Predicación. Predicadores

La p. desde los primeros tiempos de la Iglesia es un deber apostólico (munus apostolicum) que compete a los Obispos. El «ministerio de la palabra» (Act 6,2.4) es un encargo especial hecho por Cristo a los Apóstoles (Mt 28,19), que éstos transmiten a sus sucesores; junto a los Obispos (v.) están los presbíteros (v.), que también predican (para todo esto, v. 1, 1-3). En el Conc. IV de Arlés (813) aparece expresamente por primera vez el mandato de que los párrocos prediquen en sus parroquias. A partir del IV Conc. de Letrán (1215) y con la aparición de las órdenes mendicantes la p. popular corre a cargo de los sacerdotes y religiosos; es una época de fecundidad en predicadores. El Conc. de Trento establece normas concretas para la p. y estimula a los predicadores. Se hace a continuación un estudio histórico de los predicadores más destacados.

1. Edad Antigua. a) Tiempos apostólicos. Los predicadores natos de esta éposa son los Apóstoles (v.), a quienes compete por derecho divino «el ministerio de la palabra» (Act 6,2.4). El primer predicador de la Iglesia es S. Pedro (v.), y su primer sermón fue pronunciado la mañana de Pentecostés (Act 2,14-36). Otros sermones famosos suyos son los del templo (Act 3,12-26) y ante el sanedrín (Act 4, 8-31); y un largo sermón -tal vez apócrifo- sobre la cruz, en el momento del martirio (Martyrion thon agion apostolou Petrou). En Acta Iohannis se conservan varios sermones del apóstol S. Juan. Pero, tal vez, el más grande de los predicadores es S. Pablo (v.), el apóstol de las gentes. Entre los Padres Apostólicos, conocemos un sermón atribuido a S. Clemente Romano (v.): la Segunda epístola de Clemente a los Corintios, que es la homilía más antigua de la Iglesia que se ha conservado.
Del s. II nos han llegado referencias de varios sermones predicados por S. Ireneo de Lyon (v.); una homilía de Melitón de Sardes (v.), y referencias de sermones contra los gnósticos de Hegesipo, de estilo sencillo y con la preocupación de transmitir la auténtica tradición apostólica. El orador más dinámico y famoso de este siglo es, sin embargo, Orígenes (v.), que pronuncia homilías casi todos los días.
b) Época patrística. En el s. III encontramos en Roma un ilustre predicador, S. Hipólito Romano (v.): del a. 212 se conserva un sermón sobre La alabanza de nuestro Señor y Salvador, escuchado por Orígenes; se conocen además de él varios sermones sobre el Cantar de los Cantares, y otras homilías. De Pierio (m. después de 309) se conoce una homilía sobre la Vigilia pascual.
Siglo IV: Es siglo de grandes predicadores en la Iglesia. En el periodo posconstantiniano, la homilía supera a todos los demás géneros literarios de la Iglesia. Han llegado a nosotros un número incalculable de sermones de los s. IV y V, gracias a los taquígrafos cristianos. El más grande de los oradores cristianos de esta época -y tal vez de todas- es S. Juan Crisóstomo (v.); la época de más fecundidad de su vida son los años 386-397 en que desempeña el cargo de predicador del obispo Flaviano; se han conservado un buen número de homilías exegéticas, sobre el Génesis, los Salmos, Isaías, Nuevo Testamento, catequesis bautismales, sermones frente a los judíos, para las fiestas litúrgicas, panegíricos, etc. Destacan también: S. Atanasio (v.). S. Basilio (v.), uno de los más brillantes oradores de la antigüedad. An f iloquio de Iconio (ca. 340-394), abogado de Constantinopla y obispo de Iconio; conocemos 8 homilías suyas para las festividades litúrgicas; posee una gran habilidad retórica; utiliza mucho los juegos de palabras y le gusta hacer dialogar a los personajes de la S. E. S. Gregorio Nacianceno (v.), llamado el «Demóstenes cristiano». S. Cirilo de Jerusalén (v.), del que son famosos sus 24 sermones catequéticos predicados ante el Santo Sepulcro entre los a. 348-350, llegados a nosotros a través de las copias taquigráficas de los oyentes. S. Gregorio de Nisa (v.). S. Hilario de Poitiers (v.). S. Ambrosio de Milán (v.), autor de elegantes sermones y de las famosas catequesis mistagógicas (De Mysteriis; De sacramentis), modelo de catequesis sacramental.
