MITO Y MITOLOGIA II. PRINCIPALES MITOLOGIAS. A. HISTORIA Y CLASIFICACIÓN


Las palabras mito y mitología suelen usarse tradicionalmente para referirse al conjunto de divinidades y seres sobrehumanos del panteón religioso de los griegos y romanos antiguos, con sus historias y leyendas de oscuro origen; pero son igualmente aplicables a otros ámbitos geográficos e históricos, a otros pueblos y otras culturas, comprendiendo no sólo narraciones de tipo más o menos religioso acerca de los dioses y sus relaciones con los hombres, sino también narraciones explicativas o interpretativas de otros temas (como los fenómenos de la naturaleza, el origen o historia de determinadas actividades humanas, o de un determinado pueblo, etc.).
      La tipología o clasificación de los mitos puede hacerse de diversos modos: (1) por áreas geográficas o culturales, (2) por su temática o contenido, (3) por su origen. Bastará aquí citarlos ordenadamente, sin entrar en un análisis de sus narraciones, personajes, historia y desarrollo, etc., que puede verse en los artículos correspondientes a los que se remite.
      1. Mitologías de pueblos y culturas antiguas. La Mitología más conocida tradicionalmente es la de la antigua Grecia (v. OLIMPO; GRECIA VII), de la que deriva la de la antigua Roma (v. ROMA V); pero existen otras anteriores y tan desarrolladas como la grecorromana, recogidas también en su mayoría en abundantes monumentos literarios, inscripciones, obras de arte, etc. Nos referimos a mitologías fundamentalmente religiosas y politeístas.
      a. En Asia, donde se conocen muchas de las más antiguas religiones y culturas (v. ASIA VI), existen tres grandes focos o centros religiosos y mitológicos. En primer lugar hay que citar el Cercano Oriente, con Mesopotamia (v.) y todas sus áreas de influencia que llegan hasta Asia Menor (v.) y Egipto (v.); es el foco- mitológico más variado y abundante en dioses, diosas, y mitos de toda especie. En las épocas en que se desarrollaron las grandes culturas de la zona (a partir de la segunda mitad del cuarto milenio antes de Cristo con la civilización Sumeria), aparecen también amplias y muy desarrolladas mitologías, politeístas en sumo grado y asociadas a diversos cultos, de fertilidad (v.) y de la naturaleza (v.) fundamentalmente, junto con mitologías astrales (v. ASTROLATRÍA) en algunos lugares.
      Hay que mencionar primeramente el panteón sumerio (v. SUMERIA III), en el que ya se observan todas las características dichas, y donde se encuentra uno de los mitos más antiguos que se conocen, el del dios Tammuz (v.), nombre que los acadios (v.) dieron al dios sumerio Dumuzi. Después, los asirios y babilonios desarrollaron mitologías muy emparentadas entre sí; en ellas pasan a ocupar el lugar principal algunos dioses que entre los sumerios eran secundarios, y entre sí difieren también en el lugar o preponderancia que ocupan algunos nombres (así Asur es el primero en Asiria, y Marduk lo es en Babilonia); aparece ya el nombre de la diosa Isthar, más tarde Astarté en otros lugares como Canaán. hay también mitos sobre héroes, como Gilgamesh (v.), y sobre los astros (V. ASIRIA III y BABILONIA III). Casi al mismo tiempo están la mitología de los hititas y la de los hurritas, también relacionadas entre sí, en las que se habla de «los mil dioses y diosas»; la de los primeros es menos dependiente de los asirios y babilónicos, la de los segundos está más formada por un conglomerado de todas las mencionadas (V. HITITAS II; HURRITAS II).
