NIEREMBERG, JUAN EUSEBIO
Escritor ascético del s. XVII. De padre tirolés y madre bávara, pertenecientes
al séquito de María de Austria, hermana de Carlos V, Juan Eusebio n. en España
en los primeros días de sept. 1595, y en este país vivió siempre. En 1614, a los
19 años, entró en el noviciado de Salamanca de la Compañía de Jesús. Fue
ordenado sacerdote en 1623. Acabada su formación, comenzó con algunos
ministerios apostólicos en Toledo; pero pronto fue llamado a Madrid, primero
para enseñar Humanidades y Ciencias Naturales, y luego Exégesis y Teología. M.
en dicha ciudad el 7 abr. 1658.
N. nació con vocación de escritor. Su magisterio de Humanidades le
convirtió en uno de los clásicos espanoles. En el breve tiempo que explicó
Ciencias Naturales no pudo sustraerse a la idea de publicar una Historia naturae
y una Curiosa philosophia, sin valor científico, pero ambas interesantes por los
datos curiosos reunidos en forma muy amena, aunque poco crítica. Pero sus
escritos fueron principalmente teológicos, ascéticos y hagiográficos. No menos
de 73 obras en total. De él dijo Menéndez Pelayo: «Es prosista elegantísimo,
pero recargado, verboso, exuberante, profuso de palabras más que de ideas»
(Ideas estéticas, 111,1195).
Como recuerdo de su profesorado de S. Escritura dejó, entre otras obras,
De origine S. Scripturae libri duodecim y Stromata S. Scripturae. Entre sus
escritos de teología cuentan una versión del Catecismo romano que tuvo muchas
ediciones, y numerosos trabajos en defensa del misterio de la Inmaculada
Concepción, que escribió como miembro de una Junta nombrada por el Rey para
promover su definición dogmática. La ascética teológica se llevó,
afortunadamente, lo mejor de su actividad, con una producción abundante, muy
solicitada en todo el s. xviii; fueron traducidos a varias lenguas los tratados
principales, y uno de ellos, El aprecio y estima de la divina gracia, fue
considerado por Scheeben digno de una adaptación alemana. Como hagiógrafo
escribió, joven todavía, una vida de S. Ignacio, poco crítica, con excesiva
credulidad y peregrinas narraciones; tal vez por eso fue a parar al índice en
1646, a los 15 años de publicada. Del mismo defecto adolecen sus cuatro
volúmenes de Varones ilustres de la Compañía de Jesús (Madrid 1643-47), aunque
escritos en edad madura. Y es que N. nunca superó su tendencia a buscar ejemplos
sorprendentes, admirar revelaciones y mantener una simpática, pero poco fundada
credulidad.
De N. nos queda principalmente su producción ascética. Su fluida versión
del Kempis merece una mención. Pero sobresalen sus tratados ascético-teológicos,
en particular el ya mencionado Aprecio y estima de la divina gracia (Madrid
1638); Diferencia entre lo temporal y eterno, la obra que inspiró a Verdaguer su
poema La Atlántida, con unas 60 ediciones y muchas versiones (Madrid 1640); De
la hermosura de Dios (Madrid 1641); De adoratione in spiritu el veritate
(Amberes 1631), etc. La última edic. de sus Obras completas (Madrid 1892)
comprende 6 vol. Los elementos místicos tienen en ellas menos valor que los
teológicos y ascéticos. N. tuvo prestigio y ascendiente también como buen
director espiritual. V. t.: JESUITAS.
BIBL.: H. HURTER, Nomenclator litterarius theologiae catholicae, III, 3 ed. Innsbruck 1907, 959-961; A. ASTRAIN, Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España, V, Madrid 1916, 96-98; 104-108; I. IPARRAGUIRRE, El. P. Juan Eusebio Nieremberg, «Estudios Eclesiásticos» 32 (1958) 427-448.
M. ZALBA ERRO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991