SCHEEBEN, MATHIAS JOSEPH
Teólogo alemán de la segunda mitad del s. XIX.
Vida y escritos. N. el 1 mar. 1835 en Meckenheim (Bonn). Cursó sus
estudios eclesiásticos en la Univ. Gregoriana (1852-59) bajo la dirección de
profesores eminentes como Liberatore, Sechi, Perrone, Cerciü, Passaglia,
Schrader, Franzelin, Ballerini, Patrizi y Kleutgen; ordenado de sacerdote en
1858, fue profesor de Religión en el instituto de Münstereifel (1859) y, durante
28 años, de Dogmática en el seminario de Colonia, hasta su muerte (21 jul.
1888). Dotado de un conocimiento teológico vastísimo, tanto patrístico como
escolástico de las más diversas tendencias, supo llegar al fondo común de las
escuelas católicas aportando a veces elementos nuevos que lo convierten en un
teólogo original, constructivo y clásico. Sus conocimientos escolásticos de Roma
se enriquecieron al contacto con la escuela católica de Tubinga (J. A. Móhler,
I. von Kuhn) y con el conocimiento de los estudios históricos de autores
alemanes y de la filosofía de su época.
El tema preferido de su obra teológica fue la doctrina del ser
sobrenatural. Ya a los 26 años de edad le dedica su obra Natur und Gnade.
Versuch einer systematischen, wissenschaftlichen Darstellung der natürlichen und
übernatürlichen Lebensordnung im Menschen, Maguncia 1861 (Naturaleza y Gracia,
Barcelona 1969). Continuó luego el tema, dándole un complemento
patrístico-positivo en la edición que hizo de A. Casinio, Quid est homo, sive de
statu naturae purae (1862), y vulgarizándolo con la elaboración y ampliación
personal de la obra de I. E. Nieremberg, Aprecio y estima de la divina gracia,
publicada bajo el título Die Herrlichkeiten der góttlichen Gnade, Friburgo Br.
1862 (Las maravillas de la gracia divina, Bilbao 1957). En 1865 publicó su obra
más conocida, Die Mysterien des Christentums (ed. revisada por J. Hófer,
Friburgo Br. 1941; Los Misterios del Cristianismo, 4 ed. Barcelona 1964). Esta
obra, según M. Grabmann, «proeza de la especulación teológica, quiere llegar a
ver las relaciones internas y leyes, lo orgánico y pragmático de los misterios
de la fe y, con una sorprendente habilidad arquitectónica, hace surgir ante los
ojos de nuestro espíritu toda la plenitud y variedad de la verdad cristiana como
una unidad majestuosa que se funda ante todo en el misterio de la Trinidad» (o.
c. en bibl., 30); los puntos fundamentales que dan conexión a esta obra son: el
misterio de la Trinidad por parte de Dios, y la Eucaristía por parte del
Dios-hombre. Finalmente (y además de la publicación de numerosos artículos
científicos, pastorales y de divulgación, así como varias obras de hagiografía)
dio comienzo a la gran obra de su vida, solicitada por su amigo íntimo, B.
Herder: el manual o síntesis de la dogmática católica, Handbuch der katholischen
Dogmatik (Friburgo Br. 1874-87), planeado en cuatro volúmenes, de los que sólo
pudo publicar tres (el cuarto fue escrito luego por Atzberger, profesor de
dogmática en Munich).
