NACIONALSOCIALISMO. DOCTRINA SOCIAL CRISTIANA


Al tratar de la Doctrina social cristiana sobre el n. podríamos referirnos a lo que esta misma Doctrina dice sobre el totalitarismo y sobre la exacerbación del nacionalismo en general (v. TOTALITARISMO II; NACIONALISMO II). Pero, además de lo que implícitamente pudiera decirse sobre el tema de tal forma genérica, el n. ha sido objeto expreso de diversostextos de los Pontífices Pío XI (principalmente la enc. Mit brennender Sorge, 14 mar. 1937) y Pío XII (quien se refiere al tema, directa o indirectamente, en los siguientes textos: enc. Sumni Pontificatus, 1939; Nell'alba, 1942; Vixdum vobis, 1945 y Nell'accogliere, 1945).
      Antes de exponer el contenido de esos documentos parece útil hacer referencia a la situación en que estuvieron los católicos alemanes durante los años que duró el Tercer Reich y el ejemplo de su conducta. Con pocas excepciones, advierten pronto las consecuencias que de la doctrina de Hitler se derivaban y, con el obispado a la cabeza, dentro del que se significaron especialmente los card. Faulhaber y von Galera, se enfrentaron a una política totalitaria, racista y exacerbadamente nacionalista (v. TESTIS FIDELIS, El cristianismo en el Tercer Reich, Buenos Aires 1941).
      Así lo reconoce Pío XII cuando, refiriéndose a los políticos del Tercer Reich, señala que procuraban sistemáticamente «la destrucción de las organizaciones católicas, públicas y privadas; la separación forzosa de la juventud, tanto de la familia como de la Iglesia; la opresión ejercida sobre la conciencia de los ciudadanos, en especial de los empleados del Estado; la denigración sistemática, mediante una propaganda artera y rigurosamente organizada, de la Iglesia, del clero, de los fieles y sus instituciones, su doctrina y su historia; el cierre, la disolución y la confiscación de casas religiosas y otros institutos eclesiásticos y, finalmente, el aniquilamiento de la prensa y de la actividad editorial católica». (Nell'accogliere, 13).
      Entre los diversos documentos pontificios que se ocupan del n., es básica y fundamental la enc. Mil brennender Sorge, dirigida principalmente contra los «errores teológicos, morales y jurídicos del sistema y su feroz incidencia directa sobre la familia, la educación y el hombre». En la Mit brennender Sorge, Pío XI denuncia la raíz panteísta y la orientación fatalista que simultánea y lógicamente caracteriza al n.: «Quien, con confusión panteísta, identifica a Dios con el universo, materializando a Dios en el mundo o deificando al mundo en Dios, no pertenece a los verdaderos creyentes», y continúa: «Si la raza o el pueblo, si el Estado o una forma determinada del mismo, si los representantes del poder estatal u otros elementos fundamentales de la sociedad humana tienen en el orden natural un puesto esencial y digno de respeto, con todo, quien los arranca de esta escala de valores naturales elevándolos a suprema norma de todo, aun de los valores religiosos, y divinizándolos con culto idolátrico, pervierte y falsifica el orden creado e impuesto por Dios, está lejos de la verdadera fe y de una concepción de la vida conforme a ésta (MBS, 12)».
      Asimismo, la MBS denuncia (cfr. Gutiérrez García, o. c. en bibl. 177 ss.), que el n. usurpó ciertos términos consagrados del cristianismo, vaciándolos por completo de su contenido genuino y cargándolos de significados profanos. Así, ha sucedido con el nombre de Dios, de modo que el n. cae en «el abuso creciente... de emplear el nombre tres veces santo de Dios como una etiqueta vacía de sentido, para un producto más o menos arbitrario de una especulación o aspiración humana» (MBS, 13); o con el concepto cristiano de revelación («usar este término para indicar sugestiones que provienen de la sangre y de la raza, o irradiaciones de la historia de un pueblo es, en todo caso, causar desorientaciones» MBS, 26); con el de fe («... La confianza risueña y activa sobre el porvenir del propio pueblo, cosa grata a todos, significa algo bien distinto a la fe en sentido religioso. El usar una por otra... es una confusión de términos a sabiendas, o incluso algo peor» MBS, 28); con el de inmortalidad («Quien con la palabra inmortalidad no quiere expresar más que una sobrevivencia colectiva en la continuidad del propio pueblo para un porvenir de indeterminada duración en este mundo, pervierte y falsifica una de las verdades fundamentales de la fe cristiana y conmueve los cimientos de cualquier concepción religiosa» MBS, 29).
      En suma, el n. es condenado por Pío XI en cuanto concreación del naturalismo (v.) y, por tanto, doctrina negadora de Dios y de las verdades cristianas. En su encíclica, Pío XI se extiende también a analizar las consecuencias sociales del n.: divinización del Estado, negación del derecho natural, violación de derechos individuales, etc. Estos aspectos fueron más desarrollados por Pío XII, quien dio al tema un tratamiento no doctrinal teórico sino práctico: analiza en efecto la doctrina del n. contemplándola principalmente en sus efectos sobre el orden interno de los Estados, sobre la familia y sobre las relaciones internacionales.
     
      V. t.: 1; TOTALITARISMO II.
     
     

BIBL.: J. L. GUTIÉRREZ GARCÍA, Conceptos fundamentales en la doctrina social de la Iglesia, III, Madrid 1971, 176-189; J. MESSNER, Ética social, política y económica a la luz del Derecho natural, Madrid 1967, 943 ss.

 

FRANCISCO RAFAEL ORTIZ.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991