      En el Próximo Oriente, sobre todo en las áreas más cercanas al Mediterráneo, aparecen también los semitas, como pueblos de monoteísmo bastante estricto (v. SEMITAS II), pero que sólo se conservó en los hebreos (v.); en cambio en otros semitas el monoteísmo fue derivando hacia diversas formas de politeísmo con el desarrollo de mitologías variadas. Son fundamentalmente astrales las mitologías de los amorreos, sabeos y árabes preislámicos (V. AMORREOS; ARAMEOS II; ARABIA IV); y junto a ellas aparecen después muy desarrolladas mitologías agrarias en Canaán y Fenicia (v. CANAÁN II; MOABITAS II). En estas mitologías, sobre todo en la de los arameos, cuya relación con sus antecesores sumerios no está del todo clara, el primitivo Ser supremo semita, 11 o Él, fue tomando otros nombres, siendo el de Baal (v.) el más extendido, que corresponde al Beelfegor (v.) de los moabitas; en femenino, la diosa más conocida es Astarté (v.). La mitología de los cananeos y fenicios, así como la de los asirios y babilonios, parece que influyó bastante en la griega.
      Los otros dos grandes focos mitológicos se hallan más al Oriente; son el Irán (v.) y la India (v.); ambos, parece hoy ya bastante claro, emparentados en un origen común: los arios (v.). Es difícil hablar de una mitología aria propiamente dicha; la cuestión es muy controvertida, dado que los testimonios más antiguos, los de los escritos de los Vedas (v.), recogen ya formas primitivas del hinduismo (v.). Según muchos, parece que las ideas religiosas y morales de los primitivos arios, de carácter más bien monoteísta, evolucionaron en la India hacia un cierto politeísmo, más desarrollado en las clases populares; las clases más cultas, en cambio, conservaron una tendencia al monoteísmo o al panteísmo, interpretando los diversos dioses como nombres o funciones del Dios único (v. INDIA VI); así se refleja en los Vedas y demás libros sagrados del hinduismo (v. VEDAS; INDOS; BRAHAMANISMO). Los tres dioses védicos principales, Varuna, Mitra (v.) e Indra (v.), se trasforman pronto en 33, luego en 3.303, y hasta en 33.330 (números, los últimos, más simbólicos que otra cosa). En el brahamanismo posterior, los dioses principales son Brahma (ya védico), Visnú y Shiva, y se presentan de forma más antropomórfica que los védicos, los cuales representaban generalmente fuerzas de la naturaleza con frecuencia en parejas.
      En Persia, donde es apreciable también la influencia de los Vedas y donde se encuentra asimismo abundante literatura sagrada (v. ZEND AVESTA), se desarrolló más el monoteísmo; sobre todo en el s. VII-VI a. C. impulsado por Zoroastro (v.), monoteísmo que fue convirtiéndose en dualismo (v.) en casi todas las religiones iranias. Al Dios único, cuyo primitivo nombre fue Ahura-Mazda y luego Ormudz, se asoció otro dios como principio del mal, Ahriman, y otras divinidades menores o seres intermedios entre ellos y los hombres (V. MAZDEíSMO; PARSISMO); mitología dualista que se extendió y perduró hasta los s. IV y V d. C. en países mediterráneos con los movimientos gnósticos, especialmente el de Manes (v. GNOSTICISMO; MANIQUEÍSMO). Una de las divinidades menores del mazdeísmo, Mitra, tomada de los Vedas, adquirió un culto especial a cuyo alrededor se desarrolló un mito, llegando a formarse una de las típicas religiones de misterios (v.), que junto a otras análogas se extendió ampliamente hasta las áreas mediterráneas en los siglos inmediatamente anteriores y posteriores al cristianismo (v. MITRA).