Doctrina. Su punto de partida se puede resumir en el lema sentire cum
Ecclesia. Ello le llevó a considerar a la vez la predicación de la Iglesia
presente y la de los primeros siglos del cristianismo con la preocupación por
manifestar toda la riqueza de la fe, y así guiar a los fieles hacia una
adoración más profunda y fundada de los misterios inescrutables de Dios y hacia
la acción de gracias por su amor liberal y gratuito. Esta relación íntima de la
Teología y la Mística fue siempre la nota característica de su labor
especulativa, que rechaza tanto el Racionalismo (v.) y semirracionalisino como
el Fideísmo (v.) y el formalismo excesivo. La fe es para él un don de Dios que
no sólo nos da unos nuevos conocimientos, sino que se entrega El mismo. Esto se
refleja en su interés por estudiar el tema de lo sobrenatural y de la gracia,
como ya antes decíamos. Aunque no llegó a escribir un tratado especial de
eclesiología, su contacto con la escuela católica de Tubinga se refleja de
continuo en su obra al considerar a Cristo como viviente en su Iglesia, viendo a
ésta como un organismo, analógicamente entendido, que es vivificado por la
virtud del Espíritu Santo tanto en su orden jurídico como en su vida de gracia,
de modo que Cristo va atrayendo hacia Sí al todo y a cada cristiano en
particular, conduciéndolos hacia Dios como meta final.
A toda esta vida de gracia que, bajo sus diversas formas, nos lleva a la
unión con Dios, la llama S. sobrenaturaleza (übernatur). En el índice analítico
de Naturaleza y Gracia (339-350) puede verse su insistencia en considerar el
orden de la gracia o sobrenaturaleza como algo «que está fuera de ella, es
decir, que no procede de ella, sino que se le añade; que está sobre ella para
elevarla a una perfección ideal superior por una consagración superior» (342).
Estas consideraciones acerca de la sobrenaturaleza están ancladas profundamente
en la patrística griega, especialmente en S. Cirilo de Alejandría (v.), y en los
escolásticos y neoescolásticos de tendencia fuertemente tomista, ciñéndose en
especial a la consideración de la participación por la criatura en lo
sobrenatural absoluto (Deus, supernaturalis substantialis), tanto en la
Encarnación del Verbo como en el proceso de la justificación y en la visión
beatífica. Su doctrina tuvo gran importancia en la época precedente y
posterioral Conc. Vaticano I (v.) ante las tesis del semirracionalismo de Hermes
y Günter, así como frente a las teorías del «sentimiento religioso» de los
discípulos de Schleiermacher (v.), agnósticos (v.), inmanentistas (v.) y
panteístas (v.).
En su obra fundamental, Manual de dogmática católica, el mismo S. insiste
en su propósito de combinar la especulación teológica con la vida espiritual; y
expone e interpreta de un modo magistral la doctrina del Conc. Vaticano I sobre
la Revelación (v.), poniendo de relieve el mutuo influjo de la Revelación viva,
la Escritura, la Palabra y el Sacramento en la Iglesia, así como las relaciones
entre la unión con el Magisterio, la obediencia fiel de los creyentes y la
actividad fundamental del sensus fidei fidelium (I,1874); la doctrina de Dios, o
la Teología en su sentido más estricto (II,1875); Dios como Creador del mundo y
como autor de la elevación o la constitución del orden natural y sobrenatural (III,1880);
el pecado y el reino del pecado como oposición y lucha contra el orden
sobrenatural del mundo O V3880); V,1880); la redención del hombre caído por
Cristo, o la renovación y plenitud del orden sobrenatural por el Hijo de Dios
hecho hombre, junto con la Mariología (V,1882); la realización de la salvación
conseguida por Cristo en cada uno de los hombres mediante la gracia justificante
de Cristo (VI, 1887).
La doctrina de S. pone de relieve la divinización de la creación por el
Espíritu de Cristo y atribuye la obra de nuestra justificación a la Trinidad, de
la que viene Cristo y hacia la cual conduce a su Iglesia, vivificada por su
Espíritu. Su labor de maestro se proyectó también en el campo de la divulgación
y en un apostolado sacerdotal muy intenso, junto con una vida ejemplar de
sencillez evangélica.
BIBL.: M. GRABMANN, La obra teológica de Scheeben, en Naturaleza y Gracia, Barcelona 1969, 19-50 (con abundante bibl.); J. TYCIAK, Der dogmatische Schrittbeweis be¡ M. J. Scheeben, Dülmen 1948; F. S. PANCHERI, 11 pensiero teologico di M. J. Scheeben e S. Tomraaso, Padua 1956.
ARGIMIRO TURRADO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991