Siglo v: Sobresale la gran figura universal de S. Agustín (v.), y los papas S. León I Magno (v.), de quien conocemos 96 sermones, y S. Gregorio Magno (v.), algunos de cuyos sermones los hacía leer a un notario. De esta época son también, entre otros, Asterio de Amasea del Ponto (m. 410), de quien conocemos 14 homilías y panegíricos de mártires, de estilo elegante; y Sinesio de Cirene (370-375, m. d. 413), platónico, obispo de Pentápolis desde 406; han llegado a nosotros dos fragmentos de sermones de carácter pascual.

2. Edad Media. Esta época se puede escindir en dos partes, separadas por el oscuro s. X. En la primera, sobresalen, entre otros, los predicadores misioneros, los monjes evangelizadores de los pueblos germánicos. Aventureros de Dios que recorren extensiones vastísimas de Europa difundiendo el Evangelio entre los bárbaros. Su p. es elemental, a veces ruda; las conversiones son masivas. Suelen consolidar su obra fundando centros monásticos, que sirven de avanzadilla de la Iglesia; desde ellos, se difunde la cultura, la educación social y la enseñanza religiosa. En 1309 el Concilio de 'Limoges tiene que recordar a los obispos y párrocos su obligación de enseñar al pueblo, estableciendo que, al menos, se predique los domingos. Con la aparición de las Cruzadas (v.), surgen en la Iglesia los predicadores penitenciales. Hay otro motivo que estimula a los predicadores en este tiempo: la aparición de los herejes cátaros (v.) y valdenses (v.). Pero la incultura del clero es alarmante; para suplir esta deficiencia, entre otras cosas, nacen las órdenes mendicantes (v. FRANCISCANOS; DOMINICOS). En 1114 el Concilio de Gan tiene que ordenar al clero que los domingos se explique al pueblo la Epístola y el Evangelio, o al menos, el Credo y el Padrenuestro. Para ayudar a los pastores, hacen su aparición los libros de Sermonarios (v.) y colecciones de Ejemplarios y libros de Apólogos. Se hacen ediciones de las homilías de los Santos Padres y tratados de oratoria sagrada. Para educar al pueblo sencillo y darle a conocer la Biblia de un modo plástico se comienza a hacer un tipo de predicación por medio derepresentaciones escénicas y de dramatización de la Liturgia.
a) Predicadores-evangelizadores. Las grandes figuras de esta época son: S. Agustín de Canterbury (v.), apóstol de Inglaterra; S. Columbano (v.), apóstol de Centroeuropa, y S. Bonifacio (v.), que recorre toda Europa predicando. Junto a ellos, conviene destacar, entre otros: en Alemania, S. Ruperto (m. 716) y S. Corbiniano (m. 730); en Suiza, S. Fridolin (m. 538) y S. Gall (m. 645), fundador del monasterio que lleva su nombre y que se convirtió en un centro de espiritualidad y cultura durante toda la Baja Edad Media. En los Países Bajos: S. Amando (m. 676) y S. Eloy (m. 660); entre los francos, S. Kliano (m. 689) y S. Pirminio o Pimenio. Y las grandes figuras del irlandés S. Willibrordo (v.) y S. Bonifacio (v.), apóstoles esforzados de los pueblos germánicos (v. MONJES IRLANDESES). Mientras tanto, los santos Cirilo (v.) y Metodio (v.) ejercen su ministerio en pro de los pueblos orientales.
