KULTURKAMPF
Se entiende por K. la lucha llevada a cabo por Bismarck de 1871 a 1878 en contra 
de la Iglesia Católica y del partido político que algunos eclesiásticos 
sostenían: el Zentrum.
      Es imposible entender el problema de la K. si no se la sitúa como una 
pieza -sólo una más- de la política interior y exterior que desarrolla el 
canciller de 1870 a 1890. Sus preocupaciones fueron ante todo de «razón deEstado», 
hacer lo más conveniente para la Nación, y dentro de este esquema, actuar en 
cada instante según su propio parecer. Esta mezcla de intereses públicos y 
cuestiones personales contribuyeron a confundir a los contemporáneos al creer 
ver un enemigo o en el hombre o en la Institución, cuando ni una cosa ni otra 
era exacta: eran tan sólo necesidades de la situación.
      La década 1870-80 se caracteriza por el gran problema de consolidar el 
Imperio tras la victoria de Sedán. El modo de lograrlo era prusianizar el 
interior y buscar alianzas externas que aislasen internacionalmente a Francia: 
«tender un puente en el camino a Viena, sin debilitar el de S. Petersburgo», en 
frase de Bismarck. Esto último se consigue en la «Entente de los 3 Emperadores» 
de 1872. Para lograr lo primero, Bismarck se apoyó en el partido mayoritario y 
dominante (liberal-nacional) y chocó contra el católico (el Zentrum) en el que 
creyó ver, junto a una ideología diferente al nacional-liberal, un obstáculo 
para la unificación. En efecto, durante la guerra franco-prusiana, el 
comportamiento de zonas católicas y de alguna parte del clero había sido 
desfavorable a la causa pretendida por Bismarck (Westfalia y Renania 
simpatizantes con Francia; los bávaros, hostiles a la creación del Imperio; el 
clero francés anti-prusiano...). El canciller acudió a Pío IX para que mediara 
en estos problemas, pero Roma se desentendió.
      Estos hechos coincidieron con una seria escisión dentro del mundo católico 
alemán. Tras la declaración dogmática de la infalibilidad pontificia (18 jul. 
1870), algunos intelectuales decidieron no someterse. En Baviera, Berlín, Bonn, 
Brandemburgo, Colonia, menudearon actos de rebelión. Para Bismarck, la 
declaración conciliar, mal entendida, fue un grave síntoma de intolerancia y una 
muestra del posible peligro: la férrea disciplina que tal dogma exigiría, le 
pareció que iba a constituir un Estado dentro del propio Estado alemán que él 
había levantado. Por esto la política de la K. tendrá dos frentes: legislación 
anti-católica y apoyo de los católicos escindidos de la Iglesia (v. 
VIEJO-CATÓLICOS).
      Hasta 1873 la lucha es de tono menor: En 28 nov. 1871, por iniciativa del 
ministro de Cultos bávaro Lutz (anti-infalib¡lis ta) se vota y aprueba el 
llamado «párrafo del púlpito», consistente en dotar de poderes a las autoridades 
para evitar el posible abuso de un sacerdote que, desde el púlpito, predicase de 
política. Más sintomático que real, sólo se aplicó siete veces en cinco años y, 
por lo general de un modo correcto. A los pocos meses se aprueba la ley de 
«control de escuelas», consistente en que los inspectores escolares serían 
nombrados sólo por el Gobierno, en vez de designarse, como hasta entonces, por 
mutuo acuerdo entre la Iglesia y el Estado. La aprobación de esta ley fue muy 
dificultosa. El propio ministro de Cultos (protestante convencido) no estaba de 
acuerdo con el texto, pero el partido nacional-liberal exigió su dimisión y fue 
sustituido por Adalberto Falk, quien se convirtió en el factótum de la nueva 
Kulturkampf.
      Mientras tanto, en el frente anti-infalibilista, hubo novedades. En el 
Congreso de Munich (22 sept. 1871) se reunieron representantes de más de 300 
asociaciones que decidieron fundar una Iglesia, la de los «viejo-católicos», que 
pretendió ser reconocida oficialmente. No lo consiguió, pero sí logró ser 
apoyada por las autoridades civiles. Cuando Mons. Krementz excomulgó a Wollman y 
Michels, Falk afirmó que tales excomuniones carecían de valor. El ministro del 
Ejército, Roon, ordenó al General Castrense Mons. Namszanowski que permitiera el 
culto viejo-católico en una iglesia. Ante la negativa, fue sustituido.
