LIBERMANN, FRANÇOIS-MARIE-PAUL


Escritor ascético del s. XIX. Venerable.
      Vida. Jacob Libermann, n. el 12 abr. 1802 en Saverne (Alsacia) de familia judía; su padre, rabino de la ciudad, le educó en el judaísmo y le preparó para el rabinato. En 1824 va a Metz para hacer sus estudios hebraicos; vuelve a Saverne en el otoño de 1826 para en seguida marchar a París, invitado por algunos de sus hermanos recién convertidos al cristianismo. Durante los últimos tiempos, L. había perdido su fe en el judaísmo cayendo en el escepticismo religioso. Recibido en el Colegio Stanislas para hacer un retiro en soledad, se convierte al cristianismo a través de una crisis que resuelve una gracia extraordinaria. El 24 dic. 1826 recibe el bautismo. En octubre de 1827 entra en el Seminario de S. Sulpicio (v. SULPICIANOS), donde recibe las órdenes menores, y permanece hasta 1831 haciendo sus estudios teológicos. Pero no puede llegar a las órdenes mayores, ya que desde diciembre de 1828 comienza a padecer fuertes ataques epilépticos y otras crisis nerviosas. En 1831 los sulpicianos, compadecidos de su situación, le envían al Seminario de Issy, donde permanece, sin pertenecer al Instituto, hasta 1837. Allí ejerce una influencia decisiva que renueva el espíritu de aquella casa.
      En 1837 los sulpicianos lo ceden a los eudistas (v. S. JUAN EUDES) como Maestro de su nuevo noviciado de Rennes. Pasa allí dos años en medio de terribles dificultades interiores y exteriores. El 28 oct. 1839 recibe una iluminación interior sobre su vocación misionera: los negros, los más abandonados... En enero de 1840 está en Roma, solo, abandonado de todos, El Papa le recibe y le dice que será un santo. El cardenal Fransoni acoge sus deseos de fundar una congregación para las misiones entre los negros y L. redacta la Regla provisional.
      El obispo auxiliar de Estrasburgo le ordena de presbítero el 18 sept. 1840. Abre en La Neuville el noviciado para su Congregación del Corazón Inmaculado de María y poco después los primeros misioneros de la misma marchan hacia las colonias francesas de América y a Guinea. Los comienzos en África son de un heroísmo extraordiario. En 1848 su Congregación se funde con la Sociedad del Espíritu Santo, casi extinguida, y el 23 de noviembre es elegido Superior General (V. ESPÍRITU SANTO, CONGREGACIÓN DEL). Cada vez más enfermo, el 2 feb. 1852 m. en París, en el Seminario del Espíritu Santo. El 9 jun. 1910, S. Pío X proclamaba la heroicidad de sus virtudes.
      Valoración de su persona y de su obra. L. es una de las figuras principales del catolicismo francés en el s. XIX. Hebreo cien por cien, con toda la riqueza psicológica de su raza, su vida, desde la conversión, queda marcada para siempre con el sello de la cruz de Cristo: la humillante enfermedad que le retrasa el sacerdocio hasta 1841; las enfermedades de los últimos años; sus desavenencias con el Superior de los-Budistas; su soledad psicológica (calumniado y considerado sospechoso); sus trabajos agotadores; las tensiones entre algunos de sus hijos y la Casa-Madre de la Congregación; las dificultades en torno a la unión con la Congregación del Espíritu Santo... Todo hizo de él una víctima.
      Su obra es múltiple: la Congregación del Espíritu Santo (v.), hoy floreciente; su tarea como director espiritual; sus proyectos y visión de futuro acerca de la obra misionera; sus escritos (v. bibl.).
      Espiritualidad. Está en la línea de la escuela beruliana (v. BERULLE), en su versión sulpiciana principalmente, y también en parte eudista, pero recreada por él, personal en definitiva. No es especulativo; es voluntarista, «psicologista», hombre de lo concreto y de lo real, intuitivo. En la base nos encontramos con el pesimismo natural, típico de buena parte de la espiritualidad francesa, que sobrenaturalizado lleva a la humildad; en el caso de L. a la humillación total. Y lleva también al optimismo sobrenatural, apoyado en la gracia de Dios por Cristo. Piedad cristocéntrica con fuerte acentuación del aspecto mariano de la misma (es el siglo de Chaminade, de Baudouin, de Colin, de Champagnat, etc.). Ascetismo místico: abnegación total llevada hasta el abandono más completo; en ese abandono pasivo florece la paz perfecta. Y es que L. es un místico experimental, quizá el más importante de Francia en su tiempo. La pasividad, la entrega, el abandono, la paz, son dimensiones constantes de su camino espiritual, conjugadas con un ascetismo dinámico que hacen de él un hombre de acción, entregado al servicio a los demás, misionero (que no pudo ir nunca a sus misiones), director egregio de almas, formador, escritor. Sus análisis prácticos, psicológicos, son de un realismo que preludia muchos de los resultados científicos de la psicología espiritual moderna. Su mensaje es actual, y su obra permanece.
     
     

BIBL.: Obras. Lettres spirituelles du Ven. P. Libermann, 3 vol., París 1887; Notes et documents sur le P. Libermann, 13 vol., París 1927-41; Commentaire á St. Jean, París 1956.-Estudios: L. LIAGRE, Le V. P. Libermann, L'Homme. La Doctrine, París 1948; J. VULQUIN, La dirección spirituelle d'aprés les écrits et les exemples du V. Libermann, París 1940; J. GAY, La doctrine misionnaire du V. P. Libermann, París 1945; A. RETIF, Pauvreté spirituelle et Mission, París 1956; P. BLANCHARD, Le V. Libermann, 2 vol., París 1960 (estudio analítico y psicológico de su doctrina, personalidad y vida).

 

B. JIMÉNEZ DUQUE.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991