      En el Extremo Oriente en cambio, en China y Japón, apenas se conocen mitos politeístas, y cuando se encuentran son fundamentalmente influencia ya reciente del hinduismo, generalmente a través del budismo (v. CHINA VI; JAPÓN VI). Junto a un vago monoteísmo y animismo, es preponderante el culto a los antepasados (V. DIFUNTOS I, 4), alrededor de los cuales se dan algunos mitos; ocurre así tanto en China con el taoísmo (v.) y después con Confucio (v.), cuyas ideas morales y religiosas llegaron a preponderar, como en el Japón con el sintoísmo (v.) y algunas sectas del budismo, p. ej., la zen (v.), que se desarrollaron allí.
      b. En Europa las primeras mitologías no aparecen hasta el primer milenio antes de Cristo, con bastante posterioridad a las del Próximo Oriente. No está demostrada la relación entre las mitologías europeas y las védicas (de los iranios e indos) a través de las migraciones del pueblo de los indoeuropeos, postulado como antecesor común de las culturas europeas y las arias; actualmente, las teorías sobre las relaciones entre las mitologías europeas y las védicas han sido rechazadas. La influencia de las mitologías mesopotámicas y semitas en Grecia. y Roma son claras, en cambio, pero muy recientes (v. INDOEUROPEOS; EUROPA VI).
      En los eslavos, quizá el más antiguo de los pueblos europeos, los datos arcaicos conocidos (siglo VI a. C.) no muestran el desarrollo de una amplia mitología. Parecen inicialmente monoteístas, introduciéndose después el politeísmo, poco desarrollado en los eslavos orientales (V. ESLAVOS II), aunque más amplio en los occidentales, entre los que están testimoniados algunos mitos (V. BÁLTICOS II; ESCANDINAVIA II). Los mitos están unidos a cultos de la Naturaleza, de los bosques o árboles (v.), de ríos y aguas (v.), animales (v.), fuego (v.), etc., con cierto animismo (v.) y culto a los antepasados. Los germanos (desde ca. el s. V a. C.) presentan, en cambio, una mitología más desarrollada y con abundantes testimonios; sus dioses principales (ases) son: Wodan que equivale al conocido Odín (v.) de los germanos septentrionales, Donar equivalente al Thor escandinavo, y Tiuz o Zin llamado Tyr por los escandinavos; junto a ellos hay asociados o emparentados otros muchos secundarios (vanes), así como diosas madres, espíritus y genios (V. GERMANIA II; ESCANDINAVIA II).
      La religión de los celtas es conocida a través de la literatura romana y de ciclos literarios irlandeses; apenas tenían ídolos y en general carecían de templos, como los eslavos. No tienen una mitología desarrollada sino hasta época reciente; es muy probable que originalmente fuesen bastante monoteístas. Según testimonio romano, en el continente sus divinidades principales llegaron a ser Teutatis, Esus y Taramis, con otros varios dioses y diosas que los romanos agruparon y compararon con los de su propio panteón (v. GALIA II; CELTAS III). Entre los goidelos de Irlanda y los britones de Inglaterra, las divinidades tienen nombres distintos que en el continente, con una amplia mitología politeísta que testimonian diversos ciclos literarios celtas (V. CELTAS III, 2 y IV). Para la religión y los dioses íberos, donde se conoce el mito de Habis en el sur de la península, v. ÍBEROS II.
      La mitología griega y romana es la más conocida tradicionalmente; asimiló mitos asiro-babilónicos, semitas, egipcios, e incluso iranios (V. OLIMPO; GRECIA VII; ROMA V). En dicha mitología el lugar principal lo ocupa Zeus (v.), equivalente al Júpiter (v.) romano, hijo de Cronos (v.) que a su vez es uno de los Titanes hijos de Urano (el cielo) y las aguas. A partir de Zeus se desarrolla toda la antropomórfica mitología olímpica, de dioses, diosas, y héroes semidivinos, con ligeras variantes según las épocas y zonas (V. DELFOS; DELOS; ELEUSIS; ORÁCULO;SIBILA; HADO; HÉROES; APOTEOSIS; FÉNIX; VATE). Entre sus dioses y diosas principales están Atenea (v.), Hera (v.) y Dionisos (v.) para los griegos, que en los romanos se corresponden con Minerva (v.), Juno (v.) y Baco (v.); Venus (v.) les es común, con distintos sobrenombres según unos u otros, así como el héroe Hércules (v.).