b) Predicadores de la época de las Cruzadas (v.). Ante todos, S. Bernardo (v.). Y junto a él: Roberto de Arbrisel, Norberto de Xanten, Fulco de Neuilly, Jacobo de Vitry, Conrado de Halberstadt, Martín de León, etc.
c) Teorizantes de la oratoria sagrada. Destacamos tres autores: Guillermo de Nogent con su obra Liber quo ordine sermo fieri debeat; Alain de Lille, autor de Summa de arte praedicatoris; y Humbert de Romans, que escribe De eruditione praedicatorum. Junto a ellos, los autores de ejemplarios: Jacobo de Vitry y Etienne de Besancon.
d) Los mendicantes. S. Domingo de Guzmán (v.), S. Francisco de Asís (v.), S. Antonio de Padua (v.), S. Felipe Benizzi, David de Augsbourg y Bertold de Ratisbona.

3. Los predicadores populares. La oratoria «persuasiva» (s. XIV-XVI). El ansia de reforma que cunde cada vez más en la Iglesia marca una impronta inconfundible en el estilo oratorio de esta época. Podemos detectar dos corrientes entre los predicadores: un estilo popular, fogoso, tremendista, poco académico, en ocasiones apocalíptico, y, en otro plano, el sermón universitario. El estilo popular, sin embargo, predomina y llega a marcar la característica más acusada de esta época, que es indiscutiblemente fecunda en predicadores. Hay que considerar, sin duda, como propulsor de este sistema al ardiente dominico valenciano S. Vicente Ferrer (v.). Su característica más acusada es el nomadismo y el estar en contacto constante con el pueblo sencillo; su tema central es la reforma, la conversión. Los predicadores anatematizan y fustigan la corrupción de costumbres con los colores más vivos y pintorescos. Suelen ir acompañados de un séquito heterogéneo: los confesores, los «penitentes» y los incondicionales. Su lenguaje es popular -a veces vulgar-, irónico, pintoresco, libre; la forma oratoria en ocasiones se hace rebuscada, plagada de retruécanos y rimas, caprichosa; la aplicación de los textos bíblicos a veces retorcida. Los frutos suelen ser ruidosos: conversiones en masa, penitencias públicas, actos de reconciliación, fundaciones benéficas; su paso deja el recuerdo de un profeta de Dios. Los predicadores más destacados de esta época son:a) Italia: S. Bernardino de Siena (v.). S. Juan Capistrano (v.). Beato Simón Fidati di Cascia (n. ca. 1278-95, m. 1348), agustino, de vida austera; como predicador, fustiga los vicios de la Italia del trecento; autor espiritual fecundo y fácil; sus obras son: De gestis Salvatoris, 15 libros, De Christiana Doctrina, De disciplina Spiritualium y su Epistolario; Müller ha creído ver en él una fuente de inspiración para Lutero. Beato Bonaventura da Forli (TornieIli) (1410-91), servita (v.), predicador popular lleno de fuego y de imaginación; son famosos sus sermones en Venecia y en Perusa, en tiempos de peste (1476); en 1482 es nombrado Procurador General dé su Orden y Sixto IV le concede la facultad de predicar passim et ubique en calidad de predicador apostólico. Agustino Oliva da Sassoferrato, (1417-73), agustino, famoso por su labor pacificadora (se le llamó «Ángel de la Paz»); desempeña diversas Legaciones Pontificias; Pío II le nombra Vicario General de su Orden (1459) y le crea Cardenal (1460); autor de varias obras: De Christi ortu Sermones, Orationes, etc. Venturino de Bérgamo (1304-46), dominico, que predica la paz entre güelfos y gibelinos; organiza una peregrinación penitencial a Roma en que participan 30.000 hombres; predica una Cruzada contra los turcos y muere enfermo y agotado en Esmirna; en Bérgamo se le venera como beato. Leonardo Dati (1360-1425), dominico; asiste al Concilio de Constanza; la República Veneciana le envía en diversas ocasiones como embajador; el papa Martín V le nombra Maestro General de su Orden para evitar el