Salmanticenses
 

Con este nombre se conoce a una serie de teólogos que enseñaron en el Colegio Universitario Salmanticense de los Carmelitas (v.) descalzos durante el s. xvii y primera parte del xviII; y también a los cursos teológicos que redactaron. Esos cursos son dos: uno dogmático y otro moral.

1. El Curso Dogmático Salmanticense. Lleva por título: Collegii Salmanticensis Fratrum Discalceatorum B. M. de M. Carmelo Cursus Theologicus, Summam Theologicam Angelici Doctoris divi Thomae complectens. La obra está redactada con criterio escolástico, al estilo de otros cursos y comentarios de la época. Fundamentalmente es un comentario a la Suma Teológica, como lo indica el mismo título, incorporando en ocasiones el texto íntegro de algunas cuestiones o artículos de S. Tomás. Su composición se llevó a cabo durante casi un siglo (1620-1712). El proceso y las vicisitudes de su composición van ligados a la historia del Colegio donde fue escrito.
Estructura. El Curso Salmanticense consta, según la ed. princeps, de 12 tomos y 14 volúmenes (los tomos 2 y 12 están desglosados en dos partes). Los tomos están divididos en tratados (en ocasiones un tomo comprende un tratado, o un tratado llena dos tomos). En total, el Curso comprende 24 tratados teológicos. Sus títulos -que resumen su contenido- y su correspondencia con los tomos, son los siguientes: t. 1: De principio individuationis substantiae materialis (tr. 1); De visione Dei (tr. 2), De scientia Dei (tr. 3), De voluntate Dei (tr. 4), De praedestinatione et reprobatione (tr. 5); t. II: la par., De Trinitate (tr. 6); 2a par., De Angelis (tr. 7); t. III: De ultimo fine (tr. 8), De beatitudine (tr. 9), De voluntario et involuntario (tr. 10), De actibus humanis (tr. 11), De virtutibus (tr. 12); t. IV: De vitiis et peccatis (tr. 13); t. V: De gratia Dei (tr. 14); t. VI: De iustificatione et merito (trs. 15-16); t. VII: De fide et spe (trs. 17-18); t. VIII: De charitate et statu religioso (trs. 19-20); ts. IX-X; De incarnatione (tr. 21); t. XI: De Sacramentis in communi et Eucharistia (trs. 22-23); t. XII: De virtute poenitentiae et sacramento (tr. 24).
Los tratados, por lo general, están divididos en cuestiones (el t. V está dividido en capítulos). Estas se dividen en disputas y éstas a su vez en dubia. El dubium suele llenar diversos párrafos, que guardan un orden casi invariable: explicación del tema, doctrina de S. Tomás y sentencias, argumentos en contrario, resolución y solución de dificultades.
Autores. Los autores del Curso Dogmático Salmanticense (C. S.) son cinco, al menos tales son de los que se tiene noticia cierta y precisa. El iniciador del Curso fue Antonio de la Madre de Dios (Antonio Oliva y Ordás), nacido en León en 1583. Ingresó en la Reforma Teresiana, estudiando teología en el Colegio universitario de Salamanca (1606-09). Más tarde estuvo vinculado también a la Universidad, siendo profesor en dicho Colegio (1616-37). Había sido también profesor de Artes. La labor científica del P. Antonio es muy amplia. Es autor de dos tomos de un Curso Complutense (v. COMPLUTENSES) de filosofía, preparado en el Colegio de Carmelitas de Alcalá, y que es, en parte, preámbulo del Curso Salmanticense. Es autor de los dos primeros tomos (3 vol.) del C. S. Murió en Salamanca el 27 nov. 1637.
El segundo autor fue Domingo de S. Teresa, n. en La Alberca (Salamanca) en 1604. Fue alumno de la Univ. de Salamanca (1625-35), donde oyó las explicaciones de eminentes maestros que dejaron huella en sus tratados. Es autor de los tomos III y IV. Desempeñó diversos cargos de gobierno. Murió en Madrid en nov. 1660, siendo definidor general.