      Una característica de la K. será que la Iglesia y los católicos opondrán 
una resistencia viva. En contraposición a lo ocurrido en diferentes países 
mediterráneos ante situaciones paralelas, la lucha finalizará con la derrota 
moral de Bismarck. En efecto, pasando al ataque el episcopado alemán se reunió 
en Fulda (1 abr. 1872) y envió una carta de protesta a Falk. El embajador 
prusiano en la Santa Sede fue trasladado a París por necesidades de política 
exterior. Bismarck quiso sustituirlo por Hohenlohe -«viejo católico» y 
regalista-, pero el Papa se negó. El 30 dic. 1872 se rompieron las relaciones. 
Acusados los jesuitas de promover el conflicto, fueron expulsados. «No iré a 
Canosa ni en carne ni en espíritu», dice Bismarck. Es el inicio de la fase 
remontante en la curva del conflicto.
      A principios de 1873 se presentaba al Reichstag el proyecto Falk, 
compuesto de cuatro leyes. Tendía esencialmente a privar a los católicos 
prusianos de los derechos y libertades reconocidas en la Constitución de 1848, 
bajo el pretexto de que eran privilegios sin parecido en los otros estados 
germánicos (Modificación a los artículos 15, 16 y 18 de 1848). El proyecto, en 
su primera ley, introducía un control del Estado en la enseñanza del clero y en 
la provisión de cargos eclesiásticos. La segunda ley, dirigida especialmente 
contra el poder disciplinar del Papa, creaba un tribunal superior de apelación 
eclesiástica, con autoridad, igualmente para castigar a los clérigos 
desobedientes a las leyes civiles. Las otras dos leyes disminuían el alcance de 
la potestad episcopal y facilitaban el abandono de la Iglesia por parte de los 
fieles. La discusión del proyecto fue violentísima. En la sesión del 17 de 
enero, Virchow denominó a la batalla con el término Kulturkampf, lucha por la 
cultura. El proyecto fue aprobado el 9 mayo 1873. Invitados por Roma a seguir 
una línea común, los obispos se reunieron de nuevo en Fulda y decidieron una 
oposición, al menos pasiva, y la continuación normal de la vida habitual de la 
Iglesia. También redactaron y distribuyeron una carta a los fieles (20 sept. 
1873). Pero la autoridad estatal entró en juego. Varios obispos fueron 
encarcelados, escuelas y seminarios cerrados, se lanzaron campañas desde la 
prensa oficial... Las elecciones para el nuevo Reichstag de 1874 fueron muy 
reñidas. Se pretendía una mayoría Zentrum que obligara a la revocación del 
proyecto Falk, llamado ahora las leyes de mayo. En efecto, los católicos 
doblaron su número (de 58 a 100 diputados), pero los nacional-liberales no 
disminuyeron (de 120 a 145) merced a haberse engrosado a costa del partido 
conservador.
      La nueva legislatura será también difícil: en 2 abr. 1875 se suspenden 
todas las ayudas del Estado a la Iglesia Católica («ley del hambre»), en mayo se 
ordena que el patrimonio eclesiástico sea administrado por un comité en el que 
el párroco sólo tendrá voto consultivo, y se suprimen todas las órdenes 
religiosas menos las que prestan servicios hospitalarios, que pasarán a estar 
sometidas a la inspección estatal.
      Sólo el tiempo y el cambio de las circunstancias suavizó la cuestión. 
Conseguido básicamente el programa unificador del canciller, son otros los 
problemas que atraen su atención. Su preocupación ahora es el liberalismo y el 
socialismo. El socialismo que gana 10 escaños en las elecciones de 1877 y que 
perpetra dos atentados a la persona del Emperador en mayo y junio de 1878. El 
liberalismo también: el monopolio político ejercido por este partido ha llevado 
a un librecambismo económico de pésimos resultados para el Imperio. Bismarck se 
decide a cambiar. En 1879 impone aranceles al comercio. El partido en quien se 
va a apoyar para combatir a estas fuerzas será, precisamente el Zentrum, bien 
situado en las elecciones sucesivas. Al mismo tiempo la muerte de Pío IX 
(febrero 1878) y el entronizamiento de León XIII será otra causa más de 
distensión en las relaciones. Sustituido Falk por Puttkamer, las sucesivas leyes 
de 1880, 1886 y 1887, dejaron sin efecto a las de mayo de 1873.
      
      
BIBL.: B. LLORCA, R. GARCÍA VILLOSLADA, F. J. MONTALBAN, Historia de la Iglesia católica, IV, 3 ed. Madrid 1963; A. EHRHARD, W. NEUss, Historia de la Iglesia, IV, Madrid 1962; A. RSHTLINGK, Bismarck und das pápstliche Rom. Berlín 1911; G. GOYAu, Bismarck et 1'Église. Le Kulturkamp/ (1870-1878). París 1922; K. EGGERS, Rom gegen Reich, Stuttgart 1935.
J. LONGARES ALONSO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991