cisma; escribe: Sermones quadragesimales (Lyon 1513), Sermones de flagellis peccatorum festinanter converti nolentium (Lyon 1518). Leonardo da Udine (m. 1469), célebre predicador dominico, Rector del Colegio de Bolonia y Provincial de Lombardía; es famosa su obra Sermones aurei de sanctis (Colonia 1473). Gabriel Barletta (m. 1845), uno de los más destacados ejemplares de la oratoria burlescsa; estilo fantasioso, popular, chocarrero, esmaltado de ejemplos picarescos (se hizo proverbial la frase: «Nescit praedicare, qui nescit barletare»); Vaucluse y Étienne compilaron una antología de sermones e historietas de su repertorio en Apología de Herodoto. Roberto Caraccioli (1425-95), franciscano; Sixto V le nombró sucesivamente obispo de Aquino y Lecce; escribió: De hominis formatione (Nüremberg 1470), De morte (Venecia 1475), Speculum fidei christianae (Venecia 1555); sus Obras Completas (Venecia 1490). Jerónimo Savonarola (v.). Beato Bernardino de Feltre (v.). S. Jacobo de la Marca (1393-1476), franciscano; es conocida su acción en Rieti en pro de la paz; en Bosnia fue predicador, inquisidor y rector; luchó incansablemente por convertir a los «patarinos»; como predicador apostólico, trabajó entre los bogomilas; ejerció igualmente una gran actividad intelectual. S. Alberto da Sarziano (Berdini) (m. 1450), franciscano observante, llamado el «rey de los oradores»; de vasta cultura clásica; predicador apostólico en el Capítulo General de Bolonia (1431); Comisario Apostólico en India, Etiopía, Egipto y Jerusalén; Ministro Provincial de Venecia de la Observancia. Beato Gabriel de Peschiera (m. 1485). Antonio de Vercelli (m. 1483). Antonio de Bitonto y otros.
b) Francia: Juan Gerson (v.) es la figura más significativa de esta época; se ha llamado al s. XV «el siglo de Gerson»; sus 56 sermones son el modelo más perfecto de la oratoria popular persuasiva. Tomás Conecte (Coette) (m. 1434), carmelita; clama contra los desórdenes del clero y el lujo de las mujeres; en Roma lanza sus diatribas contra la Corte Pontificia; sus sermones son largos y pesados, pero aguantados estoicamente por auditorios de 10 a 20.000 personas; como hereje fue quemado públicamente en la hoguera. Alano de la Roche (1428-75), dominico, propagador del Santo Rosario; es probablemente el que determinó que se rezasen 50 avemarías en cada parte del Rosario (v.); fundador y propulsor de las Cofradías y Asociaciones del Rosario; casi todas sus obras tratan de esta devoción; la tradición le ha atribuido el título de Beato. En torno a Santa Juana de Arco (v.) merodeanvarios predicadores, comprometidos en cuestiones políticas: Fray Richard, propagador de la devoción al Nombre de Jesús; toma partido por la familia de los armagnacs y favorece a Juana de Arco; predicador de estilo áspero y libre. Étienne de Gan, fraile menor; se vio complicado en las peleas entre la Universidad y el Capitolio de Toulouse. Otro comprometido es Noirofle, franciscano; predicador popular, que mezcla las cuestiones políticas con los intereses religiosos. Olivier Maillard (1430-1502), franciscano, que predica en Francia, Flandes, Alemania y España; Vicario General de la Orden, confesor del rey Carlos VII; varias veces Legado del Papa; sus sermones son un documento de interés para conocer las costumbres de época; su estilo es expresivo, vivo, realista y crudo, aunque escribe en latín macarrónico y pedregoso. Jean Raulin (1443-1515), benedictino, Doctor de la Sorbona y predicador; toma el hábito en Cluny; reformador de los monasterios de la Orden; sus sermones están esmaltados de historietas populares, que han inspirado alguna fábula de La Fontaine y algunas escenas de Gargantúa y Pantagruel de Rabelais; sus Obras completas, 6 vol., en Amberes 1612.