      c. En África, la zona donde se desarrolló más rápidamente una mitología fue Egipto, con una literatura sagrada que fue elaborándose a partir de cultos locales y luego nacionales, y que atravesó diversas fases de sincretismo politeísta, aunque en las clases ilustradas se encuentra una clara tendencia a interpretaciones monoteístas del panteón egipcio (V. EGIPTO VII). En él descuellan el dios sol Ra o Re, otras veces Amón y en ocasiones Amón-Ra, el dios de los muertos Osiris, Isis y otros muchos (V. t.: FARAÓN; HELIÓPOLIS; ASTROLATRÍA; DIFUNTOS I; MUERTE IV; etc.).
      En el resto de las zonas africanas, las mitologías politeístas son menos conocidas; hay bastante monoteísmo en muchas ocasiones, mezclado a veces con fetichismo (v.) y cultos de tipo naturalístico, así como animismo (v.) y totemismo (v.); se conocen parcialmente algunas cosmogonías (V. ÁFRICA VII). Son conocidos algunos mitos de los pigmeos, junto con una creencia en el Ser supremo y elementos mágicos y animísticos (v. PIGMEOS II); algo parecido puede decirse de los bantuidas (v.).
      d. En América se encuentran mitos y mitologías politeístas documentadas con profusión (V. AMÉRICA VI; INDIOS). Al Norte son menos desarrolladas o frecuentes; se dan algunos mitos entre los esquimales, unidos al animismo (v.) y chamanismo (v.), con varias divinidades atmosféricas y marinas (V. ESQUIMALES III). Entre las tribus y pueblos indios de América del Norte se encuentra el totemismo (v.), con divinidades creadoras, a veces astrales o personificaciones de la naturaleza, y algunos mitos sobre los orígenes del mundo o sobre los antepasados de la tribu, conservados por tradición oral (V. AMÉRICA VI, A).
      En América Central y Mesoamérica aparecen mitologías más amplias y documentadas en templos, inscripciones, etc., sobre todo en México (v. MÉXICO IV; AMÉRICA VI, B). Las más destacables son las de los aztecas y mayas, que se desarrollan a partir de los s. XII-XIII d. C. con gran vitalidad. Quetzalcoatl es el dios azteca de la vida y del viento, a veces asimilado al planeta Venus, dios civilizador, conocido en otras áreas centroamericanas con otros nombres, p. ej., Kukulkan entre los mayas; su oponente es Tezcatlipoca, dios de los príncipes y guerreros jóvenes, de los hechiceros y malvados y espíritu nocturno por excelencia. En el momento del descubrimiento español, la divinidad que imprime carácter a la religión azteca es Hitzilopchtli, dios solar, que según el mito guió a los aztecas hasta Tenochitlán; el politeísmo es muy evidente y desarrollado con otros muchos dioses (V. AZTECAS II). Entre los mayas se dan deidades del cielo y de la tierra; el dios creador, Hun-ab-kú (dios único existente), es el padre de los demás; su hijo y jefe del panteón es Itzamná, asociado al sol o a la luna con otros nombres; Chac, dios de la lluvia, es el segundo; el mencionado Kukul-kan es el dios del viento; etc. (V. MAYAS II).
      En los demás pueblos centroamericanos se da también un politeísmo desarrollado, con influencias mayas y aztecas, siendo frecuentes los mitos y divinidades de creación y diluviales. En las islas se encuentran más vestigios del cierto monoteísmo, con chamanismo y animismo (V. AMÉRICA VI, B; CARIBES).
