NOÉ
A este personaje prehistórico, nuevo padre de la humanidad, la Biblia le da el
nombre de Noah=consolador, relacionándolo con la raíz niham (forma piel,
yénahúmenit, 5,29), consolar, aludiendo a que N. fue el inventor de la viña y
del vino (Gen 9,20-27). Se le hace derivar también de la raíz nuah, en el
sentido de descansar (los Setenta, dianapausei; hebreo yenihenú =nos hará
descansar). En el Apocalipsis de Noé, que forma parte del libro de Henoc (v.),
se hace derivar de nuah, en el sentido de «lo que queda o resta» (cfr. Eccli
44,16-18). La primera noticia que tenemos de N. nos la da la tradición yahwista,
aunque por razones metodológicas y didácticas, el compilador último del Génesis
la haya desplazado a un contexto sacerdotal (Gen 5,28-29), en donde se dice:
«Vivió Lamec 180 años, y engendró un hijo, y le dio el nombre de Noé diciendo:
Éste nos consolará (hebreo yénahúmenú) de nuestro trabajo y de la fatiga de
nuestras manos a causa del suelo que Yahwéh maldijo». La mención de Yahwéh y la
alusión al relato yahwista de Gen 3,17-18, demuestran el origen del mencionado
texto. Quizá en el documento yahwista (Gen cap. 4) se mencionaba a N. entre los
descendientes de Set (v.) por Enós; pero el autor final quitó el nombrede N. de
su emplazamiento primitivo y lo puso en el lugar que ocupa en el texto actual
(5,29), con el fin de conectarlo con el relato del diluvio (v.), del cual fue el
protagonista. Es difícil imaginar que un personaje de santidad tan
extraordinaria fuera hijo de un pecador tan insolente como Lamec (v. PATRIARCAS
I, l). A la edad de 500 a. engendró N. a Sem (v.), Cam (v.) y Jafet (v.; 5,32;
cfr., sin embargo, Gen 9,20-24). Cuando contaba 600 a. sobrevino el diluvio
(7,11), en el que pereció toda la humanidad; pero como N. era un hombre justo
(hebreo saddiq) y perfecto (hebreo tamim), y «anduvo siempre con Dios» (6,9),
«halló gracia a los ojos de Yahwéh» (6,8), y no pereció bajo las aguas como
todos los otros hombres. Dios, justo, santo y con entrañas de misericordia,
protegió y recompensó la fidelidad de su siervo, al cual indicó lo que debía
hacer para salvar su vida. Le mandó fabricar un arca (hebreo tebah) de maderas
de gófer, palabra ésta de significación incierta, pero que parece indicar una
madera resinosa. Una vez «hizo según todo lo que le había ordenado Dios» (6,22),
recibió la orden divina de entrar en el arca él y toda su casa, pues solamente
él había sido hallado justo en aquella generación (7,1). Al cabo de un año de
vivir en el arca, salió de ella cuando contaba 601 años de edad. Inmediatamente
después, para expresar su reconocimiento y gratitud a Dios, edificó un altar o
ara sacrificial (hebreo mizbeah) a Yahwéh y sobre él ofreció un sacrificio de
todos los animales y de todas las aves puras, para que llegara a Yahwéh el olor
suave de sus holocaustos (8,20-21). Aplacado Dios con estos sacrificios, decide
no volver a exterminar todo viviente (8,21), convirtiéndose N. en ministro de
reconciliación entre Dios ofendido por el pecado y la humanidad pecadora (Eccli
44,16-18).
Después del diluvio se restablece parcialmente la armonía que reinó
después de la creación. Dios bendice a N., el nuevo Adán (9,1), con la misma
fórmula empleada el día de la creación del primer hombre (1,28). En los orígenes
dio al hombre como alimento «toda hierba verde» (1,29), pero ahora autoriza a N.
para que coma la carne de todos los animales (9,3), si bien prohibiéndole «comer
carne con su sangre» (hebreo nefes) (9,4; Lev 17,10-14; Deut 12,16.23-25, etc.).