c) Inglaterra: País menos fecundo en comparación con el resto de Europa. Entre los más famosos, se cuentan: John Wiclef (v.), que cayó en la herejía. Bromyard, dominico, autor de Summa praedicantium; sus sermones resultan una fuente interesante para conocer las costumbres de Inglaterra de fines del s. XIV. John Brinton (137389), obispo de Rochester, predicador sencillo, popular; nos ha quedado en él un cuaderno de notas con esquemas de sermones, publicado por Devlin. Melton, franciscano, que suele ir acompañado por otro franciscano, Philip; el estilo de ambos es fantasioso, sencillo, libre; en 1427, Melton es acusado de excitar al pueblo sencillo «con palabras incircuncisas». John Colet (1466-1519), deán de S. Pablo de Londres; viajó por Italia y escandalizado de la corte de Alejandro VI, insistía en vivir con pureza el evangelio. John,Waldeby, ermitaño de S. Agustín, autor de varias Homilías sobre el Credo y explicaciones del Padrenuestro y Avemaría. Scrope, carmelita, que predica en la diócesis de Leicester anunciando la nueva Jerusalén; declama sus sermones en las capillas de hospitales y cementerios.
d) Países Germánicos: Johannes Brugman, franciscano observante de Kempen (Países Bajos), predicador elocuente y escritor fecundo; en su tiempo se decía: «Hablas como Brugman»; millares de personas acudían a escucharle. Johannes Geiler von Kaiserberg (1477-1510), alemán-alsaciano, predicador austero, mordaz, rudo, violento y humorista; en 1500 organiza una serie de sermones sobre la Peregrinación cristiana a la Ciudad Eterna, destinados a los que no podían ir a Roma a ganar el Jubileo. Johannes Standonk (1450-1504); en 1483 se le encomienda la dirección del Colegio de Montaigu, en el que funda la Domus pauperum; predicador popular, censor e intransigente. Konrad de Prusia, fervoroso predicador popular; en 1389 reforma el convento de Colmar. El maestro Eckart (v.), Johannes Taulero (v.), Johannes Nider (m. 1438), Johannes Herolt (m. 1468), todos ellos dominicos. Los franciscanos Johannes Minden (m. 1413) y Johannes Werdem (m. 1437); los hermanos de la Vida Común: Johannes von Veghe (m. 1504) y Gerhard Groot (v.). Esteban Fridolin (m. 1498); Teodorico Coelde (m. 1515); Gabriel Biel (m. 1495), que fue nominalista (v.); y el húngaro Pelbart de Temesvar (m. 1500).
e) España: S. Vicente Ferrer (v.). Fray Alonso de la Espina (m. 1496), franciscano, confesor de los reyes Juan II y Enrique IV; oye en confesión general al condestable D. Alvaro de Luna; predica frente a los errores judíos; propugna en Castilla la Cruzada contra los moros; escribió Fortalitium Fidei; Inocencio VIII le confiere el obispado titular de Termópilas; muere en Palencia. Franciscanos: Ramón Llull (v.); Álvaro Pelayo (1275-1349); Juan Gimeno (m. 1420), autor de Homiliae et sermones multiplices pro universas anni diebus (ms. Bibl. Montesion, Palma de Mallorca). El Infante D. Pedro de Aragón (1304-81), hija de Jaime I I de Aragón, que después de una vida agitada en la corte, toma el hábito franciscano; es autor de varias Epístolas, Poemas y Sermones (Bibl. Vaticana). Carmelitas: Francisco Bacó (m. 1373), llamado en París «el Doctor sublime»; en Gerona tomó el hábito carmelita; procurador de la Orden y Provincial de Cataluña; autor de Repertorium praedicantium, magnum et insigne opus y Sermones plures ad populum. Juan Ballester (Ballistarius) (1306-74), Catedrático de Teología de la Sorbona. predicador culto y escolástico; suele ser confundido con su homónimo -también carmelita y predicador- Juan de la Madre de Dios Ballester (1540-1606), Provincial de Aragón, autor de Sobre los Cantares (3 vol.) y Sermones. Entre los predicadores, se cuentan los tres conversos burgaleses: ABn o Alfonso de Valladolid («El Burgalés») (1270-1346), rabino, profesor de medicina, y, después de converso, autor de varias obras de exégesis; Alfonso de Cartagena (o Alfonso de Santa María) (1384-1456) y su padre, Pablo de Santa María (m. 1435), ambos obispos de Cartagena. Finalmente, Pedro Martín (m. 1425), autor de un libro de Sermones. Merece igualmente incluirse en el catálogo, aunque no es español, Matteo d'Agrigento, franciscano observante, siciliano; en 1427 y 1430 predica en Cataluña a instancias del rey; en Barcelona, Valencia, Vich entusiasma a las multitudes que le siguen a millares; clama contra el lujo y la vanidad; es un gran pacifista.