      En América del Sur las religiones y mitos que las acompañan se pueden agrupar en cuatro zonas: andina septentrional, media, del sur, y zona amazónica. En la primera destacan los chibchas (v.) con varias cosmogonías, en las que aparecen el Sol o la Luna, o caciques trasformados en esos astros, como origen de todo; también aparece Chiminichagua como creador de todo, y Bochica y Chibchacum como dioses rivales. En el área andina media, en la cultura mochica-chimú (v.) se adora a la Luna, mientras los incas (v.) adoran al Sol. Estos últimos, que desde el s. XII d. C. se asientan en la altiplanicie andina, extendieron e impusieron una religión nacional por todo el litoral pacífico andino, desde el sur de Colombia hasta el río Maule de Chile; Huiracocha es considerado creador del mundo, y se corresponde con Pachamacac en tribus costeras y con Tonapa en los aymarás (v.); además del sol, el mar, la luna, y estrellas eran considerados manifestaciones divinas (v. INCAS II).
      En el área andina meridional predomina el monoteísmo. Destacan los araucanos, con su creencia en el Ser supremo bisexual de tipo uránico y creador; en la Patagonia tienen interés los fueguinos (v.), que dan al Ser supremo el nombre de Wataninewa (el anciano, el eterno), invisible, intangible, no está claro que sea considerado creador, pero sí señor de todo. En el área amazónica, el politeísmo y sus mitos correspondientes tienen mayor relieve entre los tupí-guaraníes (v.); el personaje principal de su mitología es Carusacaibe, dios creador y héroe cultural. Al mismo tiempo se dan ritos agrarios, a veces con canibalismo (v.) ritual, animismo, y cultos a los antepasados; esto último sobre todo en los arauacos (v.) y los caribes continentales (V. AMÉRICA VI, C).
      e. En Oceanía, en los pueblos de las islas oceánicas son característicos los mitos astrales, los héroes mellizos míticos, con su madre, y la muerte de seres primitivos, de cuyo cuerpo nacen las distintas plantas de cultivo. En los estadios culturales más antiguos de la Melanesia (v.) se daba con intensidad la creencia en un gran dios; en otras partes también se da un acusado monoteísmo, con un Ser supremo de carácter ocioso, a veces en forma de serpiente y otras femenino. En Micronesia (v.) y Polinesia (v.) hay más politeísmo; aunque entre los micronesios destaca un dios supremo de carácter creador; y entre los polinesios sus numerosos dioses representan deidades naturales, antepasados y héroes divinizados, con complicados mitos sobre el origen del mundo y la procedencia y sucesión de los dioses. En Nueva Zelanda se comprueba la idea de un gran dios, lo, superior a los demás, cuya existencia forma parte del saber secreto de los sacerdotes (v. OCEANÍA V).
      En las formas más antiguas de cultura australiana puede comprobarse la creencia en el Ser supremo, y en una pareja de primeros padres; un antepasado lunar es confundido después con el gran dios con rasgos solares o lunares; se hallan también vestigios sobre un héroe civilizador con rasgos de dios supremo; y más tarde aparecen mitologías solares y lunares, con magia y totemismo, y también mitos sobre espíritus de la naturaleza, de los antepasados y demoniacos, como en otras islas oceánicas (V. AUSTRALIA VI).
      2. Los temas de los mitos. Una primera distinción podría intentarse diferenciando mitos religiosos (sobre divinidades, su origen y sus relaciones con los hombres) y mitos profanos (sobre otras cuestiones). Pero no es fácil, porque, aunque a veces predominen unos u otros temas, en general están mezclados; y ello es lógico porque no hay cuestión o actividad humana que no tenga relación o queno pueda relacionarse con lo divino. Y en general los que podrían denominarse mitos profanos suelen designarse con otros nombres como leyenda (v.), saga (v.), fábula (v.), cuento (v.), etc., en los que no faltan tampoco elementos religiosos o señales de haberlos tenido.
      En general suele clasificarse la temática o contenido de los mitos a través de una diferenciación de éstos en mitos naturales o naturalísticos, mitos históricos y mitos etiológicos o explicativos. Sin embargo, en un mito con frecuencia pueden confluir más de una de estas temáticas.