La señal del pacto que Dios hizo por mediación de N. con toda la humanidad «y
toda carne que está sobre la tierra» (9,17) será en adelante el arco de Yahwéh
(hebreo gasti), o sea, el arco iris (9,13-17), que no será símbolo de castigo,
sino de bondad y misericordia.
De este hombre justo se refiere en Gen 9,18-24 un percance desagradable.
«Como agricultor que era, comenzó a plantar una viña. Bebió de su viña y se
embriagó, y quedó desnudo en medio de su tienda. Vio Cam, el padre de Canaán, la
desnudez (hebreo `erbah) de su padre y fue a contárselo a sus hermanos, que
estaban fuera» (9,2022). Sem y Jafet taparon con el manto la desnudez de su
padre, yendo de espaldas para no verla. Al despertarse N. y conocer lo sucedido
«con el más pequeño de sus hijos» (9,24), dijo: «Maldito Canaán, siervo de los
siervos de sus hermanos será» (9,25). Todo el pasaje (9,18-27) no se armoniza
con los textos anteriores, pues en él se supone que los hijos de N. no estaban
casados, ya que vivían en la tienda de su padre. De N. se dice que quedó desnudo
en medio de su tienda, cuando se esperaba que como agricultor viviera en su casa
(en efecto, los Setenta lo interpretan así al traducir: en to oiko autou), y no
en tiendas, como los pastores, que llevan vida seminómada. Cam es llamado el más
pequeño de los hijos de N., cuando en otros textos (9,18, etc.) es mencionado
antes que Jafet. La acción de Cam, el padre de Canaán, es más propia de un joven
irreflexivo e irresponsable que de un hombre casado. Se cree por ello que este
pasaje procede de una fuente literaria secundaria. Es muy posible que con la
inserción de esta perícopa el autor sagrado último se propusiera condenar y
polemizar contra los cananeos, que en las fiestas de sus dioses, los Baales (v.)
y Astartés (v.), dioses de la fecundidad y de la fertilidad, se entregaban a la
más desenfrenada impudicicia e inmoralidad (v. CANAÁN). En este supuesto, el
autor sagrado no insiste tanto en la posible realidad de la embriaguez de N.,
cuanto en la maldición de Canaán por su mismo padre. Con ello condenaba el autor
la vida licenciosa de los cananeos, los cuales, embriagados por el vino que,
según ellos, era invención de sus dioses, erigían la inmoralidad en un rito
religioso.
N. ocupa el décimo lugar en la lista de los patriarcas antediluvianos (v.)
y sirve de puente entre un mundo que acaba víctima del pecado, y otro que
resurge por la misericordia divina. No tiene ningún contacto con Umnapistim, de
la epopeya de Gilgamesh (v.), ni con Xisutros, del relato de Beroso, ni fue
ideado a base de un modelo hurrita. Sus rasgos espirituales están dibujados
según la teología del A. T. En Israel fue considerado como anillo que enlaza a
Abraham (v.) con el primer hombre, Adán (Le 3,36). Su recuerdo estaba ligado con
el día en que los hombres, incrédulos (1 Pet 3,20) y entregados a todos los
vicios, fueron exterminados por el diluvio (Mt 24,38-39; Le 17,26-27). De toda
la humanidad, Dios salvó únicamente a N. a causa de su fe (Heb 11,7),
convirtiéndose en pregonero de la justicia para ellos y para las generaciones
venideras (2 Pet 2,5).
V. t.: ALIANZA (Religión) II; PATRIARCAS 1.
BIBL.: E. J. KRAELING, Zu Gen 5,29, « Journal of Biblical Literature», 48 (1927) 138-143; R. H. MOTTRAM, Noah, Londres 1937; J. DANIELOU, Sacramentum futuri, París 1950, 55-94; TH. VARGA, De foedere Dei cum Noe, « Antonianum» 10 (1935) 165-172; F. SPADAFORA-M. LIVERANi, Noé, patriarca, en Bibl. Sanct. 9,10271041; v. t. la de DILUVIO.
Luis ARNALDICH.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991