4. Siglos XVI-XX: del «gerundismo» a la homilética actual. a) Siglo XVI. Como introducción de esta última época, citamos un breve elenco de ilustres predicadores españoles que llenan todo el s. xvi, época de oro de la oratoria hispana y que preparan el terreno para el estilo de predicación sagrada que va a imperar durante bastante tiempo: fray Dionisio Vázquez (1479-1539); S. Tomás de Villanueva (v.); S. f uan de Ávila (v.); Beato Alfonso de Orozco (v.); fray Pedro Malón de Chaide (v.); S. Juan de la Cruz (v.); S. Francisco de Borja (v.); Alfonso Salmerón (v.); Diego Laínez (v.); Alonso de Cabrera (v.); Jerónimo Lanuza (1553-1625); fray Luis de Granada (v.); Ambrosio Montesinos (m. 1513); Francisco de Osuna (v.); S. Pedro de Alcántara (v.); fray Diego de Estella (15241578). Todos ellos figuras de primera magnitud en la oratoria sagrada.
b) En el siglo XVII España pasa la antorcha a Francia, donde se da una pléyade de grandes predicadores, patrocinados por Luis XIV: J. B. Bossuet (v.); Bourdaloue (v.); Fénelon (v.); Flechier (1632-1710); Massillon (1663-1742). Junto a ellos, Grignon de Montfort (v.); P. Jean Lejeune (1592-1672), oratoriano, nacido en Poligni; predicador elocuente; escribe: Sermons, 10 vol. (Toulouse 1662); el Beato Claudio de La Colombiére (v.), director espiritual de S. Margarita María de Alacoque, gran propagador de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús; Julien Manoir y otros.
En Italia, en esta misma época, destaca, sobre todos, el P. Paolo Segneri (v.), orador fogoso, luchador infatigable contra los errores de Molinos (v.). Leonardo de Puerto Mauricio (1676-1751), predicador popular, al estilode los siglos anteriores, que durante 44 años recorre la Toscana, consiguiendo por doquier éxitos apostólicos. S. Francisco de Jerónimo (1642-1716), misionero popular, que desarrolla su apostolado en la región de Nápoles, logrando incontables conversiones. El Beato Antonio Baldinucci, jesuita, n. en Florencia el 19 jul. 1665 y m. en Pofi (diócesis de Veroli) el 7 nov. 1717; recorre las regiones de Viterbo y Frascati dando misiones; su predicación es sencilla, incisiva, dramática, le gusta dialogar con el pueblo; de salud precaria, muere agotado en pleno trabajo apostólico; sus cartas espirituales han sido publicadas en Prato 1899; queda de él un interesante Diario (Diari), inédito, de sus misiones.
