NICOLÁS I, SAN


Pontífice Romano elegido en abril de 858. Hombre profundamente piadoso, culto y caritativo, su vida pontifical está jalonada de amargos sucesos. El arzobispo Juan de Rávena vejó en su pontificado, con su absolutismo y orgullo, a la Santa Sede, causándole serios perjuicios en su economía, deponiendo sin razón a los clérigos e impidiendo la sumisión de sus súbditos al Papa. N. le amonestó, le citó en un concilio (al que el arzobispo se negó a comparecer) y por último le excomulgó, pero al fin aquél se arrepintió y consiguió la absolución de la censura, prometiendo visitar todos los años la Sede de Pedro.
      Enemistado el Patriarca de Constantinopla Ignacio con el emperador Miguel III fue aquél desterrado a Terebinto. La sede constan ti nopolitana fue ocupada por Focio (v.), seglar que recibió casi de golpe todas las órdenes sagradas de manos de Gregorio Asbesta, arzobispo de Siracusa. El Emperador y Focio trataron de consolidar su postura en Roma, presentando como renuncia el despojo de Ignacio de su sede, y acusándolo a su vez de herejía. En 860 N. envió a Constantinopla, a fin de conocer el verdadero fundamento de los hechos, a dos legados, que, lejos de Roma, se corrompieron accediendo a las pretensiones de Focio. Éste convocó un sínodo, al que asistió el Emperador, y en el que Ignacio fue condenado. N. no se dejó engañar de las artimañas del usurpador, y descubriendo la doblez de su actitud a través de las cartas que éste dirigió a la Santa Sede, convocó en Roma un concilio en que privó a Focio de su dignidad, depuso a los legados y degradó a Gregorio Asbesta, declarando a Ignacio como legítimo Patriarca.
      Supo N. atraerse a los búlgaros y a su rey Bogoris, que se había hecho bautizar por sacerdotes de Focio; les dio unos sabios «Responsa» a consultas diversas del rey, en los que pone de relieve su poder primarial sobre los obispos, recomienda la caridad con los débiles y prohíbe el bautismo forzado. Por los búlgaros supo el Papa la connivencia de Focio y el emperador occidental Luis II de Italia (hijo de Lotario I) y, sin dejar su actividad en pro de la unión, informó al Occidente de los errores jurisdiccionales y dogmáticos de Oriente.
      Otro incidente de este pontificado fue la lucha con Lotario II de Lorena, hermano del emperador Luis y tercer hijo de Lotario I, que se había separado de su legítima esposa, Teuberga, uniéndose a Waldrada. A su instancia reunió el Papa un sínodo episcopal en Metz para tratar este asunto, pero, corrompida por Lotario, la asamblea aprobó la unión ilegítima de éste (865). N. anuló el fallo y depuso a los prelados cómplices de Waldrada. El Papa por medio de un legado hizo al rey despedir a la concubina y reconocer la legitimidad de Teuberga.
      La deposición decretada por el arzobispo Hinemaro de Reims contra el obispo Rotado de Soissons, al que N. rehabilitó luego en su sede, puso de relieve la protección que Roma dispensó a los obispos sufragáneos contra las injerencias jurisdiccionales de los metropolitanos. Las apelaciones a Roma, aunque de acuerdo con la doctrina del Pseudo Isidoro, no significaban adhesión del Papa a los textos apócrifos, cosa que injustamente le han achacado, ya que el Pontífice se basaba únicamente en los cánones de Sárdica, que autorizaban tales procedimientos. Con esto contribuyó sin duda N. a reforzar el centralismo de la Iglesia, cuyo movimiento había comenzado antes de su Pontificado.
      La frase «monarquía papal» resume la concepción del Pontífice acerca de la situación preeminente de Roma dentro de la Cristiandad. Al concepto oriental erróneo del primado honorífico del Papa, N. opone la doctrina católica verdadera del primado jurisdiccional romano sobre todas las iglesias (v. PRIMADO).
      N. protegió a los pobres y menesterosos, restauró las murallas de Ostia y construyó el pórtico de S. María in Cosmedim. Murió en 867. Canonizado en 1630 por Urbano VIII, su fiesta se celebra el 13 de noviembre.
     
     

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V. SEBASTIÁN IR.ANZO.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991