NIHILISMO


Del latín nihil, nada. Palabra de impreciso significado y bajo la que se engloban todas aquellas doctrinas que, por razones muy diversas, afirman la no existencia de la totalidad del ser o del valor, o de una parcela de uno u otro. La característica fundamental de todo n. es el que, sea total o parcial el ámbito del objeto negado, la negación, en cuanto tal, tiene la índole más radical y absoluta; en este sentido se podría definir el n. como la tendencia a la negación absoluta, no porque el objeto negado tenga que abarcar a la totalidad del ser o del valor, sino porque la fuerza de la negación no admite paliativo alguno; el n. queda así constituido como undogmatismo de la negación. Concebido de esta manera, el n. podría aplicarse a los más diversos filósofos y escuelas filosóficas, afirmándose que Parménides (v.) es un nihilista del cambio o que el materialismo (v.) es un n. del espíritu. No obstante, y admitiendo que esta aplicación del término n. es perfectamente válida y correcta, históricamente el n. se ha referido a las doctrinas de determinados filósofos o escuelas filosóficas, con lo que el campo de extensión del término queda bastante restringido.
      Desde este enfoque, y partiendo de la distinción -indudablemente sujeta a ciertos reparos-, establecida por Lotze en el seno del pensamiento filosófico moderno, entre ser y valor (v. AXIOLOGíA), podemos distinguir entre las siguientes formas de n.: 1) metafísico, en el que el objeto negado es el ser; 2) axiológico, en el que lo negado es el valor. El primero, a su vez, se subdivide en ontológico, epistemológico y teológico. El segundo en vitalista, ético y político-social. También se ha distinguido entre un n. teórico y otro práctico, mas esta distinción carece de importancia filosófica; lo que sí interesa señalar es que el n. axiológico, esencialmente doctrina de carácter teorético, suele derivar y engendrar a un n. práctico, en el que la tendencia nihilista a la negación especulativa se trasforma en una inclinación a la aniquilación práctica y efectiva de lo teóricamente negado.
      Nihilismo ontológico. Es aquel que niega la existencia de la realidad, del ser real. Puede dividirse en total y parcial, según la amplitud del ser negado.
      Representante típico del primero es Gorgias (v. SOFISTAS GRIEGOS); su tratado Sobre el no-ser o sobre la naturaleza lleva un título bien significativo, si tenemos en cuenta que para los griegos la naturaleza (fysis) era sinónimo de totalidad de lo real. La cadena de demostraciones apagógicas contenidas en la obra gorgiana intenta llevarnos, mediante la manifestación de los absurdos a que desembocaría su admisión, a la negación del ser («nada existe»), de la ininteligibilidad de cualquier posible existente («si algo existiera, sería incognoscible») y de la invalidez de la palabra como vehículo trasmisor del pensamiento («si algo existiera y fuese cognoscible, sería incomunicable») (Sexto Empírico, Adversus mathematicos, VII,65-87; De Melisso, Xenophane et Gorgia, V-VI,979a-980b). Parece, pues -ya que la interpretación de las tesis del sofista es dudosa y ha sido muy discutida-, que nos encontramos ante una de las más crudas manifestaciones del n. habidas en la historia del pensamiento humano.
      De una parte, y frente al absolutismo óntico de Parménides (v.), se establece el n. de la totalidad del ser, ya que si algo existiera, llevaría a una contradicción. Más, por otra parte, Gorgias llega a un n. epistemológico y a un n. lingüístico. Supuesto quc algo existiera, tampoco las facultades cognoscitivas serían capaces de captarlo, con lo que fija un radical escepticismo (v.), que es la más clara expresión del n. epistemológico. Y si algo pudiera conocerse, el lenguaje humano es inadecuado para expresarlo y comunicarlo a los demás, con lo que niega la propia esencia del lenguaje (v.), es decir, el ser signo del pensamiento. Todo se reduciría a pura apariencia y futilidad; no habría nada real y estable; de ahí el imperio absoluto de la habilidad retórica del sofista; la vacuidad del juego dialéctico sustituye a la plenitud del ente, al dominio del ser (v.).
      El n. ontológico parcial, el que niega únicamente una parcela del ser, puede revestir, como es lógico, formas muy diversas, según la porción de ser que sea negada en su existencia (p. ej., podría decirse que el materialismo es un n. ontológico parcial que niega la existencia del ser espiritual). Por razones históricas, nos ocuparemos del n. de la sustancia (v.), es decir, de la doctrina que niega la realidad del ser sustancial -además, la negación de la sustancialidad ha tenido tal trascendencia filosófica que justifica el que hagamos una referencia a este tipo de n.-. La razón histórica aludida es el hecho de que William Hamilton (1788-1856) usó el término n. para designar la teoría fenoménica de Hume (v.) sobre la sustancia (Lectures on Metaphysics and Logic, 1,293).