      Mitos naturalísticos. Son los más amplios y complejos porque tratan de dar razón o explicar los fenómenos de la naturaleza, personificándolos en figuras humanas o animales, explicando también el origen de los dioses (Teogonías, v.), del mundo y de los hombres (cosmogonía, v., o antropogonía). Temas importantes de la mitología natural son la luz, el fuego y el agua, así como los astros, relacionando tormentas, rayos, lluvias, ríos y océanos, fenómenos siderales, etc., con la vida de los dioses y de los hombres (v. ejemplos en LUZ II; FUEGO, CULTO AL; AGUA VI; NATURALEZA, CULTO A LA; ASTROLATRÍA).
      Diversos autores en el s. xix pensaron que en el origen de todos los mitos politeístas y de la religión misma estaba la mitología natural y antes la astral: impresionado el hombre por los fenómenos de la naturaleza y su violencia que no puede dominar, los personifica, más tarde los trasforma en dioses y les da culto (A. Kuhn, F. Max Müller). La teoría encontró eco en los estudios de filología indoeuropea, pero ha resultado insostenible: la religión es anterior; muchos mitos no tienen origen astral ni natural, sino histórico (héroes, fundadores); las mismas mitologías astrales y naturales de los indoeuropeos no tienen la coincidencia que se pensó, además de aparecer en estadios de esos pueblos ya culturizados o civilizados; a veces tienen más importancia y aparecen antes mitologías agrarias (V. FERTILIDAD LI); etc. La teoría tuvo el mérito de agrupar y estudiar a fondo los mitos naturales y astrales, permitiendo a la escuela histórico-cultural (v.) de Graebner y Schmidt agrupar los primitivos cultos solares y celestes en los pueblos cazadores y nómadas (V. SOL II; LUZ II; RELIGIONES ÉTNICO-POLÍTICAS) y 105 cultos lunares y terrestres en los pueblos agrarios y sedentarios (V. LUNA II; TIERRA V; MISTERIOS Y RELIGIONES HISTÉRICAS) (V. t. DIOS II).
      Mitos históricos. Las tradiciones de muchos grupos humanos unen su religión natural con mitos que explican el propio origen como pueblo o ciudad y sus instituciones por medio de sus fundadores divinos o semidivinos (p. ej., Rómulo en Roma, Osiris en Egipto), o que consideran a veces sus migraciones en relación con aventuras de personajes divinos (p. ej., Hitzilopchtli en los aztecas), o representan las relaciones históricas o supervivencia de los pueblos o de sus cultos como fruto de pactos entre los dioses (así la alianza de Apolo y Dionisos en Delfos). Aparte de Evémero en la Antigüedad, se debe modernamente al filólogo y arqueólogo Karl Otfried Muller (m. 1840) el estudio científico de los mitos en relación con hechos históricos, cantados por poetas, alegorizados por filósofos y políticos, etc., cuya narración evoluciona en forma de mitos (v. t. I, 2; HÉROES; APOTEOSIS).
      Mitos etiológicos. Casi todos los mitos son etiológicos en cuanto explican el origen de algo. La escuela de etnología funcional representada por B. Malinowski tiende a negar el valor etiológico de los mitos, considerando a éstos una realidad vivida en cuanto están en función de una actividad actual, de tipo cúltico o de otra clase. Pero el valor actual, vivido, del mito en el culto, o en ritos sociales, políticos, etc., depende en realidad de su valor etiológico, de la explicación que da del origen de esa actividad. Algo parecido puede decirse de la dirección seguida en el estudio de los mitos por K. Kerényi, que trata de llegar al núcleo primordial de cada «mitologema».
      Los mitos etiológicos pueden ser cultuales, si explican el origen de unos ritos de culto como sucede con mucha frecuencia; ¡cónicos, para explicar el origen de una estatua, ídolo o representación; etimológicos, s¡ refieren el origen de palabras o nombres, etc.
