SIETE PALABRAS, LAS


Así se denominan las siete frases que Jesús pronunció en la cruz, recogidas por los evangelistas. Los dos primeros evangelios, Mateo y Marcos, mencionan solamente una, la cuarta. Lucas relata tres, la primera, segunda y séptima. Juan recoge las tres restantes, la tercera, quinta y sexta. Con certeza absoluta no puede determinarse el orden con que las pronunció Jesús. Suelen enumerarse del siguiente modo.
     
      1a «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Le 23,34). Constituye esta palabra la postura culmen de la doctrina evangélica sobre el amor; y pronto fue practicada por los cristianos, como en el caso de Esteban (Act 7,60). Esta palabra falta en algunos códices. El motivo que ocasionó la supresión parece ser la intención de los copistas de subrayar de este modo la responsabilidad de los judíos. Sin embargo, la admiten todas las ediciones críticas. Y con razón. Está en perfecta armonía con la doctrina de Cristo sobre el amor a los enemigos (Mt 5,44), con la oración del Padrenuestro (Mt 6,9-13) y con su propia conducta durante la pasión (Mt 22,48.51).
     
      2a «En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Le 23,43). Es la respuesta de Cristo a la súplica confiada del ladrón arrepentido. Lo que aquel ajusticiado había oído de Cristo y la estupenda lección que Jesús dio desde la cátedra de la cruz, movieron a aquel hombre a reconocerle, a su modo, como Mesías y a encomendarse a él. Jesús le promete la bienaventuranza eterna.
     
      31 «Mitjer, ahí tienes a tu hijo», y al discípulo: «ahí tienes a tu madre» (lo 19,26 s.). Es un gesto de amor filial de Cristo Redentor. Una primera interpretación ve este pasaje en sentido ético o social: Cristo entregó el cuidado de su madre al discípulo amado, cumpliendo un elemental deber filial. Pero desde la más remota antigüedad, tal vez ya Orígenes y ciertamente en el s. XV Dionisio el Cartujano, se ve en S. Juan, hijo adoptivo de María, al representante de todos los que por la gracia habrían de ser hermanos de Cristo. El sentir cristiano ve expresada en la frase la maternidad espiritual de María (v.). El magisterio de la Iglesia, sobre todo desde León XIII, es constante en este sentido.
     
      4a «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46; Me 15,34). Es una oración de amorosa queja a su Padre, en medio de los tormentos físicos y morales. Está tomada del Ps 21, que probablemente recitó completo y en arameo. Lo cual explica la confusión de los presentes que creyeron ver en esta súplica una llamada de auxilio a Elías. No es un grito desesperado sino el desahogo filial de Cristo que confía a su Padre el sufrimiento de su espíritu.
     
      5a «Tengo sed» (lo 19,28). Es la expresión de un ansia de Cristo en la cruz. Se trata, en primer término, de la sed fisiológica, uno de los mayores tormentos de los crucificados. La palabra está tomada de los Ps 68,22 y 21,16. La frase adquiere, en su sentido pleno, un alcance más trascendente: la sed espiritual de Cristo de consumar la redención para la salvación de todos. Cuadra con la estructura del cuarto evangelio, y nos evoca la sed espiritual que Cristo experimentó junto al pozo de la Samaritana (lo 4,7).
     
      6a «Todo está cumplido» (lo 19,30). Es la proclamación en boca de Cristo del cumplimiento perfecto de la S. E. en su persona. Esta palabra pone de manifiesto que Jesús era consciente de que había cumplido hasta el último detalle su misión redentora. Es el broche de oro que corona el programa de su vida: cumplir la Escritura haciendo siempre la voluntad del Padre (Mt 5,17 ss.; 7, 24 ss.; Le 22,42; lo 4,34).
     
      7a «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Le 23,46). Esta palabra expresa la oblación de la propia vida, que Jesús pone a disposición del Padre. Evoca el Ps 30,6, en que el justo atormentado confía su vida al Dios bondadoso y fiel. En Cristo toda se había cumplido, sólo quedaba morir, lo que acepta con agrado y libremente (lo 10,18). Esteban, protomártir cristiano, que imitó a Cristo en la primera palabra, lo hizo también en esta última, encomendando su espíritu en el Señor Jesús (Act 7,59).
     
      V. t.: PASIÓN Y MUERTE DE CRISTO.
     
     

BIBL.: G. DALMAN, Jesús Jeschua, Leipzig 1933, 176-179; R. CRIADO, La pasión en los profetas, Madrid 1944; R. GALDOS, Las siete palabras, Roma 19'40; íD, De septem verbis Jesu morientis, aVerbum Domini» 7 (1927) 71-79 y 101-110; 1. M. VOSTE, De passione et morte Jesu Christi, Roma 1937, 30-33; M. DE TUYA, Palabras en el Calvario, Salamanca 1961; 1. LEAL, Sentido literal mariológico de lo 19,26.27, «Estudios Bíblicos» (1952) 304-319.

 

R. MASSÓ ORTEGA.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991