MARIA EGIPCIACA, SANTA
Las noticias acerca de su vida son inciertas. El único dato seguro es la
existencia de la tumba de una santa ermitaña de Palestina, llamada María.
La primera fuente que habla de esta santa es la Vida de San Ciriaco de
Cirilo de Escitópolis: Caminando a través del desierto, al otro lado del Jordán,
los abades Juan y Panamón divisan las señales de un cuerpo humano. Ambos creen
que se trata de un anacoreta y, al intentar acercarse, la imagen desaparece.
Advierten entonces la existencia de una gruta y con la sospecha de que el
anacoreta se hubiera ocultado en su interior, se acercan y le incitan a salir,
solicitándole su bendición y la gracia de su palabra. La respuesta que escuchan
es que no se trata de un anacoreta sino de una mujer llamada M., una cantante
que, por culpa del demonio, había sido para muchos motivo de escándalo, y que
ahora, deseosa de expiar sus pecados, había decidido entregarse a una vida
solitaria. Su único alimento en la cueva es un cesto de habas, las cuales
milagrosamente nunca disminuyen en cantidad, y una fuente para apagar su sed,
que pese a lo desértico del lugar brota allí. Son ya 18 años los que lleva
viviendo en aquella gruta. Estas noticias son referidas por el abad Juan a S.
Ciriaco -estando presente Cirilo de Escitópolis- al indicarle el lugar donde se
halla el sepulcro de la santa, ya que al visitar el propio abad la gruta en una
segunda ocasión, había encontrado a M. muerta. Su cuerpo fue enterrado por Juan
en la misma cueva donde había vivido, cerrando el acceso definitivamente.
Utilizando la Vida de San Ciriaco (además de otras fuentes, como el Prado
Espiritual de Juan Mosco), Sofronio, obispo de Jerusalén, al comienzo del s. VII,
escribe una biografía legendaria de la santa, según la cual la propia M. relató
su vida a Zósimas, anacoreta de Palestina. Habiéndose retirado éste al desierto
durante la Cuaresma para meditar, encuentra allí a una mujer de cabellos blancos
como de lana, desnuda y desecada por el sol. Zósimas trata de acercarse para
hablarle, pero ella no accede a conversar hasta que el monje le echa su manto
para cubrir su desnudez. Según el relato que ella entonces hace, su nombre es
M., de origen egipcio. Habiendo abandonado su casa a la edad de 12 años, llevó
en Alejandría una vida de pecado durante 17 años, hasta que, encontrándose en
Jerusalén, al querer entrar en la Basílica de la Santa Cruz, se da cuenta de que
una extraña fuerza se lo impedía. Sufre por ello una crisis, se arrepiente de su
vida pasada y pide el perdón y la gracia a la divina Cruz. A continuación toma
un baño purificador en las aguas del Jordán y parte para iniciar su vida
peregrina a través del desierto.
M. cuenta a Zósimas que había pasado ya 47 años en aquellas soledades y le
pide que retorne el año próximo, a el día de jueves Santo, para administrarle la
Eucaristía, lo que en efecto se lleva a cabo. Pero otro año más tarde Zósimas
vuelve una vez más al lugar acordado y halla a M. muerta. Es entonces cuando
cava la tumba de la santa. De vuelta Zósimas al monasterio, narra toda la
historia al abad Juan.
M. adquirió en todo el Occidente notable popularidad. Pablo Diácono
tradujo la Vida que escribió S. Sofronio. Su imagen suele aparecer en las
representaciones desnuda y cubierta únicamente por una larga cabellera, con tres
panes, gracias a los cuales se alimentó en el desierto. Desde el punto de vista
iconográfico, suele ser algunas veces confundida con la Magdalena. Algunos
episodios de su vida aparecen representados en las vidrieras góticas de las
Catedrales de Chartres, Bourges y Auxerre. En honor de M. existe un poema
castellano (inspirado en otro francés o provenzal), titulado Vida de Madona
Sancta María Egipciaquía, de comienzos del s. XIII, y de notable valor
literario. Esta redacción, que fue muy popular en España y se encuentra en
romances vulgares'y pliegos del s. XVII, se halla en un códice de la biblioteca
de El Escorial, publicada por Foulchedelbosc, en Textos castellanos antiguos,
Barcelona 1912.
Su fiesta se conmemora en el Martirologio romano el 2 de abril.
BIBL.: Fuentes: CIRILO DE ESCITÓPOLIS, Vita S. Ciriaci, en Acta Sanct. Sept. VIII,147-159; SOFRONIO, Vida de María Egipciaca, en PL 87,3697-3726; también en PL 73,671-690; G. Mosco, PL 87,3049 ss.; PABLo DIÁCONO, Bibliotheca Hagiographica latina antiquae et mediae aetatis, Bruselas 1898-1901, 11,801 ss. Estudios: Acta Sanct. Aprilis, I, 67-90; P. GALESINI, Martirologium Sanctae Romanae Ecclesiae, Milán 1578, 100-111; C. BARONIO, Martirologium Romanum, Roma 1586, 148 ss.; F. DELMAS, Remarques sur la vie de St. Marie l'Egyptienne, «Echos d'Orienty 4 (1900-1901) 35-42; íD, Encore St. Marie 1'Egyptienne, íb. 5 (1901-02) 15-17; H. DELEHAYE, Sanctus. Essai sur le culte des Saints dans 1'antiquité, Bruselas 1927, 221-28; P. LONGo, Bios kai politeia Marias tes Aegyptias, Atenas 1962; E. Ricci, Mille Santi nell'arte, Milán 1931, 435 ss.; H. ROEDER, Saints ano their attributes, Londres 1955, 71 ss.; 1. M. S.AUGET y A. M. RAGGI, María Egipziaca, en Bibl. Sanct. 8,981-994
AURELIO RIGOLI
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991