LULISTAS
Gracias a la intensa acción desplegada por Raimundo Lulio (v.) y continuada por
sus discípulos, la doctrina luliana logró una amplia divulgación en Europa. Sus
ideas, sobre todo sus estudios de Lógica llamaron la atención pronto; sólo más
modernamente se ha podido valorar y apreciar su pedagogía, en la que fue un
adelantado.
Aparte de algunas obras anónimas, ya en el mismo s. XIV tenemos un foco
importante de lulismo en París, compuesto por franciscanos, cartujos y clérigos
seculares, en el que destaca Tomás Myésier. En España, es en Levante donde se
forma un núcleo intelectual lulista; el tarraconense Pedro Daquí (m. 1500) se
atreve, en Mallorca, a desarrollar la doctrina luliana hasta sus prolongaciones
teológico-místicas. Aunque en general, en la Edad Media, el lulismo se ciñó más
a la Lógica y al Arte Magna, y por otro lado se desarrolla también como
configuración especial dentro del franciscanismo (V. FRANCISCANOS IV).
Con relación a la infiltración del lulismo en Italia durante los s. XIV y
XV, baste reseñar la favorable acogida del pensamiento de Lulio por Nicolás de
Cusa (v.); de algún modo, y aparte de su originalidad, el Cusano intentó
concordar el Arte de Lulio con la tradición. Lulio dejó también su huella en G.
Pico della Mirandola (v.), Giordano Bruno (v.) y en el catalán Ramón Sibiuda (m.
1436).
En los círculos selectos del Renacimiento francés, cabe apreciar un
movimiento luliano, alma del cual es Jacques Lefévre, (m. 1536 ó 37), que
emprendió las primeras ediciones de las obras místicas de Lulio; pretendía una
vuelta al Aristóteles clásico y el coronamiento de la Lógica y la Filosofía
natural por una apasionada doctrina del amor divino. También se debe señalar a
Charles Bouvelles (1472-1553?) influenciado por Nicolás de Cusa, el cabalismo
(v.) y el pitagorismo (v.), y al retórico B. de Lavinheta, que editó varias
obras de Lulio y escribió Explanatio compendiosaque Applicatio Artis Raymundi
Lulli (Lyon 1523). En Alemania, quizá la figura más destacada sea Agrippa de
Nettesheim (14861535).
En España, en el s. XV, es de notar la protección que el card. F. X. de
Cisneros (v.) dispensa al lulismo incorporándolo a la política cultural de la
dinastía austriaca. En la Univ. de Alcalá destaca Nicolás de Pax. En el s. XVI,
Juan Luis Vileta consiguió del Conc. de Trento que revocara la inclusión de
obras de Lulio en el indice de libros prohibidos. En el s. XVI-XVII Antonio
Busquets(m. 1615) y Juan Riera (m. 1633) lucharon contra las reservas
doctrinales de la Curia romana respecto al pensamiento de Lulio. Busquets
recorrió las Univ. de Alcalá, Valladolid y Salamanca en busca de testimonios
aprobatorios y fue síndico de la causa luliana en Roma. Sus gestiones fueron
continuadas por Juan Riera, que fue también síndico, vivió en Roma 16 años y
murió sin conseguir el triunfo. Gaspar Vidal sobresale por su personalidad
académica, desempeñando la cátedra luliana en el Estudio General de Mallorca y
publicando una Expositio artificii lulliani (Barcelona 1606). Francisco Marzal
(1591-1688) realizó trabajos para dar a conocer los textos de Lulio y tradujo
algunos del catalán al castellano.
En Francia destaca en el s. XVII Hughes Carbonel, iniciador de la
corriente retórico-utilitaria, que utiliza el Arte de Lulio para la oratoria.
También es figura de esta época lean Belot. En la corriente lógico-enciclopédica
destacan: Pierre Morestell (m. 1658) que escribió Academia artis kabbalisticae
(París 1611), Regina omnium scientiarum (Rouen 1631), etc.; Morestell continúa
la tradición de Pierre Gregoire de Toulouse hasta en sus componendas con el
aristotelismo; Pierre Bandouin de Montarcis autor del Traité des fondements de
la science général et universelle y del Traité de la raison, que tiene
resonancias cartesianas e insiste en el método y en las máximas inmediatas y
mediatas; y por último fray Ivo de París al que se debe la enciclopedia más
ambiciosa de inspiración luliana de esta época aparecida en Francia (1672).