      3. El origen de los mitos. Aunque a veces se afirma que todos los grupos culturales y etnológicos conocidos en la historia de la humanidad han desarrollado una mitología, y que de ello se deduce que la facultad creadora de mitos es patrimonio universal del hombre, es más cierto lo segundo que lo primero. Respecto a lo primero, ha de ser matizado por lo que W. Schmidt (v.) puso de manifiesto en el curso de sus dilatadas investigaciones; cuanto más elementales y primitivas son las culturas (p. ej., culturas cazadoras; v. PRIMITIVOS, PUEBLOS) menos lugar hay para el mito, concibiéndose el Ser supremo, que aún hoy constituye la principal afirmación religiosa de esas culturas, de forma incorporal y sin vínculos familiares, por lo que Schmidt (y también A. E. Jensen) lo considera como no mítico; y por ello concede al conocimiento racional de Dios un valor más alto que al conocimiento mítico (lo que no obsta para que, como Platón en la Antigüedad y Schelling en la Modernidad, pueda reconocerse en el mito un valor en cuanto capaz de captar o expresar la realidad o algunos aspectos de ella; v. 1, 3). También ha de tenerse en cuenta los varios lugares en los que no llegó a desarrollarse una mitología politeísta, o en los que no aparecen mitos o no juegan papel alguno, según se ha expuesto.
      Pero esta cuestión plantea inmediatamente el intrincado tema del origen de los mitos y mitologías. Algunas explicaciones los suponen creación espontánea de la «ignorancia» de las mentalidades «primitivas» (confundiendo en general la ignorancia en extensión con la ignorancia en profundidad, sin advertir que puede darse y se da una ignorancia en extensión pero no una ignorancia en profundidad, es decir, puede darse un número muy limitado de conocimientos de los cuales algunos pueden ser profundos y verdaderos acerca de cuestiones esenciales); otras explicaciones, por el contrario, los consideran elaboración reflexiva para explicar y trasmitir ideas abstractas o universales, que representadas en los mitos se hacen más fácilmente comprensibles. Así se les ha considerado desde reflejo o manifestación de una mentalidad pre-lógica hasta una forma de lógica. Son muy conocidas las interpretaciones de los mitos que da Platón (427-347 a. C.), como representación plástica y alegórica de ideas morales y religiosas, y Aristóteles (384-322), como forma imperfecta de conocer para la mentalidad no filosófica, y que ya se han explicado (v. I, 3a). Es muy citada la interpretación de Evémero (s. IV a. C.) según el cual los mitos serían sucesos históricos deformados y poetizados en el transcurso del tiempo, como, p. ej., aventuras de héroes libertadores o fundadores de ciudades; interpretación seguida sin especial crítica a lo largo de la historia por muchos autores. Los neoplatónicos (v.) multiplicaron las interpretaciones alegóricas. También ha sido considerada en el origen de los mitos una intervención diabólica. Las diversas interpretaciones, antiguas y modernas, de los mitos, que suponen siempre alguna forma de explicación del origende los mismos, han sido ya expuestas en el artículo precedente (v. I, 1-3).
      En general, puede decirse que modernamente cada escuela o estudioso ha visto en los mitos y en su origen algo relacionado con su objeto de estudio, formulándose teorías a veces contrapuestas. Así los historiadores de las religiones han visto en ellos bien el origen de las religiones o bien, al contrario, algo derivado dé la religión; los filósofos han visto una prefilosofía opuesta a la filosofía lógica o una forma de filosofar; los literatos, un género literario; los lingüistas, una forma de lenguaje por símbolos; los psiquiatras, una expresión del subconsciente colectivo; los sociólogos, una forma de dar cohesión y unidad política a un pueblo; los etnólogos y culturalistas, una concepción primitiva del mundo o de la vida, o lo contrario, una forma evolucionada de cultura; los historiadores, un género histórico o antihistórico; etc.