El tercer autor, y el más destacado, fue Juan de la Anunciación (Juan Llanes y Campomanes), n. en Oviedo en 1633. Fue hijo de D. Francisco Llanes Hevia, Gobernador de la ciudad, y de Da Francisca Campomanes Bernardo, y sobrino de D. Alonso Marcos Llanes y Campomanes, arzobispo de Sevilla. Estudió filosofía en el Colegio de Ávila y teología en la Univ. de Salamanca (1657-61). Fue lector de Artes durante tres años y de teología en Salamanca durante 19 años. Durante dos trienios Rector de Salamanca (1679-82; 1691-94). Durante dos trienios también fue definidor general de la Orden (1694-1700). Murió en Salamanca el 3 ag. 1701. Juan de la Anunciación, como se revela en sus tratados, puede ser calificado como uno de los mejores teólogos del s. XVII, sin duda el más aventajado en la segunda mitad de ese siglo. Fue al mismo tiempo gran conocedor de la literatura ascética, y hombre de gobierno, como lo revelan las cartas que aún se conservan y otros escritos pastorales. Es autor de una Resumpta del ya mencionado Curso Cumplutense publicado en 1663-68, de varios escritos de carácter ascético, histórico, pastoral y apologético, de siete tomos del C. S. (ts. V-XI), y coautor de la segunda parte del tomo XII. En total redactó diez tratados y parte de otro.
El cuarto autor fue Antonio de San Juan Bautista, n. en Lloreda (Santander) en 1641. Ocupó durante varios lustros la Cátedra de teología en el Colegio de Salamanca (1676-88; 1696-99). Desempeñó varios cargos de gobierno. Como autor s., a él le debemos la primera parte del tomo XII, sobre el sacramento de la Penitencia. Murió en Salamanca el 13 ag. 1699.
El último autor fue Ildefonso de los Ángeles, n. en Zeclavín (Cáceres) en 1664. Antes de ingresar en la Reforma Teresiana fue alumno del Colegio universitario de Salamanca, Ntra. Sra. de los Ángeles. En su registro de inscripción encontramos detallados muchos datos interesantes para conocer su genealogía. Cursó la teología en el Colegio de S. Elías (1689-92). Explicó filosofía y teología y desempeñó varios cargos de gobierno. Como autor s., compartió con Juan de la Anunciación la composición de la segunda parte del tomo XII. Intervino también en la composición del Curso Moral Salmanticense (v. 2). Murió en Salamanca el 29 dic. 1737.
No ha faltado quien haya negado la autenticidad de alguno de los tratados del C. S., como si sus autores hubieran incorporado a su obra tratados de otros Maestros de la Universidad salmantina. En particular, fue puesta en tela de juicio la autenticidad de algunas cuestiones del t. IV, tr. 13 sobre los vicios y los pecados, atribuyéndoselas al dominico Pedro de Herrera, maestro del primer autor salmanticense. Pero la cuestión está ya resuelta críticamente.
Ediciones: Las ediciones de esta obra han sido muchas. Unas totales, la mayor parte parciales. Aportan muy pocas novedades en cuanto al contenido textual. La ed. princeps se hizo en los años que a continuación detallamos: t. I, Salamanca 1631; t. II (las dos partes), Segovia 1637; t. III, Lyon 1647; t. IV, Lyon 1658; ts. V-VIII Lyon 1679; t. IX, Lyon 1687; t. X, Colonia 1691; t. XI, Barcelona 1694; t. XII, la par. Lyon 1704; 2a par., Madrid 1712. Existen varias reediciones notables; las principales son: Lyon 1679, en que se reeditaron los cuatro primeros tomos al tiempo de ser publicados por primera vez los tomos V-VIII; Venecia-Padua 16771717 (reed. completa). En Madrid (1716-20) se reeditaron los cuatro tomos primeros. La reed. principal es la que hizo Victor Palmé, París 1870-83 (20 vol.).