El s. XVII alemán representa un intenso movimiento lulista inspirado por
la preocupación de llegar a editar una enciclopedia completa del saber basada en
los principios lógicos de Lulio. A esta labor responden Jano Cecilio Frey,
Cornelio Gemma, W. Ch. Kriegsmann, G. Schott, G. Knittel, etc. G. W. Leibniz
(v.), declaraba que el mérito de Lulio estribaba en haber hallado el primer
germen de la lógica inventiva que él desarrollaría en su Dissertatio de arte
combinatoria (1666). Pero la figura más destacable del lulismo, ya en el s.
XVIII, es Ivo Salzinger (1669-1728), alma de la edición de las obras de Lulio de
Maguncia en ocho volúmenes.
El lulismo mallorquín del s. XVIII está compuesto por el P. Jaime Custurer
(1657-1715) que elabora unas Disertaciones intentando salvar la ortodoxia del
Doctor Iluminado, por el P. Luis de Flandes, elocuente orador y fecundo
publicista, y por el cisterciense Antonio Raymundo Pascual (1708-91), discípulo
de Salzinger en Maguncia, que desempeñó la docencia de la doctrina luliana en
Palma muchos años y que, como Custurer, cultivó los trabajos bibliográficos
vertiendo textos lulianos del catalán al latín y del latín al castellano.
El lulismo como corriente doctrinal es poco viva en la segunda mitad del
s. XVIII; quizá contribuyera a ello el advenimiento del espíritu deísta, casi
ateo, y la generalización del enciclopedismo naturalista francés (v.
ILUSTRACIÓN). Estas circunstancias desfavorables se vieron aumentadas con el
espíritu positivo del s. XIX (v. POSITIVISMO).
Hasta entrado el s. XX no se percibe en España un renacer del lulismo. En
1870, el catedrático de Madrid Francisco de Paula Canalejas (m. 1883) publica un
estudio, Las doctrinas del Doctor Iluminado R. Lulio, que, dentro de la
dirección lógico-enciclopedista, señala afinidades entre la filosofía luliana y
ciertas doctrinas de las escuelas hegeliana y krausista (v.). También es digno
de mencionar Luis Vidart y su Filosofía española; según el, la idea fundamental
del Ars magna -la identificación de las leyes del entendimiento con las de la
naturaleza- viene a ser la misma idea que, con algunas modificaciones, sirve en
el sistema de Schelling (v.) para llegar al conocimiento del Absoluto o primer
principio donde se funda todo lo que es y todo lo que aparece.
La crítica luliana se encauza con la labor de Gumersindo Laverde (m. 1890)
y su discípulo M. Menéndez Pelayo (v.). Y la publicación de los textos lulianos
catalanes iniciada por Roselló la continuaron Mateo Obrador y Salvador Galmés.
En la línea del lulismo neoescolástico están los catalanes losé Torrás y
Salvador Bave, y en la línea europeizarte Diego Ruiz. O. Keicher, J. H. Probst,
E. Longpré, É. Gilson, etc., han contribuido a la renovación del lulismo en
cuanto han renovado y profundizado el estudio de la filosofía medieval.
V. t.: LULID, RAIMUNDO.
BIBL.: J CARRERAs ARTAu, Historia de la Filosofía española, II, Madrid 1943, 1-437; M. MENÉNDEZ PELAYO, Heterodoxos, II, Madrid 1946, 339-354; G. FRAILE, Historia de la Filosofía, III, Madrid 1966, 470 ss.; ID, Historia de la Filosofía española, I, Madrid 1971; M. BATLLORI, La fortuna de R. Lull a Italia, en Vuit segles de cultura catalana a Europa, 2 ed. Barcelona 1959; A. POMPEI, Lullismo, en Enc. Fil. 4,138-140; v. t. los trabajos de la rev. «Estudios Lulianosn (Palma de Mallorca 1956 ss.), y la bibl. de LULIO.
M. FERNÁNDEZ DEL RIESGO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991