      En realidad hoy ya se debe admitir, después de los innumerables estudios y discusiones sobre la cuestión, que las mitologías, de los distintos pueblos y épocas y sobre diversos temas, no presentan rasgos tan uniformes para que se pueda dar una explicación común acerca de los orígenes de todas ellas. En primer lugar es un dato que no todos los mitos tienen un contenido religioso o relacionado con la religión o lo trascendente, como ya se ha visto. En segundo lugar es otro dato adquirido que el desarrollo de una mitología corresponde más a una cultura «evolucionada» que a una «primitiva», como también hemos apuntado. El origen de cada mito o mitología es distinto en cada caso, y en cada caso también pueden influir no una, sino varias o muchas de las causas indicadas a la vez. La religión es anterior al mito. Muchas mitologías antiguas, al mismo tiempo que presentan grandes diferencias, se hallan en un lugar intermedio entre la religión (v.) y el folklore (v.), y todas son politeístas (v. POLITEÍSMO) o al menos dualistas (v. DUALISMO) cuando van acompañadas de algún culto (respecto a la relación culto-mito e historia-mito v. t. t, 2).
      Así, por su origen, podría hablarse de, mitos religiosos o profanos, cúlticos o folklóricos, históricos o fantásticos, espontáneos y populares o elaborados y literarios, inconscientes o conscientes, alegórico-racionales o completamente irracionales, sociológicos o políticos, etc., y un mito o una mitología puede tener a la vez varias de estas cualidades; cuestión que ha de estudiarse en cada caso. La aparición del cristianismo puede decirse que fue el origen de la decadencia y paulatina desaparición de los mitos religiosos. Sin embargo, en su calidad de símbolos, permanecen con frecúencia con fuente de inspiración y de expresión en el arte y en la literatura; como fenómeno social o político, también en tiempos modernos, v. in-Iv.
     
      V. t.: POLITEÍSMO; IDOLATRÍA; ANTROPOLOGÍA; ANIMAL IV; ANTROPOMORFISMO; PAGANISMO; FIESTA 1; FOLKLORE; CREENCIA; PRIMITIVOS, PUEBLOS.
     
     

BIBL.: Amplias exposiciones históricas: L. H. GRAY y G. F. MOORE (dir.), Mythology of all caces, 13 vol., Boston 1916-32; W. SCHMIDT, Der Ursprung der Gottesidee, 12 vol., Munster 1926-55; W. KOPPERS, Primitive Man and his World Picture, Londres 1952; F. KSNIG (dir.), Cristo y las religiones de la Tierra, 11 (Religiones de los pueblos y culturas de la antigüedad), Madrid 1960; P. GRIMAL, Mitologías, 2 vol., Barcelona 1970; P. TACCHI VENTURI y G. CASTELLANI (dir.), Storia delle Religioni, 5 vol., 6 ed. Turín 1971. Exposiciones más sintéticas: F. CH. BRAY, The World of Myths, 1935; E. DRIOTON, G. CONTENAU y 1. DUCHESNE-GUILLEMIN, Las religiones del Antiguo Oriente, Andorra 1958; S. LEMAITRE, Hinduismo, Andorra 1958; A. HUs, Las religiones griega y romana, Andorra 1963; S. N. KRAMER, Mitología del mundo antiguo, Barcelona 1965; A. CLOSS, Mito, y P. SCHEBESTA, Mitología natural, en F. KóNIG (dir.), Diccionario de las religiones, Barcelona 1964, 924-937. Clasificaciones e interpretaciones: H. PINARD DE LA BOULLAYE, Estudio comparado de las religiones, 2 ed. Barcelona 1954; J. L. SEIFERT, Sinndeutung des Mythos, Viena-Munich 1954; 1. DE VRIES, Forschungsgeschichte der Mythologie, Munich 1961. La mitología en la literatura: J. GUILLÉN, Prudencio y la Mitología, «Helmántica» III (1950) 273-299; L. Díaz DEL CORRAL, La función del mito clásico en la literatura contemporánea, Madrid 1957; A. ALVAREZ MIRANDA, La metáfora y el mito, Madrid 1963; M. C. PAÑUELAS, Mito, literatura y realidad, Madrid 1965.

 

JORGE IPAS.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991