafuncional por excelencia, sino también por ser la más movible y la más rica de todas las infraestructuras macrosociológicas. En otras palabras, hay siempre más flujo y reflujo en el fenómeno social total global que en su estructura...». En cuanto a la extensión de las s. globales, señala Gurvitch su tendencia hacia las grandes dimensiones: «Desde el punto de vista morfológico, las sociedades globales son, en su mayoría, de vastísima envergadura; esta característica se encuentra en las naciones modernas tanto como en los Imperios orientales o en la Roma imperial, sin insistir sobre las diversas sociedades internacionales. Sólo las tribus, las sociedades patriarcales y algunas ciudades antiguas han sido de envergadura a menudo reducida, sin que les faltara, por otra parte, la tendencia hacia la expansión».
     
      Nos referiremos, por último, al concepto de s. global acuñado por Henri Janne y que constituye la base de su libro Le systéme social (cit. en bibl.). Según este autor, «la sociedad global es el grupo social que engloba a los hombres en su conjunto en un territorio dado, y en el cual, siendo interdependientes, tienen relaciones funcionales de mayor intensidad, en su conjunto, que sus relaciones disfuncionales; tienen entre ellos relaciones internas al grupo de una intensidad más fuerte en su conjunto que sus relaciones con el exterior; tienen modos de vida comunes; se reconocen valores comunes y tienen símbolos comunes (psicológicamente es, pues, un fenómeno de conciencia colectiva). La sociedad global es un sistema social».
     
      4. Elaboración del concepto de sociedad global. Las s. globales son ámbitos máximos a cada uno de los cuales se extiende un sistema de relaciones sociales, que incluye la totalidad de metas y objetivos humanos. Lo cual significa, dicho brevemente, que las s. globales son ámbitos máximos de convivencia. Para una mejor comprensión de esta definición es conveniente que expliquemos cada uno de sus términos. Para entender un ámbito social hay que tener en cuenta que posee una estructura compleja, en la que intervienen dos tipos diferentes de factores: el primero se refiere a la distinción entre los aspectos objetivo y subjetivo de la vida social; el segundo, a la distinción entre la vida social como resultado (situaciones sociales) y la vida social como proceso (procesos sociales).
     
      El aspecto objetivo de un ámbito social está constituido por el conjunto de los elementos sociales -humanos y materiales- que se contienen, se relacionan o tienen lugar en un espacio físico culturalmente configurado. El aspecto subjetivo consiste en el conjunto de ideas, valores, actitudes y sentimientos que poseen los miembros de un ámbito social, en relación a dicho ámbito y a sus propios miembros, o a cualesquiera otros ámbitos distintos del propio.
     
      La vida social es a la vez permanencia y cambio. Es permanencia, porque se lleva a cabo en ámbitos cuya estructura material les da fijeza y cuya organización les convierte en ámbitos de conductas esperadas y previsibles. Pero es también cambio, porque en esto consiste esencialmente toda vida, si bien tiene de peculiar el que siendo la vida social vida humana se trata de un cambio con sentido, en el que se desarrolla perfectiva o degenerativamente tanto la s., como la cultura y los individuos. De este modo, la vida social del presente se basa y alimenta sobre el resultado de las acciones del pasado, pero al mismo tiempo despliega los caminos que compondrán la realidad social del futuro. De aquí se sigue una exigencia metodológica: cada ámbito social debe ser enfocado desde un doble punto de vista, estático y dinámico, como resultado de proyectos sociales anteriores y como realización en curso de proyectos nuevos. O en otras palabras, como situación y como proceso.
     
      Los dos grandes temas de todo ámbito social son la organización de las actividades y la integración de las personas. Ambos temas tienen que ser considerados en sus dos aspectos objetivo y subjetivo, y de otro lado, en su realización actual (situación social) y en las posibilidades hacia las que conducen los procesos en curso (procesos sociales). A la organización de las actividades pertenecen: la diversificación funcional, la diversificación de los papeles sociales, el establecimiento de un sistema jerárquico de actividades y de posiciones sociales, el conjunto institucional y su coordinación y jerarquía... A la integración de las personas corresponden: los saberes comunes, los ideales sociales y los valores en que se apoyan, la ideología vigente en la s., las actitudes sociales imperantes... Especial importancia para la comprensión de la integración de las personas tiene el concepto «nosotros».
     
