MANASÉS


Nombre de varios personajes, de una tribu, de un rey de Judá y de un breve escrito apócrifo del A. T. (APÓCRIFOS BÍBLICOS I).
      l. Hijo de José. Siendo éste primer ministro de Egipto, le nacieron dos hijos de Asenet, hija de Putifar, sacerdote de 'Ón. El primogénito recibió el nombre de Manasés (hebreo ménaggeh), que significa olvidar. José le impuso este nombre porque exclamó al nacer: «Dios me ha hecho olvidar mis penas y toda la casa de mi padre» (Gen 41,51). Habiendo enfermado Jacob (v.) y estando en trance de morir, José vino a su encuentro con sus dos hijos. Jacob quiso adoptar a M. juntamente con Efraín como hijos suyos: «los dos que te nacieron antes de mi venida a la tierra de Egipto, serán hijos míos. Efraín y Manasés serán hijos míos, como lo son Rubén y Simeón» (Gen 48,5). Y expresa la voluntad de incluirlos dentro de la herencia familiar. Para significar la adopción, Jacob los colocó sobre sus rodillas. Luego José los dispuso para que recibieran la bendición paterna. Colocó a Efraín a la izquierda de Jacob y a M. a la derecha. Jacob extendió sus brazos y colocó su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, y la izquierda sobre M., con lo que anteponía Efraín a su hermano primogénito. José, pensando que fuera una equivocación de su padre, le indicó que el primogénito era M., pero Jacob, que había cruzado sus brazos de modo intencionado, ya que conocía de antemano, por una revelación sobrenatural, los destinos de los pueblos que nacerían de los hijos que adoptaba, repuso a José: «lo sé, hijo mío, lo sé: también él será un pueblo, también él será grande, pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia vendrá a ser muchedumbre de pueblos» (Gen 48,19).
      En las bendiciones de Moisés a los hijos de Israel, en las llanuras de Moab (v.), poco antes de su muerte, se contraponen las multitudes de Efraín a los millares de M. (Dt 33,17).
      ' 2. Tribu de Manasés. En las diversas referencias a las tribus de Israel (v.) que hacen los libros sagrados, a veces se mencionan a la tribu de M. y a la de Efraín como tribus independientes y separadas, aunque siempre consideradas como tribus hermanas (cfr. Dt 33,17), en otros casos se las considera parte integrante de la tribu de José (cfr. Num 26,28).
      En el censo del pueblo de Israel ordenado por Yahwéh a Moisés el año segundo de la salida de Egipto, mientras se encontraban acampados en el desierto de Sinaí, resultó que la tribu de M. contaba con unos 32.000 varones de más de 20 años aptos para el servicio de las armas. En el segundo censo realizado por Moisés y Eleazar en la llanura de Moab, también por orden de Yahwéh, después de la plaga que azotó al pueblo por la corrupción a que les indujeron los madianitas (Num 26,34), resultaron ser 52.700. Estos números, evidentemente exagerados, simbolizan, sin embargo, el crecimiento e importancia de la tribu de M.
      Llegados los hebreos a la tierra prometida, Josué hizo la repartición de las tierras entre las 12 tribus. Media tribu de M. se situó, con los descendientes de Rubén y Gad, en la Cisjordania conquistada; a los descendientes de Maquir (primogénito de M.) les correspondió parte de los territorios de Basan y Galad. La otra media parte de M. (Manasés occidental) tuvo en suerte una porción de Transjordania: prácticamente el centro de la región, confinando al sur con Efraín. Además tuvo algunas ciudades de los territorios de Isacar y Aser, con quienes confinaba al norte y por el noroeste respectivamente (V. ISRAEL, TRIBUS DE).
      En el canto de Débora se señala que los jefes de la casa de Maquir acudieron al llamamiento de Débora y Barac para luchar contra Jabín, rey de Canaán que reinaba en Jasor. Sin embargo, se hace caso omiso del M. occidental. La familia de Gedeón (v.) pertenecía a la tribu de M. (Iud 6,5) y esta tribu es citada también en la historia de Jefté (Iud 11,29).
