JUDIT, LIBRO DE
La persona. Hebreo: Yéhudzt; Vulgata: Iudith, significa judía. Casada con
Manasés, quedó viuda por una insolación que tuvo su marido en los días de la
siega de la cebada (Idt 8,2-3). A partir de entonces, vivió retirada en su casa,
donde se «había hecho un cobertizo en el terrado y llevaba saco a la cintura,
debajo de los vestidos de su viudez» (8,4-5). Era muy piadosa; «ayunaba todos
los días, fuera de los sábados, novilunios, las solemnidades y días de regocijo
en Israel» (8,6). Era inmensamente rica, y «nadie podía decir de ella una
palabra mala, porque era muy temerosa de Dios» (8,8). De esta soledad, que
duraba ya tres años y cuatro meses (8,4), la sacó Ocías, prefecto de Betulia, al
acceder a la petición del pueblo de entregar la ciudad a las tropas de
Holofernes, si en el plazo de cinco días no llegaba la ayuda (7,30).
J. se revuelve contra esta idea y exhorta a las autoridades a que confíen
en Dios, pues no faltará su ayuda si se le pide con fervor. Su argumentación es
sencilla: Dios entrega su pueblo a los enemigos sólo en el caso de que aquél
caiga en el pecado de idolatría, pero dice J.: «no hay en nuestra generación, ni
se conoce en nuestros días, tribu, familia, región, ni ciudad que adore dioses
fabricados, como sucedía en tiempos antiguos» (8,18).
Después de una oración ferviente (cap. 9), J. sale al campo enemigo, entra
en la tienda de Holofernes, se capta su benevolencia y, con ocasión de un
banquete, en que éste se embriagó, le cortó la cabeza. La noticia sembró el
pánico en el ejército enemigo, que huyó, perseguido por los de Betulia. En
acción de gracias, se organizó una procesión a Jerusalén, donde adoraron a Dios
y ofrecieron holocaustos. J. regresó a Betulia, donde murió a la edad de 105
años (16,28).
El libro. Del libro que lleva el nombre de su protagonista (Idt) se han
conservado textos en hebreo y en griego. En cuanto al texto griego actual
canónico, cabe la sospecha de que en un principio existiera una traducción
estricta del prototipo semítico, y después se hiciera una libre adaptación
parafraseada, que no suplantó de manera totalmente uniforme el antiguo texto
griego (cfr. Dubarle, Formes... o. c. en bibl. 1,19). El autor del libro es
desconocido, pero vivió en tiempos muy posteriores a los hechos que parece
referirse (14,6; 16,25). La composición del texto actual se hizo en los tiempos
helenísticos. Es muy conocido el contenido del libro, que describe una campaña
imaginaria de Holofernes, general de Nabucodonosor, contra todos los pueblos del
Asia occidental. Todos se rindieron al general vencedor, y adoraron a
Nabucodonosor como a Dios (3,8); únicamente el pueblo de Israel le opuso
resistencia. Holofernes decidió aniquilarlo, y preguntaba con desdén: «¿En dónde
está la fuerza y el poder de este pueblo? ¿A quién tiene por jefe y rey de su
ejército?» (5,3). Aquior, jefe de todos los hijos de Ammón (5,5), le hizo un
resumen de la historia religiosa de Israel, y aconsejó al general, diciéndole:
«Si hay en Israel alguna culpa o pecado contra su Dios, entonces subamos, que
los derrotaremos. Pero si no hubiese en ellos iniquidad, pase de largo, mi
señor, porque su Dios los protegerá y será con ellos, y vendremos a ser objeto
de oprobio ante toda la tierra» (5,20-21). Holofernes se enfureció contra Aquior,
replicando: «¿Qué Dios hay, si no es Nabucodonosor? Éste ha enviado su ejército
y los borrará de la faz de la tierra, sin que su Dios pueda librarlos» (6,2-3).
Se entabló, pues, la lucha entre el dios Nabucodonosor, con miles de soldados a
sus órdenes, y el Dios de los israelitas, que le opone un frágil instrumento:
una sencilla mujer viuda. Los israelitas, en vez de empuñar las armas, se
dedicaron intensamente a obras de piedad y penitencia. Por eso, Dios acudió en
auxilio de su pueblo fiel, e hizo que el mejor ejército de la tierra fuese
desbaratado y humillado.