      Reservamos el nombre de ámbitos de convivencia para una especie de ámbitos sociales cuyo contenido sea, en concreto, el convivir: es decir, no tal o cual aspecto parcial de la vida social, sino la vida misma en toda la variedad de sus facetas y aspectos, en la totalidad de las metas y objetivos }rumanos. Lo que implica una gran riqueza de actividades orientadas a la satisfacción de todas las necesidades sentidas como sociales y la integración de los individuos a través de los ideales que vinculan libremente y de las normas sociales que obligan con presión externa. Lo más peculiar de tales ámbitos es que la razón de su existencia y de la permanencia en los mismos por parte de los individuos sea la libre determinación y el libre deseo de mantenerse unidos entre sí, aceptando las posibilidades que brindan y las limitaciones que imponen, como algo bueno en sí mismo y también en los efectos que producen en sus miembros. Esta forma de entender los ámbitos de convivencia los hace coincidir con lo que Lissarrague llamaba «la comunidad comoámbito de convivir» (Bosquejo de teoría social, Madrid 1966).
     
      El último aspecto de la definición al que tenemos que referirnos es el carácter máximo. El hecho de que un ámbito sea máximo implicará que en él se optimicen las posibilidades del género al que pertenezcan, de manera que tenderá a presentarse, en consecuencia, como autosuficiente o independiente. Es evidente que el carácter máximo es la diferencia específica de la s. global respecto de cualquier otro ámbito de convivencia (familia, comunidad local, etc.). Por ello estudiaremos a continuación de qué modo afecta a los diferentes aspectos de un ámbito de convivencia esa optimización que supone el carácter máximo. Advirtamos, en primer lugar, que el carácter máximo tiene que entenderse en dos sentidos: 1) En sentido cualitativo, como pleno o íntegro. Esta integridad y acabamiento hace a la s. global autosuficiente. Como señala Parsons, «no es esencial al concepto de sociedad que ésta no deba ser, de ninguna manera, empíricamente interdependiente de otras sociedades, sino que contenga todos los puntos estructurales y funcionales fundamentales de un sistema que subsista independientemente» (El sistema social, Madrid 1966). Pero, al mismo tiempo, por ser autosuficiente, el ámbito máximo es autónomo; esto es, independiente y soberano en la conducción de los procesos en la elección de las metas colectivas y de los medios encaminados a su consecución. 2) En sentido cuantitativo, el ámbito máximo es el máximo agregado ecológico-demográfico susceptible de poseer unidad y autonomía organizativa y unidad y autonomía psicológica. Esto no hace referencia al tamaño efectivo de la s. global, sino a la relación necesaria entre el volumen del agregado ecológico-demográfico y las posibilidades de mantener su unidad organizativa y su integración psíquica. Existe la tendencia a hacer coincidir las s. globales con unidades geográficas naturales. Por otra parte, el contacto entre s. globales en el espacio lleva al establecimiento de fronteras (delimitación ecológica) y a la determinación de los criterios de adscripción de los individuos a una u otra (delimitación demográfica).
     
      Como hemos dicho más arriba, los dos problemas fundamentales de todo ámbito social son la organización de las actividades y la integración de las personas. Veamos ahora qué es lo que añade a un ámbito de convivencia el ser cuantitativa y cualitativamente máximo. En primer término, la maximización de la unidad organizativa lleva consigo la aparición de un único sistema de poder -el poder político- que coordina y jerarquiza todas las actividades de la s., bien preceptiva, bien permisivamente, extendiendo su soberanía efectiva a todo el territorio y a toda la población que habita en él.
     
      En segundo lugar, la maximización de la unidad psicológica da lugar a la aparición de un carácter nacional (v. NACIÓN), que, junto a la conciencia de pertenencia al ámbito por parte de todos sus miembros, implica una historia común y afanes y aspiraciones igualmente comunes. Correlativo del carácter nacional es el patriotismo (v.), que vincula afectivamente con el territorio y con la población que lo ocupa, como una totalidad que hay que conservar.
     