      La historia de la tribu oriental de M. es narrada sintéticamente en el libro de las Crónicas (1 Par 5,23-26). Se les describe como hombres valerosos, gentes de fama. Paulatinamente se fueron apartando de la fe de sus padres y cayeron en la idolatría: «se prostituyeron ante los dioses de las gentes de la tierra que Dios había destruido ante ellos» (1 Par 5,25). Debido a esto fueron castigados: «el Dios de Israel incitó contra ellos el espíritu de Pul (el espíritu de Teglatfalasar, rey de Asiria) y Teglatfalasar llevó cautivos a los rubenitas, gaditas y a la media tribu de Manasés y los condujo a Calad, labor, Hara y al río Gozán, donde habitan hasta hoy» (1 Par 5,26).
      La tribu occidental siguió las vicisitudes del reino de Israel (v.), al cual pertenecía.
      3. Rey de Judá (cfr. 2 Reg 21,1-17; 2 Par 33,4-20). Sucesor en el trono de Judá de su padre, el rey Ezequías. Su madre se llamaba Jafsiba. Subió al trono a la edad de 12 años y reinó en Jerusalén cerca de 55, dando lugar al reinado más largo que registra la historia de Israel. Corrompido personalmente indujo a todo el pueblo a la idolatría y al abandono del culto de Yahwéh y del cumplimiento de la ley. Llevó así al reino a un estado de degradación moral y religiosa que nunca había alcanzado. M. volvió a introducir en Jerusalén dioses de otras naciones, a los que su padre en la profunda reforma religiosa que había llevado a cabo había logrado desterrar, Entre estos dioses ocuparon un lugar especial los de los asirios; también tuvieron buena acogida los dioses cananeos, y en particular Moloc, a quien M. sacrificó su propio hijo por devoción personal. En este tiempo florecieron también las artes mágicas, la nigromancia y otras formas de adivinación.
      La degradación tan absoluta en que cayó el pueblo por culpa de M. fue causa de su insensibilidad ante los reclamos de Yahwéh, y vino sobre ellos el castigo. Los ejércitos asirios apresaron a M. y lo trasladaron a Babilonia. La humillación y el sufrimiento le condujeron al arrepentimiento y M. acudió a Yahwéh contrito, por lo que su oración fue atendida: «Entonces conoció Manasés que Yahwéh es Dios» (2 Par 33,13).
      Reinstaurado en Jerusalén, M. reedificó la muralla de la ciudad y reestructuró la defensa militar de Judá. Manifestó, por otra parte, su conversión a Yahwéh, haciendo desaparecer todos los dioses extranjeros y altares que había hecho construir, quitando además el ídolo que había introducido en el Templo. Restituyó el altar de Yahwéh y personalmente ofreció sacrificios y víctimas; sin embargo, el pueblo siguió sacrificando en las alturas -lugar de culto construido en punto elevado: como los cananeos también habían adoptado estos lugares para su culto, Yahwéh había prohibido su uso entre los israelitas- aunque sólo a Yahwéh. A su muerte no recibió los honores reales: fue sepultado en el jardín de su casa (2 Reg 21,20). Le sucedió su hijo Amón (v. JUDÁ, REINO DE).
      4. Esposo de Judit (cfr. Idt 8,2.3.7). Ambos pertenecían a la misma tribu, la de Simeón. Murió a causa de una insolación en Betulia; dejó una gran herencia para que ella la administrara (v. JUDIT).
      5. Hijo de Páhat Mb'áb (cfr. Esd 10,30). Por mandato de Esdras fue obligado a repudiar a su esposa extranjera.
      6. Hijo de Hilsum (cfr. Esd 10,33). Le cupo igual suerte que al hijo de Páhat MS`áb.
      7. Oración de Manasés. En muchos manuscritos griegos se halla como apéndice de los Salmos un poema, no canónico, así titulado. En la Vulgata recibe el nombre de Oratio Manassae, regis Judae, curo captus teneretur in Babylone, y se encuentra después del Apocalipsis. En la Didascalia siriaca (s. III d. C.; v.) encontramos el informe más antiguo de su existencia. La traducción que se encuentra en la Vulgata parece ser obra posterior a S. jerónimo.
     
     

BIBL.: L. ARNALDICH, Manasés, en Enc. Bibl. IV,1232; íD, Manasés, tribu de, en ib. IV,1236-1239; J. A. G.-LARRAYA, Manasés, oración de, en ib. IV,1235-1236; P. LEMAIRE-D. BALDI, Atlante Storico delta Bibbia, Turín 1954, 102-145; G. RICCIOTTI, Historia de Israel, 2 vol., Barcelona 1949, 155; 272; 291; 292; 315; 500507; A. ROLLA, La Biblia ante los últimos descubrimientos, Madrid 1962; I. SCHUSTER y J. B. HOLZAMMER, Historia Bíblica, Barcelona 1947; A. VACCARI, La Santa Bibbia, II, Florencia 1947.

 

ARMANDO PÉREZ G.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991