¿Es Idt un libro histórico? A pesar de todas las tentativas, nadie ha
logrado enmarcar dentro de la historia universal y la del pueblo de Israel los
hechos que refiere el libro. Unos creen que sucedieron en los tiempos del
reinado de Asurbanipal (668-632); otros, en tiempos de Nabucodonosor (605-562),
o también en la época persa, en tiempos de Darío I (521-485). Los antiguos lo
consideraron histórico. Hoy es opinión bastante común que los hechos descritos
corresponden a una narración libre de un hecho histórico con fines estrictamente
didácticos. El autor se propuso enseñar una verdad religiosa, y para ello empleó
el método narrativo. La historia concreta es tan sólo una apariencia, una
ficción, bajo la cual se vislumbra claramente la enseñanza religiosa que el
autor quiere inculcar. Hemos dicho historia concreta, ya que el autor se fija en
la teología de la historia de Israel, para demostrar la actuación de Dios en la
historia de la salvación, que se basa sobre hechos concretos sucedidos en el
tiempo y en el espacio.
Las dificultades de orden histórico que presenta el libro son varias. Así,
p. ej., en 1,1, se dice que Nabucodonosor (605-562) era rey de Nínive, y que
reinó sobre los asirios. Ahora bien, Nínive fue destruida el a. 612 a. C. por la
acción combinada de Nabopolasar y Ciaxares, reyes de Babilonia y de los medos,
respectivamente, antes de que naciera Nabucodonosor. Es incomprensible que
Holofernes siendo persa fuese generalísimo de los ejércitos de Nabucodonosor.
Otras dificultades (cfr. Arnaldich, Pentateuco... o. c. en bibl. 214-218)
aconsejan ver en el libro hechos ficticios creados de raíz por el autor, o
entresacados de diversos periodos de la historia del Próximo Antiguo Oriente.
Las dificultades de orden geográfico son quizá mayores. Los nombres de los
personajes tienen valor simbólico; la misma J. a veces es un individuo, otras
representa la comunidad judía (16,1-21).
La idea central del libro es demostrar la providencia y fidelidad divinas
hacia su pueblo escogido. Mientras se conserve fiel a su Dios, evitando, sobre
todo, la idolatría, triunfará de sus enemigos, porque Dios estará con él. El
libro constituye una advertencia al pueblo de Israel, indicándole dónde está su
fuerza y su invencibilidad. Es también un aviso para los enemigos, que
fracasarán en sus intentos de aniquilarlo, si Israel se mantiene fiel a su Dios.
« ¡Ay de las Naciones que se levanten contra mi pueblo! El Señor omnipotente los
castigará en el día del juicio, dando al fuego y a los gusanos sus carnes, y
gemirán de dolor para siempre» (16,20-21). El Dios de Israel está presente en
todos los momentos de la Historia y tiene en sus manos las riendas de todo
cuanto sucede bajo el sol. Dios puede permitir que sus fieles sean probados
duramente, pero nunca los abandonará si confían en Él. Únicamente el pecado
puede neutralizar la acción de Dios en favor de sus escogidos. Dios señala a J.,
de la que nadie podía decir una palabra mala, porque era temerosa de Dios (8,8)
y modelo de fidelidad y de confianza. «Nada puede el hombre contra el kyrios
pantokrátor» (4,13; 8,13; 15,10), «dueño de cielos y tierra» (13,18), «rey de
toda la creación» (9,12). «Muestra su misericordia a los que ama» (16,18) «y
confunde a los soberbios» (16,20; 13,17).
BIBL.: F. ZIMMERMANN, Aids for the Recovery of the Hebrew Original of Judith, «Journal oí Biblical Literature» 57 (1938) 6774; A. COLUNGA, El género literario de Judit, «Ciencia Tomista» 74 (1948) 98-126; H. CAZELLES, Le personnage d'Achior dans le livre de Judith, «Recherches de Science Religieuse» 39 (1951) 125-137; A. LEFEVRE, Judith, DB (Suppl.) 4,1315-1321; J. STEINMANN, Lecture de Judith, París 1953; L. ARNALDICH, Manual Bíblico, 1, Pentateuco y libros históricos, Madrid 966, 213-223; íD, El pecado en el libro de Judit, «Verdad y Vida» 16 (1958) 95-115; A. M. DUBARLE, Les textes divers du livre du Judit. A propos d'un ouvrage récent, «Vetus Testamentum» 8 (1958) 344-373; íD, Judith. Formes et sens des diverses traditious, 1. Études; II. Texte, «Analecta Biblica» 24, Roma 1966; A. DUPREZ, Le livre de Judith, «Evangile» 47 (1962) 5-67.
LUIS ARNALDICH.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991