Valoración e influjo. Th. Deman ha definido el C. S. como una vasta síntesis del tomismo, y en su conjunto la más autorizada y completa. En realidad, es un amplio comentario a la Suma Teológica, aunque no lo sea a todas, ni a cada una de sus cuestiones: los s. prefirieron esclarecer problemas, más que comentar servilmente unas cuestiones ya clasificadas. Desde otro punto de vista, Gardeil -a propósito del tema de la bienaventuranzacalifica el C. S. como una enciclopedia de todas las opiniones avanzadas de su época. En realidad, es eso: una amplia enciclopedia de la Teología para su tiempo. No hay teoría o sentencia teológica de nota que no esté recogida en el C. S., o autor destacado cuyo nombre no aparezca consignado en sus páginas. Desde este punto de vista, esta obra tiene un valor histórico imponderable. Además, consta por los elencos de la biblioteca del Colegio de S. Elías que los s. conocían directamente la mayor parte de las obras de los autores que citan, exponen, o critican.
Algunos han afirmado que el C. S. carece de originalidad en muchos de sus tratados. Nada más ajeno a la verdad. Ser original no consiste tanto en el hallazgo inventivo del concepto -cosa casi imposible en teología (v.)- como en la invención de las formas que lo expresen. Por eso, toda obra cuyo contenido revela el trabajo consciente y reflexivo de una acusada personalidad, sometida a un razonamiento lógico y esquemático, por fuerza ha de ser original. El C. S. manifiesta con diafanidad esa originalidad que consiste en el ritmo armonioso de las ideas y en el estilo de su ordenación lógica.
El influjo del C. S. en la teología posterior ha sido grande. En general, la aparición de cada uno de sus volúmenes fue recibida con aplauso general, como lo testifican los elogios de los más prestigiosos teólogos (ocupa un lugar destacado la carta laudatoria escrita a los s. por los dominicos de Tolosa, a. 1634). Y en las épocas sucesivas no hay teólogo de nota que no haya acudido a sus páginas para informarse de una sentencia, para conocer una teoría, o para analizar la aportación personal de sus autores a los intrincados problemas de la teología. Puede decirse que ha sido una de las fuentes básicas de estudio, preferentemente para los tomistas, hasta nuestros días. Esta influencia es más acusada en algunos problemas, en los que los s. marcan una línea personal; por ej., en la cuestión del constitutivo metafísico de la esencia divina, en el problema de la razón formal de la inhabitación de la Santísima Trinidad en el alma del justo, en el motivo de la Encarnación, en el modo de la unión hipostática, etc.
El valor del C. S. radica en su mayor parte en su método teológico y en su contenido doctrinal. En cuanto a su metodología, los s. dan gran importancia a la doctrina de las fuentes de la Revelación, y elaboran en general los argumentos bíblico y patrístico, con los elementos más adelantados de su tiempo. En cuanto al contenido doctrinal, en los 24 tratados de la abra están recogidos y explicados todos los temas que interesaron a la teología del tiempo. En primer lugar, debemos llamar la atención sobre el concepto que los s. tienen de teología, y que marca la línea, el estilo y los límites de su obra. Admiten una triple división: teología dogmático-positiva, teología práctico-moral, y teología escolástico-expositiva. Esta última -que es la que ellos intentan exponer- la conciben como aquel teologizar que procediendo de los principios de la fe, investiga, esclarece y defiende esos mismos principios y los misterios. En cuanto a temas concretos, cabe señalar los tratados del tomo primero, que presentan un carácter filosófico muy marcado; el tema de la sobrenaturalidad del acto de fe, en que adoptan una posición peculiar; el tr. 21, sobre la Encarnación, que nos ofrece muchos problemas elaborados magistralmente (entre ellos destacan: el motivo de la Encarnación y el estudio de la naturaleza de la unión hipostática); las cuestiones de mariología, y en primer lugar las relativas a la Inmaculada Concepción de María y el débito de contraer el pecado original: lo referente al concepto del sobrenatural y sobre los modos sustanciales, etc.

