JULIÁN DE TOLEDO, SAN


Conocemos de él casi exclusivamente lo que su sucesor y biógrafo Félix nos ha trasmitido. De sincera y precisa califica Z. García Villada esta biografía, lo que no excluye el carácter un tanto panegirista de la Vita Iuliani. Según ésta, J. debió nacer en Toledo ca. 642; de ascendencia judía, pero de padres cristianos. Tanto Félix (Vita: PL 96,445) como el propio J. (Prognosticorum, 3,17: PL 96,504) nos aseguran que fue discípulo de S. Eugenio (v.). Félix hace una cálida descripción de la íntima compenetración de J. con su amigo el levita Gudila y de su común proyecto de abrazar la vida monástica, que no tuvo efecto por ser otros los designios de Dios. Siguen ambos una vida de intensa piedad, de apostolado y de una total dedicación a la eseñanza en la escuela catedralicia de Toledo, donde J. se ejercita en esa fogosa dialéctica de que más tarde hará gala en su conflicto con Roma. A partir de 667, J. va ascendiendo los grados del diaconado y presbiterado. Gudila, elevado al arcedianato de Toledo, muere a finales del verano de 679. Poco después (enero 680) por muerte del obispo Quirico, queda vacante la sede de Toledo, para la que es elegido (16 en. 680) y consagrado (29 en. 680) por el obispo de Játiva en el marco incomparable de la Basílica de Santa María. J. debía tener unos 38 años. Con excelente preparación teológica, celo por las almas y experiencia, J. va a regir durante el decenio 680-690 la sede toledana, que de sus manos hábiles saldrá largamente prestigiada. Su biógrafo y sucesor, Félix, le describe adornado de todas l,-. virtudes: poseído del temor de Dios, de prudencia consumada, de una discreción fuera de lo común, limosnero, compasivo, valiente en la resolución de los problemas, equitativo. Pero aparte del panegírico, Félix pone especial interés en presentar a su biografiado como hombre sabio. Casi la mitad de la Vita (seis números sobre 12) está ocupada por la descripción de las obras del ilustre obispo toledano, uno de los mejores entre los raros teólogos del s. vil (J. Forget), el personaje más destacado dentro del movimiento intelectual de la iglesia goda después de S. Isidoro (v.), y hasta superior a él como escritor y en cuestiones doctrinales (U. Domínguez del Val), muy erudito en S. E., suficientemente versado en las disciplinas paganas y de estilo claro y escolástico (Tritemio). Félix enumera hasta 17 obras, sin contar las epístolas y oraciones anexas a algunas de ellas. Y el catálogo no es completo. Algunas fueron escritas antes de su elevación a la sede toledana (Historia de Wamba), pero la actividad literaria de J. se desarrolló sobre todo durante su pontificado toledano.
      La historia del episcopado de J. está ligada a la celebración de cuatro de los 18 Concilios de Toledo (XII-XV). El XII, convocado por Ervigio, se reunía el 9 en. 681, a un año escaso de la consagración de J., en la basílica de los Santos Apóstoles. «Después de la proclamación de la santa fe, lo primero que se presentó -dicen los Padres- fue el problema del advenimiento de Ervigio». Un problema en que J. se vio implicado y que derivaba de otro más complicado: la legitimidad de la deposición de Wamba (v. VISIGODOS). Este mismo concilio, al que asistieron 39 obispos, otorgó al metropolitano de Toledo el privilegio de nombrar, de acuerdo con el rey, obispos en todas las diócesis de España y la Narbonense. Esto, que canónicamente fue una medida de gobierno, acrecentó extraordinariamente la figura jerárquica del metropolitano de Toledo, dándole una preeminencia sobre los prelados del reino. Él será el primero en estampar su firma en los concilios y en presidir las sesiones sin guardar el acostumbrado orden de antigüedad en la sede, y en los casos de urgencia él es quien resuelve (J. F. Rivera). El ejercicio de esta preeminencia se pone de manifiesto en un asunto que le valió a J. el reproche de antirromanismo: su actuación en el asunto de la aprobación de las Actas del VI Concilio ecuménico, que condenaba el monotelismo. Como el episcopado español no participó en este Concilio 111 de Constantinopla, celebrado en nov. 680, León II envió sus Actas al episcopado español para su aprobación. Los documentos pontificios llegaron precisamente cuando acababa de disolverse el Conc. XIII de Toledo de 683. J. no juzgó oportuno reunir nuevamente a los Padres, y compuso un Apologético en el que aprobaba y suscribía la doctrina propuesta por el VI Concilio ecuménico, exponiendo además el sentir de la Iglesia española en esta materia. J. actuaba en uso de los derechos preeminenciales recientemente otorgados a la sede toledana. El Concilio XIV (684) de Toledo aprobó este Apologético, que Roma no encontró de su plena satisfacción. Al conocer los reparos propuestos por Roma, tanto J. como el episcopado español se sintieron heridos en su ortodoxia. J. redactó entonces un fogoso y duro Apologético de tribus capitulis que hizo suyo el Conc. XV de Toledo (688) y que -contra lo que era de esperar- obtuvo la más calurosa aprobación de Sergio I, quien lo hizo traducir al griego y lo remitió a la corte de Bizancio. Así acabó este incidente que alguien ha considerado como un verdadero peligro de cisma por parte del episcopado español.
      J. murió el 6 mar. 690, a la edad de 58 años, habiendo gobernado ? ~? sede toledana diez años, un mes y siete días, segú - el preciso cómputo de Félix. Sus restos, depositados en la Iglesia de Santa Leocadia, fueron trasladados durante las persecuciones de Abderramán I a las cercanías de Oviedo, dando nombre a la localidad de Santullano (=Sant'Iulianus), hoy un barrio de la capital asturiana (Rivera).
      Entre su producción literaria, conviene citar el Liber prognosticorum /uturi saeculi, su obra más madura; De comprobatione sextae aetatis, y el Antekeimenon, además de las anteriormente aducidas. Más de la mitad de sus obras se han perdido, y algunas (Versus ad Modoenum) permanecen inéditas.
     
     

BIBL.: Ediciones: Cfr. M. C. DíAZ r DfAZ, índex scriptorum latinorum Medii Aevi hispanorum, I, nn. 264-267; LORENZANA, Padres toledanos, II,1-384; PL 96,443-818; W. LEVISON, MGH, scriptores rerum merovingiarum, Hannover-Leipzig 1910, 501-529.

 

ILDEFONSO GÓMEZ.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991