En España destacan dos jesuitas: el P. Tirso González de Santalla, n. en Arganza (León) en 1624 y m. 1705, elocuente predicador y celoso misionero que recorre casi toda España; al fin de su vida es elegido Prepósito General de la Compañía de Jesús, cargo que desempeña durante 19 años; se han publicado numerosas obras suyas de teología y queda un buen número de manuscritos inéditos de notable interés. Y 'el P. Pedro de Calatayud, elocuente orador sagrado; su celo apostólico y su vida ejemplar hicieron que se introdujese su causa de beatificación en Roma a fines del s. xviii; escribió El Magisterio de la fe y la razón (Madrid 1761). En Alemania destacan los capuchinos fray Procopio de Templim y Martin de Cochem, apóstol de las regiones del Rhin y el Mosela.
c) Siglo XVIII. En España empieza a imperar un nuevo estilo oratorio: gongorista, culterano, preciosista, que en manos de los predicadores de menos talla se convierte en el ridículo «gerundismo», satirizado por el P. Isla, como diremos. Felizmente, quedan aún oradores incontaminados, pero el estilo amenaza a convertirse en epidémico. Su introductor es el trinitario español fray Hortensio Félix Paravicino y Arteaga (1580-1633). Se da a conocer como orador en 1605, cuando el rey Felipe III visita la Univ. de Salamanca, de la que él es catedrático; se convierte pronto en uno de los más eminentes predicadores de Castilla, y el rey le nombra predicador suyo; mientras, desempeña diversos cargos en su Orden: Provincial de Castilla, Visitador de Andalucía, Definidor General. En su oratoria se deja ganar por el gongorismo: sus sermones están llenos de bellezas, de sutilezas y de defectos; a la muerte de Felipe III predica un «panegírico funeral» que se ha hecho famoso. Escribe numerosas obras de teología, historia, poesía, sermones; entre ellas: Epitafios o elogios fúnebres a Felipe III «el Piadoso» (Madrid 1625), Oraciones evangélicas para los días de Cuaresma, etc. (Madrid 1638), Oraciones evangélicas y panegíricos fúnebres (Madrid 1641). Sus imitadores del s. XVIII -de menos talla que él- caen en un absurdo alambicamiento y efectismo de mal gusto, que desata la indignación del jesuita P. José Francisco de Isla (170381), que escribe una célebre sátira contra ellos, titulada Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas (Madrid 1758), prohibida por la Inquisición en 1760; él mismo es un predicador elocuente, no exento, a veces, de los defectos que ironiza en los otros. De un estilo diametralmente distinto es el capuchino fray Diego José de Cádiz (v.).
En Alemania: S. Clemente María Hofbauer, redentorista (1751-1820), defiende con tesón a la Iglesia de los ataques de los protestantes; Werner afirmaba: «Sólo conozco tres personajes de energía: Napoleón, Goethe y Hofbauer»; difunde su Congregación en el norte de Europa; al fin de su vida ejerce su apostolado en Viena, con tal celo que ha llegado a llamársele Apóstol de Viena.
d) Siglos XIX y XX. En Francia encontramos a Henri Dominique Lacordaire (v.); a los predicadores de los retiros cuaresmales de la catedral de Notre-Dame de París, entre ellos Jacques Marie Louis Monsabré (v.); al P. Sertillanges (v.), dominico, gran predicador, con un gran dominio de la técnica oratoria, que escribe, entre otras obras, El Orador Cristiano. Tratado de Predicación, uno de los mejores tratados de oratoria sagrada de estos últimos tiempos.
En España S. Antonio María Claret (v.); P. Ramón Sarabia (1875-1958), redentorista, se calcula que predicó 50.000 sermones y 400 misiones, recorriendo toda la geografía española. Entre los prelados destacan: Antolín López Peláez (1866-1918), el card. Benlloch, el card. Isidro Gomá (v.), mons. Eijo y Garay, mons. Narciso Esténaga, mons. Pildain. Entre los canónigos magistrales: Calpena, Camarasa, Castro Albarrán, Polo Benito, entre otros. De los religiosos: P. Laburu, jesuita; Royo Marín, dominico; Rafael Alcocer, benedictino.