      Efectivamente, en el empirismo (v.) inglés se produjo un proceso de desustancialización de lo real en tres fases claramente diferenciadas. La primera, representada por Locke (v.), hace de la sustancia un algo incógnito e incognoscible; la sustancia sería un «yo no sé qué sujeto, totalmente desconocido, que se supone ser el sustentáculo de las cualidades capaces de producir ideas simples en nuestro espíritu» (Essay, 11,23,2). Con Berkeley (v.) la realidad material se hace un conglomerado de sensaciones: «Quita las sensaciones de suavidad, humedad, rojo, acidez, y quitarás la cereza, ya que ésta no es un ser distinto de las sensaciones» (Three Dialogues, diálogo 3°) y, por tanto, es negada la existencia de la sustancia material: «Lo que niego es la existencia de eso que los filósofos llaman materia o sustancia corpórea» (Principles of Human Knowledge, 1,35; v. SENSISMO). Hume (v.) cerrará el proceso negando la existencia de toda sustancia, incluida la espiritual -respetada por Berkeley- y estableciendo el más riguroso fenomenismo (v.), nombre con el que se designa a este n. de la sustancia. Ésta, material o espiritual,. queda reducida a un haz de percepciones, a un conglomerado de fenómenos, bajo los cuales no hay nada; la sustancia «no es sino una colección de ideas simples que son unidas por la imaginación y a las que se designa con un nombre especial» (Treatise, 1,1,6); la sustancia es un mero nombre para designar una colección de ideas simples o, lo que es lo mismo en Hume, de fenómenos sensibles.
      El n. de la sustancia ha sido una de las formas de n. que ha gozado de más aceptación; en el s. XX todo el movimiento del neopositivismo lógico (V. NEOPOSITIVISTAS LóGICOS) -siguiendo en esto las huellas de sus antecesores, los positivistas decimonónicos (v. POSITIVISMO)- defiende también el n. de la sustancia.
      Nihilismo epistemológico. Viene a coincidir con el relativismo (v.), negando la existencia del conocimiento verdadero, del ser de la verdad, y con el escepticismo (v.), negando la existencia del conocimiento cierto, del ser de la certeza. Ambos contradicen la tendencia hacia la verdad del conocimiento (v.).
      El relativismo es un n. de la verdad, en cuanto ésta se concibe como una propiedad universal del juicio (v.); al hacer la verdad de un juicio función de una variable -diversa según el tipo de relativismo-, se sigue que no hay, respecto de un mismo sujeto y predicado, una sola y única verdad o falsedad, sino que podrán darse conjuntamente con cambiar el valor de la variable; y este pluralismo de la función de verdad o falsedad en un mismo juicio es lo mismo que negar el ser de la verdad, ya que, si todo es verdad, nada es verdad (v.).
      A diferencia del relativismo, el escepticismo admite la existencia del ser de la verdad universal; un juicio determinado o es verdadero o falso, tertium non datur; y esto para todo sujeto. Pero lo que niega es la posibilidad de que se llegue a tener conciencia de la verdad o falsedad de los juicios, es decir, que se pueda alcanzar la certeza; la mente humana no tendría potencialidad para poder determinar el estado en que se halla respecto dela verdad o falsedad de un determinado juicio; es posible que el juicio «A es B» formulado por un sujeto sea verdadero, pero nunca ese sujeto podrá saberlo; la verdad, como decía lenófanes (v. ELEA, ESCUELA DE), está en un pozo muy profundo; la negación absoluta se aplica, en este n., al ser de la certeza (v.).
      Nihilismo teológico. Es aquel que niega el ser de la Divinidad, la existencia de Dios y, en consecuencia, de toda religación con Él (v. ATEÍSMO). Un ejemplo típico de esta forma de n. es el materialismo dialéctico marxista (v. MATERIALISMO I-II; DIALÉCTICA). También cabe destacar el n. de Sartre (v.).
      Nihilismo vitalista. Ya dentro del. n. axiológico, es decir, del que niega no la existencia, sino el valor, una de sus formas más características es la negación del valor de la vida (v.). La gama de los llamados valores vitales queda desvaída ante una concepción pesimista del vivir en la que la existencia humana se identifica con el dolor (v.). Lo que se niega, claro está, no es la vida como realidad biológica, sino el que la vida sea digna de ser vivida; se afirma el bíos, pero se niega el bíos biótos; se admite la vita, pero se rechaza la vita vitalis.
      Representante nato de este n. es el budismo (v.); la vida sería un antivalor, un valor negativo, porque la vida es esencialmente deseo y el deseo es dolor; la liberación sólo puede llegar alcanzando el nirvana (v.), la extinción, que es la negación misma del vivir, la aniquilación del deseo vital.