      Para entender más correctamente esa maximización de la organización de las actividades y de la integración de las personas, hay que volver a considerar que la maximización es a la par cualitativa y cuantitativa: en el primer sentido, la maximización implica autosuficiencia, independencia, singularidad; en el segundo, implica la extensión de la organización de las actividades y de la integración de las personas a la totalidad del agregado ecológicodemográfico. El concepto de s. global incluye un aspecto positivo y otro negativo. El positivo se refiere al carácter inclusivo o incluyente, e indica lo que pertenece a la s. global -personas, territorio, cultura, etc- formando parte integrante de la misma. El aspecto negativo es excluyente e indica lo que no pertenece, lo que queda fuera de la s. global, constituyendo, por tanto, sus límites externos. En el cuadro adjunto queda recogido, a nuestro juicio, todo aquello que es necesario para caracterizar a las s. globales:5. Diferencias entre la sociedad global y otros objetos de la macrosociología y de la filosofía de la historia. Las s. globales deben ser distinguidas, en primer término, de las civilizaciones, objeto propio de la filosofía de la historia, porque son ciertamente ámbitos máximos, pero no de convivencia, sino de cultura (v. CIVILIZACIÓN Y CULTURA II). Como dice Gurvitch, «no se puede considerar independientemente, ni identificar `sociedad global' y 'área de civilización'. Es fácil observar que entre una sociedad global, su estructura cimentada por las obras culturales de una civilización y esa civilización misma, existen relaciones dialécticas que deben ser estudiadas en todas sus sinuosidades concretas» (Tratado). Arnold 1. Toynbee delimita estos ámbitos culturales máximos «como campos inteligibles de estudio histórico que sean absoluta y no meramente relativos al contorno social determinado de historiadores particulares» (Estudio de la Historia, 1, Buenos Aires 1951). Por lo regular, cada civilización comprende, a lo largo de su existencia, a una pluralidad de s. globales, cuya duración suele ser menor que la de aquélla.
     
      Por lo que se refiere a los objetos de la macrosociología, es necesario distinguir la s. global de las comunidades de pueblos. Existe una comunidad (v.) de pueblos cuando existe una población, unida por un sentimiento de comunidad, basado en la pertenencia a una misma raza, cultura o tradición, pero que en la actualidad está dividida en distintas s. globales. Así, p. ej., la Alemania dividida, la Hispanidad, los países árabes, el pueblo judío. Suelen ser partes de una s. global desmembrada, aunque en el caso del pueblo judío se trate más bien de la dispersión de la población de una s. global disuelta, que se ha distribuido entre otras varias s. globales, sin perder el vínculo comunitario ni integrarse plenamente en las s. globales receptoras. El sentimiento de comunidad -unidad psicológica- puede llevar consigo cierta tendencia a recuperar la unidad política -y con ello la unidad ecológica-. La virtualidad operativa de esta tendencia puede ir desde el proyecto pensado, ensoñado o frustrado (p. ej., pangermanismo, panarabismo nasseriano), hasta la plena realización (la conquista del Lebensraum alemán bajo Hitler), o estar en proceso de realización, a través de fases sucesivas (sionismo). Mencionaremos, sin entrar en más detalles, otras categorías macrosociológicas: federaciones y uniones incompletas de s. globales, organismos intersocietales (o internacionales), generaciones, etcétera.
     
      6. La sociedad (sociedad global), tema central de la Sociología. La s. global es el tema central de la Sociología (v.): 1) Desde el punto de vista de la estructura lógica del concepto. En este sentido la s. global es el concepto social de mínima extensión y máxima comprensión. Es decir, es el concepto universal más próximo a la realidad social singular y, por tanto, el que precisa de un mayor número de rasgos para su definición, por lo cual será el concepto social de mayor riqueza y acabamiento empírico. En este mismo sentido habla Gurvitch al afirmar que «los tipos de sociedades globales... constituyen los tipos sociales más concretos y los que más se aproximan a la existencia histórica» (Vocación actual de la sociología). 2) Desde el punto de vista epistemológico -es decir, considerando la s. global como objeto de conocimiento-, se trata del único objeto del campo social que puede entenderse como un todo unitario, acabado en sí mismo, y que no es parte de ninguna otra realidad social de orden superior. 3) Desde el punto de vista sustantivo -es decir, considerando la s. global como una realidad social-, se la viene considerando tradicionalmente por los autores como la forma más plena de «sociedad». Como consecuencia de esta plenitud de ser en lo social poseída por la s. global, se convierte ésta en el objeto que con mayor claridad queda iluminado al enfocar científicamente el estudio de la realidad social. Lo que esto quiere decir es que cuando las ciencias sociales generales -sean especulativas o prácticas- enfocan la realidad social desde su perspectiva o modalidad de conocimiento característica, aparece la s. global como el único objeto al que de adecua la amplitud y la generalidad de las preguntas científicas y en el que encuentran su sentido y se hacen posibles las correspondientes respuestas. Por lo que se refiere a la Sociología, sólo respecto de la s. global alcanza su sentido sintético -que es el que le correspondeel enfoque especulativo u operativo de la realidad social, ya que únicamente respecto de ella es posible preguntarse con propiedad las siguientes cuestiones: 1° ¿Es apta para funcionar y subsistir tal s. o tal tipo de s.? 2° ¿Es adecua da a las metas de la s. tal tipo de organización social o tal organización social en concreto? 3° ¿Son viables tales metas o tal tipo de metas sociales? Como dice Henri lanne, al ocuparse de la s. global, «la referencia a lo total, que caracteriza a la investigación sociológica, se realiza en el objeto mismo en el que ella se ocupa» (o. c. en bibl.). Es obvio que las preguntas anteriores también pueden dirigirse, contrayendo su extensión, a realidades sociales menos amplias y comprensivas que la s. global, pero en tal caso, las respuestas tendrán que remitirse, en última instancia, al marco de la s. global, en el cual se inscriben todas las otras realidades sociales (la familia, las instituciones económicas, educativas, etc.) y de la cual forman parte.
     
