PEDRO CRISÓLOGO, SAN


Arzobispo de Rávena. N. ca 380 y m. entre 449 y 458. De él se conocen unos 170 sermones, que le valieron el ser llamado Crisólogo, palabra de oro.
      Vida. Existen dos fuentes principales de información. La más directa y fidedigna la constituye su sermonario; en efecto, en algunos sermones el santo aporta detalles autobiográficos. Las alusiones personales son de todos modos raras y a menudo poco precisas. Existe además la tradición recogida por Andrés Agnelo en el Liber Pontificalis Ecclesiae Ravennatis, obra escrita en la primera mitad del s. IX, cuatro siglos después de la muerte del santo; fuente a menudo dudosa por cuanto, si bien saca muchas de sus informaciones de los mismos sermones del Crisólogo, comete errores ciertos: confunde los diversos obispos homónimos de la sede de Rávena y desdobla la figura de P.
      Ya Agnelo se sirvió del sermón 165 como fuente de información acerca de la patria de P. -Imola-, y de su educador, el obispo Cornelio de la misma ciudad. Según el Liber Pont. Eccl. Ravennatis, P. fue el primer obispo no oriental que ocupó la sede de Rávena, en aquel momento (desde el a. 404) residencia del emperador de Occidente. Si el sermón 136, en honor del obispo Adelfo, lleva a pensar que P. era un simple obispo, en el sermón 175 se expresa ya como obispo metropolita en virtud del «edicto del príncipe cristiano» -el emperador Valentiniano III-, y por «decreto del bienaventurado Pedro» -el papa Celestino I-; la nominación de Rávena como sede metropolitana es reciente, como lo deja entrever la oposición manifiesta de algún obispo, que P. no puede dejar de lamentar. P., metropolitano de la sede imperial, predica en la corte, ante Gala Placidia y sus hijos. En 431 Teodoreto de Ciro (v.) y otros teólogos orientales, en su polémica con Cirilo de Alejandría (v.), descontentos de los resultados del Conc. de Éfeso, se dirigen en busca de apoyo a los obispos de Roma, Milán, Aquileya y Rávena: es decir, a las metrópolis eclesiásticas italianas. Más tarde, Eutiques (v.), en vísperas del Conc. de Calcedonia, al verse impugnado acausa de las doctrinas cristológicas defendidas por él, intentó ganarse la amistad de los obispos más influyentes de Occidente, entre ellos el obispo de Rávena. P. escribe su respuesta a la carta de Eutiques a inicios del a. 449. La carta a Eutiques constituye la última referencia cronológica cierta de la vida de P. En 458, el papa S. León Magno se dirige al obispo de Rávena, que en aquel momento se llama Neón. La muerte de P. ocurrió seguramente el 3 dic. 450; fue sepultado en su ciudad natal, Imola, junto al mártir S. Casiano.
      Los «Sermones». La fama de P. C. logró atravesar las fronteras locales y pasó a la posteridad debido casi exclusivamente a sus sermones. Parece cierto que él mismo editó sus sermones en pequeños volúmenes, por orden cronológico, es decir, a medida que los pronunció y que los redactó definitivamente. Ca. 710, un obispo de Rávena, Félix, reunió los sermones conservados en los archivos episcopales que se atribuían al santo. Esta colección, llamada feliciana, presenta 176 sermones (v. bibl.). El erudito Dom Alejandro Olivar (o. c. en bibl.) considera no auténticos los sermones 53, 107, 119, 129, 135, 138, 149 y 159 de la colección feliciana. En cambio acepta como sermones genuinos de P. otros 15 que no forman parte de la citada colección, y que ya desde la segunda mitad del s. vi (S. Gregorio Magno en el a. 600, p. ej.), fueron, en su mayoría, atribuidos a Severiano de Gábala. Los argumentos que llevan al autor a rechazar la autenticidad de unos y a probar la paternidad literaria de P. sobre otros, se basan en la tradición manuscrita y en la crítica interna de los textos ciertos, tarea relativamente fácil, habida cuenta del estilo muy personal del obispo de Rávena.
      El estilo de P. es retórico y académico, no sin alguna afectación y rebuscamiento. Su lenguaje es muy figurativo. Usa del juego de palabras, del pleonasmo y del cursus o ritmo en la frase. Juega libremente, e incluso de modo muy artificial, con los personajes y las expresiones de la Biblia. Todo ello, sin embargo, no impide que en ciertos momentos se presente sensible, devoto y conmovedor. Los sermones son en su mayoría homilías sobre fragmentos evangélicos; algunos son comentarios a salmos o a textos paulinos; siete explican el símbolo de la fe, otros siete la oración dominical; el sermonario contiene asimismo panegíricos en honor de S. Juan Bautista, S. Apolinar, S. Cipriano, S. Felicidad y S. Lorenzo, y en alabanza a la Virgen Madre de Dios; algunos sermones tienen carácter penitencial; otros, finalmente, fueron pronunciados en ocasión de alguna festividad litúrgica, en la consagración de un obispo o en alguna otra circunstancia. Son por regla general cortos P. era partidario de la brevedad en las homilías; un cuarto de hora es ya bastante (cfr. sermones 112 y 132); en determinadas circunstancias, en el momento de los calores más fuertes, por ej., prefería no predicar (cfr. sermón 51).
      P. no es un teólogo propiamente dicho, sino un pastor. Vive en la época de las luchas cristológicas, y ello se deja traslucir en las consideraciones soteriológicas y eclesiológicas frecuentes en sus homilías. En las respuestas a las cuestiones teológicas discutidas que le son planteadas, hace hincapié en la obediencia y sumisión al papa de Roma. Insiste asimismo con alguna frecuencia en la doctrina de la gracia y en la teología de los ángeles. Presta particular atención a María. En sus consideraciones sobre la caridad, la limosna, el ayuno, el pecado, se muestra psicólogo y moralista perspicaz.
      Doctor de la Iglesia. En 1698 fueron trasladadas las reliquias de San P. del lugar donde fue enterrado al morir, el Castrum Sancti Cassiani, a la Catedral de Imola. En esta ocasión se suscitó una oleada de devoción al santo. El papa Benedicto XIII lo declaró en 1729 Doctor de la Iglesia y extendió su culto a toda la Iglesia. Se celebra su fiesta el 30 de julio (hasta 1969 el 4 de diciembre).
     
     

BIBL.: Colección feliciana, en PL 52,183. Para los otros sermones, v. la obra de A. OLIVAR citada más abajo. Se está preparando la edición crítica en el Corpus Christianorum. AGNELLUS, Liber Pont. Eccl. Raven., en MGH, Script. Rer. Longob., 310315; A. TESTI RASPONI, Codex Pontifiealis EccL Raven., 1, 7076; 138-154; A. OLIVAR, Los sermones de S. Pedro Crisólogo. Estudio crítico, Montserrat 1962; íD, Pietro Crisologo, en Bibl. Sanct. 10,685-91.

 

R. CIVIL DESVEUS.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991