Los prelados hispanoamericanos: mons. Ramón Ángel jara (1842-1917), chileno, obispo de La Serena; mons. Franceschi, argentino; y mons. Miguel d'Andrea, obispo titular de Temnos. Además, en Italia, el P. Ricardo Lombardi, predicador del movimiento «por un mundo mejor», lanzado a esta campaña por Pío XII. Otro de los predicadores del s. xx es el card. J. Cardijn (v.), fundador de la J.O.C., promoviendo los movimientos apostólicos en los medios obreros. Intensa y eficaz es la p. de mons. J. Escrivá de Balaguer (v.), fundador del Opus Dei (v.), potente fermento de espiritualidad laical, cuyas homilías de profundo contenido ascético y litúrgico, con amplia base bíblica, patrística y teológica, uniendo el Evangelio y la vida ordinaria con gran calidad literaria, han alcanzado notable difusión (cfr. Es Cristo que pasa, Homilías, I, 7 ed. Madrid 1973).
Con los modernos medios de difusión, la oratoria sagrada cuenta con nuevos elementos eficaces y de gran alcance. La radio, la televisión y el cine son incorporados al apostolado por oradores y predicadores del s. xx. Las charlas radiofónicas del P. Venancio Marcos o las homilías dominicales del P. Pedro María Yraolagoitia y otros programas y espacios en las ondas representan un nuevo sistema de p. y configuran un estilo de oratoria directo, ameno, insinuante de acuerdo con la psicología de la actual sociedad. En la Televisión española han hecho una apreciable labor mons. Marcelo González y mons. Guerra Campos, así como Jesús Urteaga, S. Muñoz Iglesias, el P. Sobrino, A. García Dorronsoro, etc. Uno de los qué han utilizado con más generosidad estos medios modernos de difusión es mons. Fulton Sheen (v.), el apóstol de la televisión norteamericana. El P. Patrick Peyton (v.), por su parte, ha utilizado las pantallas del cinematógrafo, y ha realizado una gran campaña en pro de la devoción al Santo Rosario. Entre los oradores y predicadores de estos últimos tiempos, no se pueden preterir los nombres de los pontífices Pío XII (cfr. Discursos y radiomensajes, Madrid 1946 ss.) y Paulo VI (cfr. Enseñanzas al Pueblo de Dios, Madrid 1969 ss.), a cuya palabra los medios modernos de comunicación han prestado también prolongado eco.
El Conc. Vaticano II ha promovido e intensificado la p. y la homilía. Se puede decir que se ha abandonado el sistema oratorio de tipo grandilocuente para entrar en las vías de una p. más viva, directa y concisa, de inspiración bíblica y litúrgica. Se vuelve más al estilo de la época patrística, a una oratoria que se presta menos a desplegar las dotes parlamentarias y persuasivas de lospastores, pero quizá más realista, que ha de ser más sobrenatural y a la vez más de acuerdo con la psicología y condiciones de vida del hombre de la calle.

V. t.: ORATORIA.


CARLOS M. LÓPEZ.
 

BIBL.: Edad Antigua: A. M. SALONIUS, Martyrium beati Petri apostoli a Lino episcopo conscriptum, Helsingfors 1929; TH. ZAHN, Acta lohannis, Erlangen 1880; P. NAUTIN, Homélies pascales l: Une Homélie inspirée du traité sur la Páque d'Hippolyte, París 1950; W. HENGSBERG, De ornatu rethorico, quem Basilium Magnus in diversis homiliarum generibus adhibuit, Bonn 1957; F. OGARA, Homilías selectas de S. Juan Crisóstomo, 3 vol. Madrid 1905; M. CALVo, Homilías de S. Juan Crisóstomo, Barcelona 1906; J. QUASTEN, Patrología, 2 vol. Madrid 1961.
 

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991