      Todos los argumentos que acabamos de exponer justifican, desde el punto de vista teórico, el carácter central de la s. global como objeto más propio de la Sociología (y de todas las ciencias sociales generales). Pero aún es posible añadir otros argumentos que, si bien por razones extrínsecas, aconsejan tomar la s. global como tema central de nuestra ciencia: el primero se refiere a las exigencias derivadas de la acción económica y política planificadas; el segundo procede de la relación que la Sociología general guarda con otras ciencias en el plano de la investigación. En cuanto al primero de dichos argumentos, hay que tener en cuenta que los programas de desarrollo económico, acometidos en la actualidad por un número creciente de países, así como otros programas de desarrollo y acción social -educativos, sanitarios, alimentarios, políticos, etc-, se centran normalmente sobre las naciones, tomadas como una realidad total y unitaria. De aquí se sigue la exigencia, para todas las ciencias sociales, incluida la Sociología, de que elaboren sus teorías referidas a la sociedad global, a fin de facilitar el uso de las aportaciones en la redacción y posterior puesta en marcha de los planes de acción política. El segundo argumento se relaciona con el que acabamos de exponer: si de un lado las necesidades de la acción plantean sus requerimientos a las ciencias sociales, de otro, dentro de las propias ciencias sociales, las ciencias sociales prácticas -mucho más sensibles a los requerimientos de la acción- urgen a las ciencias sociales especulativas a fin de que sus aportaciones se centren sobre un objeto que les sea común a todas, y que no es otro que la s. global. Pero, además, esta urgencia se hace aún mayor en virtud de la tendencia a las investigaciones interdisciplinarias que, en pos de la recíproca complementariedad de las enseñanzas de las diversas disciplinas sociales, se hacen cada día más frecuentes (cfr. Samuel Z. Klausner, Conexiones y falta de conexiones entre las ciencias del hombre, en Klausner, El estudio de las sociedades totales, Buenos Aires 1968).
     
      7. Estructuración del estudio de la sociedad global. El estudio pormenorizado de la s. global nos llevará a distinguir los aspectos morfológicos y los aspectos genéticos:a) Desde el punto de vista morfológico, la s. global se nos aparece como un todo compuesto de partes. En primer lugar, el concepto de parte es aplicable a los aspectos ecológico-demográficos, ya que la s. global es un agregado humano, dividido en un número variable de agregados menores que se distribuyen a lo largo y a lo ancho del espacio geográfico sobre el que la s. global ostenta pretensiones de exclusividad y que constituyen comunidades locales. En segundo término, las diferentes metas y actividades que integran el convivir dan lugar a los ámbitos sociales intermedios, cuya enorme diversidad encuentra su lugar en el complejo ensamblaje de la s. global (p. ej.: familias, entidades mercantiles, instituciones docentes, sindicatos, etc.; v. 2: SOCIEDADES INTERMEDIAS).
     