2. El Curso Moral Salmanticense. Fue escrito por miembros del Colegio de los carmelitas descalzos de Salamanca, durante la segunda mitad del s. XVII y el primer tercio del siguiente.
Estructura. El Curso Moral Salmanticense (C. M. S.) comprende seis tomos y 29 tratados. Completa ya la obra (treinta años después de publicado el tomo VI) se publicó un séptimo tomo (1753) sobre la Bula de la Santa Cruzada, como Apéndice al tr. sexto (t. I), al cual debe, sin duda, incorporarse, aunque lleve la numeración de t. VII.
El t. 1 (trs. 1-7), que vio la luz en Salamanca en 1665, contiene la materia sobre los sacramentos en general y los cinco sacramentos llamados personales: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Extremaunción. El t. II (trs. 8-10), que se publicó en Madrid tres años más tarde (1668), trata de los sacramentos llamados sociales: Orden y Matrimonio. El t. III (trs. 11-14) (Lyon 1670), trata de las leyes, de la restitución, de los contratos, etc. El t. IV (trs. 15-19) (Lyon 1679), que trata sobre el estado religioso, el rezo canónico, el voto, etc. El t. V (trs. 20-23) (Madrid 1714) expone las cuestiones sobre los principios generales de moralidad y sobre los tres primeros preceptos del Decálogo. Finalmente, el t. VI (trs. 24-29) (Madrid 1723) trata de los restantes preceptos del Decálogo (omitido el séptimo) y de cuestiones morales relativas a los oficios y beneficios eclesiásticos.
Las reediciones totales o parciales han sido muchas. Las más notables se hicieron en Madrid y en Venecia, en diferentes ocasiones.
Autores. Los autores del C. M. S. son seis. Su iniciador, y autor del t. 1, fue Francisco de Jesús María (Francisco Dávila), n. en Burgos en 1599. Antes de abrazar el estado religiosa estudió cánones en la Univ. de Salamanca. Ocupó en la Orden los más relevantes cargos: varias veces rector, definidor general dos veces (1652-55; 165891), pero su vida estaba hecha para la cátedra. Explicó Artes y Teología durante varios cursos. Publicó otras obras, aparte del t. I del C. M. S. Entre ellas merece especial mención: Commentarii litterales et morales in Apocalypsim B. foannis Apostoli, precedidos de un tratado De sensibus Sacrae Scripturae (Lyon 1648). Después de su muerte vio la luz otra obra con el título: Excelencias de la caridad y de otras muchas virtudes (Salamanca 1680), refundición de la que había publicado en Madrid (1667) bajo el título: _,Varios motivos para el buen empleo del amor del ánima fiel. Murió en nov. 1677.
El segundo autor fue Andrés de la Madre de Dios (Andrés San Román), n. en Palencia 1622 (ó 1623). En la Orden explicó Artes y Teología durante varios años y desempeñó diversos cargos de gobierno: rector de Salamanca y prior de Osma, definidor general por Portugal, definidor provincial y Provincial de Castilla (1670-73). Es autor de los t. II, 111 y IV. Este último tomo vio la luz después de la muerte del P. Andrés.
Sebastián de San Joaquín fue el continuador del Curso; n. en Mota del Marqués (Valladolid) en 1672 (ó 1673). Estudió gramática en el Colegio de Villagarcía, regentado por los jesuitas. En la Orden vivió dedicado casi exclusivamente a las tareas de la cátedra. Según una nota manuscrita, fue lector de Moral, de Escritura y de Sagrada Teología durante muchos años. Residía en Salamanca en 1704. Fue nombrado prior de Ávila en 1715, y de Palencia en 1718, muriendo poco después. Es autor del t. V de C. M. S. Dejó compuesto también el t. VI, que preparó para la imprenta el P. Ildefonso de los Ángeles (autor también, como queda dicho, de una parte del t. XII del C. S. dogmático), al que cupo así la tarea de concluir y cerrar la obra.
