PEDRO REGALADO, SAN


Religioso franciscano del s. XV, de la Reforma conventual de Castilla del que se nos han conservado más relatos de sus milagros que noticias biográficas. Su importancia histórica radica en ser uno de los principales representantes de la reforma franciscana en España, durante la época de decadencia de la vida religiosa de finales de la Edad Media.
      La Reforma franciscana. Como casi todas las de los religiosos de Castilla y Aragón, fue una reacción contra la corrupción de costumbres en el pueblo cristiano y contra la vida y cultura aseglaradas del clero. Cuatro franciscanos realizaron la reforma: Pedro de Villacreces, Pedro Santoya, Lope de Salinas y Pedro Regalado. Sólo los Conventuales franciscanos reformados llegaron a tener en la cuenca del Duero más de veinte conventos, entre los que destacaron dos: el Abrojo y la Domus Dei de La Aguilera. A Pedro Díaz de Villacreces, el verdadero iniciador de la obra de la reforma, le resultó de gran utilidad la ayuda de su hermano Juan, que fue primeramente abad comendatario de Husillos, y más adelante canónigo y obispo de Calahorra y de Burgos sucesivamente (1382-1407). Pedro, alumno de las Universidades de Salamanca, Tolosa y París, doctor en Teología, representante de Castilla en el Conc. de Constanza (v.) del 1411, llevó allí el plan de reforma de los franciscanos que fue aprobado por el recién elegido papa Martín V. Para ejecutar este plan, contó con la ayuda inapreciable de P. R. que con el prestigio de sus virtudes y la fama de sus éxtasis y milagros, dotó a la reforma del ambiente de santidad necesario para la plena consecución de sus fines. Temas centrales de la espiritualidad de P. R. que comunicó a la obra de la reforma convencional, fueron la severidad del canto litúrgico, la práctica del Oficio parvo de la Virgen, el de la Cruz y del Espíritu Santo y la oración por los difuntos. Igualmente, la continua meditación, la vida de comunidad en el retiro absoluto del convento, la probreza absoluta de las casas y de los individuos, la mortificación corporal y el trabajo manual y evangelización de los pueblos fueron los ejemplos que dieron los frailes franciscanos conventuales reformados por Villacreces, Salinas y P. R. (v. FRANCISCANOS I, 1).
      Datos biográficos.P. R.n. enValladolid en1390, «de padres acomodados, cristianos, más dispenseros y limosneros que propietarios de riquezas». Pedro de Regalado y María de la Costanilla entregaron su hijo a fr. Pedro Villacreces a los trece años para el convento de San Francisco, y poco después de su entrada fue trasladado a La Aguilera, después del año 1405. No se conoce el año en que fue trasladado al Abrojo; en este convento y en La Aguilera hizo de sacristán, enfermero, portero, refitolero y limosnero; siendo ya sacerdote, se le designó para maestro de novicios; luego, durante doce años, fue vicario en el Abrojo, y durante cuatro en La Aguilera. Sus éxtasis eran ya entonces famosos, y el obispo de Burgos acudía frecuentemente al convento para verle; afirmaban las crónicas de la Orden que el prelado gritaba al encontrarle: «Mirad, hermanos, que se quema el convento con el fuego que enciende el guardián abrasado en amores». Tales muestras externas de santidad contribuyeron mucho al alto nivel que la vida religiosa alcanzó entre los conventuales, constituyendo la principal aportación de P. R. a la difícil tarea de espiritualizar de nuevo la práctica de la vocación entre los religiosos españoles.
      P. R. m. el 30 mar. 1456; las crónicas afirman que fue asistido en su muerte por los obispos de Osma y Palencia separadamente, mediante un milagro de bilocación del santo, similar a los que se atribuyen a otros santos de diferentes épocas.
      Culto. Empezaron a tributárselo lbs Reyes Católicos, los nobles y todo el pueblo cristiano venerándole como a santo, porque sus milagros eran continuos y continuas las peregrinaciones a su sepulcro en la iglesia de La Aguilera; el promotor de su beatificación fue el P. Antonio Deza, procurador en Roma, en el s. XVII, de su Congregación. Éste animó al obispo de Osma a realizar las primeras informaciones y en 1630 la Santa Sede aprobó sus heroicas virtudes proclamándose Venerable. Cuarenta años más tarde le beatificó el papa Inocencio XI el 17 ag. 1783, permitiendo su culto en las diócesis de Valladolid, Osma y Palencia. Los monarcas Felipe V y su esposa Isabel de Farnesio promovieron con mucho empeño su canonización, por los favores que les había otorgado repetidas veces; el 29 jun. 1746 fue colocado en el catálogo de los Santos juntamente con S. Camilo de Lelis y S. Félix de Sigmaringa. Aunque su cuerpo se conservó casi incorrupto varios siglos, hoy sólo se guardan en una urna sus cenizas en el templo de La Aguilera, centro de peregrinaciones muy concurrido; pero hay reliquias en Valladolid, Osma, Segovia, Oviedo y otras catedrales, llevadas allí por la devoción popular en los años que siguieron a su canonización.
     
     

BIBL.: Acta Sant. Martii, II1,853-73; L. DE CLARY, Aureola Serafica, II, Quaracchi 1898, 182-95; Fr. Luis CARRIÓN, Historia Documentada del Convento Domus Dei de La Aguilera, Madrid 1930; A. CHIAPPINI, Pietro Regalato, en Bibl. .Sanct. 10,861-64.

 

A. RUIZ GUTIÉRREZ.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991