      b) La consideración genética requiere alguna aclaración más detallada. La s. global es, ciertamente, el ámbito máximo en el que los hombres conviven, pero, por otra parte, es una obra de los propios hombres: es un resultado de múltiples relaciones y acciones sociales. Pero no es una obra acabada porque en cada momento está haciéndose; es un proyecto de acción en marcha. Estas dos aclaraciones nos permitirán comprender los conceptos antes aludidos de situaciones y de procesos sociales. Entenderemos por situación social el estado actualmente alcanzado en un ámbito social en relación al cumplimiento de sus metas, caracterizado por un cierto grado de integración de las personas y de organización de las actividades, que permitirá la satisfacción de las necesidades sociales en una medida determinada y estable, y que a causa de ser conocida por los miembros del ámbito, dará lugar a ciertas expectativas de satisfacción de necesidades entre dichos miembros. Si consideramos una s. global determinada en dos momentos distintos de su historia, caracterizados por un diverso nivel de desarrollo científico, técnico, educativo y económico, en cada uno de esos momentos hallaremos una situación social diferente. No obstante, en ambas situaciones existirán los mismos elementos formales, cuya presencia hará posible, precisamente, la comparación entre situaciones sociales diferentes. Tales elementos formales constantes son el resultado de la institucionalización de las fases de la acción social. Que las fases de la acción social se institucionalicen en una s. global significa que en dicha s. coexistirán en cada momento actitudes, acciones, pautas, etc., que se refieran a cada una de dichas fases, de manera que estarán realizando simultáneamente, de algún modo, todas ellas dentro del gran proyecto de acción social que es la s. global. Lo cual supone, a su vez, que cada una de las fases de la acción social se convierte en meta parcial, y, al quedar establecido el modo de realizarla y satisfacerla reiteradamente, se institucionaliza.
     
      Por otra parte, llamamos proceso social a una serie de relaciones y acciones sociales ligadas entre sí en conexión de causa a efecto y ordenada cronológicamente, que adquieren sentido unitario empíricamente observable, por estar encaminadas a la consecución de una misma meta social. La existencia de un proceso social indica que ya se ha realizado alguna de las acciones que lo integran, pero que aún no han tenido lugar todas, ya que cuando esto sucede, se extingue el proceso y sus efectos se consolidan en una nueva situación social. Mientras que la situación expresa un grado determinado de correspondencia entre necesidades sentidas y las satisfacciones proporcionadas, los procesos sociales indican anticipadamente una situación futura en la que se habrá alcanzado un nuevo grado de correspondencia entre necesidades y satisfacciones.
     
      En el estudio analítico de la s. global, conviene combinar los criterios morfológico y genético, considerando por separado los siguientes temas: 1) Estructura básica, integrada por los recursos naturales y humanos constitutivos del agregado ecológico-demográfico, así como por las tendencias sociales profundas que se refieren a la conservación de éste. 2) Estructura cultural, que constituye el conjunto de los sistemas estructuradores de la s. global proporcionándole su verdadera identidad. El centro de la estructura cultural está formado por el sistema de valores, y con él se conectan los sistemas de normas y los sistemas de papeles y de posiciones sociales, constituyendo todos juntos el repertorio de modelos a los que se atiene la vida de la sociedad. 3) Estructura operativa, que está formada por todas aquellas acciones e interacciones, más o menos organizadas y regulares, que se orientan a las satisfacciones de las necesidades sociales. La estructura operativa tiene como componentes fundamentales a las instituciones que producen «remuneraciones» tanto espirituales (afecto, prestigio social, etc.) como materiales (bienestar material, bienes de consumo, etc.). 4) Estructura distributiva, que corresponde a lo que comúnmente se conoce con el nombre de estratificación social, y que no es otra cosa que la estructura resultante de la distribución de las remuneraciones sociales, materiales y espirituales, entre los miembros de la s. global.
     
      Como culminación del estudio de esta cuádruple estructura, se añade la consideración de la organización política de la s. global, como sistema institucional que mantiene a aquélla en unidad y funcionamiento. Un último tema necesario, que hoy es objeto de mucha atención por la doctrina, es el del cambio social, dentro del cual se consideran aquellos fenómenos y procesos a través de los cuales una s. global cambió su propia identidad y estructura para convertirse en una s. distinta.
     
     

BIBL.: H. JANNE, Le systéme social, Bruselas 1968; S. KLAUSNER, El estudio de la sociedad, Buenos Aires 1968; T. PARSONS, El sistema social, Madrid 1966; E. MARTÍN LápFz, La sociedad global, Barcelona 1970.

 

E. MARTÍN LÓPEZ.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991