El t. VII, aunque es posterior, es, como ya se anotó, un apéndice; sus autores fueron José de Jesús María, que n. en Astudillo (Palencia) en fecha incierta (ca. 1680), y m. a los 59 años de edad; y Antonio del Santísimo Sacramento, n. en Peñaranda (Salamanca) en 1707 y m. en 1761; este último se limitó a revisar el texto preparado por el primero y adaptarlo para la imprenta.
Valoración e influjo. El C. M. S. tiene una temática muy amplia, como se ve a través de los títulos de sus 29 tratados. Fue recibido, por lo general, con aplauso, debida a su método didáctico y a que venía a ser una enciclopedia de Teología moral. Ha ejercido amplia influencia en los moralistas posteriores, aunque no aporte muchas teorías personales. Fue obra muy leída y consultada, como lo prueban sus frecuentes reediciones.
Tiene, no obstante, defectos. Su contextura carece en parte de lógica; en especial que hasta el t. V no se explican los principios generales de moralidad, tema que debiera haber sido estudiado en el t. I. Le ha perjudicado además el desarrollo -alteraciones y reformas- sufrido por la ciencia moral en el decurso del tiempo, debido en parte a las nuevas orientaciones dadas por los Papas. Los libros de moral casuista fueron cayendo en desuso, suplantados por otros, más breves, y de más fácil lectura. Por otra parte fue calificado como probabilista e incluso -aunque injustamente- como laxista. Todo eso explica que se viera eclipsado desde la segunda mitad del s. XVIII, aunque tampoco faltan ediciones -resumidas- de fecha posterior.

V. t.: COMPLUTENSES; ESCOLÁSTICA; MODERNA, EDAD III, 5.


ENRIQUE LLAMAS.
 

BIBL.: ENRIQUE DEL S. CORAZÓN (E. LLAMAS), Los salmanticenses, su vida y su obra, Madrid 1955; íD, El Colegio Salmanticense, O.C.D. y la Universidad de Salamanca, «Ephemerides Carmeliticae» 14 (1960) 127-175; Tx. DEMAN, Salamanque, Théologiens de, en DTC 14,1024-34; OTRO MERL, Theologia Salmanticensis..., Regensburg 1947 (fuentes del C.T.S. y ambientación histórica); ENRIQUE DEL SAGRADO CORAZÓN, Problemas de autenticidad en torno al Curso Teológico Salmanticense, «Salmanticensis» (1958) 81-106; ID, Una cuestión preliminar a la edición crítica del Curso Teológico Salmanticense. La autenticidad de la disputa 15 del tratado XIII, ib. 6 (1959) 273-321; ID, Los Salmanticenses y la Inmaculada: su tesis sobre la redención y el débito de la Virgen, ib. 2 (1955) 265-298; MELCHIOR DE S. MARIE, La doctrine des Salmanticenses sur 1'Immaculée Conception, «Ephem. Carmel.» (1956) 149-228; ANTONIO DE M. S. DE LA NEVE, 11 problema de la materniM divina di Maria secondo i Salmanticensi, «Miscelanea Franciscana» (1959) 70-94; ROMÁN DE LA INMACULADA, Epistolario de I. de la Anunciación, el Salmanticense, «Ephem. Carmel.» 12 (1958) 148-95; P. DULAu, La pensée de Suárez et celle des Salmanticenses dans la q. `de ultima resolutione fidei', «Rev. Thomiste» (1926) 517-522; TERESIUS A STA. AGNETE ZIELINSKI, De ultima resolutione actus fidei. Positionum theologorum in luce doctrinae generalis Salmanticensium examen... Roma 1942; ID, De natura fidei theologicae secundum Salmanticenses, «Ephem. Carmel.» 1 (1947) 279-311; F. SÁNCHEz-ARJONA, La certeza de la esperanza cristiana en los teólogos de la escuela de Salamanca, «Scripta Theologica» 1 (1969) 119-146.
 

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991