      Mantienen también este n. los partidarios del pesimismo (v.), entre los que hay que destacar a Schopenhauer (v.), para quien la liberación del dolor, constitutivo formal del existir humano, sólo puede conseguirse con la trasformación de la voluntas vivendi en noluntas, alcanzándose de este modo la liberación del deseo y del dolor, llegando al nirvana -término que tomó del budismo-, a ese estado en el que el hombre se da cuenta de la vacuidad de lo real, en el que «nuestro universo, tan real, con todos sus astros y su Vía Láctea, se convierte en la nada» (Dio We1t als Wille und Vorstellung, 1,71).
      Dentro de este n., pero concibiendo la vida, más que como dolor, como algo absurdo y sin sentido -lo que implica una exacerbación del n.- hay que incluir a ciertas formas de existencialismo (v.), en especial al sartriano (como ejemplo, la crueldad y profundidad con que Sartre trata de establecer el sinsentido de la vida del hombre en su conocida obra Les mains sales).
      Nihilismo ético. Es la negación de los valores éticos permanentes o, si se quiere y con mayor precisión, en una trasmutación de esos valores en otros nuevos y contrarios (la Umwertung aller Werte nietzscheana). Se encuadran dentro de este n. todos aquellos pensadores, como, p. ej., Trasímaco y Caliclés (v. SOFISTAS GRIEGOS) para los que la única norma válida en la conducta humana es la ley del más fuerte o, con la poética expresión de R. Kipling, la ley del colmillo, del cuerno y de la garra. En la sociedad humana no imperaría ni puede hacerlo un orden de valores éticos; la sociedad sería una jungla de asfalto. El gran representante de este n. es Nietzsche (v.); frente a la moral tradicional, «moral de esclavos» según él, derivada del judeo-cristianismo, con sus «pseudovalores» de piedad para el débil, de compasión, de amor al prójimo, etc., Nietzsche propone una «moral de señores», basada en unos valores totalmente opuestos y que darían lugar a la formación de una raza señorial (Herrenvolk), en la que el valor dominante, fuente creadora de todos los demás, sería la voluntad de poder (Der Wille zur Macht).
      También hay que citar a Max Stirner (seudónimo de Johann Kaspar Schmidt, 1806-56), que en su obra Der Einzige und sein Eigentum niega los valores éticos en cuanto piensa que éstos suponen una coacción y limitación a la actividad y al valor del único (Einzige), es decir, de la propia personalidad de cada sujeto humano. Hay que pasar por alto y despreciar todas aquellas entidades que implican una hipovaloración de mi personalidad, todo aquello que, de un modo u otro, coartan el libre y espontáneo juego de mi individualidad; por ello habría que terminar con los valores religiosos, éticos, políticos y sociales, ya que todos ellos habrían sido concebidos como módulos de limitación del desarrollo de las posibilidades del único. Por último, puede englobarse en este n. a la moral de Sartre y de otros existencialistas afines a él (v. EXISTENCIALISMO) que al cifrar toda la conducta humana en la omnímoda libertad de elección -no en la libertad de elección omnímoda, ya que toda elección está limitada por una serie finita de posibilidades- no dejan resquicio para una axiología ética de carácter objetivo.
      Nihilismo político-social. Niega el valor de los entes políticos y sociales, y de un modo especial el del Estado (v.). Dentro de este n. están el anarquismo (v.) y el n. ruso. Para el primero, el Estado supone una constricción ilegítima a la libertad del individuo, por lo que debería ser aniquilado; representantes de esta doctrina son Proudhon (v.), Stirner y, especialmente, Bakunin (v.). El término n. fue usado por I. Turgeniev para designar un movimiento político-intelectual ruso de la segunda mitad del s. xix que intentó reformar la estructura sociopolítica de Rusia; sus máximos exponentes fueron Cernysevskij, Dobroljubov y Pisarev (v. MATERIALISMO II, 5). V. t.: NADA; SER; REALIDAD.
     
     

BIBL.: M. CIORAN, La tentation d'exister, París 1956; M. UNTERSTEINER, l sofisti, Turín 1949, 171-213; C. TERZI, Schopenhauer: il male, Roma 1955; 1. QUILES, Sartre y su existencialismo, Buenos Aires 1952; H. LICHTENBERGER, La filosofía de Nietzsche, Madrid 1899; G. SINI.MEL, Schopenhauer y Nietzsche, Madrid 1915; A. KAUEMANN, Nietzsclie, 2 ed. Nueva York 1956; H. M. WOLFF, Friedrich Niet_sche, Berna 1956; H. SCHULTHEISS, Stirner, 2 ed. Leipzig 1922; H. ARVON, Aux sources de l'existencialisnie. M. Stirner, París 1954; A. COQUART, Dimitri Pisaren (1840-68) et 1'idéologie du nihilisrne russe, París 1946.

 

BARRIO GUTIÉRREZ.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991